martes, junio 30, 2009

Formas de despedirse

La Real Sociedad 2008-2009 pasa hoy a la Historia. Hoy se acaba oficialmente la temporada, hoy finaliza el contrato de muchos integrantes de la plantilla y hoy comienza el futuro, la Real 2009-2010, la que debe asumir el reto, por tercera temporada consecutiva, de volver a la Primera División. Y con el fin de la temporada, afrontamos una nueva remodelación inmensa de la plantilla. Desde que el equipo dio con sus huesos en la categoría de plata, los grandes cambios han estado a la orden del día, y este verano no va a ser una excepción. Con seguridad, dejan el equipo ocho jugadores y podría irse alguno más. Lo dije hace tiempo y lo repito ahora, a mí no me preocupa que a día de hoy la Real tenga sólo 16 jugadores. Cuando empiece la temporada, tendrá los 22 que ha puesto como mínimo Martín Lasarte, aunque haya que recurrir a más chavales del filial. Pero sí me llama la atención la forma en que algunos se van. Siempre ha habido clases.

Si alguien merece abrir esta entrada y ser el primero en recibir mis elogios, ese es Juanma Lillo. "Estoy muy orgulloso de haber pertenecido a la historia de la Real, pero me da mucha pena no haber pasado a la historia de la Real, desde la perspectiva del ascenso", dijo el técnico en su última rueda de prensa en Zubieta. Lo dijo y lo siente, a diferencia de otros técnicos que han pasado por la Real como, sin ir más lejos, Miguel Ángel Lotina, quien se despidió con lágrimas en los ojos pero con un contrato ya firmado con el Depor y sin echar nunca la mirada atrás a ver cómo nos iba. Por descontado, ser realista (de la Real) no te hace mejor entrenador ni garantiza resultados, pero sí es algo que gusta ver de vez en cuando en un club de honda tradición y sentimentalismo como el nuestro. Y más en tiempos oscuros, cuando parece que demasiada gente se mueve por interés propio y no por el bien del equipo que tendría que unirnos a todos. Lillo no quiere jugar contra la Real el año que viene. Yo tampoco quiero jugar contra él. Y la razón es la misma.

Sin haberse ido todavía (y quién sabe a estas alturas si se marchará), es también obligado hablar de Bravo. "Ojalá salga lo que sea lo mejor para la Real, porque también se lo merece. Espero que sea bueno para ambas partes. No quiero ser egoísta, que nos beneficie a los dos y, si no, me quedo tan bien como he estado siempre. Quiero ayudar porque las cosas no están bien en el plano económico", afirmó antes de que acabara la temporada y cuando su nombre se vinculó a equipos como el Real Madrid. Pocas veces veremos a alguien tan profesional (y a la vez tan buen futbolista) como Claudio Bravo. Encajó su suplencia en Segunda, siendo un portero internacional, como nunca habríamos imaginado. Y cuando tuvo que jugar nos demostró que tiene muchísimo nivel sin ponerse por encima de nadie. Por eso ha encajado tan bien en la Real siendo como es un portero extranjero. En ocasiones hace falta que alguien de fuera nos recuerde los valores de esta casa, lo importante que es la supervivencia de la Real sin que eso frene lo más mínimo las legítimas aspiraciones de los jugadores que visten en algún momento la camiseta txuri urdin.

Eso es lo que nos han enseñado, pero desde el lado más triste, Iñigo Díaz de Cerio y Xabi Castillo. Para el primero, la Real no era la mejor opción. Para el segundo, seguir vistiendo su camiseta en Segunda es inviable. El primero ya es jugador del Athletic de Bilbao y, aunque podía haberlo anunciado el 1 de enero, no lo ha hecho hasta ahora, él sabrá por qué. El segundo negocia con varios equipos, pero no tenía nada firmado cuando anunció su marcha porque hasta el paro debía ser mejor que la Real. Ni uno ni otro se han despedido de la afición txuri urdin. Y lo que es más triste, la afición de la Real no ha sentido necesidad alguna de despedirse de ellos. Es indudable que van a dar un paso adelante en sus carreras y, probablemente, ambos jueguen competición europea la próxima campaña. Pero los realistas no van a seguir a sus nuevos equipos ni se van a alegrar de sus éxitos. No han sabido salir de la Real y eso les perseguirá siempre, porque algún día volverán a Anoeta y no serán aplaudidos.

Tampoco supieron marcharse Necati y Abreu. El turco se borró del último partido, aduciendo que le reclamaba su equipo de origen, el Galatasaray. El uruguayo también se borró, con unas molestias y un viaje a Grecia para ser presentado por su nuevo equipo. Está claro que nada se jugaba la Real en Elche, pero los dos demostraron poco compañerismo hacia quienes han compartido vestuario con ellos en la última temporada. Gerardo, Marcos y Moha tampoco continúan en la Real (aunque los dos primeros todavía tienen posibilidades de vestir la camiseta del centenario), y sin embargo estuvieron en el Martínez Valero, jugando de txuri urdin. ¿Por qué? Porque sí, porque el simple hecho de llevar ese escudo tiene que significar algo. O, como poco, tendría que moverles la necesidad de cumplir los contratos, porque ni Necati ni Abreu tenían cláusulas que les liberasen en algún momento en caso de perder las opciones de subir.

Si hablamos de despedidas, es también obligado mencionar a Xabier Manzisidor. Que la Real tenga en la portería su mejor línea de los últimos años es en buena medida gracias a él. Es un pedazo de profesional que se va de la Real sin hablar mal del club y con una evidente mejora profesional en el horizonte: el Real Madrid. Llevo una semana augurando que Iker Casillas va a jugar la mejor temporada de su vida. Y en el Sanse también hay noticias sorprendentes. Deja el club Oskitz Estefanía. Algo hemos hecho mal si un chaval del que llevamos oyendo hablar desde que tenía quince años se va con 22, sin haber dado nunca el salto y habiendo jugado sólo nueve partidos con el primer equipo. Y también se va Giovanni Sio, al que Lillo sacó tres veces esta temporada. Me sorprendió que no jugara más entonces y ahora me sorprende su baja. Me dejan un sabor amargo estas dos despedidas. Y alguna que otra incógnita sobre lo que no sabemos.

sábado, junio 27, 2009

Resumen de la temporada (y 6). Bendita afición

En demasiadas ocasiones parece que no somos conscientes del patrimonio que constituye para la Real su afición. Y yo no me canso de recordarlo cada vez que tengo la ocasión. En cada campo de la Segunda División y a lo largo de esta temporada 2008-2009, como en años anteriores e inasequibles al desaliento, el equipo se ha encontrado camisetas blancas y azules. En mayor o menos cantidad dependiendo de la presencia de peñas en la zona o de la cercanía con San Sebastián que facilite los desplazamientos en el mismo día del partido, pero siempre hay gente de la Real viendo a sus jugadores. No importa que llueva, que haga un sol de justicia, que haya opciones de subir a Primera o que sea un partido intrascendente. Siempre hay realistas, siempre hay afición de la Real. Y eso, en la situación en la que está inmerso el club deportiva y económicamente, no tiene precio.

Los desplazamientos de la Real a los distintos campos de Segunda División han tenido un aliciente más, el centenario del club. Las pequeñas celebraciones con las peñas de cada zona han demostrado que el sentimiento txuri urdin está muy vivo en todas partes, que estar en Primera o cosechando éxitos no define al realista de corazón. Y eso, comparándolo con la situación que han vivido otros equipos en su paso por Segunda o en épocas de vacas flacas, tampoco tiene precio. Los realistas anteponen el interés de los suyos y el amor por unos colores a cualquier circunstancia. Sobrados ejemplos ha habido en la Liga de lo contrario, desde el abandono total a los suyos de aficiones como la del Celta o de conflictos sociales como los que acaba de vivir el Betis en su descenso a Segunda. Los realistas no. Los realistas siempre están ahí.

No siempre se valora como se debiera este seguimiento incondicional del equipo y parece que gusta más recrearse en lo malo que en lo bueno. Y lo malo, sin duda alguna, es que la asistencia a Anoeta ha tocado fondo. El último partido de Liga en casa, ante el Levante, fue el de menor asistencia en la todavía corta historia del recinto del barrio de Amara, menos de 10.000 espectadores. Pero yo prefiero mirarlo desde el otro lado. Casi 10.000 realistas decidieron que, en una tarde veraniega que invitaba más a ir a la playa que a un campo de fútbol, sin nada en juego sobre el césped y con media plantilla de baja, decidieron ir a ver a su Real. Porque sí, simplemente porque jugaba la Real. Casi 10.000 ese día, pero una media de 17.000 a lo largo de toda la temporada, más que en bastantes campos de Primera División. Está claro que eso no es más que media entrada del recinto realista, pero la cifra no puede ser tan desdeñada como se ha hecho en demasiadas ocasiones.
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La temporada pasada Iñaki Badiola apostó por llenar el campo a cualquier precio y esta campaña Jokin Aperribay prefirió lanzar una campaña de abonos para los últimos partidos que dejó un dinero interesante, y más en la situación económica en la que se mueve la entidad, pero que no pobló las gradas. Al menos, no marcó diferencias con lo que ya había, porque en un estadio de 32.000 espectadores no se nota que haya 300 personas más o menos. Para el espectador es indudablemente más bonito ver abarrotado un estadio como el de Anoeta, que ha acogido partidos de Champions, y por eso deja una cierta sensación de vacío que sólo haya media entrada. Pero hay que valorar esa media entrada como se merece. En Segunda, sólo el éxito de los equipos que han subido a Primera División ha catapultado la asistencia a otros campos a cifras mayores que las de Anoeta. Sólo eso. En Segunda hay estadios con mucha capacidad pero mucho más vacíos que Anoeta.
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Y cuando se acaba la temporada con partidos todavía por jugar, el abandono a los equipos es mucho más acusado fuera de Donosti, no hay más que ver el triste estado de las gradas en el último partido de la Real, en el Martínez Valero de Elche. Insisto: 10.000 personas vieron el intrascendente Real Sociedad - Levante. A eso hay que sumar que el número de abonados se mantiene más o menos inalterable desde que este equipo sufrió el golpe más duro en décadas, el descenso a Segunda, y la próxima temporada no tengo ninguna duda de que 17.000 fieles seguirán manteniendo la media de asistencia a Anoeta. Y centenares de realistas viajarán con el equipo para demostrarle su apoyo incondicional. Si una segunda temporada en Segunda sin posibilidades reales de alcanzar el objetivo del ascenso durante tantos meses no ha podido con ellos, nada lo hará. Y como la Real cumpla el sueño de volver a Primera en junio de 2010, habrá más realistas. Y se harán notar. Bendita afición.

viernes, junio 26, 2009

Resumen de la temporada (5). Detalles

· Anoeta, más lejos de ser un fortín
La Real nunca consiguió hacer de su propio estadio el fortín necesario para subir a Primera División. Nada menos que 30 puntos (el año pasado fueron 27, con lo que se puede concluir que es un problema conocido que está más lejos de encontrar solución) dejó escapar jugando como local, lo que se traduce en cuatro derrotas y nueve empates. Ganar sólo ocho partidos como local entierra las opciones de cualquier. En casa, la Real sólo ha sido capaz de marcar 20 goles, menos de uno por partido. Las primeras partes han sido especialmente aburridas en este aspecto, y es que Anoeta vio un 0-0 al descanso en 13 de los 21 partidos jugados Y, para rematar esta nefasta estadística, ha sumado más puntos como visitante (34) que como local (33)

· Ni contra los de arriba, ni contra los de abajo
A la Real le fallaron las fuerzas en los enfrentamientos directos y en los duelos contra los equipos de peor nivel. Contra los tres equipos que subieron, los de Lillo apenas fueron capaces de sumar una victoria, ante el Xerez, aunque también es cierto que sólo el Tenerife fue capaz de derrotar a los realistas. Pero cuatro empates en seis partidos contra estos oponentes son demasiados, a lo que hay añadir el lastre de no tener averages a favor. Si a los tres ascendidos sumamos los dos siguientes equipos en la tabla (Hércules y Rayo), el dato es aún peor: sólo nueve puntos de 30 posibles.

