lunes, junio 28, 2010

Resumen de la temporada (y 6). Detalles

· Anoeta, por fin un fortín
Hubo que esperar hasta el tercer año en Segunda, pero por fin el estadio realista se convirtió en el ansiado fortín en el que cimentar el ascenso. De los 21 partidos disputados, nada menos que quince acabaron con victoria de la Real. Cinco equipos consiguieron llevarse un punto (curiosamente, los fortunados fueron tres equipos que lucharon por no descender, Girona, Las Palmas y Albacete, y dos que finalmente descendieron, Murcia y Castellón) y sólo el Elche consiguió el triunfo. La Real apenas recibió diez goles en los partidos jugados en Anoeta (sólo Girona y Las Palmas consiguieron marcar en dos ocasiones) y en 13 acabó con su portería imbatida. A favor sumó 33 goles. La victoria más abultada se dio en dos ocasiones: 4-1 recibieron tanto el Real Unión como el Cádiz, los otros dos equipos que bajaron a Segunda B.

· Elche evitó ser el equipo menos goleado
Que la Real ha subido a Primera por su defensa es una obviedad que los datos avalan. La Real habría sido el equipo menos goleado de Segunda si no hubiera sido por la absoluta relajación con la que viajó a Elche en la última jornada y la goleada que allí encajó, un 4-1 que ya no tenía incidencia alguna en el futuro realista pero sí en sus estadísticas finales. El equipo txuri urdin encajó un total de 37 goles, tres más que el Hércules, que sí se jugó el ascenso en la última jornada y por ello mantuvo la tensión hasta el final y salió de Irún sin encajar goles en el cierre del campeonato. También podría decirse que los alicantinos se ganaron esa mención de equipo menos goleado y se la arrebataron a la Real con el 5-1 que le endosaron al equipo realista en el Rico Pérez. El Mundial y las lesiones evitaron que Bravo pudiera repetir el Torfeo Zamora de la pasada campaña, un galardón que habría logrado por segundo año consecutivo de haber jugado los partidos necesarios.

· Cayó un líder
Siguiendo con su tradición en Segunda, y a pesar de que su exitosa trayectoria complicaba jugar contra algún equipo que comandara la clasificación, la Real derrotó a un equipo que ocupaba la posición de líder cuando se enfrentó al conjunto txuri urdin. En esta ocasión fue al Cartagena, en el partido de la jornada 13 celebrado en Anoeta. Tuvo un gran inicio de campaña el equipo cartagenero y eso le permitió coger puntos de ventaja, que finalmente no le sirvieron para subir a Primera. La victoria aquel día llegó después de un intensísimo y disputadísimo partido. Y fue una victoria dulce por cómo llegó. Dos cambios de Lasarte posibilitaron el único gol del partido. Nsue hizo la jugada y dio el pase a Agirretxe para que introdujera el balón en la red. Era el minuto 90 de partido y, como Salamanca y Xerez en la temporada 2008-2009 y Málaga en la 2007-2008, el líder cayó ante la Real.

· Casi siempre en ascenso, la mitad en cabeza
La Real se metió en los puestos de ascenso con su victoria en Soria, 1-3 ante el Numancia, en la sexta jornada y ya no los abandonó en toda la temporada. De las 42 jornadas, estuvo 37 en los puestos de privilegio. Y estuvo 22, más de la mitad del campeonato, como líder. El asalto al liderato (era también la primera vez que ocupó esa posición en los tres años que ha pasado en Segunda) fue tras vencer al Salamanca en Anoeta en la séptima jornada, gracias a dos goles de Griezmann y Ansotegi. Perdió esa posición hasta en cinco ocasiones, pero el Salamanca fue de nuevo talismán. Tras el empate a cero en tierras castellanas, en la jornada 28, el equipo de Martín Lasarte recuperó la primera posición y ya la mantuvo hasta el final de la Liga. La aseguró matemáticamente el mismo día en que ascendió, al ganar 2-0 al Celta.

· La extraña portería
Además de por el ascenso, este año se recordará por los extraños sucesos que ha vivido la portería txuri urdin. En la pretemporada se anunció el deseo de vender a Bravo y Riesgo para afrontar la temporada con Zubikarai y Toño Ramírez. No hubo ventas, Bravo fue titular y Eñaut pasó a ser el tercer portero. Las ausencias del chileno por su selección las suplió Riesgo, aunque él y Zubikarai rotaron en el banquillo. Riesgo pudo salir del club en diciembre, al final se quedó pero perdió su lugar como segundo portero. Bravo cayó lesionado en Córdoba y al campo saltó Zubikarai, que fue expulsado en Huelva, donde Carlos Martínez tuvo que jugar los últimos minutos bajo palos (y encajar un gol de penalti). Riesgo, ya con un pie fuera del equipo para la próxima temporada, recuperó la portería, pero se lesionó y convirtió a Zubikarai en el portero del ascenso. La Real quiso fichar a otro portero, Queco Piña, para afrontar el tramo final de la temporada en la suplencia, pero problemas legales lo impidieron. Y Mandaluniz, el titular del Sanse, fue quien ocupó el banquillo en el tramo final de la temporada. Muchos sucesos para la línea más solvente del equipo.

· Sólo cuatro expulsiones
La Real nunca ha sido un equipo violento ni demasiado amonestado, y este año no ha sido una excepción. Curiosamente, en su banquillo es difícil encontrar alguien que no haya sido expulsado (desde su entrenador, Lasarte, hasta el preparador físico, Balbi, pasando incluso por el preparador de porteros, Navajas, o su delegado, Juantxo), pero en el campo sólo cuatro realistas han visto la tarjeta roja durante la campaña. Y dos de ellos, para continuar con lo rocamblesco de la portería, fueron guardametas. Bravo fue expulsado ante el Elche en Anoeta y Zubikarai en Huelva ante el Recreativo. Ambas tarjetas fueron claras y justas. Dani Estrada y Mikel Aranburu fueron los jugadores de campo que vieron la tarjeta roja, aunque a diferencia de las dos anteriores éstas fueron dobles amarillas. Estrada vio la roja en el último minuto del partido jugado como visitante ante el Villarreal B, el mismo encuentro en el que cayó lesionado de gravedad, perdiéndose casi toda la segunda vuelta. Aranburu fue injustamente expulsado también jugando fuera la Real, en Cartagena. En ambos partidos se salvó un empate a pesar de la inferioridad. Diego Rivas fue el jugador que más amarillas vio, catorce.

· Hasta trece goleadores diferentes
Empieza a ser una seña de identidad de la Real que un elevado número de sus jugadores vea puerta a lo largo de una temporada. Nada menos que trece de ellos anotaron al menos un gol en la 2009-2010. Carlos Bueno encabeza esta clasificación con doce tantos, aunque se quedó muy lejos de optar al Trofeo Pichichi, galardón que se llevó el ilicitano Molina, redondeando sus 26 goles con los cuatro que le metió a la Real en la última jornada. A Bueno le sigue de Xabi Prieto con siete, dos de ellos de penalti. Seis anotaron tanto Agirretxe como Griezmann, uno más que Nsue y dos más que Ansotegi y Zurutuza. Dos goles marcaron Aranburu y Labaka, y uno cada uno Bravo, De la Bella, Elustondo y Mikel González. De los 13 goleadores, seis marcaron esta temporada por primera vez con la Real. El caso más llamativo es, obviamente, el de Claudio Bravo, que se convirtió en el primer portero de la Historia de la Real en anotar un gol. Mikel González, que debutó con la Real en la temporada del descenso, todavía no había conseguido estrenarse. Lo hizo ante el Villarreal B, con un tanto que, además de valer el triunfo, acercó muchísimo al equipo txuri urdin al objetivo del ascenso.

· Muchas victorias por la mínima
A pesar de la facilidad con la que veía puerta durante la primera mitad del campeonato, la Real ha sido un equipo de marcadores cortos. De las veinte victorias que consiguió en los 42 partidos de la temporada, más de la mitad, once, las logró por la mínima. El 1-0 fue el resultado más repetido de la temporada, ya que subió al marcador nada menos que en ocho ocasiones (seis veces en Anoeta, ante Córdoba, Recreativo, Cartagena, Nastic, Hércules y Rayo, y dos veces fuera, en Castellón y Vigo). Por 2-1 se derrotó en casa a Numancia y Villarreal B, y fuera al Nastic. Las derrotas de la Real también fueron habitualmente por al mínima, ya que se registró un 1-0 en la mitad de los ocho partidos en los que no consiguió ningún punto (Elche en Anoeta, y Levante, Girona y Betis fuera). Hércules (5-1), Elche (4-1), Córdoba y Recreativo (2-0) son los equipos que vencieron a la Real con una renta mayor de un gol.

· 27 jugadores utilizados
Martín Lasarte hizo fuerte un grupo de catorce o quince jugadores (sólo dieciseis de ellos superaron los 1.000 minutos de juego, sólo trece jugaron al menos veinte partidos como titular y sólo siete alcanzaron esa cifra de partidos completos), pero llegó a utilizar a 27 a lo largo de toda la temporada, los 23 con los que empezó la primera plantilla a finales de agosto, el añadido de Griezmann desde el primer día, el fichaje invernal de Songo'o y otros dos jugadores del Sanse (Illarramendi y Albistegi) que llegaron a debutar en la última jornada del campeonato. Cuatro jugadores más del filial llegaron a entrar en alguna convocatoria sin llegar a saltar al campo (Cadamuro, Ros y los porteros Mandaluniz y Toño, éste cedido durante buena parte de la temporada al Tenerife B).

· Ansotegi, el que más jugó
El salto cualitativo que ha dado Ansotegi esta temporada le ha convertido no sólo en el líder de la defensa, sino en el jugador realista que más minutos disputó. Concretamente, estuvo sobre el campo 3.600 minutos, todos los posibles en los 40 partidos en los que fue convocado y alineado. Siempre fue titular. Sólo se perdió el encuentro de Huesca, donde cumplió su único partido de sanción por acumulación de amonestaciones (vio seis en toda la temporada) y el de Elche, en el que, ya sin nada en juego, Martín Lasarte decidió dar descanso a ese grupo de insustituibles que formó durante la campaña. Lesiones y sanciones han impedido que otros jugadores se acerquen a los registros de Ansotegi, aunque Xabi Prieto acumuló 3.000 minutos en los 35 partidos que jugó (34 como titular y 30 completos). Por contra, el jugador que menos minutos tuvo sobre el campo fue Borja Viguera, apenas 21 repartidos en cuatro encuentros. Una temporada perdida para el delantero realista.

· Sólo tres penaltis a favor... y uno hubo que repetirlo
Han sido muchos los nefastos arbitrajes que ha sufrido la Real durante la temporada. Tanto ha sido así que el equipo txuri urdin ha estado cerca de hacer historia y subir sin haber transformado un solo penalti. Al final la estadística quedó un tanto maquillada, con tres penas máxima a favor (todas en Anoeta), dos de ellas convertidas. La primera fue ante el Elche y la falló Carlos Bueno. Para la siguiente hubo que esperar a la jornada 39, frente al Villarreal B. Xabi Prieto marcó, como también lo hizo en la jornada 41, abriendo el marcador ante el Celta el día que se certificó el ascenso. Éste tuvo que repetirlo, pero Xabi lo marcó de nuevo. Los árbitros tuvieron menos miramientos para señalar penaltis en contra del equipo txuri urdin. Tanto es así que en seis de las ocho derrotas que sufrió la Real (todas menos las de Hércules y Elche fuera), vio al colegiado de turno señalar los once metros a favor del equipo rival. Y en cuatro de ellas (Levante, Elche en Anoeta, Girona y Betis), el resultado final fue de 1-0. Bravo, eso sí, detuvo un penalti en Córdoba, algo que no hacía un portero de la Real desde que Westerveld detuviera uno en el Calderón ante el Atlético de Madrid en la temporada 2002-2003.
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· Duelos directos no tan favorables
Durante toda la temporada se ha tenido la sensación de que la Real estaba cimentando el ascenso, además de en la fortaleza de Anoeta, en los duelos directos contra sus rivlaes. Y aunque es verdad que ganó la mayoría de los averages, lo cierto es que el panorama no era tan positivo para los intereses del equipo txuri urdin. Es cierto que los cuatro equipos que le siguieron en la tabla, Hércules, Levante, Betis y Cartagena, cayeron con justicia en Anoeta. Pero también es igualmente cierto que la Real no consiguió ganar como visitante ante ninguno de estos rivales. Perdió ante los tres primeros y empató en Cartagena, aunque sólo el Hércules tenía mejor gol average particular con la Real. Además, el Elche, sexto clasificado, fue el único equipo que ganó los dos partidos que jugó contra el conjunto entrenado por Martín Lasarte. La Real sacó los seis puntos ante sólo tres equipos: Nastic, Numancia y Cádiz.
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· Campeones de Segunda por tercera vez
La Real se proclamó campeón de Segunda División, gracias a los 74 puntos que sumó. Esa cifra le hubiera dado el ascenso en nueve de las trece temporadas que ha disputado la categoría de plata con 22 equipos (en la 2000-2001 el Atlético de Madrid se quedó sin subir por culpa del average particular con el Tenerife habiendo sumado esos 74 puntos), pero el liderato y el título de campeón sólo en la presente y en la 1999-2000, cuando Las Palmas comandó la tabla final con sólo 72 puntos. Es la tercera vez que la Real es campeón en esta División del fútbol español. La primera ocasión fue en la temporada 1948-1949, sumando 35 puntos (la victoria sólo daba dos) en 26 partidos, los mismos puntos que sumó el Málaga. Para ser campeón en la segunda ocasión, tras el ascenso de Puertollano, en la temporada 1966-1967, tuvo que sumar un punto más que el Sporting (46 en 30 partidos).

domingo, junio 27, 2010

Resumen de la temporada (5). Prodigiosa afición

A mí hace tiempo que ya no me importan esos premios o distinciones que se conceden a las aficiones de equipos españoles. No quiero quitar mérito a otros sufridos seguidores que, sin duda, hacen un trabajo ejemplar en dar ánimo a los suyos y fomentar la concordia con los que sienten otros colores. Pero es que lo de la gente de la Real es algo que se sale de las tablas. No sé realmente cómo describir lo que ha hecho la afición txuri urdin este año, y ya desde hace unos cuantos. Una afición que ha vivido lo peor y lo mejor que pueda dar el fútbol en tan poco tiempo. Que ha poblado en masa las gradas de los más distintos y lejanos campos de la Liga española, además de las del propio. Que no ha provocado un solo incidente con ninguna otra afición. Es difícil describir el orgullo que se siente, año tras año, partido tras partido, de formar parte de una masa tan ejemplar.

Y lo fácil sería destacar esos dos últimos y maravillosos partidos en Anoeta en los que se colgó el cartel de "No hay billetes" en las taquillas del estadio donostiarra. Fácil porque ahí, se supone, está garantizada la presencia de 23.000 socios (ojo, en tres años en Segunda su número no ha bajado de los 20.000 y la asistencia no ha sido menor de 15.000, y eso es sencillamente espectacular en una categoría como ésta y con los rivales a los que se ha tenido que hacer frente). Fácil porque ahí los realistas fueron a celebrar. Fácil porque son partidos de casa y porque, una vez sentado en tu localidad, lo que corresponde es estar del lado de los tuyos. Por eso no voy a destacar esos dos partidos, aunque sean una muestra más de lo maravillosa que es esta afición, visto lo que se vivió dentro de Anoeta y el emocionante recibimiento que se dio al equipo fuera del estadio en ambas ocasiones. No, con ser eso grande no es lo que quiero recordar de la afición realista en esta temporada del ascenso.

Lo verdaderamente prodigioso fue Cádiz. Fue Salamanca. Fue Huesca. Fue Irún. Fue Vallecas. Fue Soria. Partidos en los que la Real era el equipo visitante y, sin embargo, podía mirar a la grada y sentirse como en casa porque había cientos, a veces miles, de realistas dándoles todo su apoyo después de viajes largos y cansados, después de esfuerzos laborales, económicos y personales, después de travesías kilométricas en las que uno sueña con ver ganar a los suyos y se expone a dolorosos viajes de regreso. Es ahí donde la Real y su afición crecen hasta límites insospechados. Ahí y en el resto de campos de Segunda, en los que siempre, siempre sin excepción, uno encontraba unas cuantas camisetas blancas y azules en la grada. Siempre. Eso es emocionante. Porque habrá muchos realistas que viajen a los lugares más insospechados o guipuzcoanos repartidos por el territorio que se acerquen a ver al equipo de su tierra, pero también lugareños que han hecho de la Real la mayor de sus pasiones.

El salto cualitativo de la afición, además, tiene dos vertientes más. Por un lado está el tan comentado color que tiñe a la masa realista. La camiseta txuri urdin vive un boom que era difícil de anticipar, máxima con el equipo en Segunda y a pesar de que la elástica de este año conmemorara el centenario del club. Es asombroso ver el color txuri urdin que tiñe las calles de San Sebastián y de otras ciudades, de Anoeta y de otros estadios. Ahora ya casi todo el mundo lleva algún distintivo con los colores de la Real, y eso da mucha vida a un estadio frío con pistas de atletismo como el nuestro. Y, por otro lado, hay que destacar que mucha gente joven se ha enganchado a la Real, que quizá ha sido algo decisivo también en lo del colorido. Se enganchan tras un momento terrible y con una alegría que hacía décadas que no se vivía. Ese cóctel es la mejor mezcla para que su pasión por la Real no sea el sueño de una noche de verano.

La afición de la Real no ha recibido ningún reconocimiento en forma de premio, pero ha logrado el mayor premio de todos: el ascenso. Es el que queríamos, el que estaba en nuestros sueños. A partir de ahí, y aunque los elogios se los lleven otros, sólo nos queda seguir siendo lo que somos, la mejor afición de la Liga. En Segunda y también en nuestro lugar, en Primera.

viernes, junio 25, 2010

Resumen de la temporada (4). La ansiada calma institucional

Me gusta hablar poco de los presidentes de la Real. Soy un firme convencido de que su trabajo tiene que ser silencioso y eficaz, por lo que entiendo que cuanto menos aparezcan en los medios mejor estarán las cosas para el club. Con Jokin Aperribay reconozco que me mueven sensaciones contradictorias. Encaja en ese perfil de presidente más o menos callado y es cierto que a día de hoy la Real es un club tranquilo, lejos de las turbulencias que ha vivido en los últimos años, con vaivenes descomunales en su dirección, con continuos cambios en la Presidencia, y con decisiones que llevaron a la institución al peor momento de su historia moderna. Pero, al mismo tiempo, no puedo quitarme de la cabeza las imágenes de su llegada a la Real, aquellas protestas de un grupo de aficionados, la intervención de la Ertzaintza, las formas en las que se presentó de tapadillo a los accionistas del club. Aquel fue un día muy negro para la Real y Aperribay estuvo en el centro de los acontecimientos.

Lo mejor que se puede decir de la gestión de Aperribay y de su gestión es precisamente la necesaria tranquilidad que ha recuperado para la Real. Sin entrar en las motivaciones e intenciones de unos y otros, el choque entre el estilo grandilocuente de Badiola y la salvaje oposición mediática que se encontró fue muy dañino para la Real. Este es un club que necesita calma interna y enfrentamientos, si fueran necesarios, sólo con sus enemigos externos, pero no una lucha entre hermanos. A la larga eso se acaba notando y no hay duda alguna de que el equipo txuri urdin lo ha notado y mucho en estos últimos años. Aperribay ha logrado que todos los poderes fácticos, periodísticos y políticos, vuelvan a ponerse del lado de la Real (¿o ha sido al revés y es la Real la que ha vuelto a la senda marcada por esos poderes?), y eso ha dejado una gran noticia: el fin del proceso concursal.

A pesar de todas las dudas que generaron ese delicado momento económico y las explicaciones recibidas desde el Consejo de Aperribay (que, sobre todo en las primeras etapas, no parecieron todo lo claras que se necesitaba), lo cierto es que el carpetazo a ese proceso ha sido el adecuado, al menos por la información que nos ha llegado. La Real ya no está en proceso concursal, ha sobrevivido a un duro trance y ahora está en mejor disposición que algunos clubes de Primera sobre los que se ciernen deudas millonarias para afrontar el regreso a la máxima catgoría del fútbol español. No olvidemos lo mucho que influye en la percepción de la dirección administrativa el buen funcionamiento de la parcela deportiva. Y que la Real haya subido a Primera ha contribuido mucho a esa tranquilidad institucional que se ha instalado en el mandato de Aperribay.

También es importante recordar que la oposición ahora mismo no existe como tal. Badiola decidió mantener un perfil bajo y sólo a través de la web que creó tras salir del club se le ha podido escuchar alguna vez, a él o a sus colaboradores. Muy poco ruido para el nivel al que él tuvo que enfrentarse desde la Presidencia. Se habló de plataformas y de accionistas importantes que querían forzar una junta extraordinaria e incluso elecciones, pero todas esas inicitiavas acabaron diluidas. Los procesos judiciales se han ido cerrando, algunos en falso y otros con conclusiones tranquilizadoras, pero se han ido cerrando. Eso es bueno para la Real, aunque en algún caso deja un poso de tristeza grande, porque males internos han podido quedar sin resolverse. Los medios de comunicación, incluso los más favorables a Badiola, acabaron rendidos a la evidencia de que, si había algo contra lo que luchar relacionado con la nueva directiva, era imposible. Hace tiempo lei con cierta preocupación las declaraciones del jefe de marketing que Astiazarán se trajo a la Real, en las que denunciaba que el club estaba manejado por un lobby periodístico. Siempre nos ha faltado mucha información pública sobre este tema y eso lastra mucho todas las valoraciones que se puedan hacer.

La política deportiva parece la acertada. El Consejo de Aperribay se ha movido bien y rápido. Esa tranquilidad tan deseada y ahora conseguida ha facilitado que casi todos los jugadores de cantera del primer equipo renueven. Sólo tres se han marchado, Castillo y Díaz de Cerio el pasado verano y Asier Riesgo éste. Es un éxito que los jugadores procedentes de Zubieta quieran seguir en la Real. El saneamiento de las cuentas también ha permitido estos movimientos (o el brillante y rápido fichaje de Llorente, un modelo de cómo se deben hacer las cosas en la Real), pero hay que estar alerta con el tema de las televisiones. La Real no ha tomado todavía una posición importante en todo este conflicto y quizá tendría que hacerlo. Es mucho dinero el que está en juego, y aunque Aperribay ha dicho que ahora mismo no tenemos ningún problema en este sentido, es importante estar alerta. Como también asegurar el futuro de la entidad en caso de que suceda la tragedia de volver a Segunda. Deportivamente es algo que siempre es posible y el club debe estar preparado para ello, algo que dejo de hacer en la Presidencia de Astiazarán.

El centenario ha sido otro de los logros del Consejo. Aunque algunos no querían ver al Real Madrid en esa celebración, lo cierto es que fue un día hermoso e inolvidable. Que todas las celebraciones se hayan hecho sin coste alguno es muy importante. Y también que quede un legado para la Real en Anoeta, como la apertura del museo o la tienda en el propio estadio. También es inevitable recordar algunos problemas relacionados con la efemérida y que sí se pueden achacar a Aperribay. Aquel homenaje de tapadillo a Real Madrid y Federación Española con motivo del centenario de la Real. La ausencia de explicaciones sobre algún acto anunciado y nunca celebrado (¿qué fue del concierto...?). La caótica gestión con Astore de la camiseta del centenario.

Y aunque nada tenga que ver con aquello, también hubo problemas con las entradas del último partido en Anoeta (¿para cuándo venta a través de Internet o, al menos, una migaja como es el pago con tarjeta de crédito en taquilla?). Problemas todos ellos menores, si se quiere, cuando la Real ha vuelto a Primera División, porque eso, la marcha del equipo, es lo que más nos preocupa a todos. Pero problemas que hay que resolver siempre los habrá. Aperribay tiene ante sí un reto bonito. Ha logrado que vuelva la calma a la Real, sí, pero ahora debe dar un paso adelante y no acomodarse. Debe poner a la Real en el futuro. Y eso no se limita sólo a lo que hagan los once jugadores sobre el campo.

jueves, junio 24, 2010

Resumen de la temporada (3). Martín Lasarte, un ganador

Martín Lasarte es el técnico del ascenso de la Real en 2010. Sólo eso ya le garantiza un lugar importante en la Historia del club, pues es el auténtico artífice de la primera página brillante de su segundo centenario de vida. En la Real tendemos a olvidar el papel de los entrenadores. Alberto Ormaetxea siempre lamentó que no se reconociera la vital importancia de su trabajo al frente de la Real campeona de los 80. Toshack siempre pareció tener al menos los mismos detractores que admiradores. Con Lasarte, al menos por el momento, no ha sucedido esto. Sí hay quien piensa que es un técnico algo defensivo y que eso nos puede hacer sufrir más de la cuenta en Primera, pero creo que prácticamente nadie le niega su papel en este ascenso. Eso es algo de lo que el entrenador uruguayo puede y debe mostrarse orgulloso. Llegó a un club muy dividido y ahora entrena a un equipo que ha conseguido que estemos todos juntos tras él.

Lasarte, que jugó en el Deportivo de la Coruña como central, llegó como un entrenador desconocido, sería absurdo alardear ahora de que ya sabíamos quién venía. Fue una apuesta de Loren. Y llegó con varios problemas importantes que resolver. La plantilla había formado con Juanma Lillo una piña importante. El entrenador era una pieza más de un vestuario muy unido frente a todas las adversidades que le había tocado vivir en los últimos tiempos. Además, no había dinero para confeccionar una plantilla más potente que las dos que no pudieron conseguir el ascenso en 2008 y 2009. La política de cantera no fue tanto un problema como una condición asumida con bastante satisfacción por el técnico y su equipo, pero era, en el fondo, una limitación más para su trabajo como entrenador. Desde su primer discurso, el día de su presentación, Lasarte dejó muy claro que no tenía más que un objetivo: el ascenso. Proclamarlo a pesar de las dificultades dejó muy claro que era un ganador. Sólo faltaba que las circunstancias y esos pequeños detalles que cuentan tanto en el fútbol le dieran la razón. Y ya lo creo que se la dieron.

Siempre tuvo las ideas claras. Su sistema de juego fue el 4-2-3-1, abandonando la defensa de tres que utilizó Lillo en bastantes tramos de la campaña anterior. Formó casi desde el principio un grupo de jugadores escogidos, los catorce o quince que iban a representar sus ideas sobre el césped, y a los demás los utilizó sólo cuando no le quedó más remedio. Hacer eso y mantener un vestuario feliz es algo que no se consigue por casualidad. Ni tampoco por el simple hecho de ir en cabeza de la clasificación durante buena parte de la temporada. Lasarte supo ganarse el respeto de los suplentes y hasta de los no convocados. Todos estaban a una en su equipo, a pesar de algún pequeño desliz que otro (como aquellas declaraciones de Asier Riesgo cuando renovó Bravo o aquel retraso en un entrenamiento de Johantan Estrada que le situaba más fuera que dentro de la plantilla utilizable). Por eso siempre se respiró tranquilidad cuando hubo lesiones importantes (como la de Bravo) o sanciones de varios jugadores (como la que llevó a Esnaola a un debut que nadie esperaba bajo otras circunstancias).

Lasarte no dudó en dar galones. Se los dio a Ansotegi en el centro de la defensa, por encima de Mikel González, cuya calidad utilizó mucho en la banda. Se los dio a Elustondo, incluso cuando el rendimiento del centrocampista no estaba siendo el que todos queríamos, y a Aranburu, cuando muchos pensaban que el capitán no podría llegar a ofrecer en toda la temporada el rendimiento que dio en el tramo final de la temporada. Se los dio a Diego Rivas, a pesar de que en todos los mentideros esté el convenimiento (cierto o no) de que es un jugador que no gusta al Consejo realista y que no tardará en salir del club, sea este año si hay ofertas, sea el que viene cuando cumpla contrato. Se los dio a Xabi Prieto (quizá siguiendo directrices del Consejo, que ya le ofreció el número 10 en su camiseta con ese fin) y a Griezmann en el centro del campo más ofensivo. La apuesta por el joven potrillo francés tiene más mérito todavía porque sentó a uno de sus fichajes, Johanatan Estrada, el único jugador que trajo habiéndole entrenado ya. Y se los dio a Carlos Bueno, porque para él era el prototipo de extranjero que en la Real debe marcar las diferencias.

No se casó con nadie, y bien lo puede decir Johantan Estrada, sí, pero también otros. De la Bella empezó fatal la temporada, y no dudó en sentarle a pesar de ser un fichaje foráneo. Sarasola no tuvo nivel para suplirle, y ni su condición de canterano le mantuvo en el once. Apostó por Elustondo, pero cuando se recuperó de su lesión no consiguió otra vez el puesto de indiscutible sólo por ser él y, de hecho, no terminó como titular. De Carlos Martínez no quiso saber nada en toda la primera vuelta, porque Dani Estrada le dio un rendimiento fabuloso en su reconversión al lateral derecho. El único movimiento que, quizá, podría tener algo de capricho, fue el de colocar a Bueno casi siempre en lugar de Agirretxe. Lo que pasa es que el canterano estuvo toda la segunda vuelta sin responder a las expectativas, facilitando la decisión de Lasarte en favor de su paisano. Y tuvo muy claro siempre que la Real tenía una forma de jugar. Para algunos no fue demasiado vistosa, pero fue muy profesional, muy efectiva, muy bonita a ratos (el partido en Soria, en Anoeta ante el Betis), pero ganadora siempre.

El técnico de la Real siempre ha estado en su sitio. Ha sido respetuoso con todos (incluso con los árbitros y en los días mas difíciles), ha dado lecciones importantes en sus comparecencias ante la prensa, antes y después de los partidos. Ha demostrado un sentido común que no estamos tan acostumbrados a ver por aquí en los últimos años. Y siempre ha creído en su equipo. Siempre. Eso, con el pesimismo que había en este equipo (y del que el propio Lasarte, siguiendo la estela de Lillo, alertó en los primeros compases de la temporada), tiene un valor incalculable. Lillo también demostró esa fe, pero los resultados por desgracia no le dieron la razón. Sólo una vez perdió los papeles, ante el Levante en Anoeta, y su enfrentamiento con el banquillo rival (que le costó la expulsión) incluso engrandeció su figura a los ojos del seguidor realista. Su carácter marca. Su forma de vivir los partidos en la banda, también. Y no puedo más que sentirme identificado con él cuando recuerdo la forma en que celebró la victoria ante el Villarreal B, mirando al suelo, gritando con los puños cerrados, sólo por un instante. Lasarte es fútbol en estado puro.

El entrenador es el mejor fichaje que hizo la Real hace un año, pero hay cosas que quedan por mejorar. Ahora todo es felicidad y eso suprime algunos análisis, pero la plantilla con la que afrontó la temporada tenía carencias en su configuración. Quizá sea más un problema de la dirección deportiva de Loren que del entrenador, pero a falta de mayores detalles hay que lamentar algunas cosas. Por encima de todo, la gestión de la portería. Al final ha salido bien porque Bravo, Riesgo y Zubikarai han sido necesarios, pero no se puede anunciar la venta de dos porteros y que al final se queden todos. Como tampoco el trajín inclasificable (y muy poco criticado cuando es algo inconcebible) con Queco Piña tras la lesión de Riesgo. A la plantilla le faltaba claramente un lateral derecho, aunque ahí la apuesta de riesgo también salió bien. Y Johantan Estrada es un fracaso absoluto que en Primera hay que intentar evitar. ¿Y si no llega a aparecer Griezmann en esta Real?

Pequeños borrones, discutibles en todo caso, que no empañan lo que decía al principio, que Martín Lasarte es el entrenador que ha llevado a la Real a Primera después de tres años en Segunda. Y lo que es más importante, es el técnico que nos ha devuelto la sonrisa que perdimos cuando el equipo entró en aquella deriva que nos tuvo años coqueteando con el descenso y después llorando por haber perdido nuestro lugar en la élite. Gracias, Martín.

martes, junio 22, 2010

Resumen de la temporada (2). Los héroes del ascenso

1. Bravo (9)
Año espectacular del chileno, como el anterior. Muchos han sido los partidos en los que ha salvado puntos y ganó los tres ante el Nastic con su gol de falta, una de las imágenes de la temporada. Es un portero de Primera. No pudo repetir Trofeo Zamora por la lesión y por el Mundial. Enorme.

2. Carlos Martínez (8)
Maravillosa segunda vuelta del bravo lateral navarro, después de estar inédito en la primera por su lesión de pretemporada y por el buen papel de Estrada. Complemente ideal para Xabi Prieto gracias a sus contantes subidas por banda, este año se ha destapado incluso como un buen asistente con la pierna izquierda.

3. Mikel González (9)
Es el mejor central de la plantilla y lo ha demostrado. Le costó porque Lasarte tiró de él para cubrir la banda izquierda (incluso la derecha) en la primera vuelta, pero acabó formando una espléndida pareja con Ansotegi. Su gol ante el Villarreal B, el primero en la Real, fue el colofón perfecto a un gran año.

4. Elustondo (6)
Lasarte quiso darle el protagonismo en el centro del campo. En algunos partidos pareció cogerlo, pero en general le costó bastante. Una nueva lesión le mantuvo alejado del equipo en el tramo final de la temporada y, quizá, lastró la valoración que se pueda hacer de su año.

5. Markel (5)
No termina de arrancar. Tuvo oportunidades y minutos en la primera vuelta y no lo hizo mal, pero tampoco convenció del todo. Sus mejores momentos fueron siempre saliendo del banquillo. En la segunda vuelta, además de alguna lesión, no contó prácticamente nada para Lasarte.

6. Labaka (9)
Pocos confiaban en él y muchos se habrán sorprendido de su gran temporada. Segurísimo atrás, acertado de cara a gol. Es el tercer central de la plantilla, sí, pero a un nivel parejo al de sus compañeros. Sin duda, ha sido su mejor campaña en la Real.

7. Songo'o (3)
Un fichaje invernal que parecía interesante y acabó en inmensa decepción. Debutó asistiendo a Labaka ante Las Palmas y ahí se acabó el papel de Songo'o en la Real. Se despidió jugando en Elche, pero convenció tan poco que a Lasarte le costó incluso hacerle hueco en las convocatorias.

8. Nsue (7)
Él se proclamó delantero, pero sólo jugó dos partidos en ese puesto y sin mucho acierto. Fue el comodín de la Lasarte por la derecha, por la izquierda y en la mediapunta, y ahí sín rindió. Comenzó siendo el mejor, pero se marchó con la selección sub-20 y lo notó. Fue el jugador número 12 y autor de goles importantes.

9. Agirretxe (6)
El Agirretxe de la primera vuelta logró el aval para ser un delantero de referencia en la Real del futuro con seis goles y una participación importante en el juego. El de la segunda vuelta se pasó 21 jornadas sin marcar. La segunda temporada en el primer equipo es la más difícil, sí.

10. Xabi Prieto (9)
Portentoso. Es ya, por derecho propio, el líder de este equipo. Es su máximo asistente y el segundo máximo goleador. Es de nuevo el lanzador infalible de penaltis y el jugador más desequilibrante de la Real. ¿Que le falta carácter? A veces el carácter no se demuestra gritando.

11. Aranburu (8)
Comenzó con dudas pero terminó a un altísimo nivel, siendo el sostén del equipo en el pivote junto a Rivas. No terminó de cuajar en la mediapunta, tampoco por la izquierda, pero la Real agradeció su trabajo y sus conducciones en partidos complicados. Debió marcar más goles.

13. Zubikarai (9)
Algo tiene este portero que en casi todos los partidos que juega deja alguna gran parada para el recuerdo. Condiciones tiene de sobra para ser portero de la Real, aunque tiene que mejorar sus salidas por alto. Que no se haya notado la ausencia de Bravo dice muchísimo en su favor.

14. Esnaola (-)
Sólo dos partidos, notable el de su debut e incalificable el segundo por ser el relajado encuentro final en Elche. En su aparición demostró ser un central válido para la Real, al menos en Segunda y a pesar de no haber contado para Lasarte.

15. Ansotegi (9)
El crecimiento de Ansotegi esta temporada es difícilmente calculable. Espléndido campeonato el suyo, minimizando por completo sus defectos y explotando al máximo sus virtudes. No es el mejor, pero sí ha dado el mejor rendimiento de la zaga, y encima con cuatro goles anotados. Brillante.

16. Sarasola (-)
Otro canterano cuyo papel ha sido testimonial. Partía como segundo lateral izquierdo, llegó a jugar por el bajo rendimiento inicial de De la Bella y acabó como tercero, por detrás de Mikel González. Nada reseñable en sus tres partidos jugados.

17. Zurutuza (7)
Tiene calidad para aburrir, pero ha tenido una temporada plagada de lesiones. Hasta dónde puede rendir sin tanta interrupción en su ritmo es de momento una incógnita, pero lo visto invita al optimismo. Si tuviera un punto más de velocidad, no habría forma de evitar que se le considerara un crack y su fichaje por un grande.

18. Viguera (-)
El último jugador de la primera plantilla en debutar. Es difícil entender por qué se le subió al primer equipo y por qué no se le cedió en invierno si tan poco se confiaba en él. No desentonó, pero sus cuatro aspariciones son insuficientes para juzgarle.

19. Diego Rivas (9)
Lillo le recuperó para la Real, pero Lasarte ha hecho de él un titán. Maravilloso trabajo de contención en el centro del campo, ha habido partidos en que el equipo sólo se apoyaba en él. Que la gente llegara a cantar "Rivas, quédate" da una idea de su temporadón.

20. Bueno (7)
Máximo goleador del equipo con doce goles. Y eso sin hacer pretemporada, llegando tarde y mal después de la Navidad y con una posterior lesión. Cuatro goles decisivos en los dos días en que la Real se jugaba el ascenso, aportó esa dosis de mala leche sudamericana que Zubieta no produce.

21. Johnatan Estrada (2)
Un absoluto fracaso, el prototipo de lo que no debe de ser un fichaje foráneo en la Real. Sorprende que en la pretemporada ilusionara, porque cuando empezó la competición se convirtió en un extremo sin velocidad, sin calidad y sin presencia. Dio una asistencia en Huelva. Y nada más.

22. Estrada (8)
Toda una sorpresa. Reconvertido al lateral drecho, y tras un inicio dubitativo que incluso costó la victoria en Las Palmas, acabó haciéndose dueño del puesto. Una lesión en Villarreal le hizo perderse toda la segunda vuelta, pero todas las dudas sobre él de las dos temporadas anteriores desaparecieron de golpe.

23. Sergio (5)
La irrupción de Zurutuza redujo la presencia de Sergio a la mínima expresión. Cuando salió tampoco fue muy decisivo, salvo con su asistencia a Griezmann ante el Recre. Tiene cierta calidad pero no velocidad, y no termino de encontrarse en su segunda y última temporada en la Real.
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24. De la Bella (8)
Nada tiene que ver el De la Bella de la primera vuelta con el de la segunda, absolutamente nada. Quedémonos con el segundo, un lateral serio atrás, con una capacidad física extraordinaria, llegada al área rival e incluso disparo a puerta. De lo mejor del tramo más decisivo del campeonato.
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25. Riesgo (9)
Se marcha de la Real sin haber llegado a triunfar de verdad, pero es un gran portero. Jugó siete partidos y en ninguno de ellos perdió la Real. Grandes paradas, mucha solvencia y bastante más madurez de la que muchos esperaban de él. Como Eñaut, hizo que nadie se acordara de Bravo.
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26. Illarramendi (-)
Llevamos tiempo oyendo hablar de él, lo mejor es que ya ha dado el salto y se ha dejado ver con los mayores ante el Elche. Fue titular, y eso ya es algo.
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27. Griezmann (9)
Un diamante en bruto que ya es toda una realidad. Pasó un mal momento a los dos tercios de Liga, pero esa fue por la preparación y no puede hacer olvidar la ilusión que despertó, la calidad que demostró, sus goles decisivos en la primera vuelta y que fue determinante cuando la Real se jugó el ascenso. Tiene pinta de crack si le cuidamos.
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33. Albistegi (-)
Se puede decir de él casi lo mismo que de Illarramendi. Zubieta sigue funcionado y eso es una gran noticia. Ahora sólo falta que, como Griezmann, se afiancen en el primer equipo.

Resumen de la temporada (1). Un logro celebrado pero no del todo valorado

La temporada 2009-2010 ha sido la del ascenso a Primera División. Un ascenso esperado durante tres largos años, necesario por lo que significa la Real. Imprescindible, probablemente, para garantizar la futura supervivencia de este club, a nivel económico y a nivel deportivo. La Segunda no era el sitio de la Real. Y después de tantos disgustos y sinsabores, el equipo txuri urdin ha logrado al fin una alegría de las que quedan escritas con letras de oro en los libros de Historia. Y aunque la temporada termina con una inmejorable sensación de fiesta, lo cierto es que me queda cierta sensación de que no se ha valorado en su justa medida el logro conseguido por la Real. Muchos dirán ahora que la Real tenía que subir sí o sí, pero las circunstancias no invitaban precisamente al optimismo no hace tanto tiempo.

Echemos la vista atrás, hasta finales de agosto de 2009. La Real comenzaba su tercer año en Segunda sumida en un mar de dudas, a pesar del buen nivel del equipo ante el Real Madrid en la fiesta del centenario. Aunque esos mismos ahora lo negarán, mucha gente (con motivos lícitos) no confiaba en el equipo, un bloque similar al de la temporada anterior pero con notables bajas. Venía un entrenador nuevo y desconocido como tal, el único extranjero de la categoría cuando muchos querían a alguien que conociera ya la Segunda División. Habían llegado dos jugadores extranjeros, uno ilusionante en pretemporada pero desinflado desde el primer minuto de competición y otro que no sería presentado oficialmente hasta ya comenzado el torneo después de numerosos problemas con su fichaje. Una tercera incorporación era un lateral catalán para nosotros desconocido.

Aranburu, el capitán, seguía convaleciente de la lesión que se produjo la temporada anterior. Carlos Martínez cayó en el primer entrenamiento de la temporada y dejaba la primera plantilla sin ningún lateral diestro y con el improvisado Dani Estrada para tapar ese agujero. Zurutuza, la sensación de los partidos amistosos, se lesionó también. La Real llegó a la tercera jornada sin haber ganado y ya eliminado, para variar, de la Copa del Rey, a pesar de haber jugado en casa ante el Rayo. Casi todas sus esperanzas estaban puestas en un chaval de 18 años que había deslumbrado en la pretemporada, Griezmann. ¿Suficiente para subir? Probablemente no. Muchos pensaron entonces que la ilusión del partido del centenario ante Cristiano Ronaldo, Kaká y Xabi Alonso se quedaría en nada. Y se equivocaron.

Hubo tres puntos de inflexión en otras tantas jornadas consecutivas. El primero, la victoria en el último minuto en Tarragona gracias a un gol de Carlos Bueno que no llegó a traspasar la línea de meta, una de las pocas decisiones arbitrales que beneficiaron a la Real en toda la temporada. El segundo, el gol de Griezmann ante el Huesca, que abrió el camino de la primera victoria en Anoeta, siendo el estreno anotador del potrillo francés y además en su primer partido como titular. Y el tercero, la espectacular victoria en Soria ante el Numancia por 1-3, con un partidazo de Xabi Prieto, Zurutuza y Agirretxe, quien sumaba ya cuatro goles. A partir de ahí, la Real creyó de verdad en lo que estaba haciendo y en lo que le decía su entrenador, Martín Lasarte. El uruguayo ha reconocido que ese fue el día en que todo cambió a mejor.
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Ese día en Soria, tras la sexta jornada de Liga, la Real entró en los puestos de ascenso, para no abandonarlos ya en toda la temporada. El primer asalto al liderato llegó sólo una semana después, venciendo en Anoeta al Salamanca con goles de Griezmann y Ansotegi. Los tres primeros intentos de mantener la primera plaza se vieron frustrados por Levante, Hércules y Rayo (a pesar del enorme partidazo en Vallecas que acabó con un 3-3 en el marcador). Pero el equipo txuri urdin fue cimentado su futuro en Primera gracias a una espléndida trayectoria en Anoeta, donde llegó a encadenar ocho victorias consecutivas, récord histórico en el estadio inaugurado en 1993. Como visitante, el conjunto de Lasarte fue conseguiendo bastantes puntos, lo que le permitió llegar al parón invernal en la primera posición, entonces ya en una dura pugna con el Hércules, después del gran arranque de Liga de un Cartagena que acabaría desinflado.

Cuando la Real ha sido campeona de invierno, nunca ha conseguido ser campeona al final. Así ha sido a lo largo de su Historia, y quizá por eso el destino llevó al conjunto txuri urdin a perder en casa ante el Elche, en el último partido de la primera vuelta, el único en Anoeta del que saldría derrotado. La Real llegó al ecuador de la temporada en el segundo puesto de la tabla, con unos magníficos 42 puntos, y así comenzó una trayectoria muy dispar en la segunda vuelta. Como locales, los de Lasarte eran arrolladores y destrozaron sobre todo a los rivales directos (Levante y Hércules). Y para entonces Anoeta ya había vivido el momento cumbre de esta y de muchas temporadas, el gol de falta marcado por Bravo al Nastic. Como visitante, y a pesar de buenos partidos como el jugado en inferioridad numérica en Cartagena, la victoria se resistía con insistencia en encuentros en los que lo más fácil parecía que los tres puntos volaran a San Sebastián.
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El pequeño bajón que todos los equipos de la cabeza de tabla sufren siempre, coincidió para la Real con la ausencia de jugadores como Elustondo o Xabi Prieto (casualmente, ambos se lesionaron un año antes, de más larga duración en ambos casos, y también coincidió ese hecho con un descenso notable del nivel de juego del equipo, entonces en manos de Juanma Lillo). La ventaka con respecto al cuarto clasificado, que llegó a rozar los diez puntos en algún momento de la temporada, poco a poco iba reduciéndose porque cada vez eran más equipos los que aspiraban a subir. A la pelea se habían sumado ya un Levante que estaba protagonizando una segunda vuelta espectacular, el Betis al que todos esperaban, el Numancia que seguía teniendo la tercera plaza a tiro aunque le costara arrancar e incluso el Elche, que se escudaba en un calendario favorable para seguir soñando.

Si en cuanto a puntos y distancias el ascenso estaba muy reñido, en cuando a la posición de Líder no. La Real alcanzó la primera plaza de nuevo con su emapte en Salamanca, en la jornada 28, y ya no lo abandonó más. El equipo agudizó su crisis goleadora a falta de un cuarto de Liga para el final. En nueve jornadas, desde la derrota en Córdoba hasta la de Sevilla ante el Betis, sólo anotó tres goles, aunque pudo sumar diez valiosos puntos. Los más agoreros volvieron a temer por el ascenso. Las dudas se solventaron con dos victorias de categoría. La prikmera, en un Anoeta casi repleto, ante el Villarreal B. La segunda, en una maravillosa exhibición en Cádiz. Sólo faltaba rubricar el ascenso una semana más tarde, en casa y ante el Celta. Y la Real, a falta del traspiés resacoso en Elche, era ya equipo de Primera.
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La Real fue el equipo que más jornadas estuvo en ascenso. El que durante más tiempo ocupó el liderato. Hizo de Anoeta el deseado fortún para subir. Pero durante muchos tramos de la temporada parecía que muchos, entre los realistas que no desde fuera, pensaban que la Real acabaría cayendo de las tres primeras plazas. Que el drama de Vitoria se repetiría. O incluso que el ascenso es lo mínimo que se podía pedir a la Real y, por tanto, no había nada que celebrar. Eso es infravalorar su logro. La plantilla se configuró en las más difíciles condiciones de los tres años en Segunda. Era, quizá, la temporada en la que menos se confiaba en el ascenso por las incógnitas que se cernían sobre un equipo, dirigido por un entrenador al que nadie conocía en agosto, y que venía de acumular disgustos en los tres años anteriores. Y hoy los miembros de ese equipo son los héroes del ascenso. Así es el fútbol. Y lo hemos celebrado a lo grande. Pero no nos olvidemos de valorar este ascenso como de verdad se merece.

domingo, junio 20, 2010

ELCHE 4 - REAL SOCIEDAD 1 La mejor de las lecciones

La Real se despide de la Segunda División con la mejor de las lecciones: si no salta al campo con todos sus sentidos puestos en el partido, cualquier equipo le puede endosar una goleada sin apenas despeinarse. Lo que sólo le había sucedido una vez esta temporada (los quince minutos finales ante el Hércules en Alicante) y sólo una vez más en estos tres años en el pozo que ahora se cierran (la temporada pasada en Vallecas), sucedió en Elche. Fueron las circunstancias y la fiesta lo que llevó a la Real a saltar al Martínez Valero sin tensión y, desde luego, no fue un partido como para sacar conclusiones contundentes. Pero también hay que fijarse en los detalles que deja este partido. Partido que había que jugar, por cierto. No ya porque hubiera algo en juego sobre el césped, sino porque en la grada había un par de centenares de realistas a los que, seguro, les hubiera gustado despedir la Segunda División con un mejor resultado o, al menos, con una mejor imagen. El partido sólo sirvió para hacer debutar a dos potrillos.

Las incógnitas de la alineación las resolvió Lasarte dando minutos a los jugadores que, parece, se van a despedir de la Real. Es el caso de Songo'o o Johantan Estrada, que ocuparon el ataque por las bandas, o de dos de los canteranos que subieron al primer equipo el verano pasado, los dos con los que menos ha contado Lasarte a lo largo de la temporada, Esnaola en el centro de la defensa junto a Labaka y Sarasola en el lateral izquierdo. Llama la atención que no jugara de inicio Dani Estrada, al que los 90 minutos le podrían haber venido bien tras su lesión (salió en la segunda mitad, pero el titular fue Carlos Martínez) y, sobre todo, que Borja Viguera no tuviera ni un solo minuto en el partido. La situación de estos jugadores supone un matiz relevante aunque no vital o trascendente en la apuesta de cantera del club.

En el once titular estaba el esperado Illarramendi, pero no fue el mejor día para debutar con la Real. No lo fue porque al equipo txuri urdin, borracho de felicidad después de cuatro días de festejos, le faltó de todo. Sobre todo intensidad, pero también ganas de jugar y de ganar. Esa es, insisto, la lección que debe sacar la Real de este partido, por mucho que nadie dé valor a este último encuentro de la temporada. En el fondo no lo tiene, no, pero no dejo de verlo como una enorme oportunidad que perdió Agirretxe de decir que quiere ser el delantero titular de esta Real. O Sarasola de recordarle a Lasarte que puede ser un competidor interesante para De la Bella. El único que estuvo a la altura de las circunstancias, además de un Zubikarai desesperado por encajar goles y más goles por la pasividad defensiva, fue Emilio Nsue. Puede ser también su último partido de txuri urdin, pero él sí quiso ganar y eso es digno de elogio. Suyas fueron las tres ocasiones de gol que tuvo la Real en todo el partido y suyo, obviamente, fue el tanto de la honra.

Quizá el partido hubiera sido diferente si el mallorquín hubiera convertido la primera oportunidad que tuvo y, así, empatado el partido. Pero su gol, el 2-1, acabó rápidamente diluído con el tercer tanto de los locales. Lo cierto es que se notó quién se jugaba algo en el partido, porque sólo había un jugador que sí quería estos 90 minutos para alcanzar un objetivo. Molina quería ser Pichichi y lo corroboró anotando los cuatro goles de su equipo, para alcanzar un total de 26 esta temporada. Si un delantero de la Real hubiera alcanzado, o siquiera se hubiera acercado a esas cifras, el ascenso habría sigo una realidad hace un mes. Es normal un punto de relajación, pero no la pasividad con la que se defendió a Molina en, al menos, tres de los cuatro goles. No deja de ser curioso que el resultado fuera el mismo que hace un año en Vallecas, en el primer partido en el que la Real ya no se jugaba nada después de perder toda opción de ascender. Igual es un vicio peligroso que hay que enmendar, porque el año que viene en Primera no será fácil llegar al final de la temporada sin nada en juego.

Nsue fue la mejor noticia que dejó el juego del equipo, romo y plano en todo momento y sin ritmo de competición (también puede que afectara el calor levantino de estas fechas). Ni Elustondo ni Sergio supieron moverse en las condiciones en las que se jugó. Y si de buenas noticias hablamos, hay que hablar de los debuts de Illarramendi, como titular, y de Albistegi, que entró en la segunda mitad. Seguro que no estuvieron a gusto sobre el césped pensando en el marcador, pero también es más que probable que el varapalo en forma de derrota les sirva para entender dónde están. Son jugadores de la Real, un equipo que nunca ha conseguido sus logros sin pelear por ellos hasta el último segundo. Que se lo digan a los héroes de Puertollano o al mítico equipo campeón de los 80. A esta Real le ha sobrado un partido, sólo uno. Y lo que mostraron sus jugadores sobre el campo demostró que, efectivamente, sobró de verdad.

La clasificación es la que es, y ésta nos invita a proclamar con todo el orgullo de nuestro corazón txuri urdin, que la Real es el mejor equipo de Segunda. Es el líder, es el campeón. Se cierra un año brillante con 74 puntos y tres de ventaja con respecto a los tres equipos que le siguen en la tabla. Como presumíamos durante buena parte del campeonato, 71 han sido suficientes para subir. Pero, ojo, que eso no reste un ápice de mérito al logro de la Real porque en Segunda se ha quedado el mejor equipo de la categoría, el Betis. Con una plantilla pensada para grandes logros en Primera, no ha conseguido recuperar el sitio que perdió hace un año en la élite del fútbol español. La Real sí, aunque le haya costado tres años y 126 partidos. Quizá, descontando el de Elche, debamos hablar de 125. Pero estamos en Primera. Adiós, Segunda, adiós. Espero no volver a verte, al menos en muchísimo tiempo. Todo sea por evitar espectáculos como el de Elche ante menos de 3.000 espectadores.

viernes, junio 18, 2010

PREVIA Elche - Real Sociedad. El final del camino

Y llegamos al final del camino (sábado, 18.00 horas, Martínez Valero, sin televisión). Se acaba la temporada del ascenso y la Real pone fin a un periplo de tres años y 126 partidos en la Segunda División. Llega a su fin el sufrimiento de un equipo cuyo lugar no es éste, y llega después de cuatro días de intensas celebraciones que han hecho olvidar, tanto como la clasificación, que queda un último encuentro. Nada habrá en juego ante el Elche, pues la Real ya es campeona de la Segunda División y el conjunto local puede moverse un par de puestos arriba o abajo pero sin que cambie su futuro. Sólo cabe afrontar el partido como un merecido punto final, como el final del camino en Segunda, como el comienzo del nuevo periplo en Primera. Y, también, como la oportunidad para algunos jugadores de despedirse de la Real o de debutar con el primer equipo. Ya somos campeones, pero todos los partidos cuentan.

Tras la fiesta, llega el turno de los no habituales. La convocatoria de Martín Lasarte, la última de esta temporada, ofrece cuantiosas novedades. Lógicamente, muchas habrá también en el once inicial. Ocho de los titulares ante el Celta ni siquiera han viajado a Elche: Mikel González, Ansotegi, De la Bella, Diego Rivas, Aranburu, Griezmann (por sanción), Xabi Prieto (por la lesión que se produjo al celebrar el primer gol) y Bueno. Ese anuncio de que saltarán al campo los teóricos suplentes hace que haya dudas en todas las líneas, incluyendo la portería. Lo normal sería que Zubikarai cerrara la temporada bajo palos, pero no es descartable que Lasarte dé la alternativa a Mandaluniz, cerrando así una más que rocambolesca temporada de los porteros de la Real. Han jugado hasta ahora cuatro (si contamos los minutos que tuvo Carlos Martínez tras la expulsión de Zubikarai en Huelva) y uno de ellos, Bravo, hasta ha marcado un gol.

En defensa, Labaka, Esnaola (sólo un partido esta temporada) y Camaduro (que puede debutar con el primer equipo y que, como todos los canteranos que viajan a Elche está llamado a hacer la pretemporada con el primer equipo) optan por las dos plazas del centro. Lo normal sería que Dani Estrada volviera al equipo en lugar de Carlos Martínez y que Sarasola, único lateral zurdo de la convocatoria, sea titular por la izquierda. Para el doble pivote, