sábado, febrero 28, 2009

ALAVÉS 2 - REAL SOCIEDAD 1 De vergüenza

Hoy sí. Hoy la Real ha dado vergüenza. Hoy no ha demostrado estar a la altura de lo que exige su escudo, su camiseta y su afición. No, no es que no haya estado a la altura. Es que ha estado muy lejos de lo necesario ante un rival mediocre. Hoy la Real ha tenido la forma de un equipo pequeño, incapaz de hacer nada sobre el campo, ni por fútbol ni por corazón. Ha dejado que un Alavés menor le remonte un partido con dos goles a balón parado. Hoy ha fallado el entrenador, que pasa por una seria crisis y que ahora mismo no parece capaz de motivar a este equipo. Hoy ha fallado la defensa, que ha encajado dos goles imposibles en un equipo con la experiencia de la Real. Hoy ha fallado, como siempre, el centro del campo, incapaz de sacar balones jugados. Y hoy ha fallado el ataque. Porque, a pesar del golazo de Abreu, no ha sido capaz de crear ni rematar nada. Hoy ha fallado todo. Hoy han dado vergüenza. En el peor escenario posible para hacerlo, porque supone una cuchillada más al corazón de una afición ejemplar, maravillosa y digna del mejor equipo del mundo.

¿Por qué ha perdido la Real hoy? Pura y simplemente por desidia. Nada ha tenido que ver la remontada de aquella inolvidable tarde de febrero con la tristísima tarde de junio del año pasado. Aquel día la Real fue mejor que un Alavés que derrochó corazón, y fue ese corazón, junto con enormes dosis de suerte, lo que propicio la remontada. Hoy no. Hoy el Alavés ha sido un equipo insulso. No ha demostrado absolutamente nada, es un mal equipo que no ha tenido apenas ocasiones de gol, pero que, pese a todo, se ha entregado. No llega a más pero es honesto, y eso tiene el valor que tiene. Hoy la Real no ha sido honesta con lo que le exige su escudo. Hoy la derrota ha llegado porque la Real ha naufragado en todo. Si fútbol no tiene, la camiseta que llevan les obliga a demostrar raza, coraje, corazón y entusiasmo. Y hoy no ha habido nada de eso. Hasta ahora la Real tenía dos fortalezas innegables. La primera, la defensiva. Y esa ha saltado por los aires en los tres últimos partidos. La segunda, saber recuperarse de todos los golpes que ha recibido. Y eso se hizo añicos con el prevaricador penalti ante el Zaragoza. Desde entonces, la Real ya no reacciona.

Ahora mismo son demasiados los elementos de esta Real que no carburan y a las que no se consigue poner solución. Lillo no encuentra esas soluciones. ¿Puede encontrarlas? Él mismo es quien tiene que decírnoslo. Pero la responsabilidad no hay que buscarla sólo en el técnico. Es más, me atrevería a decir que no hay que buscarla en primer lugar en el técnico. Sigo convencido de que la Real tiene plantilla más que de sobra para luchar hasta el final por estar entre los tres primeros. Pero los jugadores no dan el nivel exigido. Ni los que tienen que tirar del carro, ni los que tienen que que arrimar el hombro. Ni los de la cantera, ni los de fuera. Nadie salvo Bravo (hoy vendido en los dos goles) está demostrando nivel para jugar en Primera. Detalles sí, algún balón de Xabi Prieto, alguna internada de Marcos, algún detalle de control de Sergio, algún corte de Ansotegi. Pero para subir hace falta mucho más que iniciar las jugadas con pases inanes entre los defensas, cesiones a Bravo para que inicie las jugadas en largo y balonazos arriba imposibles para los delanteros. Porque hasta para pegar balonazos ha naufragado la Real, que no ha conseguido dar ventaja nunca a sus atacantes.

El Alavés ha entrado mejor que la Real en el partido, pero sin crear verdadero peligro y de forma muy efímera. Al cuarto de hora, el dominio del encuentro era ya del equipo donostiarra. Y en esos minutos el mejor jugador del partido fue el portero del Alavés. Otra vez la falta de gol se apoderó de la Real. Llegó por calidad, por esa calidad que tiene este equipo aunque ni los mismos jugadores parecen creérselo. Dejada de Sergio, internada de Marcos por la banda y remate espléndido de cabeza de Abreu. Tercer gol del uruguayo. La solución a nuestros males, se decía antes de que llegara, era encontrar un hombre gol. Pero no. Abreu ha traído tres goles en los menos de dos meses que lleva en San Sebastián, pero por desgracia no ha solucionado los males de este equipo. Pese a todo, la Real de la primera parte ha sido resultona. No domina como debiera a equipos inferiores, no golea en absoluto, pero demuestra cosas que, mantenidas en el tiempo, pueden dar resultado, como dio en el tramo final del año pasado, en la racha de las victorias por la mínima en Anoeta.

Con el descanso, la Real ha desaparecido por completo. En absoluto por el empuje del Alavés, sino por la absoluta desidia del equipo. Con el gol del Alavés se vio un instante de rabia, que acabó con la segunda jugada de calidad de todo el partido, que acabó con un centro chut de Marcos que se paseó por la línea de gol sin encontrar rematador. Así se acabó todo. El segundo gol fue la puntilla que demuestra que esta Real ya ni siquiera provoca el respeto que tendría que generar su camiseta. A los rivales desde luego que no, y la semana que viene para recordarlo llega el Sevilla Atlético, que sólo ha ganado un partido: a la Real. Y tampoco a los árbitros. El descuento en Córdoba se prolongó para que los locales sacaran un corner. Y marcaron. Hoy la Real forzó un corner con el tiempo cumplido. Y se pitó el final aunque se había perdido más tiempo. Se podrían mirar también las tarjetas que para un lado sí se sacan y para el otro no, o incluso algún agarrón dentro del área que Abreu reclamó tímidamente como penalti. Pero la clave ya no está en lo que nos quiten, que hasta ahora ha sido muchísimo, sino en el nulo respeto que despierta la Real. La excelencia sólo la demuestra lo mejor que tiene el club: su afición.

La derrota de hoy duele por todo. Por los tres puntos con los que se contaba ya. Por la distancia con los puestos de ascenso que sigue aumentando. Por producirse en el escenario que más tristeza ha provocado en la reciente historia de la Real (volver a Mendizorroza tendría que haber sacado lo mejor de quienes vivieron el varapalo del año pasado, siquiera por vergüenza torera). Estamos incluso peor que el año pasado cuando la Real sumó sus tres derrotas consecutivas, porque entonces el ascenso estaba a tres puntos y hoy se aleja hasta los ocho (que mañana podrían ser nueve si el Tenerife puntúa en casa ante el Celta). Tres partidos. Un mundo. O más de uno. Ahora que la tercera plaza está a la misma distancia que la 18ª, sí es necesaria una machada para llegar a la tercera posición y volver a Primera. La Real de hoy jamás podría estar en disposición de realizar ese asalto. ¿Hay otra Real? La pregunta hay que contestarla ya. Y sólo hay un lugar en el que se puede contestar: sobre el césped. Donde la Real está obligada, por historia y por afición, a darlo todo. Hoy no lo han dado. Y por eso me han dado vergüenza. Pese a todo, yo no doy el ascenso por perdido. ¿Lo dan los jugadores? La respuesta, ya.

viernes, febrero 27, 2009

PREVIA Alavés - Real Sociedad. Buscando el futuro en el pasado reciente

El futuro de la Real pasa por el escenario más triste de su historia reciente (sábado, 18.00 horas, Mendizorroza, ETB 1). Después de tres semanas sin ganar, la victoria es imprescindible para no perder la estela de los equipos que lideran la clasificación de Segunda. Hay quien ve en este partido la última posibilidad de reengancharse a la lucha por el ascenso, pero todavía queda mucho. Eso sí, cualquier cosa que no sea traer los tres puntos de Vitoria abrirá una herida que ya es grande después de dos derrotas consecutivas. Porque, además del daño en puntos, estará el daño anímico de ver a la Real sin poder recuperarse del dolorosísimo varapalo del año pasado. Aquello ya no volverá, pero ganar aliviaría a muchos. Lo importante, en cualquier caso, es el futuro. Tres puntos necesarios para recibir al colista la semana que viene en disposición de volver a estar arriba.

Para el asalto a Mendizorroza, Juanma Lillo sólo cuenta ya con dos bajas, las dos que arrastra desde hace ya unos cuantos meses. Durante la semana se especuló con la posibilidad de que Elustondo (que se lesionó precisamente ante el Alavés en la primera vuelta) volviera a la convocatoria, pero el técnico ha preferido esperar y no forzarle demasiado. El centrocampista se queda en casa con Díaz de Cerio y los dos jugadores que el técnico ha descartado por motivos técnicos: Dramé y Carlos Martínez. El primero es un fijo ya en ese apartado y, por lo visto, un caso perdido que agota sus últimos meses en San Sebastián sin que vayamos a verle sobre el césped. El segundo parece haber pagado los platos rotos de la derrota de la semana pasada ante el Hércules. Labaka vuelve a la lista tras su partido de sanción y Agirretxe, que había sufrido un virus esta semana, ha entrado también entre los 18 escogidos.

Los planes de Lillo son, ahora más que nunca, una incógnita. La Real lleva tiempo sin encontrar el camino al gol, y las dos derrotas consecutivas (la primera vez que las suma el técnico realista desde que aterrizó en la Real) han agudizado esa sensación. Lo único que parece claro, al margen de portero y delantero (Bravo y Abreu), es que Castillo y Gerardo estáran sobre el cesped, puesto que no hay recambio para ellos en la convocatoria. Todo lo demás es aventurar demasiado, aunque sus buenos minutos finales ante el Hércules parece que darán un puesto en el once tanto a Marcos (en lugar de un Moha que, a pesar de su trabajo y su lucha, no termina de dar todo lo que se esperaba de él) como, sobre todo, a Sergio (que podría entrar por Agirretxe, dejando a Abreu solo en punta).