Algo parecido ha sucedido con los peores equipos de la tabla. Contra los cuatro descendidos, la Real sólo fue capaz de vencer en tres de los ocho partidos jugados, ante el Alicante los dos (1-2 fuera) y el Sevilla Atlético, los dos de Anoeta por 1-0, sumando un total de trece puntos de 24 posibles. Pocos para la diferencia de nivel con respecto a estos conjuntos. La Real venció sus dos partidos de la temporada ante Las Palmas, Huesca, Alicante y Salamanca. En el otro lado de la balanza, y es un dato a destacar y aplaudir, no hay ningún equipo que venciera en ambas ocasiones a los de Lillo. Eso sí, los realistas no pudieron ganar a demasiados equipos, nada menos que ocho: Zaragoza (sí le derrotó en la Copa), Hércules, Alavés, Eibar, Tenerife, Celta, Córdoba y Rayo Vallecano.

· Cayeron dos líderes
A pesar de las malas estadísticas que presenta la Real contra los equipo de arriba, lo cierto es que logró vencer a dos equipos que se presentaron ante los realistas como líderes. En la primera vuelta el que sucumbió ante el conjunto txuri urdin fue el Salamanca (equipo que se desplomó y acabó más lejos que la Real de los puestos de ascenso), 1-0 con gol de Ansotegi en el descuento. En la segunda vuelta, el Xerez (que terminó ascendiendo como campeón de la categoría) sufrió una severa derrota en casa ante la Real por 1-3, los tres tantos anotados por Abreu, los tres a pase de Marcos.

· Bravo, Zamora de Segunda
La mejor noticia individual que deja la temporada es que el portero titular de la Real, Claudio Bravo, se proclamó Zamora de Segunda junto con el meta del Rayo Vallecano, Cobeño. Ambos comparten coeficiente, 0,88 goles por partido jugado, aunque el realista jugó sólo 32 partidos y el rayista 40. Nunca antes un portero txuri urdin había sido el menos batido en su paso por la Segunda División, y en la máxima categoría del fútbol español sólo Luis Arconada se había alzado con este galardón, en tres ocasiones consecutivas (79-80, 80-81 y 81-82), una racha que ningún portero ha conseguido igualar nunca.

· Doce goleadores diferentes
Hasta doce realistas han marcado al menos un gol. Y es sintomático que haya catorce jugadores de campo que han disputado más minutos que los dos máximos goleadores del equipo, Abreu (11) y Agirretxe (8). Ha pesado demasiado la escasez de aportación, apenas cinco goles en total, de dos de los delanteros del equipo, aunque los motivos de uno y otro han sido bien distintos (Díaz de Cerio por lesión, Necati por falta de efectividad). Con estas cifras tan bajas, es lógico que ningún realista haya luchado por el Pichichi de Segunda, premio que logró el tinerfeñista Nino con 29 tantos.

· Muchos goles en los cinco últimos minutos
Los finales de partido esta temporada han sido de todo menos tranquilos. Además de ser la Real un equipo de marcadores cortos, hasta en doce partidos se registró algún gol en los últimos cinco minutos. Y la estadística, al final, ha sido más pareja de lo que pareció en algún momento de la temporada, en el que se le fueron demasiados puntos a los realistas. Los de Lillo consiguieron nueve puntos con algún gol en esos cinco minutos decisivos, deshaciendo las tablas que campeaban en el marcador ante Salamanca, Albacete (estos dos en Anoeta) Nastic y Elche (como visitantes), y logrando la igualada en Tenerife. Por el contrario, a los realistas se les escaparon diez puntos en ese tramo final de los encuentros, con las derrotas ante el Castellón en Anoeta, Albacete y Murcia (que le anotó sus dos goles al final), y los empates en Córdoba y Rayo y Zaragoza en San Sebastián.

· 29 jugadores utilizados
A pesar de lo corta que era la plantilla que inició la temporada, Lillo acabó utilizando a 29 jugadores, ocho de ellos con ficha del filial (contando entre ellos a Agirretxe, que se convirtió en jugador de la Real a todos los efectos menos en la ficha tras la lesión de Díaz de Cerio). Debutaron con la camiseta del primer equipo los potrillos Eizmendi, Ramírez, Ros, Sio y Zurutuza, además de Zubikarai, que ya tenía ficha de Segunda aunque no había disputado un solo minuto con el equipo antes de esta temporada. Otros cuatro canteranos fueron convocados en algún partido pero no llegaron a debutar (Camaduro, Iturrioz, Esnaola e Illarramendi). El jugador más utilizado ha sido Mikel Labaka, con 3.127 minutos repartidos en 35 partidos, todos ellos como titular. El menos visto, Boukary Dramé, que apenas jugó 180 minutos repartidos en un encuentro de Liga y otro de Copa.

· Más penaltis y expulsiones en contra
Lo del arbitraje este año ha sido terrorífico, incluso con las frías estadísticas en la mano y sin tener en cuenta la justicia de lo pitado (si nos atuviéramos a eso, la estadística a publicar es el imposible e hipotético dato de los puntos perdidos, más de diez según todas las cuentas). A la Real le han señalado en contra seis penaltis y todos ellos fueron transformados. Es curioso que cuatro de los cinco primeros clasificados tuvieran penas máximas a favor jugando contra el equipo txuri urdin (Tenerife, Zaragoza, Hércules en los dos partidos y Rayo). Bravo detuvo el que le lanzó el Hércules en Alicante, pero se mandó repetir sin motivo y entonces sí acabó en gol. A favor sólo ha tenido cuatro, y uno de ellos lo falló Abreu ante el Nastic. El uruguayo marcó dos (Las Palmas y Celta) y el otro lo anotó Xabi Prieto (Murcia).

En cuanto a las expulsiones, la Real sufrió nueve, y no es exagerado decir que la mayoría de ellas fueron injustas. Para colmo de males, dos de ellas se produjeron en el tiempo de prolongación (las dos a Marcos), otra con el partido ya finalizado (Moha, ante el Zaragoza en Anoeta) y una más con el jugador en el banquillo (Carlos Martínez ante el Eibar). Es como para estudiar este fenómeno. En total, la Real jugó 154 minutos con un jugador menos, aunque esto apenas tuvo una factura en cuanto a puntos. Sólo perdió dos, los que se quedaron en el camino ante el Rayo al transformar el equipo madrileño el penalti que supuso la roja para Markel. En el otro lado, la Real se benefició de ocho expulsiones rivales y sí consiguió sacar tajada de ello, nada menos que siete puntos (tres ante el Salamanca y Córdoba y uno ante el Celta). Sólo tuvo 145 minutos en superioridad, veinte de ellos contra nueve jugadores del Celta.

· Dos jornadas en ascenso
La Real sólo estuvo entre los tres mejores tras la disputa de dos jornadas, y ambas al comienzo de la temporada. Tras vencer en la tercera jornada al Murcia, el equipo de Lillo se colocó tercero. Una semana después, con el empate en Alicante ante el Hércules se alcanzó la segunda posición. Nunca más regresó al trío de cabeza. La puntuación final de la Real alcanzó los 67 puntos, uno menos que la pasada temporada. No obstante, el ascenso quedó mucho más lejos, a 14 puntos, por los cuatro que le sacaron Sporting y Málaga hace un año. Y es que se ha igualado el récord de puntuación logrado en la temporada 06-07 por los tres equipos que ascendieron (Valladolid, Almería y Murcia). Entre los tres sumaron 244 puntos, los mismos que han logrado este año Xerez, Tenerife y Zaragoza. Y nunca antes se había quedado sin ascender un equipo con tantos puntos, el Hércules, con 78. La anterior marca era del Atlético de Madrid con 74.

· Poca estrategia
No ha sido un año pródigo en goles de estrategia, ni a favor ni en contra, aunque esta estadística es perjudicial para el equipo txuri urdin. La Real anotó dos goles de falta directa (ambos marcados por Sergio) y dos al rematar una falta (ambos de Labaka), lo que ayudó a conseguir ocho puntos. Por el contrario, la Real encajó tres goles de falta directa (Nastic, Albacete y Córdoba), otros dos en jugada de estrategia (el Córdoba, auténtica bestia negra de la Real este año en este apartado del juego, tras un saque de banda en su campo, y en Xerez) y tres más en córners (los dos que le anotó el Alavés en Mendizorroza y el primero del Rayo en Vallecas). Trece puntos volaron de esta forma.

jueves, junio 25, 2009

Resumen de la temporada (4). Demasiadas convulsiones institucionales

La segunda temporada en Segunda División no ha servido para calmar los ánimos en torno al club. Más bien al contrario. Otra temporada más, la presidencia ha cambiado de manos con gran convulsión social y llegamos a finales de junio sin saber muy bien hacia dónde camina la Real Sociedad. La temporada 2008-2009 no ha servido para que quienes se mueven en torno al club entiendan el daño que se le está haciendo a esta entidad que, hace no tanto tiempo, era única y especial. Todo el mundo habla de unidad, pero al segundo siguiente está clavando un cuchillo en la espalda del otro. Unidad, sí, pero en torno a lo que uno dice. Quien no lo acepte, no cabe en esa unidad. Y ese es el camino equivocado, aunque muchos todavía no lo hayan querido ver. Hay demasiadas convulsiones institucionales y nadie hasta el momento ha demostrado tener la altura de miras necesaria para sacar a este club del agujero negro en el que está inmerso. Todos debiéramos trabajar juntos, pero, a día de hoy, eso sigue pareciendo imposible. Y el gran perjudicado no puede ser otro que el equipo.

