miércoles, abril 29, 2009

La Real sí es la mejor opción

Iñigo Díaz de Cerio y Xabi Castillo han revolucionado la actualidad realista. El primero ha confirmado que se marcha de la Real porque el equipo txuri urdin "no es la mejor opción" para su futuro. El segundo ha dicho que no quiere seguir jugando como realista en Segunda y que el tren de Primera sólo pasa una vez en la vida. A mí no me preocupa que haya jugadores que se quieran ir de la Real, ni estoy especialmente molesto por el hecho de que quieran jugar en otros equipos y dirigir su carrera profesional hacia donde consideren más oportuno. Allá cada cual, que a eso tienen todo el derecho del mundo. Además, sé que este equipo siempre va a tener once jugadores en el campo, una veintena en la plantilla y un filial detrás para cubrir el futuro, sea éste más o menos brillante, por lo que el hecho de que se vayan uno, dos o diez jugadores cuando finalice esta temporada no me altera lo más mínimo.

Lo que me choca es que quienes crecen dentro de la Real entiendan tan poco lo que significa este equipo. En varias ocasiones he escuchado a Lillo decir que cambiaría todos sus años como entrenador en el banquillo por un solo partido como jugador sobre un campo. Creo que esa es la sensación que compartimos todos los aficionados. Al menos yo sí daría cualquier cosa por un instante sobre el cesped de cualquier campo con la camiseta de la Real. Si ya la luzco con orgullo en la grada, en juego tiene que ser algo único. "Cada domingo que me toca jugar en la Real pienso que doy un paso en mi carrera. Muchas veces no lo valoramos lo suficiente". Esa frase no es mía. La dijo Ansotegi hace un par de semanas. Y esa frase no sólo hace que mi cariño por Ansotegi crezca, al margen de la valoración que tenga de él como jugador. Es que además es verdad. Díaz de Cerio y Castillo acaban de demostrar que es verdad, que no todos los que visten la camiseta de la Real lo valoran lo suficiente.

Si no ocurre algo inesperado, ninguno de los dos vestirá la camiseta del centenario. No hay camiseta que me haga más ilusión vestir que esa y, desde luego, jamás voy a tener la oportunidad de lucirla sobre un campo de juego. Pero estoy seguro de que no puede haber nada más grande que ser de la Real y tener esas dos estrellas sobre el pecho. Estoy hablando, claro está, desde el punto de vista más sentimental que puede tener el fútbol. Por eso mismo entiendo sobradamente a un jugador que quiere salir de la Real, porque asumo que eso es lo que menos les importa en muchos casos. Jugar en Primera, cobrar un gran sueldo, aspirar a ganar títulos... Eso es lo que busca cualquier profesional, sin duda, y los de la Real no son una excepción. Todos en nuestros trabajos aspiramos a mejorar y no dejamos que nadie nos juzgue por ello. Tampoco voy a juzgar yo con este baremo a estos dos jugadores. Los futbolistas, en ese sentido, no son diferentes. Pero por este mismo motivo, me siento estafado cada vez que un jugador apela a la Historia, a los sentimientos, a la afición. Porque casos como estos hacen que sienta que lo hacen sólo cuando les conviene, por su propio interés, y no porque lo piensen de verdad.

Díaz de Cerio y Castillo forman ya parte de la centenaria Historia de la Real. Su presencia en ella será mucho más breve de lo que seguramente a casi todos nos hubiera gustado. Pero los motivos que esgrimen para irse me parecen falsos. Eso sí se lo puedo reprochar y, de hecho, se lo reprocho. Siempre he respetado mucho a jugadores que de verdad se iban para progresar, como hicieron en su día Bakero, Txiki, López Rekarte, Lasa, Kodro, Darko, Xabi Alonso y tantos otros. Siempre he admirado a aquellos que se marcharon para hacer un favor a la Real y a sus siempre maltrechas arcas, como Periko Alonso. Pero lo que nunca podré entender es a aquellos que no saben valorar lo que supone este equipo y que no ponen de su parte para que el equipo logre algún tipo de beneficio cuando llega la hora de su salida. Bravo no tiene reparos en decir que quiere progresar, pero también añade que la salida tiene que ser beneficiosa para el club. Los de fuera a veces muestran más sensibilidad que los de casa. Y eso, cuando durante tanto tiempo se ha utilizado el viejo discurso de falta de apoyo a los de casa, duele.

Sin conocer demasiado la intrahistoria de la salida de Díaz de Cerio de la Real, porque no nos lo han contado todo, da la sensación de que le han asesorado mal. Pudo renovar hace un año por unas buenas cantidades económicas y dar rienda suelta a su proclamado realismo (que yo no soy nadie para dudar de él), pero no quiso hacerlo, esperando no se sabe muy bien qué. Quizá algunos de los que ahora lamentan su marcha se den cuenta del daño que hicieron a la Real con sus inisdias contra el ex presidente Badiola. El error que cometió su Consejo de Administración fue pensar que sería posible renovarle en todo caso. Debió buscar un traspaso al final de la temporada pasada. Porque duele invertir tanto dinero en la cantera para que precisamente quien ha crecido en Zubieta se marche sin dejar dinero ni excesivo rendimiento deportivo. El error que cometió el Consejo de Aperribay fue vendernos que era posible renovarle. Quizá se vio obligado a hacer para quitarse presión, pero parece un engaño más. La Real, en proceso concursal, no estaba en condiciones de ofrecer un contrato interesante a Díaz de Cerio. Así de claro.

Lo de Castillo, sencillamente, es sorprendente. El tren de Primera sólo pasa una vez, dice. Si un futbolista que debiera conocer ya este mundo dice eso, mal vamos quienes vemos este deporte desde la barrera, como aficionados o como periodistas. Ese tren pasó en Vitoria para la Real. Ese tren todavía no se ha ido del todo esta temporada, aunque estas manifestaciones dejan claro que su ilusión por conseguir el ascenso ya no existe, por muchos aficionados ingenuos y creyentes, como yo, que pueda haber. Dos veces ha visto pasar Castillo ese tren, en las dos temporadas en que ha jugado en Segunda. Y, si no subimos esta temporada, en junio de 2010 ese tren volverá a pasar por San Sebastián. Osasuna, que parece el destino más probable de Castillo, está luchando por no bajar a Segunda. Ese es un peligro del que casi nadie está a salvo. Cambiar un equipo por otro sólo por tener una gloria que puede ser efímera en Primera me parece un error. Y más cuando estamos hablando de un jugador tan joven. Pero él sabrá.

Yo lo que tengo claro es que no quiero en la Real jugadores que no quieran estar. Ni de casa, ni de fuera. Ahora bien, creo que es un motivo de reflexión que gente que ha nacido, crecido y progresado dentro de este equipo no valore lo que significa jugar en la Real o la apuesta y el gasto que el club hace por y para ellos. El Celta, en una situación económica muy similar a la de la Real y con menos Historia sobre sus espaldas, fichó una decena de jugadores el pasado verano. Y me imagino que para todos ellos fichar por el Celta supuso un paso adelante. Como lo fue fichar por la Real para Sergio, Marcos o Moha. Como lo hubiera sido, y así lo dijo, para Iván Campo, un tipo que ha ganado una Champions. Yo no voy a dejar que nadie se permita el lujo de ningunear lo que supone jugar en la Real. Ni en Primera, ni en Segunda, ni en proceso concursal, ni de ninguna de las maneras. La Real sí es la mejor opción. Y quien no lo crea, ya sabe dónde está la puerta.

domingo, abril 26, 2009

HUESCA 1 - REAL SOCIEDAD 2 El sufrimiento se vive y se prolonga

Sufrimiento. Si uno busca "Real Sociedad" en una enciclopedia, tiene que venir por fuerza ese término en la definición del club donostiarra, siempre en realidad pero sobre todo cuando se hable de este paso por la Segunda División. El equipo de Lillo ha ganado 1-2, ha sumado tres puntos imprescindibles para seguir soñando con lo imposible e incluso ha recortado un punto al tercer clasificado. Pero lo ha hecho viviendo un sufrimiento que amenaza seriamente al corazón txuri urdin, que en todo caso seguirá latiendo para ver otra jornada. El Huesca ha asediado hasta el final la portería de Bravo y ha merecido más que la derrota por la mínima. La expulsión de Markel Bergara ha acentuado aún más el dominio local y ha confirmado, junto con otras muchas cosas que han sucedido a lo largo del encuentro, que los arbitrajes en Segunda División son una vergüenza para este fútbol. En cualquier caso, victoria importante para que el sueño de volver a Primera siga vivo e incluso un pelín más cerca. Igual de difícil, pero vivo aún.

Lillo cumplió esta semana con lo esperado y presentó un once muy parecido al que mereció mucho más hace una semana ante el Tenerife. Mikel González, cumplida su sanción, volvió al once en lugar de Carlos Martínez, que cumplió su ciclo de cinco tarjetas la semana pasada. Misma defensa de tres, completada con Ansotegi y Labaka, mismo centro del campo con Diego Rivas, Markel, Gerardo y Aranburu, y mismo ataque con Xabi Prieto, Marcos y Abreu. Pero si en la primera parte de hace una semana la Real salió arrolladora y realizó 45 minutos espléndidos, todo lo contrario se vio en Huesca. Ni posesión de balón, ni control en el centro del campo, ni ocasiones claras de gol. Y eso que en el minuto dos ya mandaba en el marcador el conjunto txuri urdin, gracias a un golazo de Abreu casi desde el centro del campo. Ocho goles lleva el uruguayo, una cifra magnífica que reta cualquier crítica que pueda escuchar por su forma de moverse en el campo. El Loco vino para esto, para marcar goles, y lo hace.

Con el segundo gol de la Real (otra vez Aranburu, al que hay que reconocer su participación decisiva en el exiguo casillero goleador de este equipo y la mayor influencia ofensiva que le da su nueva posición en el campo) se acabaron los méritos de los de Lillo. El Huesca se adueñó del balón, del espacio y del ataque. Y comenzó el sufrimiento, que encontró su momento cumbre en los cinco minutos de descuento que tuvo la segunda mitad pero que en realidad se prolongó durante casi todo el encuentro con mayor o menor intensidad. En el minuto dos de la segunda parte, el Huesca devolvió el tempranero gol de Abreu, y dio paso al sufrimiento puro y duro. Similar al que ya vivió la Real en Las Palmas y con una circunstancia idéntica al partido jugado en las islas: la expulsión injusta de Markel Bergara. Esta vez la Real tuvo que jugar treinta minutos con inferioridad numérica, cuando en Las Palmas fue una hora. Y, paradójicamente, aquí el sufrimiento ha sido mucho mayor que el vivido hace tres meses en tierras canarias, donde el marcador no peligró. Aquí sí, y hacia mucho tiempo que la Real no era abiertamente superada por el rival.

Pero lo que es innegable es que la Real tiene una grandísima fortaleza en su defensa, que es lo que le ha permitido seguir viva hasta aquí, más allá de fallos puntuales como los que impidieron el triunfo la pasada semana ante el Tenerife o en Albacete. Esta Real resiste asedios sin conceder un exceso de ocasiones de gol a los contrarios y sin necesidad de que su portero realice actuaciones demasiada heróicas, y eso es mérito de todo el equipo pero sobre todo de quienes conforman una línea de tres que deja superioridad al rival en deterimento de más opciones ofensivas. En la segunda parte, ya con Agirretxe en el campo, se ha vivido la curiosa circunstancia de que Lillo quería que el delantero se fuera hacia arriba para impedir un asedio mayor y los jugadores sobre el campo le pedían que bajara más para compensar la inferioridad numérica. En ambos papeles son útiles y necesarios todos los jugadores de la Real. Incluso Abreu ha presionado más que otros días y, de hecho, un robo suyo de balón es lo que le permitió anotar el primer gol del partido.

En el debe de la Real hay que poner precisamente lo que da valor a este triunfo, el sufrimiento. Lo que el equipo txuri urdin tendría que cuidar es eso, es no tener que verse abocado a estos finales en un partido en el que llega al descanso con un cómodo 0-2. Hoy también se ha visto que la plantilla de la Real es corta y que las lesiones merman mucho su capacidad. Lillo hizo un cambio útil, el de Agirretxe por Abreu, y dos simplemente para perder tiempo, Moha y Castillo por Xabi Prieto y Marcos. La baja de Sergio ha hecho mucho daño a este equipo en las últimas jornadas. Pero hay que ver lo bueno, y es que incluso en estas circunstancias el equipo es capaz de dejase el alma sobre el campo, de mostrar la actitud que exige una camiseta centenaria y un millar de seguidores en las gradas de un estadio ajeno, de ganar, de sumar de tres en tres y mantener vivo el sueño de militar el año que viene en Primera División.

El partido ha servido para confirmar algo que, en realidad, ya sabemos: el árbitraje en Segunda División es horrendo y no parece tener límites. La labor del colegiado ha sido muy casera durante todo el partido, hasta el punto de que en la primera parte, con 0-2 para la Real, algunos jugadores blanquiazules se mostraron bastante enfadados con el trencilla. La expulsión de Markel fue un capricho que la Real no suele tener el privilegio de encontrarse a favor, siempre en contra. El realista no sabe ni lo que ha hecho para verse fuera del terreno de juego. Las decisiones del árbitro fueron una auténtica lotería que podía destrozar los planes en cualquier momento y ese momento llegó a media hora del final. Hubo faltas que no se sabía qué equipo iba a sacarlas, ni siquiera qué tipo de infracción había señalado. Perdonó una importante falta sobre Agirretxe en el borde del área y en los peores momentos para la Real. Y, para colmo, parece que en el larguísimo e injustificado descuento de cinco minutos se pudo comer un penalti a favor del Huesca. No tener televisión en directo impide valoraciones más detalladas. El arbitraje, de hoy y de todos los días, es un desastre que nadie quiere ver y que adultera la competición.

Tres puntos y el sueño sigue vivo. La Real tiene ahora los mismos puntos que el año pasado a estas alturas, pero la situación es radicalmente distinta. Entonces luchaban tres equipos por dos puestos y hoy todavía son siete por las tres plazas, aunque dos (Real y Salamanca) están un poco lejos. La pasada campaña, la Real sumó quince puntos en las ocho jornadas finales, una cifra que esta temporada será insuficientes con casi total seguridad. Pero que a nadie se le olvide que el año pasado la Real no subió porque sólo sumó dos de los últimos nueve puntos. Esta jornada, cábalas aparte, hay que darla por buena. El Rayo ha perdido y el Salamanca ha empatado en casa, con lo que la Real sigue séptima (con los mismos puntos que los charros) pero con un punto menos con respecto al tercer clasificado. El ascenso está ahora a ocho puntos, las mismas jornadas que quedan. Pero la primera estación se ha superado con éxito y eso basta por hoy. A por la siguiente. Hay que ganar al Celta.

sábado, abril 25, 2009

PREVIA Huesca - Real Sociedad. Un patrimonio, una exigencia, un sueño

A nueve puntos del ascenso, con un sueño tan roto a estas alturas como improbable el 21 de junio, pero con la exigencia de ganar. Así viaja la Real a Huesca (domingo, 18.00 horas, El Alcoraz, sin televisión), donde exhibirá una vez más el mejor y mayor patrimonio que tiene este club: su incansable afición. Se espera que un millar de realistas esté en las gradas del campo oscense, una demostración más de fidelidad que engrandece a los realistas y también al club de sus amores. Algunos viajarán por fe, otros por simple y valioso amor a su escudo. Sea cual sea el motivo, su presencia obliga a la Real, exige que los jugadores den lo mejor de sí mismos para lograr los tres puntos, con o sin ascenso de por medio, y dejen el nombre de este club lo más alto posible. En Huesca se verá otra muestra más que explica por qué este equipo es y siempre será distinto a todos los demás.

Para afrontar este partido, Lillo no tiene jugadores suficientes para completar una convocatoria de 18 y ha decidido no recurrir al filial, que pasa por momentos complicados en su lucha por mantenerse en Segunda B y necesita de todos sus efectivos. A las bajas ya conocidas de Iñigo Díaz de Cerio, Gorka Elustondo y Sergio Rodríguez por lesión y Carlos Martínez por sanción, se suma la de última hora de Boukary Dramé. No es que su presencia fuera a cambiar nada, puesto que el técnico no cuenta con él más que para hacer número en sus listas, pero la Real viaja con 17 efectivos a Huesca. Y también se desplaza con la eterna incógnita de cuál será el once y también el esquema que coloque Lillo sobre el terreno de juego. A pesar de que el resultado fue muy negativo, no sería de extrañar que la alineación se aproximara mucho a la que jugó hace siete días contra el Tenerife.

Bravo es indiscutible bajo palos. Si se jugara con defensa de tres, y ante la baja de Carlos Martínez, lo más probable es que los elegidos sean Ansotegi (muy en forma en los últimos partidos y, sin duda, el mejor defensa de la temporada), Mikel González y Castillo (del que esta semana se ha hablado mucho por las dificultades que puede generar su más que probable salida de la Real a final de temporada). El rombo del centro del campo podría colocar de nuevo a Aranburu muy cerca del área, donde le hizo daño aunque sin acierto al Tenerife, con Gerardo, Diego Rivas y Markel Bergara por detrás de él. Y la tripleta atacante volvería a estar formada por Xabi Prieto, Marcos y Abreu, aunque tampoco hay que descartar que Moha o incluso Estrada se cuelen en la alineación titular. De jugar con defensa de cuatro, Gerardo retrasaría su posición, al igual que Aranburu, pero el once podría ser el mismo sin problema alguno.

Lograr que un millar de realistas vaya a ver este partido es una hazaña. Quienes hacen cálculos creen que el ascenso puede estar entre los 75 y los 78 puntos. Eso quiere decir que la Real, séptima en la clasificación con 50 puntos, necesita ganar entre ocho y diez partidos. En otras palabras, puede que ya no baste ni la hombrada de ganar los nueve encuentros de Liga que restan. Y aún así, un millar de seguidores se desplaza para animar a su equipo. Es una impresionante demostración de fidelidad que ya quisieran otros que necesitan ganar Ligas, jugar en Europa o llegar a finales de Copa para que aflore el sentimiento de su afición de esta forma. Los realistas son el mayor patrimonio de la Real. Y es la Real quien tiene que cuidarlo. Tres puntos en Huesca y dejar hasta la última gota de energía sobre el campo son requisitos que se antojan imprescindibles en una jornada en la que Rayo, Zaragoza y Xerez tienen desplazamientos fáciles, pero Hércules, Tenerife y Salamanca podrían pinchar.

Será la primera vez que la Real visite Huesca en partido oficial, ya que nunca han coincidido ambos equipos en la misma categoría ni se han visto las caras en Copa. En la primera vuelta, el equipo txuri urdin se quedó con los tres puntos en un partido difícil y anodino, que se recordará única y exclusivamente por el golazo que anotó Castillo. El gol llegó ya avanzada la segunda mitad, después de que al descanso se llegara con 0-0 en el marcador, algo ya habitual en Anoeta, y muy pocas ocasiones de gol sobre el césped. Pero el trallazo del lateral realista se convirtió en uno de los mejores tantos que ha visto el estadio del barrio de Amara y le dio a la Real tres puntos muy necesarios para la escalada hacia los puestos de arriba. Con este triunfo, el conjunto txuri urdin rompió una racha de cuatro encuentros sin lograr tres puntos en su propio estadio. El equipo de Lillo se movía en mitad de la tabla, a tres puntos de los puestos de ascenso y a sólo cuatro del liderato. Las cosas han cambiado para peor. Pero siempre queda la heróica.

miércoles, abril 22, 2009

Silencios

La semana pasada, en los días previos a la visita a Anoeta del Tenerife, hubo quien recuperó para la actualidad la cuestión que marcó el final de la pasada temporada: la compra de partidos y las primas a terceros equipos, por ganar y por perder. Entraba dentro de lo previsible, puesto que el Tenerife fue uno de los implicados en este turbio asunto, ya que fue el equipo que perdió en la última jornada en Málaga y, según dijo en su día, Jesuli, cobró dinero por ello. Hay quien entiende que resucitar este asunto es hacer mal periodismo. Hay quien cree que obedece a intereses ocultos. Hay quien piensa que en poco se puede beneficiar la Real de todo esto. Pero yo me sumo a lo que dijo Lillo en su rueda de prensa del pasado jueves. "La onda expansiva nos tiene viviendo algo que no es muy grato para nosotros y gratísimo para otros". Y por eso, porque la Real salió muy perjudicada de todo esto, lo que no entiendo es el silencio.

Hay que investigar mucho en Internet para encontrar alguna referencia a este asunto en fechas recientes, lo que indica que casi nadie tiene interés en averiguar si la pasada temporada estuvo adulterada o no. Pero en los últimos días nos enteramos de algunas cosas, a través del diario digital que creó Badiola cuando salió de la Real o de un periódico cercano al ex presidente durante su mandato en Anoeta. Hemos sabido que las denuncias que desde Tenerife se iban a poner contra la Real o sus gentes por hablar de la compra de aquel partido, no se han producido. Que un miembro del vestuario realista que prefiere, como es lógico, ocultar su identidad, confirmó que Juanma llamó a la Real para preguntar cuánto estábamos dispuestos a pagar al Tenerife y contrarrestar la prima por dejarse perder. Que Raúl Navas y Juanma, los dos presuntos artífices del amaño, siguen teniendo una buena relación. Y que la Fiscalía de Málaga comienza a llamar a las partes.

Esto último es, indudablemente, lo más relevante. Pero, por sorprendente que parezca, ningún medio de comunicación se ha hecho eco de esta novedad. Pensadlo fríamente. Hay abierto un proceso judicial para determinar si se produjo la compra de un partido de fútbol. Y nadie informa sobre ello. Sobrecogedor. Si hay delito en cualquier ámbito de la vida, lo suyo es que se informe, se investigue y se juzgue. Pero aquí no. Es más, la cuestión protagonizó la rueda de prensa de Lillo del jueves, puesto que fueron muchas las preguntas sobre ella que se le hicieron al técnico realista, y en algún periódico este tema se quedó en un triste párrafo perdido en la noticia. Se quiere cubrir el tema con un velo de silencio. Nadie quiere hablar y, si se habla, se pretende ocultar. Nadie mueve un dedo y eso, con todo lo que ya sabemos, me hace cada día un convencido más radical de que algo tuvo que haber. El poder siempre oculta cosas. Y, otra vez, nos ha vuelto a tocar.

No me gustan los silencios cuando podemos estar hablando de uno de los mayores escándalos de la historia del fútbol español y, sobre todo y desde mi prisma txuri urdin, de algo que afecta y mucho a la Real, a su presente y a su futuro. A la Real le birlaron en su día la que debió ser su primera Liga gracias a las primas que cobraron Betis y Sevilla por empatar y ganar respectivamente al conjunto que entrenaba Ormaetxea. Para mí ese es uno de los episodios más tristes de la Historia realista y de todo el fútbol español, porque el dinero y una operación ilegal vencieron al deporte. Y puestos a buscar conspiraciones, resulta curioso comprobar lo bien que le van las cosas a todos los implicados en esta aberrante operación: el Málaga lucha por entrar en Europa y el Tenerife está en puestos de ascenso en Segunda. No seré yo quien discuta que se lo han ganado sobre el campo, pero añade un factor más de dolor a esta causa, porque no hay castigo para quien vulnera las normas.

Lo he dicho siempre y lo sigo manteniendo: yo no voy a guardar silencio sobre este tema. No quise comentarlo antes del partido contra el Tenerife porque no es, en el fondo, una querella que nos enfrente al Tenerife, sino con unas personas concretas que, avatares de la vida, jugaban el año pasado en ese club. ¿Pero ocultar bajo la mesa episodios oscuros? Nunca. Si fuera la Real, lo diría igual. A mí me dolería que dirigentes de mi club compraran una Liga o un ascenso. Yo así no quiero ganar (y sé que muchos pensarán que lo digo por decir, pero es así como lo siento; todo no puede valer). Pero ya veo que mi ingenuidad no encuentra reflejo en la actitud de otros muchos que sí tienen capacidad para cambiar las cosas.

lunes, abril 20, 2009

Sigo creyendo

Llamadme ingenuo, soñador, iluso, inconsciente o directamente imbécil, pero yo sigo creyendo en el ascenso esta temporada. Seguro que alguno de esos adjetivos ya se os han venido a la cabeza leyendo el titular. Seguro que ahora estáis pensando en las cosas que no debo estar viendo para proclamar mi fe en este equipo. Que si marcamos pocos goles, que si no hemos ganado en Anoeta a los rivales directos, que si no hemos parado un penalti en cinco años, que si hay jugadores que no están dando la talla... Y ahí me juzgaréis equivocadamente. Lo veo. Ya lo creo que lo veo, y por eso duele tanto. Veo semana tras semana los males de este equipo y asumo que, en demasiadas ocasiones, esos males han pesado mucho más que los aciertos. Pero la razón no cabe en las cuestiones de fe.

Lillo habló en la rueda de prensa tras el partido de llegar a 77 puntos. De ganar todo lo que resta hasta llegar al 21 de junio, la fecha que tengo en mis sueños desde hace un año. Hoy leo en Mundo Deportivo que eso es lo mismo que les dijo a los jugadores en el vestuario tras el mazazo del sábado. Y que haya alguien que crea en que es posible, a mí me empuja, me anima, me respalda en mis sueños. Hay quien dice que ganar siete y empatar uno podría bastar. Pero puestos a soñar, soñemos con el universo entero. Ganemos los nueve partidos. Primero el Huesca. De tres en tres. Y luego ya veremos. Soy un soñador que hasta ahora ha tenido muchas más pesadillas que sueños. Y por eso sigo soñando que algún día habrá de llegar la compensación a Vitoria, a Valencia, a Vigo, a Sevilla. Sigo creyendo que algún día la Real nos dará una alegría, una sola, que compense tanto tiempo de sufrimiento, tantos reveses, tantas penas y tantas lágrimas. ¿Por qué no esta vez por imposible que parezca?

Y mi fe sigue ahí, tocada pero nunca hundida hasta que la realidad me diga lo contrario. Eso no quiere decir que no entienda perfectamente a quien piensa que ya no es posible. Asumo que mi fe es más inquebrantable que la de otros muchos realistas. Asumo que hay, y son mayoría, quien lo da ya todo por perdido. Pero a veces uno tiene la sensación de que hay demasiada gente esperando el fracaso para decir "os lo dije", "ya lo sabía yo" y cosas parecidas. Yo aquí me siento como Lillo, que ya apuntó algo parecido el año pasado antes de que no se consiguiera el ascenso y que ahora vuelve a sentirse así. Hace casi dos meses, con la derrota en Vitoria, ya se publicaron noticias que daban por imposible el ascenso. Y ahora, dos meses después, se vuelven a publicar las mismas noticias. Si la Real logra ahora una racha de tres o cuatro victorias seguidas, dentro de otro mes se volverá a publicar lo mismo. Y reconozco, aun siendo realistas y viendo el carácter épico que tiene el objetivo, que no lo acabo de entender.

La espiral autodestructiva es a veces demasiado grande y, sobre todo, demasiado cruel. Yo no voy a lapidar a Carlos Martínez por el penalti (que sigo sin ver; a veces nos olvidamos de que el árbitro tiene que verlo claro, no intuirlo o adivinarlo, que ante la duda no se debe pitara nada... y parece que contra la Real nunca hay dudas ni en penaltis, ni en expulsiones, ni en fueras de juego, y a veces parece que ni en las faltas en el centro del campo), ni siquiera por el fallo del segundo gol. He visto ya a demasiados jugadores en la cuneta o triunfando en otros equipos (Barkero y Llorente serían los ejemplos perfectos de esta segunda condición) por una falta de confianza que antes no se producía en la Real. Nunca nos quejamos de jugadores como Aldeondo, Pikabea, Imanol, Luis Pérez, Loinaz, Bengoetxea, Uría, Mujika, Dadíe, Zúñiga o Iturrino. Todos ellos jugaron en Primera con la Real, y algunos bastantes temporadas. Ninguno de ellos triunfó jamás fuera de la Real, pero aquí eran jugadores queridos, importantes y comprometidos. ¿Por qué ahora sólo vemos los fallos y debilidades de Xabi Prieto, Castillo, Aranburu o Carlos Martínez?

Yo me veo en la obligación de seguir apoyando a este equipo. Qué rápido olvidamos cómo hemos llegado a tener este equipo. Olvidamos que tres titulares indiscutibles no jugaron ante el Tenerife por lesión, dos de los cuales se han perdido casi toda la temporada, y otro más por sanción. Olvidamos que, hasta el inconcebible penalti que le señalaron a Bravo ante el Zaragoza, este equipo se había levantado de todos los golpes que había recibido y estaba metido de lleno en la lucha por el ascenso. Olvidamos que comenzamos la temporada con una plantilla de 20 jugadores y que no pudimos pagar por fichaje alguno. Olvidamos todos los puntos que se han quedado en el camino por decisiones arbitrales injustas y que hoy podrían tener a la Real no sólo entre los tres primeros, sino incluso como líder de Segunda. Olvidamos la moral que da que las cosas salgan bien y lo difícil que es levantarse cuanto todo, absolutamente todo, sale mal.

Para todos los que no creéis en el ascenso, os voy a dar un dato más para reforzar vuestra posición. Nunca jamás la Real ha ganado nueve partidos seguidos. Nunca. Lo máximo que ha alcanzado es seis triunfos consecutivos. Fue en la temporada 87-88, en la que la Real se proclamó subcampeón de Liga y de Copa. Pero es lo que tienen los imposibles, que sólo se cumplen en los sueños. Y yo sigo soñando. Sigo animando. Sigo creyendo. Hasta el final.

sábado, abril 18, 2009

REAL SOCIEDAD 1 - TENERIFE 2 Lágrimas y orgullo

Lágrimas. Sólo veo lágrimas. Desde hace algún tiempo, Lillo viene diciendo que jamás había visto algo como lo que le está sucediendo a la Real esta temporada. Hoy se ha añadido una pica más, una de las que duelen. ¿Definitiva? Qué sé yo, sólo veo lágrimas. Y también orgullo. Porque hoy la Real ha sido la Real, ha jugado un partido magnífico, sobre todo en una primera parte en la que destrozado, arrinconado y ninguneado a un equipo que el año que viene es más que posible que juegue en Primera División. Hoy ha sido la Real que tanto hemos deseado, una Real valiente, una Real pletórica de entrega, una Real con mucho fútbol en sus botas. Y cuando el fútbol hizo justicia con la Real, ha aparecido un árbitro para hacerle otra injusticia más. Las lágrimas esconden el orgullo un instante. Pero sólo un instante. Somos la Real. Y por mucho que nos quiten, por mucho que le den a los contrarios, por mucho que al rival le favorezcan las decisiones arbitrales o las sospechas extradeportivas, lo seguiremos siendo. Ni las lágrimas pueden esconder el orgullo que siento por esta camiseta ni el amor que siento por este escudo. Nos hagan lo que nos hagan.

Hace nada menos que quince años, escuché a John Toshack decir que era muy fácil venir a pitar en Anoeta. El partido de hoy es la enésima muestra de que el galés tenía razón. Claro que entonces se acababa de jugar contra el Real Madrid. Y no es lo mismo salir cabreado con el árbitro por no ganar al Real Madrid que por perder en Segunda contra el Tenerife. En todo caso, ha sido muy fácil para Lizondo Cortés, árbitro descendido de Primera, permitir todas las faltas en el centro del campo del Tenerife sin mostrar una sola tarjeta amarilla. Ha sido muy fácil para el árbitro no mostrar a Sicilia la segunda amarilla a pesar de las constantes faltas a Xabi Prieto y a pesar de cortar una jugada de la Real con la mano, en la que el colegiado ha dado la ley de la ventaja, evitando así el dilema de la amonestación. Ha sido muy fácil sacar una tarjeta amarilla por pérdida de tiempo cuando el reloj marcaba 48 minutos y 50 segundos y pitar cuando señalaba 49 minutos y 14 segundos. Y, sobre todo, le ha sido muy fácil, sorprendentemente fácil, pitar penalti en contra de la Real un minuto después de que el equipo txuri urdin marcara el 1-0.