Es una jornada peligrosa para la Real porque tiene mucho que perder y poco que ganar. Una derrota e incluso un empate en Mendizorroza cuestionaría seriamente las opciones de ascenso, a pesar de que queda casi toda la segunda vuelta, y eso podría ser un golpe muy duro a una entidad tan castigada como ésta (y a lo que nunca parece fallar en este equipo: la afición). De ganar, la Real sólo podría subir un puesto en la tabla, siempre y cuando el Salamanca no venza en Castellón, en uno de los duelos más interesantes de la jornada, y en el mejor de los casos se quedaría a cuatro puntos del ascenso. Pero ganar es innegociable para seguir soñando. El objetivo del conjunto txuri urdin es aprovechar la fragilidad del Alavés, vigésimo clasificado, en su propia casa. En Mendizorroza no ven una victoria de los suyos desde el 23 de noviembre y han sumado sólo seis de los últimos 27 puntos en juego.

De Vitoria la Real suele sacar puntos históricamente, pero no en sus visitas más recientes. Seis de los últimos ocho encuentros jugados en Mendizorroza han acabado con el triunfo del Alavés. Sin embargo, de los 16 partidos disputados allí, el conjunto txuri urdin ha ganado nada menos que seis y empatado otro más. Es decir, que ha sacado puntos casi la mitad de las veces que ha viajado a Vitoria. En Segunda División, la Real venció en los tres primeros partidos que jugó en la capital alavesa y perdió los dos siguientes. En Primera la estadística es algo más favorable al Alavés, que ganó seis de los once enfrentamientos. La victoria más abultada de la Real en campo alavesista se produjo en la temporada 39-40, en la categoría de plata, con un contundente 0-6, con cuatro goles de Terán. Aquel año, no obstante, la Real no pudo superar la fase de ascenso y tuvo que permanecer un año más en Segunda.
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En el recuerdo de todos estará para siempre el partido de la temporada pasada. La Real se presentó en Vitoria en la penúltima jornada de Liga para apuntular sus opciones de volver a Primera. Díaz de Cerio adelantó al equipo txuri urdin. Tras el empate alavesista, Delibasic anotó el 1-2. Ese debió ser el gol del ascenso, puesto que tanto Sporting como Málaga estaban fallando. La afición, desplazada masivamente a Vitoria, lo estaba celebrando ya. El Alavés no inquietaba la portería de Asier Riesgo en ninguna de sus jugadas. Se llegó al minuto 90 con el partido controlado. Quizá más controlado que ningún otro en toda la temporada. Y entonces llegó lo inexplicable. El Alavés anotó dos goles en el descuento y acuchilló la certeza que todos los realistas tenían tres minutos antes de que sólo faltaba una semana para el ascenso. Aquel día el corazón txuri urdin sufrió uno de los varapalos más dolorosos de su casi centenaria historia.
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En la primera vuelta, el Alavés sacó un punto de Anoeta. No lo mereció, pero ya se sabe que los goles no se merecen sino que se marcan. Se adelantó la Real a los 13 segundos de partidos, gracias a un tanto de Sergio, el segundo de la temporada. Ir por delante en el marcador permitió a los de Lillo hacer una muy buena primera parte, entre lo mejor de la presente campaña. Pero no anotó el 2-0, no mató el partido (un mal que vene acompañando a este equipo desde el comienzo) y permitió que el Alavés aprovechara un fallo defensivo para empatar, uno de los pocos fallos que tienen los defensas realistas. A partir de ese momento, y a pesar de la merma que supuso para su juego ofensivo la lesión de Elustondo, la Real buscó el 2-1, pero no lo encontró. A eso ayudó el árbitro, que se comió dos penaltis en el área alavesista.

miércoles, febrero 25, 2009

No nos rindamos antes de tiempo

Hay una costumbre muy arraigada en el mundo del fútbol que no acabo de entender, la de proclamar campeones y derrotados antes de tiempo. Suele haber una primera proclamación en noviembre, antes del final del año en todo caso. Siempre hay algún equipo que cobra ventaja, que parece sólido y todo el mundo da por triunfador seguro. En Primera, el Barcelona ya era campeón de Liga. En Segunda, el Salamanca olía a ascenso fácil. La segunda proclamación suele ser por estas fechas. Ahora el campeón en Primera casi parece el Madrid, a pesar de estar siete puntos por detrás del líder. El Xerez, en Segunda, ya ha ganado para casi todos. El Zaragoza, que empezó la temporada casi como campeón irrefutable, ya no lo es tanto. ¿Y la Real? Pues la Real en septiembre tenía muchas opciones de subir, en noviembre las mantenía intactas y ahora, dicen estos expertos de la adivinación, ya no tiene opción alguna de ascender. Así lo han proclamado muchos periodistas y aficionados.

Yo no pienso rendirme antes de tiempo, como parece que ya han hecho algunos. El fútbol ha dado sobrados ejemplos de que todo, absolutamente todo, es posible. Y más quedando tanto por jugar. No estamos hablando de que quedan tres jornadas, que la Real tiene que ganar los tres partidos y que dos equipos tienen que perderlo todo. Eso sí sería una misión imposible que justificaría un honroso lanzamiento de toalla al cuadrilátero. Pero no es el caso. Estamos, sin duda, en el peor momento de la temporada después de sumar un punto de los últimos nueve posibles, estamos a siete de la tercera plaza y el sueño amenaza con romperse. El realismo también obliga a ver estos hechos. Los números tampoco ayudan a ser optimista, cuando uno ve que la Real sólo ha marcado más goles que tres equipos de la categoría y no ha sido todavía capaz (o no le han dejado, no olvidemos esa parte) de ganar dos partidos seguidos.

Pero la Historia ofrece ejemplos sobrados a los que agarrarse. Esta misma temporada, en este mismo instante, el Rayo Vallecano viene de sumar cinco triunfos consecutivos. ¿Por qué no los va a sumar la Real en los próximos cinco partidos? ¿Qué impide ahora mismo pensar que eso es posible? El año pasado, la propia Real fue capaz de remontarle doce puntos al Málaga (que era indicustible campeón en noviembre y ascendido seguro en febrero, pero que las pasó canutas hasta junio y tuvo que recurrir a lo que todos sabemos). Pero hay más. Esta semana, la prensa donostiarra está recordando precedentes que pueden devolver la ilusión. El espejo es el Getafe de la temporada 2003-2004, en el que jugaba Diego Rivas. Logró 43 de los 63 puntos posibles en la segunda vuelta y remontó al líder, el Sporting, los quince puntos que le sacaba y le aventajó al final en seis más.

Por si estos ejemplos no son suficientes para demostrar que la Real puede hacer algo parecido y para rebatir a quienes piensan que lo de fuera es siempre mejor que lo que tenemos en casa, la propia Historia txuri urdin tiene dos antecedentes que demuestran que nada se tiene que dar por perdido a estas alturas. En la campaña 66-67, el último ascenso a Primera, el de Puertollano, la Real encadenó 14 victorias, un empate y una derrota en los últimos 16 partidos. Y subió. En la temporada 80-81, la Real no perdió uno solo de los últimos diez encuentros y remontó seis puntos al líder, cuando entonces la victoria sólo otorgaba dos. ¿Que aquellos equipos eran mejores que el actual? Puede ser. ¿Y qué? Yo he visto a la Real irse a Segunda con buenos jugadores y clasificarse para la UEFA con jugadores no tan buenos.

Y si me agarro a los anteriores ejemplos, hay uno mucho más desconocido que me hace pensar que todo es posible. Uno mucho más rebuscado si queréis, pero con más valor sentimental. La Real de la temporada 79-80 perdió la Liga por la derrota en Sevilla, la única de la temporada. Un año más tarde, empató en la ciudad andaluza y ese punto le habría dado el título anterior. En la 97-98, la Real pudo haberse clasificado para la Champions por primera vez si hubiera derrotado al Athletic en Anoeta, pero sólo pudo empatar. La victoria, por 3-1, llegó un año después. En la temporada 2002-2003, la Real podría haber ganado la Liga si hubiera triunfado en Balaídos (perdió 3-2) o en el Bernabéu (empató a cero). En la campaña siguiente, la Real logró los tres puntos en ambos campos (2-5 y 1-4). Dicho de otra forma, la Real gana al año siguiente los partidos clave que le privaron de lograr sus grandes objetivos un año antes.

El año pasado, el equipo txuri urdin no subió a Primera por la triste tarde de Vitoria y por el empate en casa ante el Salamanca de una semana antes. Este año ya se ha ganado al Salamanca en Anoeta. Ahora vamos a Vitoria. Si ganamos, aunque estemos a cuatro, seis o siete puntos del ascenso, mi fe en el regreso a Primera seguirá intacta, por muy mal que juegue la Real, por pocos goles que marque o por muchas profecías sobre el no ascenso que lea antes de tiempo. Podrán cumplirse, sin duda, pero hoy no lo han hecho. Todavía no. Y el corazón sigue latiendo. Lento, con dificultad, pero late. Si se logran los tres puntos de Vitoria, se iniciará la racha de dos victorias seguidas que tanto necesitamos (no concibo que el Sevilla Atlético puntúe en Anoeta, por historia, por necesidad y por corazón). Y entonces iremos a Xerez a demostrar si la Real es un grande. Ya veremos de qué color se ve todo dentro de dos semanas. No nos rindamos antes de tiempo, que eso no conduce a nada.

domingo, febrero 22, 2009

REAL SOCIEDAD 1 - HÉRCULES 2 En parada cardíaca

El corazón de la Real está en parada cardíaca. Hoy ha perdido cuando nadie lo esperaba. Sobre todo cuando el propio equipo realista no lo esperaba. Y es complicado saber por qué ha perdido. Lo que es evidente es que la carencia de gol de este equipo es lo que está matando lentamente (todavía no definitivamente) sus aspiraciones de subir a Primera División. El acierto de cara a portería y la capacidad de generar ocasiones es, claramente, lo que ha decidido el encuentro de hoy. El Hércules se ha llevado tres puntos sin merecerlo, por la afortunada circunstancia de anotar un gol en el primer minuto de juego. Los alicantinos han venido a defenderse y se han encontrado con el partido perfecto. No han tenido apenas llegadas al área de la Real, no han tocado el balón en campo rival y han marcado sus dos ocasiones de gol. Bravo ni siquiera ha tenido que intervenir. Pero el juego de la Real no genera llegadas claras y por eso marcar es complicadísimo.

La parada cardíaca se debe a que la Real deja pasar muchas oportunidades, y no es sólo un análisis en base al resultado. No es sólo que la Real haya perdido contra un rival directo (y el average particular), no. Es que no termina de dar el golpe sobre la mesa en el terreno de juego, que es donde debe darlo. Sobradamente conocido es que este equipo recibe bofetada tras bofetada. Cuando no son problemas institucionales son lesiones importantes, en otras ocasiones decisiones arbitrales que perjudican y en otras un cúmulo de circunstancias negativas en otros campos. Hoy se suma una más: el gol del primer minuto que ha marcado Rubén Navarro. No hay mejor forma de helar a un equipo que ya está obligado a jugar en un ambiente general demasiado frío. Otra bofetada más. Y pese a todo el equipo txuri urdin ha sabido encajar el golpe y ha asumido el papel que le correspondía, el de dominador del encuentro. Hasta ahí bien.

Pero, y ahí es donde llegan los auténticos problemas, sin ocasiones claras de gol. Ni por banda ni por dentro, y eso que Moha, que a priori partía desde la izquierda, se ha volcado en el centro, dejando la banda para Castillo. El repertorio ofensivo de la Real está demasiado limitado a momentos puntuales y balones colgados al área. Y lo malo es que los primeros son muy escasos y los segundos sin convicción. No consigue el equipo txuri urdin generar claras oportunidades a balón parado, y ahí se están yendo muchísimos puntos. Castillo ha asumido hoy el papel de lanzador y no ha encontrado ningún rematador. En juego sólo dos jugadores parecen ser capaces de desequilibrar, y hoy uno de ellos se ha quedado en el banquillo. Marcos ha sido uno de los tres cambios de Lillo en la segunda parte y él ha sido el autor de la jugada del 1-2, anotado por el otro jugador con el talento suficiente para marcar diferencias, Xabi Prieto.

La parada cardíaca ha venido acompañada de un encefalograma futbolístico totalmente plano (y que Lillo ha querido voltear con tres cambios simultáneos), por otra parte el ya habitual en Anoeta. Markel Bergara no está asumiendo el papel que algunos pensábamos que podía jugar en esta Real. Hablando claro, ni se acerca y se está convirtiendo en una de las mayores decepciones de la temporada. La prolongadísima baja de Elustondo parece haber hecho más daño a este incluso que la de Iñigo Díaz de Cerio. Y esa afirmación demuestra el enorme lastre con el que juega la Real, teniendo en cuenta que el 9 realista sigue siendo el máximo goleador de este equipo a pesar de no jugar desde el 8 de noviembre. Hoy eran dos los delanteros sobre el campo, aunque Agirretxe partía desde más atrás, pero así tampoco ha habido manera. Lo de la Real no es cuestión de delanteros, no es cuestión de esquemas. Parece una cuestión psicológica. La misma que afecta a un Necati que sigue sin estrenarse con la camiseta txuri urdin. Y ya hemos pasado la jornada 25.

En Anoeta el problema se agudiza y, de hecho, lo mejor de este equipo se ha visto lejos del estadio donostiarra. La Real ha llegado al descanso con el marcador a cero en nueve de los trece encuentros disputados en casa. La respuesta, a falta de fútbol, suele ser a base de corazón, pero ese corazón no llega (o no ha llegado hoy) para cubrir las necesidades de este equipo. De los siete encuentros en los que se ha visto con el marcador adverso ha perdido cinco. Sólo hubo respuesta en dos, en Zaragoza y en Tenerife, y apenas llegó para sacar sendos empates. Es el precio que tiene que pagar un equipo que juega sobre el alambre con resultados muy cortos. El dominio en el fútbol no le sirve para ganar los partidos, y eso es algo que merece una reflexión. Ser mejor que el rival, tampoco. Y superar todos los golpes que ha encajado en estos meses ya no es suficiente para estar al alcance de las primeras posiciones de la tabla. Y pese a todo, con el gol de Xabi Prieto se ha pensado en empatar. Alguno incluso ha creído posible ganar. A eso se tiene que agarrar la Real.

El líder, el Xerez, le mete trece puntos a la Real y el ascenso se queda a siete puntos. En Primera, con esa distancia, el Real Madrid cree que puede cazar nada menos que al Barcelona. ¿Podemos nosotros? No sé si ya me he quedado solo, pero sigo pensando que sí, y más viendo que en Segunda División nadie puede marcar las diferencias que sí se pueden ver en Primera. Todo vuelve a ser una cuestión de fe y el trabajo más importante parece más psicológico que futbolístico. Lo que está claro es que la derrota de hoy duele. Por el momento, por la forma en la que ha llegado y por el rival. Hoy era el día de adelantar al Hércules y se ha escapado a seis puntos, más el golaverage particular. La Real permanece en la octava posición con 36 puntos y está en un terreno muy peligroso, todavía no descolgada de los puestos de cabeza, pero con demasiados equipos por detrás que están muy cerca. El 15º clasificado está a tres puntos.

Puntos quedan muchísimos en juego, nada menos que 51. Suficientes más que de sobra para subir. Pero cada resultado adverso, cada bofetada en el marcador, obliga a una gesta aún mayor. La situación parece calcada a la que vivió la propia Real hace un año, tras las tres derrotas consecutivas que propiciaron el cese de Eizmendi. Y entonces el equipo txuri urdin fue capaz de llegar a la última jornada con posibilidades de subir. En el minuto 91 de la penúltima jornada incluso se veía en Primera. ¿Por qué este año no? ¿Y que hace falta para eso? Fe. Siempre fe. La que nos llevó en su día a ser campeones, la que nos despertó la ilusión hace menos tiempo en el subcampeonato de 2003. Y eso es lo mejor a lo que nos podemos agarrar ahora. Y con fe sacaremos el fútbol que tiene este equipo. Porque si el equipo deja de creer, el sueño está muerto. Qué curioso que la resurrección tenga que venir en Vitoria, el lugar donde murió la esperanza del año pasado.

sábado, febrero 21, 2009

PREVIA Real Sociedad - Hércules. Exigencia máxima, victoria necesaria

Nueva situación de máxima exigencia para la Real (domingo, 17.00 horas, Anoeta, Gol TV). Tras el escándalo arbitral en Anoeta de hace quince días ante el Zaragoza y la derrota en Murcia, el equipo txuri urdin sólo ha sumado uno de los últimos seis puntos posibles y los rivales por el ascenso se han escapado ligeramente. Y el Hércules es uno de ellos, por lo que la victoria es muy necesaria para los de Lillo. Son tres puntos, sólo tres puntos, pero no ganar supondría un duro golpe para la moral realista. En el partido, además, se pone en juego el golaverage particular, que podría resultar decisivo a final de temporada. Cada partido cuenta. Cada gol también. Y es una nueva oportunidad para que la Real demuestre si tiene lo necesario para dar la alegría que todo el mundo espera el 21 de junio.

Lillo pierde a un jugador, una semana más, por una sanción injusta. Labaka, expulsado por una falta que no existe en el reglamento (intentar dar al balón con la mano) y por una segunda amarilla a todas luces excesiva) no forma parte de la lista de convocados. Vuelve, en cambio, el sancionado de la semana pasada, Moha. En la enfermería sólo quedan los dos jugadores habituales, Díaz de Cerio y Elustondo (que ya ha vuelto a correr, aunque infiltrado). Con este panorama, el técnico realista sólo ha tenido que descartar a un jugador por decisión técnica. Y nadie puede sorprenderse ya a estas alturas de que el elegido haya sido Dramé. Lo que nadie sabe es por qué tipo de juego va a apostar Lillo ante el Hércules, aunque durante la semana ha dejado entrever que la presión al rival será algo más cerca de su propia área.

La baja de Labaka asegura un puesto en el once titular a Mikel González (que regresa después de tres semanas de ausencia en el equipo inicial) y Ansotegi. La duda es si Lillo apostará por una defensa de tres o de cuatro. Castillo jugará en cualquiera de los dos sistemas. En el centro del campo también hay incógnitas. El trivote que viene utilizando Lillo ha sido objeto de críticas. Aranburu es el único de los tres habituales (Diego Rivas y Markel completan esa línea) que tiene un puesto más o menos asegurado. Xabi Prieto también estará, sea por la derecha o por el centro y Abreu arriba. En lo demás puede haber sorpresas de todo tipo. Se ha hablado durante la semana de una dupla de ataque formada por el uruguayo y Necati, que además en algún entrenamiento ha dejado bastantes goles del turco, que todavía busca su primer tanto con la camiseta de la Real.

Una semana más se ha hablado poco del rival. Entre la rueda de prensa en la que Díaz de Cerio habló de su futuro (más que probable lejos de San Sebastián) y las vueltas que se le ha dado al sistema de juego, poco se ha dicho del Hércules. Con el 1-1 de la ida, la Real necesita ganar para poner de su lado el golaverage particular. Con el Zaragoza, el primer rival directo con el que ya se han jugado los dos partidos, está igualado, pero los escasos goles que marca la Real le dan ventaja de momento a los maños. Los de Lillo inician la jornada en la octava posición, a cuatro puntos de la tercera plaza, por lo que habrá que esperar como poco otra semana para meterse en los puestos de ascenso. En esta jornada, el encuentro de Anoeta es el único enfrentamiento directo entre los equipos que luchan por llegar a Primera, lo que hace aún más importante la victoria. De lograrse, la Real empataría a puntos con el Hércules y podría adelantar sólo al Salamanca, que tiene un punto más y recibe al Girona.

La estadística rema de forma indiscutible y rotunda del lado de la Real. Han sido quince los encuentros que el Hércules ha jugado en San Sebastián y todavía no sabe lo que es la victoria. El conjunto txuri urdin ha ganado en once de esos partidos, y los cuatro restantes han finalizado con empate. En Segunda División, los alicantinos sólo consiguieron arrancar un empate a cero en la primera de las cuatro visitas que rindieron a la Real. El resto, victorias locales. De esos partidos, destaca el 9-2 logrado en la temporada 48-49, temporada en la que la Real subió a Primera. En la máxima categoría, de los once encuentros jugados, ocho acabaron con victoria local. Destaca el 6-0 logrado en la temporada 85-86, con un hat trick de López Ufarte, un doblete de Bakero y el tanto restante de Zamora.

Por 2-1 venció la Real en el encuentro de la temporada pasada, que fue el primero que dirigió Lillo en el banquillo txuri urdin. Tras las tres derrotas consecutivas que le costaron el puesto a José Ramón Eizmendi, la Real estaba obligada a ganar. Y eso pesó en el equipo realista, que realizó un mal partido. Las cosas se complicaron cuando, a falta de media hora para el final, se adelantó el Hércules. Y cuando la Real, a falta de juego e ideas, sólo podía poner raza y corazón en el partido, logró la remontada. Empató Delibasic (y lo celebró con dedicatoria a Badiola, que había insinuado que iba a dejarle sin ficha para poder traer a Zigic) y Fran Mérida, en el único tanto que marcó con la camiseta de la Real, logró el tanto del triunfo. Con esa victoria, los de Lillo se colocaron a un punto de la tercera posición.

En la primera vuelta comenzaron las justas (por más que pese que se recuerde) quejas arbitrales de la Real. Labaka adelantó de cabeza al conjunto de Lillo, en una falta botada por Gerardo. A partir de ese momento, el Hércules tomó claramente el mando del partido, pero el equipo txuri urdin se mostró muy seguro atrás, minimizando las ocasiones de gol de los locales. Pero a poco más de diez minutos para el final apareció el colegiado, Hernández Hernández. Pitó un inexistente penalti a Diego Rivas. Lanzó Farinós y lo detuvo Bravo. Pero el árbitro, también sin motivo alguno, decidió que se repetiera el lanzamiento. A la segunda, Farinós no falló. Por la actuación arbitral, a la Real se le fueron dos puntos que tenía en el bolsillo. Fueron los primeros. Por desgracia, no los últimos.

martes, febrero 17, 2009

Las quejas de Lillo... y de Coleman

Que la Real es ahora mismo un club como todos los demás es algo que pocos realistas podrán negar. Parte de lo que nos ha hecho especiales durante tantas décadas ha ido desapareciendo con el tiempo. Entre lo que hemos perdido está el apoyo incondicional al equipo, no exento de crítica, por supuesto pero incondicional siempre. Me resulta curioso comprobar que dos de los tres últimos entrenadores que han pasado por la Real han puesto el dedo en la llaga, sin que mucha gente se pare a pensar en la razón que podían tener. Chris Coleman se mostró continuamente asombrado del pesimismo que rodeaba al equipo. Incluso cuando los resultados comenzaron a acompañarle la pasada temporada, siempre había algo negativo. Si se perdía, las críticas se desbordaban contra un equipo que no podía llegar al ascenso en ningún caso. Si se empataba, es que así no se subía. Si se ganaba, es que el juego era mediocre. Los puestos de ascenso estaban a un solo punto, pero nadie del entorno realista lanzó una palabra elogiosa hacia la Real de Coleman hasta que el técnico galés decidió marcharse. Entonces, cualquier tiempo pasado ya era mejor. Más oportunismo.

La queja de Lillo ha sido distinta, pero es obligado trazar un paralelismo. Ahora todos los análisis a la Real se le hacen en función de un único criterio: el resultado. Por descontado, eso es lo más importante cuando el único objetivo posible es el ascenso, pero lo que no es de recibo es que el resultado, sólo el resultado y nada más que el resultado, marque el análisis futbolístico. Hoy, después del desastre de Murcia (sí, fue un desastre, decirlo no es el problema) y de que los seis primeros clasificados ganaran sus partidos, el ascenso está a cuatro puntos. Y es el momento de darse latigazos en la espalda, de proclamar a los cuatro vientos que todo lo que hace el equipo es horrible, que tal y cual puestos no están bien cubiertos y que las carencias son éstas y aquellas. A la Real no se le ha reprochado que no ganara en Murcia, sino la forma en que perdió. Y Lillo se queja, con razón, de que todos sacamos las conclusiones en función del resultado y a conveniencia. De fútbol no habla nadie sin tener en cuenta lo que dicta el marcador. La victoria silencia los análisis y la derrota los convierte en puñaladas directas al corazón.

Y, claro, los análisis con cero puntos se olvidan de lo que sucedió cuando se consiguieron tres. Ahora se pide a Lillo que juegue con dos delanteros. Se olvida quien lo dice que los mayores elogios de la temporada se cosecharon en partidos como el de Copa en Zaragoza. Aquel día la Real jugó sin delantero, con Marcos como hombre más adelantado. Ni Díaz de Cerio, ni Necati, ni Agirretxe, ni mucho menos un Abreu que entonces estaba todavía en Argentina. ¿Se criticó? No, porque ganamos. Se critica que el equipo no dominara el encuentro en Murcia, incluso antes de encajar los dos postreros goles. Pero ese dominio que tanto se pide fue una cuestión ajena al análisis de la victoria ante Las Palmas (quizá de las dos victorias ante los canarios), o de la derrota en Albacete, donde ese dominio fue aplastante a favor de los de Lillo. Se censura la nula concentración del equipo en los últimos minutos. Y, sí, el tramo final de los encuentros ha costado más puntos de los que dado al casillero realista, pero nadie analizó el triunfo en Tarragona, el logrado ante el Salamanca en Anoeta o el empate en Tenerife como una falta de concentración del equipo rival.

Se podrían seguir añadiendo situaciones, porque esta temporada está dando para muchas cosas. Pero la conclusión es la misma. Nos ensañamos con el equipo cuando las cosas van mal. Y antes eso no era así. Antes teníamos claro que los once jugadores que saltaban al campo cada fin de semana eran intocables, salvo hecatombe. Ya no. Ahora nos gusta más el ataque indiscriminado y, en ocasiones, injustificado. Y eso es así hasta el punto de que lo que hace una semana era un atraco descomunal, lo del Zaragoza, ésta ha pasado inadvertido. Agirretxe marca en Murcia un gol legal que lo más probable es que le hubiera dado los tres puntos a la Real. Pero, a pesar de eso, en radio y prensa (¡del entorno realista!) hemos visto como había burlas a las quejas de hace pocos días. Incluso cuando el árbitro ha perjudicado severamente a la Real. Ver para creer. El triste argumento de que como jugamos mal no podemos reclamar lo que es justo siempre me ha parecido perverso. Y, además, hipócrita, porque desmontaría todas las críticas anteriores. Porque la Real jugaría igual de mal (o de bien), pero con justicia podría tener diez puntos más. Sería segunda o primera en la clasificación. Ya dudo que, con esos resultados, las críticas de esta semana se hubieran oído de la misma forma.

Todo esto me asusta que sea así por dos motivos. Primero, porque nada se ha perdido hasta ahora y da la sensación de que muchos consideran el ascenso una quimera. Los cuatro puntos que nos saca el tercer clasificado no me parece una diferencia insalvable, y muchos menos en esta Segunda División en la que todos los equipos pinchan con cierta habitualidad, porque si pensamos que los seis primeros van a ganar todas las jornadas, mejor retirarnos y acabamos antes con el sufrimiento... Y segundo, porque esa falta de paciencia es lo que para mí marca la historia moderna de la Real, o lo que es lo mismo, su declive. Las críticas al equipo de Krauss, las que acabaron con el cese del alemán, son el punto de inflexión de la historia moderna del club y el comienzo de la etapa más negra que hemos conocido. ¿Queremos que se repitan los errores del pasado? Pues me da que estamos bordeando otra vez ese camino...

sábado, febrero 14, 2009

MURCIA 2 - REAL SOCIEDAD 0. Desastre

Un desastre. Eso es lo que saca la Real de Murcia. En todo. Porque hoy el equipo txuri urdin ha cosechado la derrota más dura de la temporada (que podría incluso superar la de Sevilla, aunque sigue siendo la única victoria que ha logrado el filial sevillista en lo que llevamos de temporada; cada gol que reciben los chavales sevillistas en una puñalada en el corazón txuri urdin) y la más abultada (y es sólo un 2-0, por mirar el lado positivo). Porque el juego ha sido horrible, inexplicable con los jugadores que hay en el campo. Este equipo tiene mucha más capacidad de hacer cosas en el campo, pero no la ofrece. No genera fútbol, y ocasiones las justas. La raza que tiene el equipo en casi todas las ocasiones hoy se ha quedado en San Sebastián. Y, para no variar, el arbitraje ha sido calamitoso y, a la espera de ver los resúmenes de un partido más que no se televisa, muy perjudicial para la Real. Todo ha sido durísimo hoy para la Real. Su juego, su partido y los demás encuentros. Mal día.