Iñaki Badiola comenzó la temporada como presidente. Apostó muy fuerte por subir al primer intento, a pesar de que llegó al club en enero y los dos minutos de Vitoria le obligaron a trazar un plan B. Tal es la intoxicación informativa que aqueja a la Real que es muy difícil saber si ese plan B existía y estaba bien calibrado. Lo que sí parece obvio es que, en Segunda División, la Real no podía permitirse el lujo de esquivar la Ley Concursal. Badiola, en todo caso, tuvo que enfrentarse a demasiados enemigos. Demasiada gente, que se proclama realista, que no dudó en anteponer la caída del presidente al futuro del club. Como ejemplo, hoy podemos decir con claridad, y sin miedo a equivocarnos, que Díaz de Cerio no renovó por la Real gracias a este asedio a Badiola. También cometió errores, tanto la pasada temporada como ésta. No hay nadie perfecto. Pero eso no significa que deba ser masacrado sin importa que lo que se pisotea es precisamente a la Real.

El relevo en el sillón fue una muestra más de lo mal que se han hecho demasiadas cosas en la Real. La Junta de Accionistas del 20 de diciembre dejó una imagen tristístima, a la Ertzaintza teniendo que proteger al nuevo presidente de la Real, Jokin Aperribay, después de una asamblea tensa en la que éste ni siquiera pudo dirigirse a los accionistas. Los silbidos y los gritos de desaprobación de los realistas lo impidieron. Esa desaprobación tuvo mucho que ver con la forma en la que Aperribay se dio a conocer. Sólo parece haber dos opciones, o fue oscurantista o fue improvisada. La primera es mala porque, para variar, se hacía de espaldas al realista y, sobre todo, al pequeño accionista. La segunda es quizá peor porque demuestra que el único objetivo era derrocar a Badiola. Nadie le ponía cara antes de la Asamblea, puesto que dio a conocer su candidatura el día anterior a la Junta. Y le costó mucho tiempo dar a conocer sus planes tras ser elegido presidente. Pero hoy es el presidente de la Real, y eso tiene que contar para algo. No hay que omitir la crítica, pero hay que saber cómo y dónde hacerla.

En la Real hay hoy en día un frentismo salvaje, y la presidencia de Badiola lo destapó. Había que elegir bando. Ya no valía con ser de la Real por encima de todo y, si defendías a uno estabas automáticamente obligado a criticar lo que hiciera el otro. Ese es el mismo error que se viene cometiendo desde los tiempos de José Luis Astiazarán. Denonerrela, con Miguel Fuentes a la cabeza, borró de un plumazo todo lo que hizo el anterior Consejo, por acertado que fuera. Lo mismo hizo Badiola (con mucha más razón, eso sí, que Fuentes y compañía) y lo mismo ha hecho Aperribay, quien incluso ha vendido como grandes ideas para salvar a la Real (que lo son) medidas defendidas en su día por el propio Badiola (la necesidad del ERE, por ejemplo). Mientras no nos demos cuenta de que la Real debe estar por encima de todos, seguiremos inmersos en esta situación. Y seguirán surgiendo plataformas que, por nobles que puedan ser sus objetivos, seguirán alimentando ese frentismo que tanto hace daño al club. Es hora de que todos los que tengan algún interés se sienten a trabajar juntos. Todos. Ni plataformas, ni oposiciones, ni oscurantismo. El futuro de la Real es lo que está en juego.

Eso incluye a los medios de comunicación, que parecen vivir encantados en ese mundo frentista en el que se ha sumergido la Real. Para conocer la realidad del club, los realistas estamos obligados a leer cuatro o cinco periódicos y entrar en dos o tres foros diferentes. En cada lugar uno encuentra información necesaria. En cada uno encuentra detalles para complementar o contextualizar lo que ha leído en otro. Hasta el propio Badiola ha dado el salto a la trinchera informativa con un portal propio, después de haber tenido sus medios afines y contrarios (han perjudicado muchísimo los segundos) en el tiempo que ocupó la presidencia. Y todos, sin excepción, parecen haber escogido un bando. Alguno, de vez en cuando, parece darse cuenta de que el único bando posible es el txuri urdin, pero de momento predominan las orejeras que llevan a todos y cada uno de los actores en línea recta y sin salirse del camino marcado.

Y en medio de todo esto, la Real tendría que estar celebrando su centenario. Lo está celebrando, sí, pero seguro que no como a todos nos habría gustado. Quizá Badiola tenía asuntos mucho más trascendentes en su cabeza, quizá Aperribay sabe que no tiene dinero para celebrarlo y le ha faltado imaginación (aunque hay que aplaudir con entusiasmo su búsqueda de patrocinio de cien empresas, una por año, una gran inyección de dinero para este evento) para hacernos más partícipes a todos los realistas de este evento que no volveremos a vivir. Pero lo cierto es que el centenario está siendo algo pobre. Ni siquiera hemos podido ir a un partido a Anoeta este año con una camiseta oficial del centenario, puesto que el merchandising ha llegado a las tiendas hace escasas fechas. Todavía no conocemos el rival del partido con el que se conmemorará la fecha, ni muchas otras cosas que nos hubiera gustado ver. Nos queda, eso sí, la ilusión del Mueso de la Real que se instalará en los bajos de Anoeta y que veremos en septiembre.

miércoles, junio 24, 2009

Resumen de la temporada (3). Lillo, realista en todos los sentidos

Hacía cinco temporadas que el entrenador de la Real en junio no era el mismo que había comenzado el ejercicio en agosto. No sucedía desde la campaña 2004-2005. José María Amorrortu tuvo ese honor. Juanma Lillo le ha sucedido en la lista de quienes completan una campaña en la Real. Entre ambos, conocimos a cinco entrenadores más en apenas tres temporadas. Que Lillo llegara a junio es una buena noticia objetiva en un club tan necesitado de estabilidad como es la Real. Para calificar la decisión de prescindir de él y contratar como técnico a Martín Lasarte habrá que esperar un año. Si somos lo suficientemente afortunados, esperemos que sí porque eso significará que todo va bien, de contar con su compañía durante toda la temporada. Si hay un adjetivo que define al Lillo que ha pasado por la Real es el de realista. En todos los sentidos.

La labor de Lillo ha sido tan discutida y discutible como la de todos sus antecesores inmediatos en el cargo, pues, como ellos, el técnico tolosarra entró sin quererlo en la espiral destructiva en la que está inmersa la Real desde hace demasiados años. Lillo, eso sí, es de los que más han hecho para que esa espiral afecte lo menos posible al equipo. Para evaluar el trabajo del entrenador el problema es el mismo que para calificar la trayectoria de la misma Real. No subir, siendo este equipo el que es y sabiendo como sabemos que su sitio está entre los mejores, es un fracaso. Pero los condicionantes de la temporada invitan a hacer una lectura muy distinta. Al menos con muchos matices. Lo que no se puede negar es que, aún sin el ansiado ascenso, los números de Lillo en la Real son buenos, son números que habíamos olvidado en los últimos años que disfrutamos (más bien sufrimos) en la Primera División.

Lillo comenzó la temporada con una apuesta arriesgada: una defensa de tres. Y la cosa no salió nada mal, a pesar de las muchas reticencias que había en el entorno. Esa Real que arrancó en agosto (ya con una pretemporada que alteró la fisionomía de la Real que Lillo dirigió en los once últimos partidos de la pasada campaña) nada tiene que ver con la Real que acabó la temporada, más allá de un dibujo inicial sobre el terreno de juego. Ni en nombres ni en el tipo de fútbol que practicaron. El técnico quería que descansara sobre Elustondo el juego del equipo, que fuera el primer atacante de un once muy ofensivo, en el que Xabi Prieto marcara diferencias, Sergio canalizara las ocasiones de gol y Díaz de Cerio se convirtiera en el artillero. Los cuatro sufrieron lesiones de importancia. Y eso obligó a Lillo a modificar la hoja de ruta. La Real no podía practicar el juego que él quería sin esos cuatro hombres básicos y quizá tardó demasiado en verlo.

Cuando Lillo fichó por la Real, muchos tenían la idea de que era un técnico que lanzaba a sus equipos al ataque de forma alegre y algo despreocupada, que era, como algunos se referían a él de forma despectiva, un filósofo del fútbol para quien los resultados tenían menos importancia que la forma de conseguirlos. Su paso por San Sebastián ha servido para romper muchos tópicos sobre su persona. Lo que Lillo decía antes y después de los partidos encontraba relación con lo que acontecía sobre el terreno de juego. Las explicaciones que él daba servían para entender lo que había pasado en los 90 minutos. Su conocimiento de los rivales le ha servido a la Real para ganar puntos. Por contra, su conocimiento de los suyos a veces ha provocado cierta perplejidad. La situación de Dramé (¿quién le fichó y por qué?), la falta de confianza en Necati (avalada, eso sí, por sus mediocres datos anotadores) o no dar más minutos a algunos jugadores del Sanse (por méritos suyos o por carencias del primer equipo) quedan en el terreno de lo inexplicado.

Algunos han criticado el empecinamiento de Lillo en el sistema de tres defensas, pero quizá olvidan que la Real ha sido el equipo menos goleado de la categoría. Le ha faltado algo de equilibrio en ataque, el que siempre han ofrecido en este equipo los laterales y carrileros, pero las bondades de ese sistema han quedado a la vista de todos con ese dato: 38 goles encajados, uno menos que el Rayo Vallecano. Otra de las críticas más severas que se han hecho a la labor de Lillo ha sido con respecto a la preparación física, pero hay que recordar que las lesiones más importantes que ha padecido la Real no han sido musculares. Es cierto que varios jugadores han llegado fundidos y lesionados al final de la temporada, como Carlos Martínez, Markel Bergara, Ansotegi, Marcos o Mikel González, pero las múltiples bajas por fracturas o esguinces y lo corta que era la plantilla les han llevado a hacer un esfuerzo aún mayor del esperado. ¿Habría sido así con una plantilla de 25 jugadores o con menos lesiones? Probablemente no.

Donde Lillo ha fallado ha sido en la búsqueda de soluciones a los problemas de juego, en especial a la ausencia de hombres importantes como Elustondo o Xabi Prieto. Todas las líneas han sufrido rotaciones, como es lógico, pero el centro del campo sólo ha funcionado con la idea inicial del técnico, y en especial fuera de casa porque Anoeta ha sufrido con una Real lenta, predecible y capaz de generar muy pocas ocasiones de gol, dejando pasar demasiados minutos de juego sin imponer su estilo. Tampoco pudo ver soluciones el técnico en la faceta anotadora. A Lillo le costó demasiado tiempo encontrar soluciones a la baja de Díaz de Cerio. Entre el día de su lesión y el debut de Abreu, la Real jugó once partidos y sólo anotó diez goles. Una losa demasiado grande que, además, costó la pérdida de quince puntos. Demasiados.

La temporada le convirtió en protagonista inesperado en dos ocasiones. Fue expulsado por primera vez en su carrera en el partido de Copa frente al Zaragoza. Vio la roja por salir a defender a uno de los suyos. A Xabi Prieto le estaban cosiendo a patadas y no aguantó más. Qué poco sabía Lillo entonces lo que nos esperaba con los árbitros esta temporada. Poco después, en el partido ante el Eibar en Anoeta, Lillo recibió un botellazo en la cabeza. Esa botella tenía como destinatario al árbitro González González, que culminaba en esos momentos la provocación continua en la que se había convertido su arbitraje expulsando sin motivo a Carlos Martínez, que estaba en el banquillo. El árbitro se fue del campo sin anunciar que el partido estaba suspendido y sin preocuparse por el estado de Lillo. Se quiso armar mucho revuelo con lo que pasó en Anoeta aquel día. Una pena que no se tuvieran las mismas ganas el año pasado cuando el técnico realista también recibió un botellazo en Málaga y fue él quien pidió que no se suspendiera el encuentro. Sí, una lástima.

Lo que nadie podrá negar, ni siquiera quienes están satisfechos con la no continuidad del técnico, es que Lillo sale de la Real como un caballero, sin criticar a nadie (salvo algún pequeño dardo envenenado al director deportivo, Loren) para no perjudicar al club. Y eso merece un aplauso, porque no estamos tan acostumbrados a que desde dentro se alabe a la Real. Sale habiéndose ganado el cariño y la confianza de todos los que estaban dentro del vestuario, y eso no tiene precio. Sale habiendo defendido a capa y espada a todos sus jugadores, incluso aquellos que no eran de su agrado, y eso es algo loable. Sale demostrando un cariño por la Real que hacía mucho tiempo que no veíamos en el inquilino del banquillo de Anoeta, y eso tengo la sensación de que no lo hemos sabido valorar mientras se sentaba en él. No ha pasado a la Historia de la Real porque su equipo no ha subido a Primera, pero la sensación que deja, a pesar de la inmensa distancia final con respecto a los puestos de ascenso, es que podría haberlo conseguido a poco que le hubiera acompañado la suerte a su Real en lesiones y arbitrajes. Pero eso nunca lo sabremos.

martes, junio 23, 2009

Resumen de la temporada (2). Los jugadores

1. Bravo (9)
Fantástica temporada la del chileno. Muy decisivo en la primera mitad de la temporada, siempre mantuvo un nivel altísimo y apenas se le recuerdan errores de bulto. El Zamora, un premio justo. El único punto negativo fueron sus ausencias para jugar con la selección chilena, pero hasta eso tuvo consecuencias positivas. No sorprende que pujen por él grandes equipos. Es un portero de Primera.

2. Castillo (4)
Muy bien durante la primera mitad de la temporada (excepción hecha de su fallo en Zaragoza), fase en la que anotó uno de los mejores goles de la historia de Anoeta (ante el Huesca). En la segunda vuelta perdió el puesto cuando Lillo optó por una defensa de tres y echó por tierra todo su buen trabajo anterior con unos últimos partidos lamentables en los que demostró tener la cabeza lejos de la Real.

3. Mikel González (6)
Temporada de sufrimiento para Mikel. Su nivel, aún no siendo malo, ha estado lejos del que demostró la pasada campaña, cuando fue el mejor central del equipo. Tampoco le ha venido bien jugar escorado en la banda izquierda con la defensa de tres. Pero aún así es un muy buen defensa y ha mantenido el tipo en la mejor línea del equipo.

4. Elustondo (7)
Con tan pocos partidos jugados, quizá sorprenda la nota. Pero su comienzo de temporada fue espectacular. Se echó el equipo sobre el hombros y le hizo jugar, hasta que esa lesión de tobillo que llegó a parecer incurable le rompió la temporada. Fui muy crítico con él la pasada campaña. Me alegro de que su evolución me demostrara mi error. Un jugador vital para el futuro de la Real.

5. Markel Bergara (4)
La evaluación a Elustondo de hace un año bien se podría aplicar a Markel en éste. Llamado a liderar el centro del campo realista, no consiguió en ningún momento de la temporada ser ese referente, ni defensiva ni ofensivamente. Pasó por muchos partidos sin que se supiera que estaba en el campo. Lo mejor, que ha roto la dinámica de lesiones de años anteriores, a pesar de acabar la campaña en la enfermería. Veremos en el futuro.

6. Labaka (6)
A buen nivel durante casi toda la temporada, excepcional cuando está bien acompañado y cuando entiende lo que sabe hacer y lo que no. Sigue pareciendo peor de lo que es cuando los defensas a su lado no lideran el sistema, pero ha mejorado bastante ese aspecto durante la temporada. Ha sido el central más utilizado del equipo. Sus dos goles confirman que es un defensor del que se puede sacar partido también en ataque.

7. Gerardo (6)
La entrega de Gerardo es indiscutible. Será mejor o peor futbolista, pero siempre está comprometido con la causa. Ha alternado el lateral derecho con un puesto en el centro del campo cuando Lillo optaba por una defensa de tres. Es más que probable que no la consiga, pero se ha ganado la renovación por comportarse siempre como un auténtico profesional. Y como premio de consolación, nuestro reconocimiento.

8. Marcos (7)
Un final de temporada algo gris no puede ocultar su gran temporada. Muy importante desde la banda izquierda, ha dado numerosas asistencias de gol (su mejor día, ante el Xerez, dio a Abreu los tres goles del partido) y se compenetró a la perfección con Xabi Prieto en sus mejores momentos de la campaña. Quizá podría haber metido más goles (convirtió cuatro). Ojalá pudiera continuar con una nueva cesión, aunque parece complicado.

9. Díaz de Cerio (6)
Llevaba cuatro goles en once partidos cuando su pierna se hizo añicos en el partido ante el Eibar. Hasta ese instante, estaba confirmando lo que apuntó la temporada pasada, que podía ser el goleador de la Real en Segunda, aunque también es verdad que pudo anotar algún tanto más de los cuatro que llevaba. No quiso renovar porque, dijo, este equipo no era la mejor opción. Estaba llamado a ser una estrella txuri urdin y no le echaremos de menos. Él verá por qué.

10. Necati (3)
El turco confesó que ésta había sido la peor temporada de su vida, y pese a todo Anoeta le adora. Un solo gol es un registro nefasto para un delantero que venía con fama y números de goleador. Comprometido y con detalles de clase, sí, pero la frontera del éxito y el fracaso en un delantero está en su cifra anotadora. Y la de Necati, por mucho que Lillo pareciera no confiar del todo en él, no es mala. Es sencillamente horrenda.

11. Aranburu (6)
Temporada de altibajos para el capitán. Las muchas lesiones en el centro del campo le llevaron a ocupar todas las posiciones imaginables. Encontró su mejor rendimiento jugando en la mediapunta, y sufrió lo suyo algo más retrasado al no tener una buena referencia a su lado. Cinco goles es una muy buena cifra para él (supusieron nada menos que trece puntos). Por muchas críticas que reciba, es un jugador importante.

13. Zubikarai (9)
Una de las mejores noticias de la temporada. A pesar de los muchos goles encajados en el tramo final y su expulsión ante el Levante, hizo grandes partidos con paradas de antología cuando le tocó suplir a Bravo (su mejor día, ante el Nastic en Anoeta). Si el debut de un canterano ya es una alegría, mucho más si se trata de un portero que, además, ha sufrido tanto para llegar al primer equipo. Un valor seguro para el futuro.

15. Ansotegi (8)
Magnífica temporada la suya, erigiéndose en el mejor defensa del equipo. Y eso merece ser destacado, puesto que si algo ha funcionado en la Real esta temporada ha sido la línea de atrás. Ha mandado como nunca y ha cortado casi todo lo que le ha llegado, dándole igual si estaba en una defensa de tres o de cuatro. Su gol ante el Salamanca fue un bonito premio para su gran nivel.

16. Dramé (-)
Pasa a la historia como el prototipo de jugador de fuera que nunca debe llegar a la Real. Todavía no sabemos para qué se le fichó. Lillo no le utilizó ni teniendo sólo doce jugadores del primer equipo, tuvo lesiones fantasma y deja la sensación de que algo no nos han contado sobre él. Jugó dos partidos completos, uno en Liga y otro en Copa, y tampoco pareció tan malo como para no entrar más en el equipo.

17. Moha (5)
El marroquí deja una sensación de decepción. Se esperaba más de un jugador que ha estado tantos años en Primera. Voluntad ha demostrado toda la del mundo, pero no le salían las cosas. Deja el golazo anotado en Tarragona ante el Nastic y poquito más. No fue competencia real para Marcos aunque estuvo en más de 30 partidos, una veintena de ellos como titular.

18. Abreu (8)
Al igual que a Necati, al goleador se le mide por sus goles. Y Abreu, llegando en el mercado invernal, marcó once en 18 partidos. Una cifra magnífica que incluso podría haber sido mayor y que, por desgracia, no aportó a la Real el salto de calidad que esperaba en la segunda vuelta. No es un jugador que presione ni de equipo, lo suyo es el remate final. Y en eso sobresalió. Por mucho que Anoeta no tuviera con él paciencia alguna y le despidiera con algunos pitos.

19. Diego Rivas (8)
Este es el Diego Rivas que muchos esperaban ver en Primera cuando Bakero le fichó por tres millones de euros. La decepción de aquella temporada se ha tornado en la alegría en esta. Sabe lo que puede que hacer y lo hace bien. No es un portento de técnica, pero es un buen apoyo para el centro del campo creador. Terminó la temporada a gran nivel y demostrando incluso que tiene llegada al área. Si sigue, puede ser importante para ayudar a los jovenes mediocentros de Zubieta.

20. Carlos Martínez (5)
El jugador que mejor ha demostrado que la segunda temporada siempre es la más difícil para un canterano. Le ha costado entrar en el equipo y tener continuidad, por la competencia de Gerardo, por alguna inoportuna lesión y por el sistema de tres defensas. Puede no tener mucha calidad pero es capaz de jugar hasta cojo y aporta fuerza y entrega ilimitadas. Terminó jugando de central, puesto que le viene grande.

22. Estrada (3)
Absolutamente intrascendente durante toda la temporada. Es el centrocampista que menos ha contado para Lillo (sólo ocho partidos de titular) y cuando ha saltado al campo ha demostrado por qué. También ha podido sufrir ese síndrome de la segunda temporada. El futuro está en su mano, es él quien debe dar el salto de calidad, como ha hecho Elustondo por ejemplo, si quiere tener un papel importante en este equipo.

23. Sergio (6)
Las lesiones han impedido ver el verdadero nivel de Sergio. Sufrió dos, ambas muy inoportunas y cuando mejor estaba jugando (y haciendo jugar al equipo desde la mediapunta). Es un jugador muy interesante, habida cuenta de que llegó sin pagar un euro. Marcó tres goles, dos de ellos de falta directa, una suerte en la que la Real suele estar muy huérfana.

24. Xabi Prieto (6)
Es el mejor jugador de toda la Segunda División, pero le sigue faltando algo. Cuando demuestra su calidad, no hay nadie que le pueda parar, y por eso debiera ser mucho más decisivo de lo que en realidad es. Cuatro goles y un puñado de asistencias parece poco para él y debemos exigirle mucho más, pero hay que reconocer que el equipo notó muchísimo su baja cuando fue cazado por el Murcia y cuando nos había ilusionado con su mejor fútbol. Inolvidable la prietinha al Zaragoza.

26. Agirretxe (9)
El jugador que más ha evolucionado durante la temporada y, probablemente, el mejor. Sus nueve goles (uno cada 132 minutos, cifra de crack) le convierten en la revelación de la campaña, pero todo lo que hace sobre el campo le catapulta más allá, le asegura un lugar en el futuro más brillante de la Real. Da gusto ver su entrega y siempre da la sensación de peligro. Es muy bueno y puede ser aún mejor. Cuidémosle.

27. Viguera (-)
Una lesión de rodilla impidió que tuviera más minutos en el primer equipo, aunque Lillo tiró de él al final de la temporada. El año que viene estará desde el inicio.

28. Ros (7)
Lillo quiso hacerle debutar desde la pretemporada y las lesiones al final le dieron la excusa perfecta para hacerlo. Todavía con edad juvenil (hará la pretemporada con el primer equipo, pero puede que se quede en el Sanse), fue un soplo de aire fresco en el triste final de la temporada. Sabe jugar al fútbol.

30. Toño Ramírez (-)
La injusta expulsión de Zubikarai ante el Levante le dio la oportunidad de debutar. Y lo hizo muy bien, al igual que en la última jornada. La portería está muy bien cubierta, aunque se venda a Bravo y Riesgo.

31. Sarasola (-)
Dos años después de su debut, tuvo la oportunidad de volver al primer equipo. Si Castillo se va finalmente de la Real, la banda izquierda será suya. Y aunque no se vaya, es probable que también sea capaz de adueñarse de ella.

33. Zurutuza (-)
Un único partido sobre el campo, en el que dejó detalles interesantes. Lillo le incluyó en nueve convocatorias.

35. Sio (-)
Sólo dos partidos en el primer cuarto de la temporada, en los que apuntó buenas maneras. Sorprende que Lillo no le utilizara más.

lunes, junio 22, 2009

Resumen de la temporada (1). Demasiadas piedras en el camino

¿Ha sido un fracaso la temporada de la Real? No corramos el riesgo de dar una respuesta apresurada, porque la contestación a esta pregunta es de todo menos fácil. Por Historia, por nombre, por prestigio y por estructura, la Real debe estar en Primera División. Y por eso siempre que esté en Segunda será un fracaso no ascender a la máxima categoría del fútbol español. Pero han pasado tantas cosas en los últimos nueve meses que parece difícil que ese ascenso se pueda considerar una exigencia ineludible para la plantilla que ha caminado por la división de plata durante esos meses. Han sido demasiadas las piedras que se ha encontrado el equipo en su camino. Un camino duro, tortuoso, en el que el conjunto txuri urdin no ha desplegado el juego que apuntaba en los primeros pasos, eso está claro, pero en el que las circunstancias (sobre todo en forma de lesiones y arbitrajes perniciosos) han ido mermando la capacidad que tenían los realistas.

La Real fue un equipo que no consiguió hacer de su casa un fortín, que no terminó de imponer su fútbol, que pese a todo pareció mejor que el rival casi siempre e independientemente del resultado y del juego desplegado en cada partido, que tuvo severos problemas para anotar goles. A cambio, dio una gran imagen y logró resultados de ascenso fuera de casa, demostró personalidad para sortear las piedras en el camino y levantarse de los golpes, se sacó rentabilidad a una plantilla muy corta y se mantuvo muy viva la ilusión en la lucha por el ascenso hasta el mes de febrero. Después, la Real sólo pudo luchar por seguir a una distancia que siempre pareció salvable a poco que fallaran los demás, pero que nunca se conseguía recortar... porque los demás no fallaban. Las lesiones, los malos arbitrajes y los propios defectos del juego realista (no necesariamente por ese orden, que cada cual decida qué fue más decisivo) fueron una sola demasiado grande como para entrar entre los tres primeros.

Durante toda la temporada pasada, el debate pareció estar centrado en si la plantilla tenía la suficiente calidad como para acometer el asalto a las tres primeras posiciones, y quedó la sensación de que muchos pensaban que no. Aquel equipo perdió el ascenso por dos minutos inverosímiles en Vitoria. Y de aquel equipo salieron nada menos que 14 jugadores (Riesgo, Gari Uranga, Garitano, Delibasic, Novo, Skoubo, Martí, Vaughan, Víctor López, Larrea, Stevanovic, Nacho, Víctor y Fran Mérida) para afrontar el segundo intento de subir a Primera. A cambio, y debido a las apreturas de estar el club inmerso en un proceso concursal, apenas llegaron la mitad, siete (Marcos, Necati, Zubikarai, Dramé, Moha y Sergio, con Abreu en el mercado invernal). Quizá sea éste el argumento esencial para debatir si el ascenso era o no una exigencia ineludible para la Real de la temporada 2008-2009 o, al menos, para calibrar la justicia de las opiniones que puedan expresarse sobre este asunto.

A pesar de estos problemas deportivos y económicos, la Real comenzó la temporada de fábula. Una victoria solvente como local ante Las Palmas, una maravillosa eliminatoria de Copa ante el Zaragoza, una remontada de prestigio en La Romareda y un baño a un Murcia con el que Javier Clemente aspiraba a subir a Primera, colocaron a la Real en puestos de ascenso. Parecía que esta sí iba a ser la temporada de la Real. Pero ahí comenzaron a torcerse las cosas, con la aparición de los dos grandes enemigos que ha tenido el conjunto txuri urdin a lo largo de la campaña: las lesiones y los arbitrajes. Xabi Prieto cayó ante el Murcia víctima de su juego violento. Dos meses y medio de baja por una entrada que ni siquiera supuso la expulsión de Capdevila. Peor fue lo de Elustondo dos semanas después: un esguince de tobillo y uno posterior de rodilla le dejaron K.O. durante casi nueve meses. El juego de la Real comenzó a resentirse y la fantasía inicial tuvo que dejar paso a nuevas soluciones sobre el campo.

En Alicante, ante el Hércules, la Real encontró a su segundo enemigo, uno que ya no le abandonó en toda la temporada y que hizo acto de presencia con más fuerza en los momentos más decisivos. Hernández Hernández pitó un inexistente penalti y lo mandó repetir sin motivo cuando Bravo lo paró. Así comenzó el carrusel de arbitrajes nefastos, arrogantes e incompetentes que privaron a la Real de demasiados puntos. La visita del Castellón dejó un gol legal local mal anulado y un gol ilegal visitante validado, en Tarragona el Nastic se benefició de un árbitro que no dejaba de pitarle faltas inexistentes al borde del área, ante el Eibar una fractura de tibia y peroné en la pierna de Díaz de Cerio no fue ni falta, ante el Alicante se fueron al limbo dos clarísimos penaltis y otro gol legal, en Albacete valió un gol en fuera de juego anotado por un jugador que debió ser expulsado antes e impidió el empate, la imposible expulsión de Markel Bergara en Las Palmas, la permisividad para reincidir en faltas sin ver la segunda tarjeta amarilla que tenían otros jugadores rivales como el rayista Diamé... Y todo esto sólo en la primera vuelta.

Pese a todo, la Real llegó viva al ecuador del campeonato, a tan solo tres puntos de los puestos de ascenso. El equipo de Lillo había sobrevivido a la lamentable actuación de los árbitros y a severos problemas de lesiones, de juego (Lillo transformó el ideal de juego para adaptarlo a los jugadores que podía poner sobre el césped, y el resultado fue una Real más defensiva y menos contundente) y de anotación (Díaz de Cerio siguió siendo el máximo goleador del equipo varios meses tras su lesión). Anoeta se había acostumbrado a ver victorias y derrotas por la mínima y muy poco fútbol, pero seguía pensando que el ascenso era posible. Hasta la visita del Zaragoza. Ese día, la Real tendría que haber dormido en la segunda posición, y habría acabado tercera la jornada. Pero, una vez más, el árbitro lo impidió. Una perfecta salida de Bravo a los pies de un delantero zaragocista acabó convertida en penalti. El asistente le dijo a varios jugadores de la Real que no se había producido infracción alguna. Pero se pitó. Y el Zaragoza empató. Era el minuto 90 del partido y el colegiado, Bernabé García, todavía tuvo tiempo de privar a la Real de un claro penalti a favor. Aunque entonces todavía no lo sabíamos, ahí se esfumó la última posibilidad de entrar en los puestos de ascenso.

El mazazo sufrido ante el Zaragoza, un rival directo en la lucha por el ascenso, fue en realidad el primero del que el equipo no pudo recuperarse. Hasta ese momento, la Real había respondido mejor cuanto peor estaban las cosas. Cada partido que era un aviso de quedarse a demasiada distancia de los tres primeros encontraba una buena respuesta del conjunto txuri urdin (como la victoria ante el Salamanca, entonces líder de Segunda), pero cuando tenía la oportunidad de recortar distancias por los errores de los demás o incluso meterse en los puestos de ascenso, fallaba de forma triste. Triste fue, en la primera vuelta, la derrota ante el Sevilla Atlético (el peor colista de la Segunda de 22 equipos, que sólo ganó otro partido además de ese en toda la temporada) o la lamentable eliminación copera en Vigo ante el Celta cuando se había recuperado la ilusión en el torneo del K.O. en la primera ronda. Pero aún así hubo vida hasta el partido del Zaragoza.

Tras ese durísimo golpe, llegaron tres derrotas consecutivas (Murcia, Hércules y Alavés; especialmente dolorosa la de Vitoria, en el mismo escenario en el que el sueño de volver a Primera quedó hecho añicos hace ahora un año) que dejaron a la Real a una considerable distancia del ascenso, entre siete y nueve puntos, que el conjunto de Lillo ya no pudo recortar ni siquiera con un magnífico tercer cuarto de la temporada. De 36 puntos posibles, el equipo txuri urdin sumó nada menos que 27, comenzando con cuatro victorias consecutivas. No sólo fue la mejor racha de la temporada, sino que en ellas incluyó la goleada ante el Xerez, líder entonces y campeón de la categoría al final. Abreu ya había llegado al equipo y parecía que sus goles podían devolver a la Real a la lucha por el ascenso. Pero no fue así por el ritmo infernal marcado por los de arriba. Ha sido el ascenso más caro de la historia de la Segunda de 22 equipos, y eso también hay que tenerlo en cuenta a la hora de valorar si ha sido un fracaso no subir.

La temporada terminó para la Real en Salamanca. Allí, con numerosísimas bajas, ganó su tercer partido consecutivo pero seguía a ocho puntos del tercer clasificado con sólo nueve por jugar. Misión imposible. Y la pelea acabó. El equipo que trató de levantarse ante todos los golpes que recibió a lo largo de la temporada con un espíritu encomiable, tuvo que claudicar con demasiadas jornadas por delante (tres, las opciones matemáticas desaparecieron con la derrota en casa ante el Córdoba). La Real ofreció una triste imagen para cerrar el ejercicio, con la mayor goleada en contra de los últimos tres años (4-1 en Vallecas) y tres jornadas sin ganar, aunque se acabó con victoria y con la sensación de que el Sanse ofrece mucho futuro. La distancia final con respecto a los puestos de ascenso, 14 puntos, no refleja lo que sucedió durante la temporada. La Real estuvo lejos de subir, sí, pero no tanto. Y eso también hay que saber valorarlo. Poniendo todo esto en una de las pesas de la balanza y el hecho de que habrá una tercera temporada en Segunda, se obtendrá la valoración de cada cual para la temporada. Yo no creo que fracaso sea la palabra.

sábado, junio 20, 2009

ELCHE 1 - REAL SOCIEDAD 2 El futuro ha empezado hoy

Algunos pensaron que el partido de hoy no servía para nada. Algunos decidieron que hoy no hacía falta estar. Pero se euivocaron. Para la Real siempre hay que estar, pero además de eso hoy ha empezado el futuro de la Real. Hoy ha debutado un jugador del Sanse, Alain Eizmendi, y ha estado bien. Hoy han jugado once jugadores de la cantera realista, más Gerardo, Moha y Marcos. Hoy ha marcado Agirretxe su noveno gol de la temporada, confirmándose como el delantero de referencia de la Real 2009-2010, la que buscará por tercera temporada consecutiva el regreso al lugar que le pertenece. Hoy ha marcado Elustondo, en su regreso al once titular después de nueve meses de lesión, y ha aguantado sobre el césped los 90 minutos. Hoy había realistas en la grada del Martínez Valero, a pesar de ser un sábado por la tarde, a pesar del calor infernal que ha reinado hoy en toda la península y a pesar de que en el partido no había gran cosa en juego, y siguiendo otros muchos escuchando la radio porque no la televisión hemos tenido para despedir la temporada. Y hoy ha ganado la Real. Hoy ha empezado el futuro.

Lillo se despidió de la Real siendo fiel a sus principios. Su última Real salió con defensa de tres, con Carlos Martínez y Castillo en las bandas y Mikel González por el centro (Ansotegi le sustituyó en la segunda parte; ambos viajaron tras arrastrar algunas molestias durante la semana). Por delante, Agirretxe fue el delantero titular. Y marcó su noveno gol. Con Abreu en Grecia firmando con su nuevo equipo y Necati en Turquía y diciendo adiós de la peor manera posible, borrándose del partido, que el canterano anotara un gol, otro más, el noveno de la temporada, es una grandísima noticia. Por encima de que el partido fuera una jornada de exhibición de carácter oficial. Agirretxe marcó el primero, el gol del empate, y Elustondo redondeó el marcador con el segundo, en el último minuto, ese minuto que tan fatídico ha sido para la Real esta temporada. Que marque él es un signo positivo. Otro más de los que dejó el partido de hoy. Y el comienzo del futuro.

Aunque el partido hay que entenderlo en clave de futuro, porque mañana llega Martín Lasarte, hoy dirigía a la Real Juanma Lillo. Y el técnico se va del equipo con una victoria, coronando unos números que no se pueden considerar malos pero que no han servido para devolver a la Real en Primera. El último partido de Lillo no pasará a la Historia, nadie lo va a recordar porque no había nada en juego sobre el Martínez Valero. Absolutamente nada. Pero Elche y Real Sociedad quisieron ofrecer un espectáculo decente para cerrar el ejercicio y protagonizaron un partido abierto. Pero el conjunto txuri urdin fue mejor durante los 90 minutos, es mejor que el Elche sobre el papel, y la victoria fue muy merecida. Incluso cuando el Elche se adelantó en el marcador el mejor equipo estaba siendo el realista. La remontada también hay que colocarla en la columna de los detalles positivos, porque a esta Real remontar los partidos en los que ha ido por debajo en el marcador le parecían tareas titánicas.

También hay que destacar, con el broche que supone la victoria en Elche, la trayectoria del equipo fuera de casa. Es verdad que en Anoeta se han producido los partidos más extraños, los acontecimientos que más han restado puntos y confianza a la Real, pero lo que deja la estadística es que el conjunto txuri urdin ha sumado más puntos como visitante que como local. Y aunque mucha gente piense que el partido era intrascendente, hoy la sensación sería distinta si la Real hubiera perdido. De haber perdido, hoy los aficionados realistas estarían desprotricando sobre sus jugadores, lamentando este largo y triste final de temporada. Pero hoy los realistas podemos decir que hemos terminado ganando, que ha marcado Agirretxe, que ha regresado con fuerza Elustondo y que el futuro (Toño Ramírez, Javi Ros, Borja Viguera y Alain Eizmendi) ya está aquí. Ha empezado hoy.

Bravo no fue de la partida, ni tampoco Cobeño jugó en el Rayo-Zaragoza, con lo que el único elemento de emoción que podía tener la tarde desapareció antes de empezar. El Trofeo Zamora no se jugó sobre el campo en la última jornada. El otro elemento de interés era la posición final de la Real en la clasificación. Y a pesar de no conseguir la victoria, aseguró la sexta plaza, gracias a que Las Palmas, el último equipo en asegurar la permanencia en Segunda, empató en el campo del Levante. Está claro que la Real tiene su sitio en Primera División, que el ascenso es un objetivo irrenunciable para este equipo sean cuales sean las circunstancias, pero tampoco es fácil llegar a donde ha llegado el conjunto de Lillo con la cantidad de circunstancias adversas a las que ha tenido que hacer frente.

Se cierra una triste temporada, pero se cierra con una leve sonrisa en la cara. Nada había que ganar, sólo un partido. Un partido que, si juega la Real, tendría que preocuparnos a todos mucho más. Hoy parece que no era así, que no había demasiada gente pendiente de lo que hacían hoy los jugadores con la camiseta txuri urdin. Y la Real siempre se merece la atención de los realistas. Porque si las cosas van bien la próxima temporada, será inevitable pensar, al menos para mí, que el futuro empezó en Elche. Cuando uno de los jugadores que debía habernos llevado a Primera esta temporada regresó con un gol. Cuando el delantero de casa que tiene que suplir al máximo goleador de la pasada temporada anotó su noveno tanto. Cuando el Sanse dio un golpe sobre la mesa y, a pesar de su descenso a Tercera, advirtió de que hay jugadores que merecen vestir la camiseta de la Real. Cuando Lillo dijo adiós a la Real, dejando un equipo mucho más fuerte que el que cogió, aunque el técnico no quiera colgarse medallas. La Real ganó en el primer encuentro de su futuro. Mañana será otro día.

viernes, junio 19, 2009

PREVIA Elche - Real Sociedad. Con Elustondo y por Bravo

Despedida y cierre en Elche a la segunda temporada de la Real en Segunda (sábado, 18.30 horas, Martínez Valero, sin televisión). Ante la absoluta falta de tensión que hay ante el partido, la misma que se vio en las tres jornadas anteriores (y que la ha costado a la Real descolgarse del tercer puesto hasta una distancia que no refleja lo que ha sido la temporada), el mayor punto de interés está en el regreso de Elustondo al once inicial. Lillo confirmó que será de la partida y estará en el campo hasta que le aguante el físico. El otro foco de atención es el trofeo Zamora que se disputan Claudio Bravo y el rayista Cobeño. Por lo demás, este partido sólo presenta el aliciente de defender la camiseta de la Real, para algunos por última vez. Como si eso fuera poca cosa.

Elustondo y diez más. Ese es el punto de partido de la alineación que presentará Juan Manuel Lillo en su último partido como entrenador de la Real Sociedad. Un partido ante el que, para no variar la costumbre de toda la temporada, tendrá una larguísima lista de bajas. Por sanción no podrán estar Labaka, Estrada y Zubikarai (en la última de los comités, que ratifican una redacción del acta arbitral que un ciego vería que no se corresponde con la realidad). A ellos hay que sumar a los lesionados Díaz de Cerio, Aranburu, Dramé, Sergio, Markel, Diego Rivas y Abreu, además de Necati. Esto quiere decir que el técnico txuri urdin apenas cuenta con diez jugadores para afrontar su despedida del equipo, a los que habría que sumar a Agirretxe. Para completar la convocatoria, Lillo ha llamado a siete hombres del Sanse: Ramírez, Sarasola, Camaduro, Ros, Zurutuza, Viguera y el debutante Alain Eizmendi.

Elche vivirá unas cuantas despedidas. Lillo cierra su ciclo, y de los jugadores que se han desplazado a tierras alicantinas se sabe que Moha disputará sus últimos minutos de txuri urdin, como probablemente será el caso de Marcos y es posible también que de Gerardo. Necati no se despedirá de la Real sobre el campo, ya que ha regresado ya a Turquía con permiso del club. Y de Castillo queda la incógnita, puesto que el jugador ya ha dicho que no quiere seguir en Segunda pero, al ser menor de 23 años, la Real tiene la opción de renovarle si no paga por la cuantía fijada por los derechos de formación. El partido cierra el pasado de la Real e inaugura también el futuro. Especial ilusión hará ver la pareja formada por Ros y Elustondo, a Viguera en ataque con Agirretxe o alguno de los demás potrillos que forman parte de la convocatoria.

Claudio Bravo, en el punto de mira de importantes equipos de Primera, ha viajado con el equipo a pesar de haber regresado con molestias físicas de sus dos partidos con la selección chilena. Lo que no se sabe es si jugará, el mismo dilema que tiene el ayo Vallecano con Pepe Mel. Si ninguno de los dos jugara, el Trofeo Zamora tendría dos ganadores puesto que los porteros de Real Sociedad y Rayo tiene el mismo coeficiente y han jugado el mínimo de partidos exigidos. Si ambos jugaran y no encajaran gol, el galardón sería para Bravo. Es el meta realista quien más se juega en Elche, ya que la Real sólo aspira a mantener la sexta plaza que ahora mismo tiene en la clasificación. De ganar, es suya. Si empata o pierde, ya tendría que mirar lo que hacen el Levante ante Las Palmas y el Castellón en Tenerife. Los valencianos están un punto por detrás de la Real y los castellonenses dos. Ambos equipos tienen el average particular perdido con el conjunto txuri urdin.

La Real ha visitado Elche en quince ocasiones y no se puede decir que sea una ciudad que le dé muy buena suerte, puesto que apenas ha vencido en tres de esos enfrentamientos, todos ellos en Primera División. Fue en las temporadas 70-71, 73-74 y 77-78, y en las tres ocasiones se produjo el mismo resultado: 1-2. La peor goleada recibida allí por el conjunto txuri urdin tuvo lugar en la campaña 67-68, la del regreso a Primera tras el ascenso a Puertollano, cuando el resultado fue un contundente 5-0. A pesar de no ser una plaza muy propicia, la Real no pierde allí desde la temporada 76-77. Sus tres últimas visitas en Primera se saldaron con una victoria (1-2 en la 77-78 con goles de Diego e Idígoras) y dos empates a uno (en la 84-85 marcó Uralde y en la 88-89 lo hizo Fuentes).

El único precedente en Segunda División tuvo lugar la temporada pasada. Ya con José Ramón Eizmendi en el banquillo, la Real realizó probablemente el mejor partido de la temporada. Y, caprichos del destino, no consiguió la victoria. Un conjunto txuri urdin vestido de verde y amarillo dio una auténtica exhibición de fútbol en el Martínez Valero, supero al Elche en todas las facetas del juego y tuvo infinidad de ocasiones de gol. Willy Caballero, portero del equipo local, se convirtió en el héroe del encuentro. Entre las muchas ocasiones que se fueron al limbo, un gol legal mal anulado a Víctor por un fuera de juego que no existió. La Real mereció los tres puntos, pero sólo se llevó uno, lo que sacó momentáneamente al equipo donostiarra de los puestos de ascenso.

En la primera vuelta, Real Sociedad y Elche empataron a cero. Para seguir la tradición, el mejor jugador del partido fue Willy Caballero. No es que tuviera que hacer frente a un vendaval txuri urdin como un año antes en Elche, pero hizo dos intervenciones prodigiosas a sendos cabezazos de Labaka y Abreu. El uruguayo debutó aquel día con la Real y fue recibido con una gran ovación (cómo han cambiado las cosas seis meses después). El malísimo colegiado González González, sin hacer un atropello de los suyos, sí dejó sin señalar un penalti cometido sobre Agirretxe. El conjunto de Lillo no consiguió crear demasiadas situaciones de gol, pero fue el único equipo que pudo llevarse la victoria. De haberla conseguido, habría entrado en puestos de ascenso. Pero ésta fue una nueva oportunidad perdida para dar el salto de calidad necesario para soñar con el ascenso. Entonces todavía había esperanza.

jueves, junio 18, 2009

Los sotanos del fútbol español

Hace unas cuantas semanas, cuanto la Real todavía miraba hacia arriba en la clasificación con alguna leve esperanza de llegar a las tres primeras posiciones, Juanma Lillo se mostró extrañado por el hecho de que esta temporada apenas hubiera surgido rumores sobre las primas a terceros o los amaños de partidos, asunto que la pasada campaña copó buena parte de nuestro tiempo y nuestra atención en las jornadas finales de la competición (y que coleó con fuerza hasta los primeros meses de la temporada que termina este fin de semana). Pocos días después, se publicó que la propia Liga de Fútbol Profesional había advertido a la Real (se supone que también al resto de equipos implicados en la lucha por el ascenso) de que tenía noticias de que el Zaragoza había pagado a más de uno de sus propios rivales con el fin de que se dejara ganar. La noticia no generó ningún tipo de escándalo. Casi se habló más de las denuncias al Real Unión, equipo al que se ha acusado de hacer lo mismo para subir a Segunda, que de este asunto que salpicó el ascenso a Primera.

La única conclusión posible sobre esto, y más con la experiencia vivida hace un año, es que el fútbol español está podrido y quienes manda en él prefieren que siga siendo así y que quienes consumimos con devoción el espectáculo sigamos sin saber nada. El fútbol español tiene unos sotanos insonsables en los que se oculta miseria, corrupción y, por lo visto, mucho dinero. Había quien pensaba que el objetivo de las últimas cuatro jornadas debía ser quedar para la Real lo más arriba posible, no fuera a ser que esta vez se actuara contra un hipotético tramposo (y también por esas otras trampas, las económicas, las que permiten a determinados clubes vivir endeudados hasta las cejas cuando otros tenemos que penar en procesos concursales). Pero por desgracias ese es un planteamiento algo ingenuo porque jamás se va a encontrar un caso tan claro como el que expuso la Real el año pasado. Iñaki Badiola no sólo lanzo acusaciones, sino que consiguió pruebas de que algo raro había. La Justicia, no obstante, ha decidido archivar el caso. Eso sucedió la semana pasada.

Es gravísimo que se compren partidos. Es igual de grave, reglamento en mano, pagar a un equipo para que venza a uno de tus rivales como comprar a tu propio rival para que no haga todo lo posible sobre el césped. Dejémonos de hipocresías. No hay primas buenas y primas malas. Las dos son ilegales. Podemos mantener todo el debate ético que se quiera, pero el legal, que al final es el que importa, no tiene discusión alguna. ¿Que se quieren aceptar las primas por ganar? Que se legalicen, que para eso se reúnen todos los clubes en Asamblea antes de iniciar la competición. Mientras no se cambien, son ilegales, no se pueden pagar y no se pueden aceptar. Son, además, dinero negro, lo que en condiciones normales tendría que constituir un delito contra la Hacienda pública. Es triste ver que cada temporada aparecen jugadores de distintos equipos admitiendo abiertamente la existencia de estas primas (por ganar; por perder sólo uno lo admitió, Jesuli ante Iñaki Badiola, y al ver la que había armado rápidamente se retractó), pero mucho más triste es que nadie haga algo.

Hacienda podría investigar a los clubes sobre los que hay sospechas de que mueven dinero negro con oscuros fines, pero no lo hace. La Secretaría de Estado para el Deporte podría implicarse para limpiar el fútbol, pero no lo hace. La Federación Española de Fútbol y la Liga de Fútbol Profesional podrían imponer sanciones a quienes no cumplen las normas que ellos mismos imponen a los clubes participantes en las competiciones, pero no lo hacen. Los clubes podrían ser nobles, asumir que están en una competición deportiva en lugar de un mundo económicamente viciado, pero no lo hacen. Los jugadores podrían comportarse como profesionales y denunciar a los tramposos, pero no lo hacen. Nadie hace nada. Y si algo me parece sangrante es que la Liga avise a los clubes de estas irregularidades, diciéndoles también que es muy difícil actuar y probar el pago de primas. Es como si la Policía llama a un ciudadano para decirle que van a robar en su casa pero que ellos no pueden hacer nada. No se puede si no se quiere.

Hay un factor más que se suele utilizar en este debate: el apoyo de los nuestros. Usando como ejemplo lo sucedido el año pasado, se suele decir que la prensa de Gijón apoyó incondicionalmente al Sporting y que la de Málaga hizo lo mismo con su equipo. Por contra, todos sabemos que la prensa donostiarra no hizo lo propio con la Real. Es triste que algunos consideren que su beneficio esté por encima del que pueda conseguir el equipo txuri urdin (que a nadie se le olvide que una sanción al Málaga por este asunto hubiera supuesto el ascenso administrativo para la Real), pero reconozco que este ángulo de la historia me es indiferente. Si algún día se descubriera que la Real ha comprado rivales, la sanción tendría que ser la misma que para cualquier otro. Yo no voy a ocultar nada, como sí parece que se quiso (y se consiguió) hacer en otros sitios. Yo quiero que la Real gane en el campo. Fuera de él, ni quiero ganar ni quiero que me ganen. Quiero que se cumpla la Ley.

Este año, la Real no ha sido el equipo más damnificado por estas prácticas a las que todo el mundo dota de tanta verosmilitud que me parece impensable tener que referirme a ellas como "supuestas". El Hércules es el cuarto clasificado de la Segunda División y el primer equipo que no ha podido celebrar el ascenso. Quizá de esta forma evite que me considere oportunista por escribir lo que acabo de escribir quien el año pasado pensara que hablaba de forma interesada al denunciar las prácticas que se achacaban al Málaga. Este año la Real no obtendría beneficio alguno de una sanción, tan ejemplar como justa si se investigara y demostrara algo, a un club tramposo. Pero me sigue pareciendo escandaloso que nadie actúe. Igual de escandaloso que el año pasado. Y hay que decirlo, porque algunos, los que seguimos ilusionados por ver a nuestro equipo jornada tras jornada, queremos mantener la sensación de que estamos viendo un deporte cuyos vencedores se dirimen en los terrenos de juego. En los despachos, sólo cuando haya tramposos.

domingo, junio 14, 2009

REAL SOCIEDAD 1 - LEVANTE 1 Y Anoeta no se quiso mojar

Quizá lo más relevante que ofrecía el partido de hoy era conocer el juicio de Anoeta. Pero hoy Anoeta no ha dictado un veredicto claro. No ha querido hacerlo. La asistencia ha sido escasa, la más baja de toda la historia del recinto donostiarra (aunque tiene mérito y merece un aplauso sincero que casi 10.000 personas fueran hoy a ver el partido) la nefasta actuación de un árbitro sencillamente horrible ha desviado algo la atención. El público ha despedido al equipo correspondiendo a los aplausos que los jugadores han lanzado a la grada. El único jugador realista que ha escuchado música de viento ha sido Abreu. El uruguayo marcó hoy su undécimo gol, es el máximo anotador del conjunto txuri urdin, y aún así ha sido el único que ha visto reproches a su trabajo, algo que tiene un matiz de injusticia. Al margen del árbitro y de Abreu, la afición ha mostrado una gran indeferencia y ha dejado el juicio para otra ocasión. ¿Cuánto hay de cansancio por el pasado y cuánto de mirada hacia el futuro?

Poco margen tenía Lillo a la hora de hacer su alineación, y apenas hubo sorpresas. Como se esperaba, un potrillo tuvo que aparecer en la línea defensiva, y fue Sarasola en el lateral izquierdo, volviendo al equipo titular dos temporadas después (debutó con Coleman en el primer partido de la pasada campaña, ante el Castellón). Carlos Martínez repitió como central (y acabó el partido cojo) y Gerardo estuvo en la derecha. Por delante, se repitió la pareja Rivas-Ros (el chaval tuvo que salir del partido tras la expulsión de Zubikarai por la norma que obliga a tener siete juegadores del primer equipo sobre el campo) y, con Abreu en punta, la sorpresa estuvo en la línea de tres centrocampistas. Estrada entró en el once junto a Moha y Agirretxe, y su participación quedó en el mismo papel de escasa influencia de toda la temporada. ¿El juego de la Real? Lo de menos en un partido sin tensión de ningún tipo y sin nada realmente en juego. Así lo encaró el conjunto txuri urdin y por eso no hay demasiado que destacar sobre el papel.

Sin embargo, mirando el detalle, el partido deja muchos aspectos a comentar y la mayoría ilusionantes, asumiendo lo difícil que es tener ilusión en un final de temporada tan triste como éste. El más destacado tiene que ser el regreso de Gorka Elustondo, nada menos que ocho meses después de su lesión. Él está llamado a ser uno de los nombres de referencia para la Real del futuro si recupera el nivel futbolístico con el que comenzó la temporada. Que vuelva es una gran noticia. Y hay que celebrarla con la misma alegría que el debut de un jugador del Sanse. Gracias al árbitro (luego volvemos sobre eso), Toño Ramírez tuvo que ponerse bajo los tres palos en el tramo final de la primera parte. Y cumplió con buena nota, teniendo que detener algún disparo lejano de los jugadores levantinistas. Zubikarai, que pone punto final a su sobresaliente temporada con la tarjeta roja que vio, también había realizado un paradón antes. La portería de la Real, esté quien esté, seguirá muy bien protegida la próxima temporada.

El Levante se adelantó en el marcador después de un clamoroso fallo de Labaka. De los tres centrales de la primera plantilla, Labaka es el que más necesita estar muy bien rodeado. A pesar de ser el más veterano, no ha dado el paso para convertirse en líder de la línea de atrás. Y hoy tenía que jugar con un canterano casi debutante y un lateral como acompañante en el centro. Su fallo es de los que no puede tener alguien como él. Diez minutos más tarde, y antes de que el árbitro cambiara el partido, Abreu empató, en una jugada que fue reflejo de otras muchas tardes en Anoeta. Una jugada elaborada hasta el exceso, complicando lo que parecía más sencillo, y que el uruguayo mandó al fondo de la red. El uruguayo, que dedicó el tanto a Lillo, luego falló dos ocasiones muy claras. Anoeta le pitó al ser sustituído. No ha querido tener en cuenta que ha marcado once goles, una cifra que a mí me parece incontestable, al margen de cualquier otra consideración. Porque los goleadores están para esto.

Pino Zamorano nos demostró, una semana más, el patético nivel del arbitraje español, y mucho más el de Segunda. Hay demasiados colegiados que no saben interpretar el reglamento, que no ven cosas que nadie más ve, que influyen decisivamente con sus errores en los partidos, que recortan la belleza del deporte. No es cuestión de que perjudiquen o beneficien, aunque la Real puede sentirse muy perjudicada este año. Pero es el daño que hacen al fútbol. Hoy Zubikarai no debió ser expulsado, pero vio la roja. Al poco, Ballesteros agredió a Agirretxe dentro del área levantinista, lo que debió ser como poco penalti. Pero ahí no pitó, amonestó a Labaka por protestar y dejó a la Real con nueve jugadores mientras se curaba la brecha que tenía el delantero realista. Labaka soltó un codazo con anterioridad que el árbitro no quiso ver. Y en la segunda parte Rivas cometió un claro penalti. En el descuento del partido, expulsó a Rubén Suárez. Un despropósito tras otro. Reflejo de la temporada. Que en un partido como éste, el árbitro haga lo que ha hecho hoy tiene mucho delito. Pero no va a pasar nada, para variar en este fútbol.

Tanto con once como con diez, pero sobre todo tras la expulsión, el Levante pareció mejor que la Real y debió ganar el partido, sobre todo por el empuje demostrado. Pero, al final, las ocasiones de gol fueron prácticamente parejas (la más clara de los visitantes, un cabezazo al palo, estaba anulada por falta previa), lo que podría llevar a la conclusión de que el empate fuera justo. Más bien habría que decir que el resultado era irrelevante, porque ya nada parece motivar a la Real en este tramo final de la temporada. Ni el debut de potrillos, ni dejar en buen lugar a Lillo en su salida del club, ni siquiera pensar en el futuro y dar al nuevo entrenador elementos de juicio para la próxima campaña. Nada desde el encuentro de Salamanca. Nada ante el Córdoba, nada ante el Rayo, nada ante el Levante. Y es una pena porque en los tres partidos había cosas en juego y podían haber dejado muchos elementos de interés. Eso sí, hay que reconocer que, con la nula trascendencia que tenía el partido de hoy, la Real ha aguantado un punto jugando más de medio partido con un jugador menos.

La victoria hoy de la Real le habría garantizado la sexta posición, un premio menor para un club que tiene y debe tener siempre su sitio entre los mejores, pero con el empate ahora eso queda como el pequeño objetivo para la última jornada. El Levante se queda como estaba, un punto por detrás del conjunto txuri urdin (juega en la última jornada en casa ante Las Palmas, que ya se ha salvado del descenso), y, en caso de no ganar el cuadro txuri urdin en Elche, también está a tiro del Castellón, que tiene dos puntos menos (el average particular ganado) y cerrará la temporada ante el ascendido Tenerife. Ninguno se juega nada. Ya se conocen los nombres de los equipos que suben y de los que bajan, la última jornada en la más intrascendente en años. Y lo único que queda por ver es si Bravo logra el Zamora. El chileno, con la baja de Zubikarai, jugará. El Rayo recibe al Zaragoza. Un gol que reciba Cobeño o que Bravo mantenga su puerta a cero darían el galardón al portero de la Real. No es poco acabar la temporada con esa alegría, por pequeña que pueda parecer viendo a tres ciudades de fiesta por el ascenso.

sábado, junio 13, 2009

PREVIA Real Sociedad - Levante. Anoeta dictará sentencia

Anoeta tiene la última palabra y tendrá que dictar sentencia (domingo, 17.00 horas, Anoeta, sin televisión). Es Anoeta quien juzgará, durante y después del partido contra el Levante, lo que ha vivido durante los últimos meses y el trabajo de quienes se despiden de la afición donostiarra. A esto, por desgracia, ha quedado reducido el último encuentro de la campaña como local, ya que objetivos reales quedan pocos. Sí hay uno, destacado por Lillo en la rueda de prensa del viernes, superar la puntuación lograda la temporada pasada, una pequeña satisfacción para finalizar esta triste campaña. Si la semana pasada el partido ante el Rayo fue un duelo por el quinto puesto, esta semana ante el Levante está en juego la sexta plaza. La Liga acabó para los nuestros hace dos semanas, pero sigue siendo la Real el equipo que saltará al campo. Que lo demuestre. Y que la afición, soberana, emita su veredicto.

Para continuar con la línea de las últimas semanas, Lillo cuenta con muchísimas bajas, hasta el punto de que esa lista es casi más numerosa que la de los jugadores de la primera plantilla con los que puede contar el técnico. Sólo hay doce jugadores disponibles, por lo que la aportación del Sanse llega hasta los seis jugadores, el número más alto de toda la temporada. Ramírez, Cadamuro, Sarasola, Ros, Zurutuza y Viguera estarán en Anoeta y más de uno tendrá sus minutos incluso como titulares. El único que, a priori, no tiene opciones es Toño Ramírez, ya que el portero titular será Eñaut Zubikarai. Xabi Prieto es baja por sanción y a última hora se han caído Castillo (que evitará así el juicio de Anoeta) y Dramé (intrascendente como toda la temporada).

Visto lo poco que tiene para elegir el técnico entre los jugadores del primer equipo, en el once parece haber algunas piezas muy claras. Zubikarai estará en la portería. En la defensa, Lillo sólo tiene a Labaka, y en función del sistema que escoja podrían tener su oportunidad el central Camaduro o el lateral Sarasola. En el centro del campo, la lógica dicta que se repetirá el dúo de las últimas jornadas, el formado por Ros y Rivas, aunque es más que probable que Elustondo tendrá algunos minutos, los primeros tras su larguísima lesión. Sería bonito ver sobre el campo juntos a Elustondo y Ros, aunque fuera por poco tiempo, para ver el futuro en acción. Delante de ellos, lo normal sería que jugaran Moha, Agirretxe y Marcos. Arriba, Abreu será el delantero titular, toda vez que se entrenó con normalidad tras los dos partidos con su selección.

¿Objetivos para este partido? Pocos, aunque sería importante que el equipo cuidara el escudo más de lo que lo ha hecho en los dos últimos encuentros. Será, probablemente, en la grada donde habrá más ojos puestos. El público (¿cuántos acudirán, visto el panorama?) tendrá que dictar sentencia sobre la temporada sus protagonistas, máxime ante las despedidas que se vivirán en Anoeta, empezando por la del entrenador, Lillo, y pasando por la de jugadores como Necati o Abreu. Lo que está en juego en el césped es la sexta plaza de la competición. La Real la ocupa en estos momentos con 63 puntos y el Levante es séptimo con un punto menos. Si el equipo txuri urdin gana sus dos partidos, logrará 69 puntos, uno más que hace un año. Y queda un último objetivo para este final de temporada, en el que la Real ya poco tiene que decir: el Zamora para Claudio Bravo. El chileno no juega esta semana, por lo que la mirada habrá que ponerla en el partido del Rayo en Las Palmas del sábado por la tarde.

El Levante ha visitado San Sebastián en cinco ocasiones, y ha logrado arrancar una victoria y un empate. El triunfo de los valencianos se produjo en la primera ocasión en que jugaron en Atotxa, en la temporada 39-40, durante la fase de ascenso a Primera. La Real, por cierto, no subió aquel año. Los otros dos encuentros en Segunda se zanjaron con contundentes victorias del cuadro txuri urdin, 6-2 en la 46-47 y 4-3 en la 48-49. En Primera, la primera visita del Levante a Anoeta también resultó afortunada para los levantinos, puesto que se llevaron un empate a uno en la temporada 04-05. Nihat marcó el tanto realista en el primer partido de José María Amorrortu como técnico de la Real. Fue el comienzo de la dura lucha por la supervivencia que acabó con los huesos de la Real en Segunda.

El segundo enfrentamiento en Primera es la última visita del Levante a Anoeta, y fue en la temporada del descenso, la 06-07. Ambos equipos afrontaron el encuentro inmersos en la lucha por evitar el descenso, algo que la Real no consiguió y el Levante sí. Ansotegi anotó el único gol del partido en el minuto 37, de cabeza tras una falta lejana botada por Savio. El partido, de bajísima calidad por parte de los dos equipos, no sirvió para igualar el gol average particular con el Levante, que se quedó con diez jugadores al poco de iniciarse la segunda mitad (Germán Herrera tuvo una ocasión clamorosa para hacer el 2-0 e iguarlarlo, pero no supo qué hacer con el balón), pero sí para acercarse al sueño de la salvación. La Real de Lotina lograba la segunda victoria consecutiva en Anoeta y se ponía a seis puntos del 17º clasificado. Todavía lejos, pero con diez partidos por delante. Una lucha que, al final, no tuvo el premio soñado.


La afición del Levante vio uno de los mejores partidos de la Real en esta su segunda temporada en la categoría de plata. Tuvo el control del juego en todo momento y el marcador no hizo más que confirmarlo. Agirretxe anotó el primer gol del encuentro, su cuarto de la temporada y el primero que sirvió para lograr tres puntos, y Xabi Prieto hizo el segundo. Las dos asistencias fueron de Marcos. Todo funcionó a la perfección en el equipo que Lillo presentó en Valencia, desde la portería (Bravo, apenas inquietado por el Levante, tuvo alguna intervención que demostró su seguridad), a los atacantes, pasando por un centro del campo rocoso en el que Diego Rivas empezaba a mostrar la firmeza que ha enseñado durante toda la segunda vuelta. El 0-2 incluso fue un resultado que se quedó corto para los méritos del equipo txuri urdin, poco acostumbrado a vencer con claridad y llegar a los finales de los encuentros con placidez.