Otro penalti inexistente, otro partido que se va a la basura, otros tres puntos que se le quedan a la Real en el camino. Carlos Martínez arriesga para cortar una peligrosa internada de Kome, pero llega claramente al balón. Y lo que debiera ser una situación de duda, se convierte siempre en una certeza contra la Real. Los segundos de indignación, un sentimiento en el que ya tenemos demasiada práctica, dan paso a la rabia. Páralo, Bravo, páralo y devuelve la justicia a ese deporte que tanta gente sumerge en el fango semana tras semana. Pero no. El chileno no cazó un penalti formidablemente lanzado por Nino. No hay justicia para este Real. Nunca parece haberla. Más bien lo contrario. El enésimo acto prevaricador de un juez, en este caso de Lizondo Cortés, sacó por completo a la Real del partido, que de ahí en adelante sólo pudo mostrar orgullo. Pero con 50 puntos y otros tantos de orgullo no se puede subir a Primera. Porque si fácil fue para Lizondo Cortés pitar penalti con el salto de Kome, más fácil todavía fue no pitarlo cuando Xabi Prieto siguió persiguiendo el gol a pesar de ser golpeado dentro del área minutos después. No hay premio para las conductas deportivas. Nunca lo hay. Al menos no si la Real está de por medio.

Y acaba el partido y la única sensación que queda es la de asco. Por eso se hace dificilísimo hablar de fútbol después de lo que se vivió en Alicante, en Albacete, en Anoeta ante el Zaragoza y en un día como el de hoy. Pero hablemos, porque la Real, por encima de todo lo que le está tocando vivir en los últimos años, es fútbol. Lillo apostó por un esquema valiente y el equipo respondió. Tres atrás, Carlos Martínez y Castillo, dos laterales con vocación ofensiva, junto con un Ansotegi que ha realizado probablemente su mejor partido en la Real y que, tristemente, acabó desquiciado con el árbitro. Por delante, Gerardo (espléndida primera parte la suya, incorporándose al ataque de manera constante y dejando en Carlos la función defensiva), Diego Rivas y Markel Bergara. Por delante, un Aranburu que ha hecho unos minutos sensacionales y que tuvo clarísimas ocasiones en el tramo inicial del partido, y la tripleta atacante formada por Xabi Prieto, Marcos y Abreu.

La alineación de la Real fue toda una declaración de intenciones. Hoy tocaba jugar al fútbol y al fútbol jugó la Real. Magníficamente. Los primeros cinco minutos apuntaban a un intercambio de golpes, y la escasa en efectivos defensa realista seguro que ha puesto el corazón de más de un realista en la garganta. Pero pronto el equipo de Lillo se convirtió en dueño absoluto del partido. Anoeta está acostumbrado a llegar 0-0 al descanso, pero hoy fue muy distinto. Hoy premió al equipo con una gran y merecidísima ovación. La Real hizo 45 minutos completísimos, los más completos de la temporada en casa y mereció sobradamente irse ganando a los vestuarios. Lillo acertó con el plantemiento y los jugadores respondieron con una lección de fútbol y de casta. El comienzo de la segunda parte ofreció un Tenerife algo más ofensivo, pero llegó el gol de Abreu. Jugadón de Xabi Prieto y detalle de clase, otra vez de cabeza, del delantero uruguayo. Abreu no había tocado mucho balón, pero está en la Real justo para esto, para marcar la diferencia. Y la marcó en un momento mágico que nos llevó a seguir soñando con volver a Primera.

Pero los marcadores cortos e igualados dan la oportunidad a que todo lo que rodea al fútbol, todo lo que emponzona este deporte, todo lo innoble que altera la competición deportiva, aparezca. Y así llegó el penalti. Un minuto después de la alegría, llegó el mazazo. El golpe arbitral, medido y preciso, tuvo continuación en un golpe futbolístico. Una cesión atrás de cabeza efectuada por Carlos Martínez se convirtió en un error fatal que acabó en el 1-2. Nino marcó los dos goles visitantes. Uno asistido por el árbitro y otro por un jugador realista. La crueldad con la que el fútbol trata a la Real no tiene límite. Porque cada golpe que recibimos parece ser el peor, pero siempre hay otro que acaba superándolo. El penalti de Savio, los dos goles de Vitoria, el penalti para el Zaragoza que nos privó de ser segundos. Seguro que quedan más cosas por ver porque la avaricia no tiene límites. Seguro. Porque nada parece ser suficiente a la hora de hundir a este equipo. Nada.

"Nosotros no hemos hecho gol cuando hemos sido muy superiores. Eso es lo primero que tenemos que evaluar", fue lo primero que dijo Lillo en la rueda de prensa, cuando le preguntaron por el penalti. Autocrítica antes que rabia contra el árbitro. Una lección más que hace todavía más incomprensible la actitud que se tiene con respecto a este equipo. "Yo voy a pensar que es un año de muy mala suerte. Cada vez que han tomado una decisión que luego se ha descubierto que no ha sido tal, siempre ha sido hacia este lado", añadió el técnico, recordando una jugada en la primera parte en la que también se pudo haber pitado penalti a favor de la Real (y que ETB no nos ofreció repetida). Y es que esa es la cuestión. ¿Tanta mala suerte contra el mismo equipo es posible? Lo que no es posible es hacer hoy algún reproche a la Real hoy y Lillo lo sabe y lo dijo. Va a ser fácil escuchar críticas al equipo durante la semana, incluso quien se suba a la ola catastrofista y diga que lo de Carlos Martínez es penalti. Pero no hay nada que reprochar a la Real. Nada.

Lo de hoy era una final. Y sea como fuere, se ha perdido 1-2. Lejos de Anoeta, la jornada ha sido tan nefasta como se esperaba. Han ganado Rayo, Zaragoza y Salamanca, que además adelanta al conjunto txuri urdin en la tabla. La Real es séptima, a nueve puntos del Rayo, tercero en la tabla y a doce del Tenerife, ahora líder, que pueden ser mañana trece si vence el Xerez mañana en Vitoria. ¿Se ha acabado esto? Ahora mismo reconozco que me da igual. Porque hoy, otra vez más, ha perdido el fútbol. Y la Real con él. Quedan nueve partidos y lo único que quiero es ver en el campo el mismo orgullo de hoy. Somos la Real. Para bien y para mal. Pero luego Lillo dijo que el objetivo son los 77 puntos, es decir, conseguir las nueve victorias de aquí al final de la temporada, siempre yendo de una en una. Y reconozco que esa frase me ha subido el ánimo. Ánimo Real. Yo jamás abandonaré. En Primera o en Segunda. Ahora vamos a Huesca. A por ellos.

viernes, abril 17, 2009

PREVIA Real Sociedad - Tenerife. La final

No hay margen para más. La Real juega una final (sábado, 18.30 horas, Anoeta, ETB-1; los de fuera seguiremos buscándonos la vida para seguir al equipo, y lo haremos por mucho que nadie mueva un dedo por nosotros). Si la gana, le quedarán otras nueve finales. Pero si la pierde, será muy complicado mantener viva la llama de la esperanza por mucho que las matemáticas nos acompañen (aunque no parece la jornada más propicia para que pinchen otros equipos). En virtud del acertado discurso de Lillo de ir partido a partido, no queda más remedio que ver el encuentro contra el Tenerife como la final. No como una final, sino como la final. Por la distancia que separa al equipo txuri urdin de los puestos de ascenso, por la entidad del rival que visita Anoeta (segundo en la tabla y con una impresionante racha sin perder), porque entramos en las diez últimas y decisivas jornadas del campeonato y porque dos empates seguidos obligan a conseguir la victoria para seguir vivos. Hay que ganar la final.

Para este encuentro, Lillo cuenta con 18 jugadores de la primera plantilla. Mikel González causa baja por la expulsión que sufrió en Ipurúa, y se une a los lesionados Sergio, Elustondo y Díaz de Cerio. Estas cuatro bajas obran el milagro de devolver a Dramé a una convocatoria. Labaka ha sido duda durante la semana, lo que unido a que Mikel González no está en la lista, hace que Dramé tenga alguna remota opción de jugar. Muy remota, eso sí. El defensa Esnaola, del Sanse, entrenó con el primer equipo durante la semana, pero finalmente Lillo optó por no tirar del filial para completar la convocatoria. En su comparecencia semanal ante los medios, el técnico no aclaró con qué sistema jugará el equipo. Quizá por la entidad del rival, la apuesta más lógica sea la defensa de cuatro, con Labaka y Ansotegi por el centro, Castillo en la izquierda y Gerardo o Carlos Martínez en la derecha.

Diego Rivas y Markel, como casi siempre, se disputan el puesto de acompañante por el centro de Mikel Aranburu. Y si en lo anterior hay dudas, de aquí en adelante es casi una heroicidad averiguar los planes de Lillo. Durante la semana ha ensayado diversas variantes. Jugar con Abreu y Necati en punta, por primera vez juntos de salida, o formar una línea de tres por detrás de un único delantero (en la que sólo sería seguro el nombre de Xabi Prieto; podrían tener cabida en ella Marcos, Moha, Agirretxe o incluso un Estrada que parece haber recuperado algo de protagonista en las últimas semanas) parecen las dos opciones principales que tiene el técnico. Pero, como siempre, habrá que esperar para conocer sus planes. En cualquier caso, Abreu tiene una buena oportunidad de responder a las críticas que ha escuchado durante la semana por no anotar el gol decisivo en Eibar (pronto se han olvidado los elogios por los seis goles que lleva) y Necati una ocasión más de anotar su primer gol.

Es la final. Perder ante el Tenerife supondría ver cómo el segundo clasificado se escapa en doce puntos y que el líder pudiera irse en trece y el tercero en nueve, además de no tener ganado el average ya con tres de los cinco primeros clasificados (lo que restaría opciones de subir en casos de empate), a la espera del partido ante el Rayo. Por contra, la victoria supondría muchas cosas positivas. No serviría para adelantar puesto alguno en la clasificación, puesto que el rival más cercano, el Zaragoza, está a cinco puntos. Pero sí para prolongar una racha de siete partidos sin perder (17 puntos de 21 posibles), pondría el average particular con el Tenerife del lado realista y podría dejar los puestos de ascenso a tres o cuatro puntos, en función de lo que hagan Rayo (recibe a un Celta necesitado de puntos), Hércules (juega en casa con un Girona que no parece ya jugarse mucho) y Zaragoza (recibe al Nastic, también lejos de la zona de peligro). Incluso con la victoria de estos tres equipos, la jornada sería buena sólo con la derrota del Tenerife, que se quedaría seis puntos arriba y con un calendario muy duro por delante.

No es el Tenerife uno de los mejores rivales para la Real en sus encuentros en San Sebastián. De un total de 14, el conjunto txuri urdin sólo ha podido ganar la mitad. Tres acabaron en empate y los cuatro restantes con la victoria del equipo tinerfeño. En Segunda División se han cruzado los caminos de ambas escuadras en sólo dos ocasiones, y la buena noticia es que la Real no perdió en ninguna de las dos, un empate (en la 66-67, la temporada del ascenso de Puertollano) y una victoria (la de la pasada campaña). En Primera, los realistas no fueron capaces de lograr el triunfo en los últimos tres enfrentamientos. Sin embargo, la Historia también ha dejado grandes tardes, como el 5-2 de la temporada 94-95 en la que Kodro anotó cuatro tantos o el 3-1 de la 92-93, el último partido oficial que se jugó en el viejo Atotxa, en el que Oceano anotó dos goles, incluyendo el último tanto que vieron los muros de aquel entrañable e inolvidable campo.

La pasada temporada, la Real consiguió una muy trabajada victoria ante el Tenerife por 2-1. El equipo, todavía entrenado por Chris Coleman, vio cómo se adelantaba el cuadro isleño gracias a un corner ensayado que pilló despistada a la defensa realista. En una de las últimas jugadas del primer tiempo, fue expulsado el meta visitante, Juan Pablo, por una clara entrada sobre Delibasic cuando éste encaraba la portería. A pesar de ir perdiendo, el propio Delibasic se fue al banquillo para meter a un centrocampista más. Y cuando esa decisión parecía que iba a dar al traste con las opciones de la Real, Elustondo anotó un gran gol llegando desde atrás. Quedaba media hora para el final. Y a sólo siete minutos del pitido del árbitro, Díaz de Cerio anotó de cabeza un gol de pillo, aprovechando una horrible salida de Blanco. Pese a la merecida victoria, el juego de la Real fue muy malo.

En el encuentro de la primera vuelta, la Real se vio claramente superada por el Tenerife, pero consiguió arrancar un punto muy valioso en el último suspiro, en un tramo en el que tantos puntos se le han escapado esta temporada. En los minutos minutos, curiosamente, en los que estuvo a punto de perder el punto que tanto había peleado. El Tenerife controló el partido sin problemas, tuvo grandes ocasiones de peligro y se hizo merecedor de la victoria. Pero el gol llegó cuando ya nadie lo esperaba, en el minuto 86. Y en la última jugada del partido, un corner botado por Gerardo, Labaka anotó el empate de cabeza. Empate injusto, pero empate al fin y al cabo. La Real tocaba fondo en la clasificación con una nefasta racha de un triunfo en nueve jornadas. Pero conseguía también un empate que ahora, si se vence al Tenerife en Anoeta, cobra una importancia vital. A por ellos.

martes, abril 14, 2009

Realistas y matemáticos

Que levante la mano quien no estaba descontento, triste y cabreado después de ver a la Real en Eibar. No creo que se pueda estar de otro modo tras comprobar que tu equipo es infinitamente mejor que el rival y, sin embargo, no consigue la victoria por las circunstancias que sea. Lo que no acabo de entender es lo que sucede después. Era previsible el enfado con la Real, con los jugadores y con Lillo. Era evidente que las críticas se iban a multiplicar, basadas sobre todo en el resultado. Porque no estaríamos hablando de lo mismo si Necati o Abreu marcan las que tuvieran al final o si Bravo llega a parar el penalti. Pero lo que no es entendible es que se desprecie como se ha hecho que estemos un punto más cerca del objetivo. El sábado a mediodía estábamos a siete puntos del ascenso. Al finalizar la jornada, esa distancia quedó reducida a seis. Es un dato objetivo. Y aún así, esta jornada se ha disparado (otra vez) el anuncio de que la Real ya no sube, se ha quedado descolgada y tiene que pensar en la próxima temporada.

Entiendo que el fútbol es un estado de ánimo. Es más, lo comparto plenamente y es lo que rige mi vida como aficionado txuri urdin. Pero una cosa son los titulares y otra muy distinta la realidad. ¿Ha perdido la Real las opciones de subir a Primera? No. ¿Es difícil la tarea? Dificilísima. Pero hoy es un punto menos difícil que tras el empate en casa contra el Nastic, por uy cabreados que termináramos después de Ipurúa. Hay algo que muchos están obviando cuando la Real no consigue la victoria, y es que lo verdaderamente trascendente no es ganar o empatar, sino quedar terceros, segundos o primeros (que yo tampoco lo descartaría por mucho que algunos ya lo hagan). Y para ello, aunque parezca una obviedad decirlo, lo único que hace falta es quedar entre los tres primeros. No ganar un número determinado de partidos, no, por mucho que lo ideal sea lograr tres puntos en cada jornada, sino sumar los puntos suficientes para alcanzar esas posiciones.

Aquí es donde entran en juego los matemáticos del fútbol. Los que dicen cuántos puntos y cuántas victorias hacen falta para subir. Hoy la Real tiene 50 puntos y está a seis del tercer clasificado, el Rayo (contra el que tendrá que jugar en Vallecas a tres jornadas del final). El Tenerife es segundo con 59 puntos y encabeza la clasificación el Xerez con 60. Y eso es lo único cierto e incuestionable. Algunos dicen que hay que ganar siete de los diez partidos que restan. Otros apuntan que serán necesarios ocho. ¿Y si Xerez, Tenerife y Rayo ganan todos sus partidos? En ese caso, ni ganando los diez que restan podrá la Real subir a Primera. Eso demuestra la inutilidad efectiva de estas cuentas. Por descontado, es dificilísimo que tres equipos ganan diez partidos seguidos, pero es una posibilidad tan factible como que logren diez, nueve y seis puntos menos que la Real en lo que resta de temporada. Igual de factible. Eso que no lo dude nadie.

No ganar al Eibar ha disparado otra serie de cuentas. La de los puntos que se le han escapado a la Real contra los equipos de abajo. Y se dice que eso es lo que nos está costando no llegar a los puestos de ascenso. Y yo discrepo. Por descontado que se nos han ido muchos puntos en esos partidos. Demasiados. Pero son nueve los equipos que luchan por no descender (en realidad, ocho; el Sevilla Atlético hace ya mucho que está virtualmente descendido), y contra ellos la Real ha conseguido el 47 por ciento de los puntos que ha disputado hasta ahora. Si ganara los cuatro partidos que le restan contra estos rivales (Albacete, Celta, Córdoba y Alicante), llegaría al 63 por ciento. Contra los otros seis equipos que luchan por subir a Primera, el equipo de Lillo ha sumado hasta ahora el 44,5 por ciento de los puntos en disputa. Si gana los partidos que le restan frente a Tenerife, Rayo y Salamanca no alcanzaría el 60 por ciento de los puntos posibles. Es decir, se han ido más puntos con los de arriba. La realidad estropea ese titular. Eso dicen los datos. El fútbol demostró que estuvimos tan cerca de ganar al Zaragoza en los dos partidos como de hacerlo ante el Eibar.

Pero, como decía arriba, el fútbol es un estado de ánimo. Y mucho más en el caso de la Real (si alguien no lo tenía claro, estos dos años en Segunda habrán disipado todas las dudas). Por eso, el partido del sábado ante el Tenerife es una auténtica final que hay que ganar. Si se logran los tres puntos, se disparará otra vez la euforia y no importará que Rayo y Xerez mantengan su distancia con respecto a la Real. Si no se gana, casi todo el mundo enterrará a la Real. Yo no hago cuentas, yo simplemente tengo sueños. Y mi sueño ahora es ganar al Tenerife. Si se le gana a uno de los equipos más en forma de la categoría, pensaré que de Huesca hay que volver con otros tres puntos. Y si se hace, ganar en Anoeta al Celta será una obligación. Y si se logra, ¿cómo no vamos a vencer en casa del Alicante? Y así llegaríamos al partido en casa ante el Albacete con la posibilidad de lograr las cinco victorias consecutivas que se escaparon ante el Nastic. Y entonces seguro que todavía hay quien cree que el ascenso no es posible. Pero yo creeré hasta el final. Hasta que la distancia con respecto al tercero sea mayor que el número de puntos que queden en juego o hasta que la Real confirme que ha logrado el objetivo. No hay otra. Pero el sábado hay una final.

sábado, abril 11, 2009

EIBAR 1 - REAL SOCIEDAD 1 Tan inexplicable como previsible

Rizando el rizo, la Real hace cada vez más difícil evaluar sus partidos. Que es mejor que el Eibar lo sabemos todos. Pero durante buena parte de la segunda mitad, el equipo txuri urdin se ha empeñado en demostrar que no lo es y ha vivido asediada en su área. Hasta que ha empatado el conjunto eibarrés y la Real se ha quedado con diez. Porque entonces, y sólo entonces, los de Lillo se han puesto manos a la obra para demostrar que eran los mejores sobre el campo, por mucho que fueran uno menos. Y en el descuento, en apenas cuatro minutos, la Real ha tenido tres llegadas de gol, dos de las cuales han sido clarísimas ocasiones. Esa era la Real que tenía que haber jugado todo el partido pero no lo ha hecho. No es una cuestión física porque hemos terminado mejor incluso con uno menos. Y aunque el empate suponga un jarro de agua fría, no deja de ser menos cierto que los puestos de ascenso están hoy un punto más cerca. ¿Inexplicable o previsible? Un poco de las dos cosas.

Lo que ha hecho hoy la Real en Ipurúa se puede entender casi como un suicidio. Cuánto le cuesta a este equipo mantener las ventajas tempraneras. En el minuto 8, Aranburu puso por delante el conjunto txuri urdin tras una buena dejada de Abreu. La Real dominaba, pero con el gol se acabó el fútbol y comenzó la batalla. El Eibar decidió meter toda la fuerza que tenía en el partido. Y ahí comenzó el suicidio. Primero porque la Real no ha tenido el balón y ha dejado que un equipo como el Eibar, sin argumentos futbolísticos, se creciera. No acabar el partido con el segundo gol espoleó a los locales. Y el gol llegó. Lillo, que tardó bastante en realizar los cambios (y ni siquiera los agotó, lo que hubiera venido bien aunque sólo fuera para frenar el ímpetu local), explicó que eso se produjo justo cuando cambió el sistema y recuperó la defensa de cuatro. Probablemente daba igual y el gol llegó porque tenía que llegar. Cuando uno se suicida, acaba irremediablemente muerto. Y el empate mató a la Real.

Pero como lo inexplicable marca esta temporada, a esa muerte le siguió la resurrección. Cual Ave Fénix, la Real sacó carácter (y el técnico también lo puso sobre el campo metiendo a un Necati que necesita ya marcar pero aporta más que eso) y acabó el partido en el área rival, a pesar de tener un jugador menos. ¿Inexplicable? No, esto es previsible. La Real es mejor que el Eibar y que la amplia mayoría de los equipos de Segunda División, incluso en inferioridad, pero no lo demuestra tantas veces como sería deseable. Hoy el 0-1 ha sido un botín goloso para el equipo, que coincidiendo con el empuje eibarrés parece que ha optado por parapetarse atrás para mantener el resultado antes que buscar el 0-2. Ni un solo contraataque decente en toda la segunda parte, una asignatura que sigue pendiente desde el principio de la temporada. ¿Se puede entender esto? No. Y como el empate no se ha movido, eso enfada. Porque todos sabemos que la Real es mejor que lo que muestra. Y se agotan las oportunidades de que lo veamos.

Para aumentar lo inexplicable, tres debates han encontrado nuevos argumentos hoy. En primer lugar, el de la defensa de tres. No ha funcionado porque la superioridad en el centro del campo no ha producido efecto de control alguno, a pesar de contar con Diego Rivas, Markel Bergara y Aranburu en esa franja. Echo de menos las subidas de Carlos Martínez y Castillo y puede que Abreu también. En segundo lugar, sobre el capitán. Aranburu, además del gol, ha realizado hoy un partido bastante completo, sobre todo en la primera parte. Es un jugador muy necesario para esta Real y así debiéramos entenderlo. Y en tercer lugar, el ataque. Marcos y Xabi Prieto son los jugadores de más talento pero a veces demasiado intermitentes. Hoy no han aparecido. Abreu es el que es y no vamos a cambiar su forma de jugar, pero los ocho minutos que han coincidido sobre el campo Necati y el uruguayo han sido los mejores. En ocho minutos, en apenas ocho minutos, tres ocasiones clarísimas y una cuarta anulada por fuera de juego. Quizá la Real tenga que empezar a ser el equipo que se espera, el grande de la categoría y el que tiene que subir a Primera.

Y llegamos al árbitro. El penalti de Mikel González que ha pitado es clarísimo. No hay discusión alguna. Pero hay más. Ha habido otras dos infracciones dentro del área realista que el colegiado no señaló. Y lo digo con absoluta claridad porque así hay que decirlo, cuando beneficia y cuando perjudica. Sin aspavientos y sin esconderme. Desde el lado txuri urdin se podrá argumentar que en la primera parte el Eibar se ha mostrado con excesiva dureza (lo cual es lógico dada la situación del equipo azulgrana en la tabla, pero, al mismo tiempo, no deja de ser sorprendente teniendo en cuenta lo que la dureza dejó en el partido de Anoeta...), que es increíble que fuera la Real el equipo que al final se quedara con diez (aunque fueran justas las tarjetas) y que Abreu ha podido sufrir más de un agarrón en el área eibarresa. Eso, probablemente, sea consecuencia del nefasto nivel arbitral. Pero lo que hay, lo que se sabe y lo que se ha visto es que dos penaltis cometidos por la Real se quedaron sin pitar. En el caos arbitral, hoy fuimos afortunados. Y aquí entra otra reflexión. La semana pasada también salimos beneficiados con el penalti que falló Abreu. Y no hemos ganado ninguno de esos dos partidos. Los demás aprovechan los errores arbitrales y nosotros no. Malo.

Y para terminar con lo inexplicable de este partido, con un resultado decepcionante y habiendo perdido dos puntos, es paradójico que la Real haya recortado un punto al tercer clasificado. Hoy el Xerez se ha escapado a diez puntos y mañana el Salamanca podría adelantar al conjunto txuri urdin, pero el empate del Zaragoza y la derrota del Hércules ante el líder hacen que el ascenso esté ahora más cerca que ayer. Lejos todavía, pero algo más cerca. ¿Inexplicable? ¿Previsible? Ya no lo sé. Mañana el Tenerife recibe al Levante y el Rayo visita al Huesca. Pase lo que pase en esos dos partidos, y teniendo en cuenta que quedan diez jornadas, la próxima es determinante en la lucha por volver a Primera División. El Real Sociedad - Tenerife del próximo sábado es EL partido de la temporada. Lloremos un minuto por los dos puntos que se nos han ido hoy, en una jornada muy propicia para recortar distancias, y a pensar en el Tenerife. Ese es el día. Que Anoeta, la Real, los jugadores, Lillo y los aficionados lo sientan así. Y que lo sufra el equipo canario.

viernes, abril 10, 2009

PREVIA Eibar - Real Sociedad. El partido de los tópicos

La Real juega el partido de los tópicos (sábado, 18.30 horas, Ipurúa, ETB-1; fuera de Euskadi seguimos sin ver a la Real por televisión sin haber escuchado todavía una explicación coherente ni saber si alguien ha trabajado por estos realistas, muchos, que no vivimos allí y que estamos obligados a penar aún más que el resto). Es un derbi, menor pero debir. Es un partido de angustias, puesto que la Real necesita ganar para soñar y el Eibar para no morir. Es Ipurúa, y ese campo está repleto de tópicos por sí solo. Es un partido en el que la Real tiene poco que ganar y mucho que perder. Y, para colmo, recuerda mucho a Vitoria, por las urgencias de ambos contendientes y la diferencia entre uno y otro equipo. Pero los tópicos sólo sirven antes de los partidos. Después sólo quedarán tres puntos con los que seguir optando al ascenso o las lágrimas por haberlos perdido y que el ascenso se vaya un poco más.

Para ganar en Eibar, Lillo cuenta con los mismos hombres que la semana pasada a excepción del lesionado Sergio, que se une a las bajas ya conocidas de Elustondo y Díaz de Cerio. Estrada vuelve a la convocatoria y el único jugador descartado, por enésima semana en esta temporada, es Dramé. Si la convocatoria era totalmente previsible, todo lo contrario se puede decir de los planes de Lillo para los 90 minutos reglamentarios. Durante la semana se ha especulado mucho con el sistema que escogerá el técnico para este partido, teniendo en cuenta los condicionantes propios de jugar en Ipurúa y, además, la baja de Sergio, uno de los jugadores que habían participado decisivamente para que la Real encadenara cuatro victorias consecutivas.

En la portería, y a pesar de los dos partidazos de Zubikarai ante Castellón y Nastic, lo normal es que Bravo vuelva a jugar. De optar por defensa de tres, lo más probable es que Castillo entre por Mikel González y sume a las posibilidades ofensivas de la Real sus subidas por la banda y su golpeo a balón parado. Con tres atrás, es más probable que el pivote sea Diego Rivas y no Markel. Aranburu es fijo en el centro del campo, y en este esquema probablemente también lo sería Gerardo. El puesto restante en el centro del campo de este dibujo sería para Moha, mientras que arriba jugarían Xabi Prieto, Marcos y Abreu. En caso de jugar con cuatro atrás, Castillo y Gerardo o Carlos Martínez ocuparían los laterales y la duda sería el carácter ofensivo que Lillo quiera dar el equipo de salida. Así, Markel podría acompañar a Rivas y Prieto jugar por el centro, o bien Agirretxe actuar de enganche con el ataque.

Mucho que perder y poco que ganar. No hay más que mirar a la clasificación para darse cuenta de ello. Aunque logre la victoria, la Real no adelantará a ningún equipo en la tabla, puesto que el más cercano, el Zaragoza, está cuatro puntos por encima. Si pierde, podrían pasarle tanto Salamanca como Levante. El equipo txuri urdin inicia la jornada en sexta posición, a siete puntos de Hércules y Tenerife, segundo y tercer clasificados, y a ocho del líder, el Xerez. De ganar, el ascenso podría colocarse a cuatro puntos ya que los implicados en la lucha por el ascenso tienen partidos complicados. El primer clasificado recibe al Hércules, el Tenerife hace lo propio con el Levante (dos puntos por detrás de la Real, apura sus últimas opciones de meterse arriba), mientras que el Zaragoza visita Castellón y el Rayo viaja a Huesca. De los seis de arriba, el único que juega con un equipo de la zona baja de la tabla es la Real. Eso convierte esta jornada en una de las más propicias para recortar diferencias.

La Historia juega a favor de la Real, ya que cuenta por victorias sus visitas a Ipurúa. No han sido muchas, apenas dos, una en Liga y otra en Copa, pero siempre ganó el conjunto donostiarra. La primera visita fue la copera de la temporada 86-87 y se saldó con 0-2. La segunda fue la pasada temporada y se convirtió en la primera victoria de la Real en la categoría de plata tras el descenso de hace dos temporadas. Un solitario gol de Gerardo desde el punto de penalti (clara infracción cometida sobre Vaughan) dio los tres puntos a la Real en un partido tenso y muy disputado, fiel al tópico. Pino Zamorano fue muy protestado por la grada, que no llegó al lleno por los excesivos precios fijados por la directiva eibarresa. Uno de los penaltis que pidieron sí fue claro, aquel día la Real sí resultó beneficiada, algo raro en este tránsito por la Segunda División. El mejor realista fue Riesgo, que hizo algunas intervenciones de muchísimo mérito para salvar los tres puntos.

Si Ipurúa es terreno abonado para la Real, todo lo contrario sucede con los encuentros jugados en Anoeta contra el Eibar. Dos visitas, dos empates, mucha polémica, bastantes decisiones en contra de la Real y, sobre todo, consecuencias gravísimas para el club realista. El partido de la primera vuelta fue fiel reflejo de todo esto, más incluso que el de la temporada pasada. Tras una primera parte disputada y sin apenas ocasiones, y ya mediada la segunda, Díaz de Cerio corrió a pescar una mala cesión de un defensa al portero Zigor. Éste golpeó, pero el balón ya lo había tocado Iñigo y se llevó por delante la pierna del nueve realista. El árbitro, González González, no sólo no pitó falta, sino que no detuvo el partido. Al final, y tras la enésima provocación del árbitro (roja directa por nada a Carlos Martínez, que estaba en el banquillo) un aficionado lanzó una botella que impactó contra la cabeza de Lillo. El árbitro, sin comnunicarlo a nadie, suspendió el partido y se marchó del césped. Aquel día, el marcador señaló 0-0, pero hubo una clara derrota. Perdió el fútbol.

lunes, abril 06, 2009

Celebraciones, camisetas, porteros y delanteros

Los prolegómenos del Real - Nastic fueron lo más bonito de la tarde del sábado. Estaban convocados los cien socios más antiguos del club para recibir un homenaje en el centro del campo de Anoeta y asistieron muchos. Desde que entraron por la pista de atletismo del estadio, fueron recibiendo el aplauso de quienes estábamos en la grada. Un aplauso merecidísimo. Tener esa fidelidad a un equipo como éste, que tantos avatares ha vivido, que tantos disgustos nos ha dado especialmente en los últimos años, es digno de elogio y de reconocimiento. Igualmente bonito fue comprobar que hay muchos voluntarios dispuestos a echar una mano al club en unos momentos tan bonitos por un lado como difíciles por otro. Es un gesto sencillo, sí, pero ellos lo han protagonizado y por eso también merecen nuestro agradecimiento.

Ellos, los socios más veteranos y los voluntarios, y también los críos que semana tras semana salen a hacerse la foto con su Real, merecen ser protagonistas del centenario del club. Y no debieran ser los únicos. Somos muchos los que partido a partido construimos la Historia de la Real. No hay dinero para grandes fastos, pero actos como éste no cuestan nada. Y el Consejo de Aperribay no debiera perder de vista que son precisamente éstos los que más gustan al realista. Y aunque no le guste oírlo porque seguro que a más de uno le recuerda a la etapa de Badiola, los homenajes antes de los partidos debieran mantenerse en lo que queda temporada. No son tantos los partidos que restan en Anoeta y sí muchos los realistas que merecen el calor y el aplauso de la grada. ¿Nos hemos olvidado de que Kovacevic todavía espera un recuerdo del que fue su club durante tantos años? Ésta es una gran oportunidad de compensar lo mal que salió de la Real.

El debate sobre la etapa de Badiola nos lo vuelve a traer la camiseta. La verde y amarilla, claro. La semana pasada hubo quien quiso emponzoñar un poquito más la etapa más reciente de la vida institucional del club asegurando que la camiseta suplente que se creó para jugar en Castellón no fue bien recibida. A mí no me gusta y lo he dicho desde que la vi por primera vez, pero por Anoeta se ve con mucha facilidad, más que cualquier otra camiseta suplente que haya vestido la Real en los últimos años. Pero yo no voy a proclamar por eso que sí, que la gente adora esa camiseta, porque yo no voy a sentar cátedra con la misma facilidad que lo hacen algunos. Una ligereza de palabra tan triste no se vivía antes en la Real. ¿Por qué ahora sí? Si no recuperamos los valores que han hecho de éste un equipo muy especial, de nada servirán los recuerdos ni los homenajes. Queremos la Real de siempre. En Primera o en Segunda, pero la Real.
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Y hablando de camisetas, sabido es que la semana pasada se eligió la que vestirá el equipo la próxima temporada, la que conmemorará el centenario. En una breve visita a la nueva tienda del club, tres personas preguntaron por ella. Y la respuesta fue la que ya hemos leído: no se podrá comprar hasta el mes de julio. Tengo la sensación de que la demora le está costando dinero al club, porque somos muchos los que tenemos muchas ganas de comprarla ya. Y si es ahora (y hasta septiembre) cuando estamos celebrando el centenario, lo suyo sería poder vestirla ya. No creo que nadie en concreto tenga la culpa de esta situación, pero las causas seguramente hay que buscarlas en todo lo que se ha generado en torno a la Real en el último año. Quienes estaban antes en el club no pudieron trabajar tanto en el centenario como seguro les hubiera gustado. Quienes han entrado hace no tanto saben que, en el fondo, tienen cosas en el fondo más trascendentes en las que trabajar. Y así nos va.

Pero la Real siempre será la Real y si alguien se ha convertido en prueba viviente de ello es Zubikarai. Un debut tardío en el primer equipo, un claro carácter de suplente de Bravo y el desconocimiento que de él tenía el realista medio no han impedido que se haya convertido ya en la sorpresa más agradable de la temporada. Para mí es siempre una grandísima satisfacción ver que la cantera sigue dando jugadores de categoría, y mucho más si son guardametas. Que a nadie se le olvide que la portería ha sido siempre seña de identidad de este club. Y la categoría de Zubikarai es todavía más grande viendo las lesiones que ha superado y la humildad que derrocha por los cuatro costados.
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Después del partidazo que hizo el sábado, asumía sin problemas que en Eibar jugará Bravo y proclamó que él iba a ayudar en lo que fuera, hasta llevando cafés si hacía falta. Uno no puede dejar de pensar que él y gente como él son los que han hecho grande a la Real. Eñaut ya tiene un sitio en nuestro corazón txuri urdin para siempre porque estamos orgullosos de él. No es fácil que la tradicionalmente fría grada de Anoeta despida a un jugador con una ovación, y más si la situación de la Real no lo merece o la alegría no está desbordada. El sábado se la dedicó a Zubikarai después de un empate a cero que dejó al personal bastante frío. Y eso hacía mucho tiempo que no se veía en Anoeta. Las ganas de celebrar algo, lo más mínimo, lleva a veces a aplaudir cualquier cosa. Pero lo de Zubikarai no es cualquier cosa. Se merece el aplauso. Con creces. No será el último que escuche en Anoeta.
Y, sí, la Real es de Primera aunque la clasificación y sus números atacantes digan lo contrario. El Nastic nos despertó del sueño de las últimas semanas (nueve goles en cuatro partidos) y nos recordó que esta Real tiene un serio problema anotador. Iñigo Díaz de Cerio, máximo goleador de la temporada pasada (y, ojo, también de ésta hasta hace tres partidos), llegó a Anoeta para ver el partido junto a su familia y visiblemente mejorado de su lesión de rodilla. Entre quienes se acercaron a saludarle había una chica con la camiseta de Skoubo, así de paradójica es esta Real. Pero, claro, ¿de qué otro modo podría ser si el delantero extranjero llamado a ser titular todavía no ha marcado un sol gol? Necati, eso sí, cuenta con el fervor de la grada, eso es indubable. Anoeta protestó cuando Lillo le dejó sin jugar un solo minuto y a la salida del estadio todo el mundo quería hacerse una foto con él. Contar esto fuera de San Sebastián causa cierto asombro.
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Este fin de semana me contaban que en un lugar de trabajo se formalizó una apuesta a comienzos de temporada, cuando Necati llegó a la Real. Al turco se le recibió con mucha ilusión y lo que se pensaba entonces es que llegaría a cifras que le situaran junto a Darko, Nihat, Kodro o Aldridge, y no peleando por superar los registros goleadores de Herrera o Bonilla. Pero en ese lugar de trabajo, y a pesar de que Necati venía con grandes cifras de goleador, una persona proclamó que no llegaría a cinco goles en toda la temporada. Y todo el mundo, claro, le aceptó la apuesta. Ese tipo está a punto de hacerse de oro. ¿Cinco goles de aquí a final de temporada? La cosa pinta mal, sin duda. Pero si sólo marcara uno y sirviera para volver a Primera...

REAL SOCIEDAD 0 - NASTIC 0 Anoeta exige valentía y categoría

Paso atrás de la Real en su lucha por alcanzar los puestos que dan el acceso a la Primera División. Tras cuatro victorias consecutivas, y teniendo en cuenta que el quinto partido era en Anoeta, había cierta unanimidad previa en que se iba a prolongar la racha. Pero, como casi siempre, nos olvidamos de que enfrente hay un rival. Y esta vez el rival fue mejor que la Real y pudo ganar. Quizá se pueda decir que debió ganar. Por ello, la mejor conclusión que puede dejar este partido es que, siendo inferior al Nastic durante muchos minutos del encuentro, el equipo no perdió. Para subir a Primera es importante ganar con autoridad cuando se puede y no perder todos los puntos en disputa cuando la victoria se queda lejos. Eso sí, quizá convendría atender a la lección que dejó el público. Anoeta exigió valentía y de eso faltó algo en el partido del sábado. Y también exigió categoría, algo que tenemos pero que no mostramos tanto como debiéramos. Por eso estamos lejos del asceno.

Lillo retomó su esquema de tres defensas con Gerardo jugando un doble papel en el centro del campo y en el lateral derecho. Aplaudo las maniobras del técnico, que dan al equipo una riqueza que no ha tenido con otros entrenadores, pero este esquema no acaba de dar sus frutos. Si el objetivo es tener superioridad en el centro del campo, el Nastic demostró que no se logra este propósito. La Real dejó de ganar este partido en esta franja del campo. Markel no da el salto de calidad que se esperaba de él y sus balones sólo tienen dos destinatarios: la defensa o Aranburu. Es decir, hacia atrás o en horizontal, nada de verticalidad. A su lado, el capitán acumula varios partidos de bajo nivel, a pesar de algún gol decisivo que ha anotado. Lo malo es que en el banquillo no parece haber muchas soluciones para este mal que arrastra la Real desde que Elustondo cayó lesionado. Rivas no puede ser un catalizador de juego y sólo quedaría la opción de retrasar a Sergio, quien, además, cayó lesionado. No es probable que se haga a estas alturas de la temporada, pero quizá la respuesta podría haber estado en el Sanse.

Ya no es noticia que la Real llegue con el 0-0 al descanso en Anoeta, pues es el resultado más repetido de largo en esta temporada. Lo que sí es noticia es que ese 0-0 se produjera tras fallar la Real un penalti . Abreu, como en Las Palmas, cogió la responsabilidad, y falló porque el lanzamiento fue bastante malo, muy centrado y a medio altura, ideal para el portero visitante. El penalti, por cierto, no me pareció sancionable en ningún caso, y lo digo con la misma rotundidad como he denunciado el expolio de puntos que ha sufrido la Real a lo largo de esta temporada. En Tarragona están que trinan con Hevia Obras y, penalti al margen, tampoco me pareció para tanto. No sé qué arbitrajes habrá tenido el Nastic a lo largo de la temporada, pero si vieran algún que otro vídeo de la Real verán que lo suyo no ha sido nada tan exagerado.
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Para cuando Abreu (muy desaparecido y, sobre todo, muy abandonado a su suerte; Xabi Prieto estuvo muy activo pero desafortunado y Marcos acabó perdido en presionar y no pudo jugar con el balón) falló desde los once metros, la Real ya había provocado alguna que otra ocasión de peligro, sobre todo por parte de Aranburu y con una falta de Sergio que tocó el larguero por fuera. Pero con un problema fundamental: ninguno de los lanzamientos realistas iba entre los tres palos. La Real no probó nunca al meta visitante, más que en el penalti. Y aunque se fuercen situaciones de gol, es esencial que vayan dentro. A veces los porteros fallan, a veces los rebotes exiten. Pero si los tiros van fuera, la tarea es mucho más complicada. En la segunda parte tampoco se probó al portero visitante y la única ocasión reseñable la tuvo Mikel González. Con defensa de tres y con el Nastic muy replegado atrás, la decisión con la que subió el central realista fue una variante más que interesante y que convendría probar más a menudo.

Los segundos 45 minutos dejaron un protagonista claro en el partido: Zubikarai. Todo hubiera sido distinto de meter Abreu el penalti, tal y como dijo Lillo, pero se ajusta mucho a la realidad decir que el portero realista salvó un punto. Hizo cuatro paradas antológicas, una de ellas en una doble intervención a disparo del ex realista Víctor. Ese lanzamiento, tras el despeje de Zubikarai, acabó rebotando en el palo, como también se estrelló ahí una falta botada por Campano. Los contraataques del Nastic, que en la primera mitad habían provocado situaciones de peligro (como un uno contra uno que Ansotegi, gran partido el suyo, ralentizó a las mil maravillas para que Markel robara el balón viniendo desde atrás) pero ninguna ocasión clara de gol, se tornaron en momentos de gran apuro para la meta realista. Y respondió Zubikarai como lo ha hecho durante toda la temporada cuando le ha tocado suplir a Bravo. Anoeta le reconoció su categoría ovacionándole al final, algo que hacía tiempo que no se veía en el estadio realista. Quizá algunos otros jugadores debieran tomar esa ovación y la actitud de Zubikarai como un toque de atención. Eso es lo que le gusta a Anoeta.
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Lo que no le gusta a Anoeta es que falte valentía en un partido de su equipo. Y el sábado algo sí faltó. Los tres cambios que tuvo que hacer Lillo encontraron su origen en una lesión, siendo la más grave la de Sergio. Entró un Agirretxe que no encontró el balón. Con el Nastic apretando, Lillo sacó del campo a Gerardo para introducir a Castillo y recuperar el esquema de cuatro defensas. No dio resultado alguno. Y el último cambio fue el que menos gustó en Anoeta. Con el 0-0, queriendo la quinta victoria consecutiva y animando sin cesar a Necati desde que el turco salió a calentar en el descanso, el técnico relevó a Markel Bergara por Diego Rivas. Anoeta pensó que era el momento de arriesgar y a Lillo pareció no vernirle mal el punto. Cierto es que el cambio fue por lesión. Cierto que no había más jugadores de centro del campo en el banquillo. Pero también es cierto que Anoeta quería ver a sus tres delanteros en el campo. ¿Se habría ganado? A lo mejor no, eso no deja de ser ciencia ficción. Pero Anoeta quiere valentía. La que tampoco acabaron de tener los jugadores del centro del campo durante este partido y algunos otros de la temporada.

¿Y ahora qué? Pues ahora los más agoreros y pesimistas tienen un semana por delante para ver confirmadas sus teorías. La Real está ahora mismo a siete puntos del ascenso y ha visto como esta jornada han ganado tres de los cinco equipos que persigue y los dos que empataron fueron Rayo y Tenerife, que jugaron entre sí. Pero el liderato se mantiene a ocho puntos, cuando el año pasado era ya una distancia insalvable para los tres perseguidores del Numancia. ¿Se ha perdido algo con este empate? No. Quedan once jornadas. Las mismas que faltaban el año pasado cuando Lillo cogió el equipo. Entonces estábamos más cerca aunque con menos puntos. Pero este año hay más equipos metidos en la pelea, más duelos directos y más conjuntos que pueden caer. ¿Que está difícil? Sin duda. ¿Que se puede conseguir? Por supuesto. A ver quien no firma tener la semana que viene una racha de cinco victorias y un empate. Quedan once jornadas, once luchas y el objetivo de ser felices el 21 de junio.

viernes, abril 03, 2009

PREVIA Real Sociedad - Nastic. A por la quinta para aumentar la ilusión

A por la quinta victoria consecutiva (sábado, 18.30 horas, Anoeta; ETB-1). La Real busca ese registro que no logra desde la temporada en la que disputó la Champions League (2003-2004) y, de paso, confirmar la ilusión por el ascenso que se ha disparado después de lograr el cuatro triunfo de esta racha. Ni Lillo ni el equipo quieren que se dispare la euforia, pero saben que lograr los tres puntos ante el Nastic en Anoeta supondrá un espaldarazo, quizá definitivo, para meter a la Real en la pelea por los puestos de ascenso. Ahora parecen seis los aspirantes y quizá sea alguno más todavía, pero lo que es indudable es que el objetivo está ahí, al alcance, a pesar de que hace un mes, sólo un mes, algunos enterraron al conjunto txuri urdin. La solvencia defensiva y la pegada ofensiva de las últimas jornadas se encuentran con el mayor en Anoeta desde la visita del Hércules. El Nastic será una buena medida para las posibilidades de la Real.

A pesar de haber disputado dos partidos internacionales esta última semana, lo que les impidió jugar en Castellón, Bravo y Abreu han entrado en la convocatoria. Sin embargo, habrá que esperar a los minutos previos al partido para saber si entran en el once inicial. No sería la primera vez que el meta chileno se pierde también el encuentro posterior a su regreso a San Sebastián y, además, está el seguro de contar con un Zubikarai que siempre ha respondido con plenas garantías ante la ausencia del guardameta titular. En el ataque, si Abreu no fuera de la partida, lo normal sería que Agirretxe se mantuviera en el once. El canterano marcó un gol de crack la pasada jornada y sigue demostrando jornada a jornada que el futuro de la delantera de la Real pasa por él.

Como todas las semanas, es difícil saber qué planes tiene Lillo (que cumple una temporada completa en el banquillo, 42 partidos) para afrontar el duelo ante el Nastic. Parece seguro que esta vez habrá delantero, sea Abreu o Agirretxe (Necati, que no jugó ni un minuto la semana pasada, parece contar con menos opciones, pero el fervor que le demostró Anoeta en su último partido le convierte en una baza interesante para la segunda mitad), y que los que jugarán por detrás serán tres de los jugadores más en forma del equipo: Xabi Prieto, Marcos y Sergio. Aranburu es fijo y junto a él se disputan uno o dos puestos Markel, Diego Rivas y Gerardo. Éste tendría sitio en el centro del campo si el técnico opta por regresar a la defensa de tres que ya ha usado con cierta asiduidad en esta racha de cuatro victorias consecutivas. Eso dejaría a los tres centrales y a Castillo luchando por los tres puestos de atrás. Carlos Martínez, a pesar de su buen partido en Castellón, con asistencia incluída, iría al banquilo de usarse este esquema. Dramé y Estrada son los jugadores que se quedan fuera de la lista.

A cinco puntos de la tercera posición, la Real vuelve a vivir una de esas jornadas peligrosas en las que parece tener más que peder que algo por ganar. Los tres puntos no meterán al equipo en los puestos de ascenso pero no sumarlos podría alejar de nuevo esas plazas y afectar a la volátil ilusión de los aficionados realistas. El equipo txuri urdin sólo tiene ahora mismo a tiro al Zaragoza, tres puntos por encima. Los maños reciben en La Romareda al Girona. El Rayo-Tenerife que se jugará a la misma hora que el partido de la Real permitirá remontar puntos al menos a uno de los dos equipos. Ya el domingo, el Hércules recibirá al colista Sevilla Atlético, y el Xerez visitará al Murcia. No parece una jornada demasiado propicia para que pinche ningún de los dos, sobre todo los alicantinos, pero esta Segunda División tiene una inagotable capacidad de sorpresa. Lillo no quiere hacer cuentas y me parece sensato. Pero la clasificación manda y son datos necesarios. Aunque sabe que lo más importante sucede en Anoeta, el aficionado sí tiene la mirada puesta en estos campos.

Los precedentes son muy buenos para la Real, puesto que el Nastic jamás ha ganado en San Sebastián. De los seis partidos que se han jugado con anterioridad, el conjunto txuri urdin ha vencido en cinco y ha empatado sólo uno. Fue en Segunda y, precisamente, la temporada pasada. Fue el tercer partido de Lillo como entrenador y el equipo no dio muchos motivos para pensar que se podía ganar el partido. La actuación realista fue muy discreta ante un rival ya alejado de las posibilidad de ascender y que tampoco dio síntomas de peligro. Lillo no parecía tener cogida la tecla del equipo a pesar de que sumaba una victoria y dos empates. La Real se quedó tras este punto a dos del tercer clasificado, el Sporting, a falta de ocho jornadas para el final de la Liga. Curiosamente, y a pesar de que la distancia era menor que ahora, aquel fue un día de decepción y ahora mismo, a cinco del ascenso, vivimos momentos de ilusión. Así es el fútbol.

Los otros dos partidos que han jugado Real Sociedad y Nastic en Segunda División se saldaron con victoria realista, la más rotunda de ellas el 5-0 de la temporada 45-46, con goles de Pérez, Unamuno, Pedrín, Ontoria y Vázquez. Aquel año la Real no consiguió subir a Primera. En la máxima categoría estos enfrentamientos se cuentan por victorias de color txuri urdin. La última de ellas fue en la campaña del ascenso y supuso el primer triunfo de la Real en la temporada, agónico pero triunfo al fin y al cabo. Y eso que era ya la jormada 15. Real y Nastic bajaron de la mano. Los catalanes, de hecho, fueron los únicos que quedaron por detrás del conjunto dosnotiarra en la clasificación.

En la primera vuelta, la Real consiguió los tres puntos en el descuento gracias un gol de Iñigo Díaz de Cerio. Fue un partido extraño. Moha adelantó a la Real con su primer gol de txuri urdin en una buena primera parte de los de Lillo. Pero como tantas veces le pasó al equipo en esta temporada, el segundo gol no llegó y el partido se quedó abierto. El Nastic salió con mucha fuerza en la segunda parte y tuvo ocasiones para empatar. El árbitro colaboró en el dominio tarraconense con infinidad de faltas al borde del área de Bravo. En una de ellas, inexistente por cierto, llegó el gol de Moisés. Y cuando nadie esperaba ya cambios en el marcador, Iñigo enganchó un perfecto disparo desde la frontal que dio los tres puntos. Fue la primera victoria de la temporada fuera de casa, el último gol de Iñigo antes de su lesión y el único partido de Liga que ha jugado Dramé.

miércoles, abril 01, 2009

La camiseta del centenario, la camiseta de la Real

Ya tenemos camiseta para el centenario. No es la que más me gustaba, pero ya es la mía también. Yo apostaba por la más clásica, porque sigo convencido de que lo más grande de la Real está en su Historia, pero basar el diseño de la camiseta en el logotipo del centenario tampoco me parece una mala idea. La que no me gustaba nada era la tercera en liza (y segunda en las votaciones), porque no me parecía de la Real. Una sola raya central me recuerda más a otros equipos, al Alavés o al Espanyol, pero no me decía mucho sobre mi equipo. Aunque hubiera ganado esa, sería la mía. Porque es la camiseta del centenario y, por muy mala que pueda ser la situación de la Real, eso me ilusiona. Debiera ilusionarnos a todos.

Hablando de camisetas, es momento otra vez de hablar de la camiseta verde y amarilla. Tampoco relaciono demasiado a la Real con ella, pero, eso sí, ese diseño tiene raíces históricas en las que apoyarse (y por eso, sin gustarme demasiado, la he aceptado). Esa camiseta también tiene ya los días contados y, sin que se haya producido anuncio oficial alguno, es más que probable que no se use el año que viene. Dicen que en la egunda equipación para la próxima temporada predominará de nuevo el rojo, color que no se utiliza desde la temporada 2003-2004. No es que tampoco me apasione, pero el color me trae grandísimos recuerdos, puesto que es el color que se usó cuando la Real estuvo a punto de alcanzar la gloria por última vez con ese merecido tercer título liguero que se perdió en el limbo de los sueños.

Lo que no acabo de entender es que todavía haya gente que no es consciente de que la camiseta de la Real tiene que ser la de todos, nos guste más o menos su diseño. Hay quien sigue viendo la camiseta verde y amarilla como la de Badiola y la del centenario como la de cualquier otro que no sea Badiola. Ni siquiera acompañando al caballo ganador parece haber tranquilidad en algunos sectores periodísticos. Para saber si la camiseta verde y amarilla ha sido "mal aceptada desde su aparición" no hay mejor termómetro que las ventas de esa equipación. ¿Cuántos aficionados realistas la tienen y cuántos han comprado la otra camiseta de reserva que tenemos en el último año? Ese es el único dato que puede respaldar esa afirmación. Lo demás no es otra cosa que un mensaje interesado de quien quiere erigirse en portavoz de todos los realistas sin saber lo que pensamos.