Lillo no sorprendió demasiado con su alineación. La ausencia de Abreu se justifica, aunque no lo hizo el técnico en la posterior rueda de prensa, en el partido internacional que ha jugado esta semana y no haber compartido ningún entrenamiento con el equipo. Necati fue titular, y eso, a pesar del argumento para no colocar de titular al uruguayo, no habrá gustado a todo el mundo. El turco lanzó un balón al larguero. Arrastra un gafe, ya dificilísimo de explicar sólo en la mala suerte, que le impide estrenarse como goleador en el equipo txuri urdin. Luego tuvo un par de ocasiones más, pero malos controles le impidieron que se concretaran en lanzamientos a puerta. Es necesario algo más. Mucho más. Una Real como ésta, segura casi siempre en la defensa, no puede permitirse el lujo de llevar menos de un gol por partido de media. Porque es ahí donde se puede escapar el ascenso.

El resto del equipo fue más o menos el esperado. Mikel González se quedó en el banquillo, y siendo como es el mejor central del equipo, esa puede ser la mayor sorpresa del once titular de hoy. Pero jugará la semana que viene, puesto que Labaka fue expulsado (y luego volveré sobre esa expulsión). Los centrales fueron quienes más posesión de balón tuvieron. Como ya sucedió hace una semana, ante el Zaragoza en Anoeta, Labaka y Ansotegi se pasaron el balón en demasiadas ocasiones sin encontrar una solución, y la salida de balón fue en demasiadas ocasiones una patada a seguir. El trivote planteado en el centro del campo no consigue ser el inicio del fútbol ofensivo. No lo ha conseguido hoy ni en demasiados partidos. Si Elustondo no está para volver todavía, quizá sea hora de mirar al Sanse y dar la alternativa a un Illarramendi que esta semana ha aparecido en la prensa vizcaína como objeto de deseo del Athletic.

Marcos y Xabi Prieto tampoco han sido capaces de crear jugadas de ataque, y parece que pusieron fin a su estado de gracia en el partido que se jugó hace quince días en Valencia ante el Levante. Pero ahí Lillo hoy pareció atado de pies y manos. La baja de Moha le dejó sin alternativas en la banda izquierda y el discreto nivel de Estrada a lo largo de la temporada tampoco da mucho margen en la derecha. Los laterales tampoco ayudaron demasiado, y sigo pensando que la lucha de Carlos Martínez tiene un hueco, sobre todo en partidos como el de hoy, en los que el equipo sale con una gran empanada. El Murcia no tuvo tampoco muchas opciones de gol, pero el clásico arreón final del equipo local fue lo que le dio el triunfo. Abultado a todas luces, gracias a un gol de rebote en la última jugada en el encuentro. Pero no se puede considerar injusta la derrota, ni mucho menos. Lo que parecía imposible, por fútbol, era que hoy ganara la Real. "Si empatamos a cero no pasa nada", dijo Lillo, que recordó alguna ocasión realista sin demasiado convencimiento. "Si es la pauta, sí me preocupa", dijo.

El juego de la Real hoy ha sido malo. Muy malo. Y ha faltado espíritu. Por eso no se puede equiparar lo que sucedió hace una semana con lo sucedido hoy, ni por magnitud ni por claridad de los hechos. Pero es también innegable que, en una semana en la que Anoeta dejó salir toda su rabia, en la que el presidente del club se ha quejado ante el máximo responsable arbitral, hoy el arbitraje queda también en la duda más razonable. Agirretxe marcó un gol. Como no hay televisión, a esta hora es imposible saber si estaba en fuera de juego o no. Pero parece que no. Como poco se trata de una jugada dudosa. Y ante la duda se supone que no se marca fuera de juego. Pero con la Real se marca. Me acuerdo del Castellón, o del Albacete. Labaka resultó expulsado con dos tarjetas de chiste, la primera por intentar marcar un gol con la mano. Antes incluso de sacar la segunda, le dice el árbitro, en la enésima falta de respeto, "tú a la calle". Aunque al minuto siguiente un malísimo árbitro llamado Hevia Obras también dejó injustamente con diez al Murcia, es gracioso recordar que en la ida salió un jugador lesionado, Xabi Prieto, y no hubo expulsiones. Y me acuerdo, por descontado, de Díaz de Cerio. Los arbitrajes a la Real son de chiste. Son muy malos. ¿Y algo más? Qué difícil es pensar lo contrario.

Lillo ha querido dejar claro en la rueda de prensa, no como excusa pero sí como un hecho innegable, que el estado de ánimo en que quedó el equipo tras lo de la semana pasada, pudo pasar factura en el desarrollo del partido de hoy. Y no es un argumento banal. Al contrario, sería un error obviarlo. Todos sabemos que con los buenos resultados todo parece más fácil. Si a la Real no le dejan conseguir esos resultados, los nervios crecerán. La presión será mucho mayor. Porque cada partido se convertirá en una final, en un larguísimo periodo de cuatro meses, que es lo que queda para que finalice la competición. Se equivocan quienes creen que un mal arbitraje se puede contabilizar sólo en una ficticia clasificación en base a goles, penaltis y tarjetas rojas. El estado de ánimo lo generan muchas cosas. Los resultados y el nivel de juego contribuye. Y los arbitrajes también. Hoy a la Real le ha pesado todo. Y ha jugado un encuentro horrible. Un desastre a todos los niveles sin nada que rescatar. Por esta y por otras causas, que todas tienen que ser analizadas.

La Real se queda a cuatro puntos del ascenso, la misma distancia que le separa del segundo puesto. Si mañana vence el Xerez, se escapará nada menos que a diez puntos. Y es el próximo rival que visita Anoeta. Quedando lo que queda para el final del campeonato, el partido contra el líder es ya una final. No cabe afrontarlo de otra forma, y más después del bajo nivel mostrado hoy por el equipo. Y si tenemos en cuenta que todo parece estar en contra de la Real (y cuando digo todo, es exactamente lo que quiero decir: todo), lo que es imprescindible es que los jugadores den la cara en los más de noventa minutos que dura un encuentro. Está demostrado que en esta Segunda División de ínfimo nivel es necesaria una concentración total. Hoy el equipo no ha respondido. No ha estado a la altura de una afición incansable, que el pasado sábado dijo basta a los atropellos que está sufriendo el equipo y que hoy, como en todos los campos de la categoría, se ha dejado ver. Es necesario más.

viernes, febrero 13, 2009

PREVIA Murcia - Real Sociedad. Buscando fuera lo que se va en casa

La Real vuelve a buscar fuera lo que no termina de lograr en casa (sábado, 18.30 horas, Nueva Condomina, sin televisión). Después de encadenar una muy buena racha en casa de tres victorias consecutivas, ahora acumula tres empates. Y después de lograr siete puntos de nueve posibles en otros tantos partidos como visitante, el equipo txuri urdin se encuentra con el reto de lograr la tercera victoria seguida. Los tres puntos son importantes para que la Real no se descuelgue de la cabeza de la tabla. Lillo ya ha advertido de la vital importancia que tiene este partido. Una importancia que, eso sí, ya van a tener casi todos los encuentros hasta el 21 de junio. La Segunda División no espera a nadie y sumar de tres en tres es ya más imprescindible que nunca. En casa, fuera o ante el rival que sea. El Murcia optaba al ascenso, pero ahora está lejos de esa lucha. Pese a todo, es el único equipo que ha ganado cinco partidos seguidos en esta Liga.

Lillo recupera para este partido a los dos sancionados de la semana pasada, Mikel González y Markel Bergara. Habido cuenta del nivel que están demostrando sus sustitutos (Labaka y Ansotegi en el centro de la defensa y Diego Rivas en el centro del campo), tiene difícil volver al equipo, aunque todo es posible. Y más en el caso del centrocampista, porque según el sistema por el que decida apostar el técnico, añadido a la baja de Gorka Elustondo (junto con Díaz de Cerio, el único lesionado), puede tener más opciones de jugar. Tras su expulsión con el partido ante el Zaragoza ya terminado, Moha no puede estar esta semana en la lista de 18. Sólo un jugador se queda fuera de la misma por motivos técnicos y es Dramé. No supone ninguna sorpresa, pero sí sigue chocando que este jugador esté en la Real.

Es muy difícil saber qué equipo va a sacar Lillo en Murcia. Los dos jugadores que se pueden considerar indiscutibles son los dos internacionales del equipo, el portero Bravo y el delantero Abreu. Ambos han jugado con sus selecciones esta semana y se han desplazado directamente a Murcia, por lo que Lillo tendrá que hablar con ellos para ver en qué estado llegan a este partido. Si no hay problemas, ambos estarán en el once. Xabi Prieto, sin duda titular, volverá a enfrentarse al jugador que le lesionó en el encuentro de la primera vuelta, Capdevilla. Aranburu y Castillo son los otros dos jugadores que se pueden considerar fijos en la alineación titular de Lillo, mientras que la presencia de Marcos parece segura por la baja de Moha.

La Real debió finalizar tercera la pasada jornada, pero el penalti inexistente que obtuvo el Zaragoza para empatar dejó a los de Lillo en la octava posición. Aunque el conjunto txuri urdin esté a un punto del ascenso, adelantar a cinco equipos en una sola jornada se antoja prácticamente imposible, sobre todo si tenemos en cuenta que esta semana no hay más que dos duelo directo entre los equipos que luchan por el ascenso, el Hércules-Levante (y los valencianos están por detrás de la Real en la tabla) y el Xerez-Salamanca. Los tres puntos, eso sí, son vitales para que no se escapen Xerez y Tenerife, ahora siete y cinco puntos por encima de la Real. Lillo quiere prolongar la buena racha de juego y resultados como visitante, y que el txuri urdin sea el primer equipo de esta Liga que gana tres jornadas consecutivas a domicilio.

Después de la vergonzosa actuación arbitral del pasado sábado, las miradas volverán a estar puestas en el colegiado del partido. En Murcia pitará Hevia Obras. Y no puede ser una sorpresa para nadie comprobar que es un árbitro que ya ha dado problemas a la Real en el pasado. Fue en la eliminatoria de Copa que la Real jugó la pasada temporada en Las Palmas. Como Bernabé García hace una semana, expulsó al masajista de la Real (¿qué fijación tendrán los árbitros con él?), a quien acompañó también el delegado y, ya en el descuento, Skoubo, quien directamente le insultó y estuvo a punto de pegarle un balonazo, tal era su estado de nervios. Durante todo el partido, tras dejar a Las Palmas con diez a los pocos minutos, estuvo provocando a los jugadores de la Real, que esta misma semana, según se ha publicado, habrían advertido a Lillo del peligro de este colegiado. Otra semana más, toca temblar.

Murcia ha recibido a la Real en trece ocasiones, de las cuales el conjunto txuri urdin ha arrancado cinco empates y tres victorias, mientras que el conjunto local ha vencido en cinco de esos encuentros. La última visita se produjo en la temporada 2003-2004, cuando una Real que pensaba más en la Champions que en la Liga sólo pudo arrancar un empate a dos goles, tantos marcados por Gabilondo y De Paula. Antes de eso, la Real había encadenado dos victorias consecutivas en Murcia, 1-2 en la 87-88 y 0-1 en la 88-89. En ambos encuentros marcó Górriz. En Segunda hay dos precedentes. El primero, en la fase de ascenso de la temporada 39-40, se produjo un empate a tres. La Real se quedó en Segunda. En el segundo, en la 48-49, el conjunto txuri urdin perdió 3-0. Pero acabó subiendo.

En el partido de la primera vuelta, la Real ofreció una espléndida imagen. Un dudoso penalti a favor supuso el 1-0 a los pocos minutos de comenzar el partido. Xabi Prieto lo transformó al estilo Panenka, como tanto le gusta. A menos de 20 minutos para el final, Díaz de Cerio sentenció el encuentro con un golazo de jugada personal, que finalizó con un precioso toque con el interior de la pierna derecha que se alojó en la portería junto al palo. La nota negativa del encuentro fue la dureza de los jugadores de un Murcia que todavía entrenaba Javier Clemente. Sin que Pino Zamorano cortara con tarjetas las entradas violentas, y como es sabido, Capdevilla acabó lesionando a Prieto, que no pudo volver a jugar en un par de meses. Una mala noticia para uno de los mejores partidos que ha hecho la Real hasta ahora en esta temporada. Y el único, junto con el del Levante, en el que venció por dos goles de diferencia.

miércoles, febrero 11, 2009

De conspiraciones y sus causas

El mundo realista anda ya convencido de que hay una conspiración, una mano negra, aunque le digan lo contrario insistentemente. El comunicado del club, las reacciones de la gente a la salida de Anoeta, los comentarios en los foros, hasta los jugadores hablan de ello. Hay que ser claro, algo tiene que haber, por mucho que todo el mundo con algo de poder esté negándolo. No es normal lo que está sucediendo con la Real. Son tres años ya en los que el aficionado realista está padeciendo muy malos arbitrajes, sospechosamente malos. Y son tres años en los que hemos tenido que vivir un descenso a Segunda División y un no ascenso a Primera, lo que agudiza el sentimiento de frustración del aficionado realista. Nunca reduciré los males de la Real a esta cuestión, pero negar la importancia que tienen las decisiones arbitrales y federativas en el desarrollo de la competición sería una ingenuidad.

Aceptemos el error humano. No entenderé jamás que no se use la tecnología como en otros deportes para eliminarlo, por ejemplo, de los fueras de juego o de los goles fantasma (en ambos casos la efectividad sería del 100 por 100), pero lo aceptamos. Aceptamos que te señalen un penalti que no es. Lo que no se puede aceptar de ninguna de las formas es la prepotencia, la chulería y la incompetencia. Y eso es lo que está viviendo la Real. El penalti del sábado no fue la causa de la indignación realista. Fue la gota que colmó el vaso. En ese partido, el árbitro Bernabé García ya había mostrado un increíble doble rasero en las tarjetas, ya había expulsado al masajista txuri urdin sin que mediara insulto alguno. En el penalti, no duele tanto la señalización como la chulería de no consultar a un linier que tenía mejor visión y que, además, reconoce a los jugadores de la Real que él ha visto que no hay infracción. Y esto llega después de demasiados arbitrajes similares.

¿Conspiración? Ni idea. Pero vamos a imaginar por un momento que sí existe una conspiración. ¿Podría ser la Federación el origen de la mano negra? Claro que podría, que para eso controla a los árbitros. Ángel María Villar es el presidente de la Federación y no es un secreto su vinculación al Athletic de Bilbao. Que la Real esté en Segunda puede beneficiar deportivamente al Athletic, sin ninguna duda. Esa tesitura ya ha provocado que se tuviera que traspasar a Balenciaga y podría dar con Díaz de Cerio en el club rojiblanco. Eso no habría pasado en Primera y con una economía más o menos saneada. La Federación podría tener un segundo motivo, y es la cruzada de Iñaki Badiola contra la compra de partidos que, supuestamente, ya conocería Villar (se le mencionaba en la famosa conversación en la que desde el Levante se admitía que se dejaron perder, precisamente, ante el Athletic). Este argumento quedaría desbaratado, no obstante, porque Badiola ya no es presidente de la Real y la cuestión de la compra de partidos, salvo que la Fiscalía lo reanime, parece nuevamente muerta.

Entran en juego los árbitros. ¿Puede tener algo en contra de la Real el colectivo arbitral? Desde el club nunca se han fomentado protestas organizadas contra ellos, más bien al contrario, y en los últimos 16 años, los que lleva en pie Anoeta, sólo ha habido dos incidentes de relevancia (y uno esta misma temporada, después del esperpento arbitral ante el Eibar). "Existen decisiones más o menos afortunadas, actuaciones de mayor o menor nivel, pero lo que no hay seguro es campaña contra ningún equipo. Repito, contra ninguno", dice López Nieto, uno de los miembros del comité designador, en una entrevista que hoy publica Noticias de Gipuzkoa. Pero también dice que "cuando un árbitro tiene problemas con un equipo intentamos que no vuelvan a coincidir en una temporada para proteger al árbitro y al equipo". La experiencia con González González desmiente esa afirmación e invalida todo lo que pueda argumentar. Poco han intentado que no vuelva a pitar a la Real. A ver cuánto tardamos en volver a ver a Bernabé García. Esa sería una buena prueba.

La Liga cuenta con un presidente sobre el que también algunos dejan caer sospechas. En condiciones normales, que un ex presidente de la Real dirigiera la competición tendría que ser positivo, y si las decisiones arbitrales estuvieran cayendo del lado del conjunto txuri urdin seguro que más de uno se agarraría a este argumento para justificarlo. Pero, por paradójico que parezca, muchos realistas creen que es justo lo contrario. Que Astizarán se podría estar cobrando venganza desde la Liga de Fútbol Profesional por lo mal que salió de la Real, por las críticas que se han instalado contra él en el ideario del realista, por la investigación primero a través de la due diligence y después por vía judicial de su mandato. Pero la Liga no controla a los árbitros, lo que invalida el supuesto de que Astiazarán esté usando a este colectivo en contra de la Real.

Y queda una última posibilidad: los equipos agraviados por aquellos dos partidos en los que el equipo txuri urdin no hizo todo lo posible y permitió que primero Alavés y después Osasuna siguieran en Primera (partidos que hoy casi todos lamentamos). En el primero de los casos, Extremadura y Villarreal tuvieron que jugar la promoción en lugar de los vitorianos, en el segundo, Zaragoza y Oviedo tuvieron que jugar esa eliminatoria (los maños la ganaron, los asturianos no) de la que se libraron los navarros. ¿Pero tanto poder puede tener alguno de esos damnificados? Hoy sólo el Villarreal sigue en la élite, y la presencia del Zaragoza en la pelea actual por volver a Primera no parece excusa suficiente para que la Real sea sistemáticamente perjudicia y menospreciada.

Así llegamos al final de esta ficción, sabiendo lo mismo que sabíamos después del partido del sábado. Nada en absoluto. Sabemos que algo pasa, pero no sabemos quién lo provoca ni por qué. Lo único que sé es que tres años persiguiendo un objetivo que alguien quiere hacer imposible de antemano son demasiados para el corazón de cualquier realista. Ojalá que no sea así.

lunes, febrero 09, 2009

REAL SOCIEDAD 1 - ZARAGOZA 1. El árbitro se lleva dos puntos de la Real

Cuando en el minuto 13 el árbitro Bernabé García sacó la primera tarjeta a un jugador de la Real, a Castillo, los más de 17.000 aficionados realistas que había en Anoeta sospecharon que este partido no podía tener un final feliz. Cuando en el minuto 28 echó del campo al masajista txuri urdin, a Josu Busto, algún que otro aficionado confiaba a pesar de lo visto en que todo quedara en un trato más o menos prepotente hacia los nuestros. Con el devenir de los minutos, quedaba claro que las faltas para un lado costaban amarillas y para el otro no. Pero, a pesar de todo eso, la esperanza de ganar duró hasta el minuto 90. Porque en el minuto 90 el árbitro decidió que la Real no podía ganar los tres puntos y se sacó un penalti de la manga. Y se llevó dos de esos tres puntos que el equipo de Lillo había ganado en buena lid sobre el césped.

No cabe hablar de error arbitral, no. Ya no. Con hechos como los del sábado, no. Hacerlo sería una tomadura de pelo. No es un error que un árbitro amenace con reiterados "a que te expulso" a jugadores realistas. Tampoco lo es que expulse a un miembro del equipo médico porque le pregunte si "para el otro lado no hay tarjetas". No es un error que pite un penalti cuando el asistente le confiesa a algunos de los blanquiazules que él ha visto que no ha sido nada. Y tampoco es un error que, después de todo eso, se inhiba en una jugada postrera en el otro área que le hubiera devuelto dos puntos a la Real. No puede ser un error cuando el resultado es siempre el mismo, cuando la mayoría de las tarjetas le caen siempre al mismo equipo, independientemente del rival que haya enfrente, ni tampoco que quienes estaban a ras de césped vieran al árbitro salir del verde de Anoeta sonriendo, como si le gustara que le insulten desde la grada o como si estuviera realmente satisfecho de lo que hizo.

Bernabé García quiso ser el protagonista de un partido bonito entre dos equipos históricos. Y lo logró, desgraciadamente lo logró. Tan protagonista como lo quiso ser y lo fue hace menos de un año, en aquel partido ante el Racing de Ferrol. Aquel espectáculo no le dio tanto renombre, ya que obviamente los ferrolanos no tienen el mismo cartel que el Zaragoza. Aquel día Eizmendi le acusó de provocar violencia en los terrenos de juego y hubo quien se rió del entonces entrenador realista. Pero tenía razón. Ya lo creo que la tenía. Bernabé García regresó para provocar y provocó el estallido de Anoeta. Sin incidentes, como debe ser, pero con una furia justa y digna. Porque ya son demasiados los arbitrajes nefastos y perjudiciales que ha tenido que ver una afición que lleva tres años sufriendo como seguramente no lo había hecho en su casi centenaria historia. Duele ver que alguien, y sin motivos, decide un partido de una forma tan evidente. Duele que pase siempre con los mismos. Y duele, duele muchísimo, que suceda en el minuto 90. Demasiado perfecto para ser una casualidad.

No cabe otra interpretación posible a lo visto en Anoeta: el árbitro manipuló el resultado, ese que lograron dos equipos en un partido de fútbol sin demasiado buen juego pero con muchos elementos de interés, una lucha tensa e intensa entre dos conjuntos que quieren subir a Primera División y que seguro que estarán peleando por ello hasta el final de la temporada. Visto lo que sucedió en los 90 minutos, el partido debió acabar 1-0, pues la Real se adelantó y el Zaragoza no pudo empatar. Pero el árbitro primero propició el 1-1 y después impidió el 2-1. Por lo visto en el terreno de juego, al margen de la irresponsable, incapaz e incompetente actuación arbitral, los goles podrían haber llegado de muy distintas formas. Porque el juego, de poca calidad en general, y las ocasiones más claras cayeron del lado del Zaragoza. Pero la Real dispusó de alguna que otra oportunidad de sentenciar el choque con ese 2-0 que parece casi imposible para el equipo de Lillo esta temporada.
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El técnico realista sorprendió, y mucho, de salida. Colocó tres centrales, y ante la ausencia de Mikel González el elegido para completar la terna fue Carlos Martínez. Cumplió el bravo lateral realista. Dos carrileros, Gerardo y Castillo, flanqueaban el doble pivote formado por Diego Rivas y Aranburu. Por delante, Marcos, Xabi Prieto y Abreu. El sistema no funcionó, sobre todo en la segunda mitad. Y no lo hizo porque los laterales tuvieron que prestar mucha más atención a tareas defensivas que a ayudar en el ataque. Eso, y la enorme dificultad de los tres centrales para encontrar una salida al balón, propició mucho balón largo que no encontraba a los jugadores realistas. Ni Xabi Prieto, que suele cazar por alto muchos de los saques largos de Bravo, pudo oler el balón. Y ni Rivas, que estuvo hecho un coloso a la hora de robar balones al Zaragoza, ni un Aranburu que pasó bastante inadvertido, pudieron iniciar el juego.
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Así la Real, que cedió pronto el balón y tras ponerse por delante en el marcador también el terreno de juego, se vio condenada a buscar la casualidad. Ésta llegó en forma de una falta (por supuesto, sin la obligada tarjeta para un jugador maño) que se colgó hacia el área. El rebote posterior acabó en los pies de Abreu, que con una tranquilidad asombrosa, marcó el primer gol de la tarde. Un golazo, para qué nos vamos a engañar. Donde antes la Real veía tiros precipitados, ahora tiene a un témpano de hielo que empujó a la red el balón de forma casi insultante. El uruguayo lleva tres partidos en la Real, dos de ellos como titular, y ya ha marcado dos goles. Para quitarse el sombrero. Pero el gol, en todo caso, no fue producto del fútbol de la Real, sino de una jugada a balón parado. Nada desdeñable, por supuesto, pero no terminan de explotar las cualidades futbolísticas del equipo txuri urdin. Que las tiene y son muchas.
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El Zaragoza intentó poner más fútbol, pero casi todas sus intentonas morían en la orilla, destacando el brutal trabajo de Rivas y el buen hacer de toda la línea defensiva. Y cuando los maños llegaban a la meta realista aparecía Claudio Bravo. Espectacular temporada la suya y gran partido el que hizo el sábado. Sólo de penalti injusto pudo batirle este Zaragoza llamado desde su descenso a ser equipo de Primera antes de que acabara la temporada. Eso dice mucho del equipo de Lillo, a pesar del expolio final que impidió la victoria realista. A pesar de todo lo sucedido al final, la Real debió finiquitar el partido mucho antes. Porque, pese a ceder el dominio territorial y de posesión, al final el número de ocasiones de ambos equipos terminó bastante parejo. Pero esta Real no sabe contraatacar. Ni siquiera tres realistas contra dos zaragocistas pudieron crear peligro. Agirretxe (que ahora mismo relega a un Necati que no salió ni un solo minuto a ser el tercer delantero de la plantilla) esta vez no estuvo muy acertado y dejó pasar alguna que otra buena jugada.
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Pero cuando el partido estaba en un punto muy similar al disputado hace una semana en Las Palmas, con un rival desesperado que no veía la forma de hincar el diente al equipo txuri urdin, sucedió lo que tenía que suceder. Un sainete que acabó con cuatro jugadores amonestados en la jugada del penalti, el empate, una pena máxima cometida sobre Agirretxe que el árbitro escamoteó y un final de esperpento en el que, con el partido ya concluído, Bernabé García decidió clavar el estoque hasta el fondo y expulsar a Moha por dirigirse a él sin insulto alguno. La Real no hizo bien todo lo que debería haber puesto sobre el terreno de juego, pero esta no es forma de privarle de dos de los tres puntos que había ganado sobre el césped. Quizá el empate fuera lo más justo, pero así no. Así la Real pierde dos puntos, pero el fútbol pierde mucho más. Los árbitros están ayudando a matar a este deporte con actuaciones como ésta, que son menos aisladas de lo que nos quieren hacer creer.
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Una semana más, la Real sigue sin poder celebrar la segunda victoria consecutiva. Una semana más, se pospone el asalto a los puestos de ascenso. La jornada debió acabar con la Real en segunda posición, pero ahora comenzará su próximo partido en la octava plaza. La igualdad es máxima entre los ocho equipos que siguen al líder, el Xerez, el único conjunto que parece haber despegado, y los pocos goles conseguidos por la Real lastran bastante su golaverage general. El particular con el Zaragoza queda empatado y eso, ahora mismo, perjudica. Pero todavía son demasiados los aspirantes al ascenso como para empezar a hacer estas cuentas. No queda otra que seguir mirando hacia adelante y pensar que en Murcia se prolongará la buena racha de juego y resultados que tiene la Real desde hace algunas jornadas como visitante. Y luego, en Anoeta, aspirar de nuevo a esa segunda victoria consecutiva que tanto se resiste.

viernes, febrero 06, 2009

PREVIA Real Sociedad - Zaragoza. Fútbol de Primera

Fútbol de Primera. No lo es, pero esa es la sensación que debe dejar el partido de esta jornada (sábado, 18.30 horas, Anoeta; ETB-1, Aragón Televisión, Telemadrid-La Otra; no he podido confirmar si otros canales autonómicos también ofrecen el partido). Porque juegan dos equipos históricos, dos que tienen su sitio en la máxima categoría del fútbol español. Dos conjuntos que tiene como objetivo volver a Primera y se encuentran inmersos en esa lucha. La Real ya ha dejado una espléndida sensación en los dos partidos que ha jugado contra el Zaragoza (en Liga en La Romareda y en Copa en Anoeta) y que se enfrenta a una preciosa posibilidad de dar un golpe en la mesa, de ganar dos partidos seguidos por primera vez en la temporada, de derrotar a un rival directo y ganarle el average y, sobre todo, de ofrecer una noche verdaderamente feliz a una afición deseosa y merecedora ya de alegrías.

Para afrontar este partido, Juanma Lillo ha convocado a los 18 jugadores de la primera plantilla que tiene disponibles. A las ya conocidas bajas por lesión de Gorka Elustondo e Iñigo Díaz de Cerio, se suman esta semana los sancionados Mikel González (vio la quinta amarilla la jornada pasada) y Markel Bergara (a pesar de su injustísima expulsión en Las Palmas, no se librado del partido de sanción). Vuelven a la lista los dos jugadores que se quedaron en casa hace una semana, Estrada y Dramé, cuyo papel esta temporada está siendo bastante testimonial (más en el caso del segundo). Este último podría ser el recambio de los centrales (el puesto que queda más desguarnecido por la baja de Mikel González) en caso de que sucediera algún contratiempo, ya que el técnico ha optado por no echar mano de alguno de los centrales del filial.

Esta Real de Lillo empieza ya a tener bastantes jugadores intocables, y eso ayuda a configurar su once de forma previa, aunque también es sabido que al técnico realista le gusta sorprender. Bravo es fijo en la portería, igual que Abreu en la delantera. El uruguayo debe ser la referencia realista en ataque hasta el final de la temporada, y sólo sus convocatorias con la selección le sacarán del equipo. Xabi Prieto por la derecha (o en la mediapunta, según el sistema escogido) es igualmente indiscutible, como también Castillo en el lateral izquierdo y Aranburu en alguno de los puestos del centro del campo. Ni en el centro de la defensa ni en el mediocentro hay competencia esta jornada para tener dudas sobre los elegidos. Labaka y Ansotegui guardarán la portería de Bravo y Diego Rivas actuará por delante de ellos.

Pero aquí es donde empiezan las incógnitas en el once de Lillo. Se ha rumoreado durante la semana que su idea es jugar un 4-4-2 clásico, con dos delanteros, rombo en el centro del campo y dos laterales largos que ayuden en ataque. Si esta fuera la opción, Aranburu podría pasar a la derecha, con Xabi Prieto en el centro y Marcos o Moha en la izquierda (sorprendería que Marcos se quedara otra vez sin jugar un solo minuto, como le sucedió en Las Palmas, dado el buen estado de forma que había demostrado en los últimos partidos). La necesidad de carrileros podría dar ventaja a Carlos Martínez por encima de Gerardo. Abreu y Necati podrían jugar así juntos en punta por primera vez, aunque Agirretxe también podría ser el acompañante del uruguayo. Si Lillo optara por el doble pivote, Aranburu retrasaría su posición junto a Rivas y Abreu jugaría sólo en punta. Con este sistema, Agirretxe parece tener más opciones que el turco.

La victoria de la Real, además de darle el average particular (es ya vital tener en cuenta estos pequeños detalles) colocaría al equipo de Lillo automáticamente en la cuarta posición, pues adelantaría al Zaragoza que le precede en la tabla con un punto más. Para entrar en puestos de ascenso, el equipo txuri urdin necesitaría también de un pinchazo de Hércules (que visita Vallecas, un campo peligroso ante un rival que también lucha por entrar en la pelea por el ascenso) o Tenerife (que recibe a un Eibar en horas bajas y en puestos de descenso). No va a ser un partido definitivo, pero sí una buena oportunidad para que la Real dé un golpe sobre la mesa. Hace un año pesó no tener buenos resultados contra los de arriba (dos derrotas tantos contra el Sporting como contra el Numancia). Es hora de demostrar que se ha aprendido de los errores. Será en Anoeta, donde se espera la mejor entrada de la temporada (aunque habrá que ver si el mal tiempo no lo impide) y, cuidado, ante un árbitro que tiene malos antecedentes contra la Real.

El Zaragoza es un equipo al que no se le da bien San Sebastián. De los 45 encuentros disputados, sólo cuatro han acabado con triunfo visitante, mientras que en 30 ha vencido la Real (dos de cada tres). De hecho, los aragones no consiguieron vencer en campo realista hasta la temporada 94-95, en la segunda ocasión en la que visitaron Anoeta, ya que de Atotxa jamás salieron victoriosos. Una de las cuatro victorias que ha logrado el Zaragoza es, precisamente, la última vez que visitaron Anoeta en Primera División, hace dos temporadas, en la 2006-2007, la del descenso txuri urdin. Xabi Prieto adelantó a la Real (en la foto) al transformar un penalti cometido sobre Darko Kovacevic. Ahí comenzó el festival del árbitro, que en pocos minutos dejó a la Real con diez, expulsando a Diego Rivas tras una falta inexistente (que acabó en el gol del empate) y pitando otro penalti que no era, éste a favor del Zaragoza. Con diez y con toda la segunda parte por delante, Bakero sacrificó a Darko y el equipo maño amplió su ventaja hasta el 1-3 final.

En Segunda División hay tres precedentes, dándose una igualdad máxima: una victoria para cada equipo (3-0 para la Real en la temporada 46-47, 1-2 para el Zaragoza un año antes) y un empate (a un gol, en la 44-45). Esta misma campaña, Real y Zaragoza ya se han visto las caras en dos ocasiones. La primera fue en el debut de ambos equipos en la Copa del Rey. En un ambiente fantástico, la Real hizo uno de los mejores partidos de la temporada y doblegó a los maños por 1-0, con gol de Marcos. Fue el día que nació la prietinha. La segunda, unos días después, fue en La Romareda, en el partido de la primera vuelta. Tras encajar dos goles en pocos minutos, en un horrible comienzo de partido, el equipo txuri urdin remontó con un futbol tan espectacular que el empate final supo a poco. Marcos hizo el 2-1 y Díaz de Cerio, con un precioso tanto de cabeza, materializó el segundo.

(Nota: estaré en Anoeta viendo el partido, por lo que la crónica la publicaré el lunes. Muchas gracias y perdonad las molestias)

miércoles, febrero 04, 2009

¿Hasta cuándo se puede aguantar esto?

Tiene que haber un límite. Un momento en el que el tranquilo aficionado realista pierda por completo la paciencia y deje salir toda la ira y la frustración acumuladas. Porque, se mire por donde se mire, no es normal lo que está sufriendo este equipo con las actuaciones de los árbitros, las designaciones de los trencillas que pitan a la Real y las sanciones de los comités en base a los despropósitos que cometen los colegiados. No es normal. No es posible que un mismo equipo sea perjudicado en más de la mitad de los encuentros de una temporada. Tampoco que los colegiados que se le mandan sean los que con anterioridad han cometido atropellos flagrantes. Y mucho menos que se sancione a jugadores que no han cometido las acciones que los árbitros escriben en sus actas.

El sábado en Anoeta, en el crucial partido ante el Zaragoza, el árbitro será Gregorio Bernabé García. La temporada pasada dejó su sello en el estadio donostiarra en el partido frente al Racing de Ferrol que finalizó con victoria visitante por 1-2. Aparte del horrible juego que dejó la Real aquel día (el último de Eizmendi como entrenador), el colegiado sancionó un inexistente penalti de Gerardo, el 0-1, y anuló en el descuento un gol legal de Delibasic, que hubiera supuesto el empate a dos. Aquel día, Eizmendi alertó en la rueda de prensa que era necesario abrir un debate para señalar a quienes generan violencia en los campos de fútbol. Y no hace falta ser muy listo para saber a quién estaba señalando.

Si aquello ya fue gordo y digno de la más dura de las sanciones, aquel árbitro cobró fama, mucha más, una semana después. En lugar de descansar, como es norma en los árbitros, el comité le mandó a Gijón, a pitar el Sporting-Nastic. Y cuando los astuarianos cometieron un claro penalti, el árbitro le argumentó a los jugadores tarraconenses que no lo pitaba porque "el Sporting se está jugando mucho". No hubo nevera para ese árbitro, no. Así de profundo es el pozo de la Segunda División, que esas cosas no trascienden.

Como no se supo, más allá del entorno txuri urdin, que otro árbitro le dijo a Xabi Prieto, ante el Rayo, que no expulsaba a un jugador rival porque "vais ganando". Por no recordar al ínclito González González, que después de la jugada de la infortunada lesión de Díaz de Cerio y no parar el partido para que se le atendiera le dijo a algún realista que "ya veréis la jugada por televisión". O aquel que mandó repetir el penalti que Bravo le paró al Hércules y advirtió que lo iba a volver a repetir. Para estas cosas no hay nevera. Ni siquiera sanción. Ni tampoco una disculpa a la Real, como ya hemos visto que sí se dan en otros casos de Primera División.

Y encima Bernabé García vuelve a Anoeta. Otra más de la curiosa política de designaciones que tiene el comité de árbitros para los partidos de la Real. Tan sorprendente como que González González ya haya dirigido tres encuentros del conjunto txuri urdin. O que en Las Palmas se designara a un árbitro con el que nunca había ganado un equipo visitante. Y otras muchas casualidades que se han dado a lo largo de la temporada, todas ellas de tinte negativo para la Real.

Curiosamente, como las decisiones del Comité de Competición. A Markel Bergara le han puesto un partido de sanción, que la Real no va a recurrir (¿por qué?) por ser expulsado en una acción en la que sería discutible incluso que hubiera falta. Tampoco es la primera decisión de este tipo que afecta a la Real, que parece que va a tener que estar dando las gracias toda la temporada por la injusta roja que vio Carlos Martínez desde el banquillo en el partido contra el Eibar o porque no se cerrara Anoeta tras el botellazo a Lillo. Lo que preocupa es que haya habido tantas decisiones en contra. Lo que hay que tener claro es que, visto lo visto, no será la última, no nos engañemos.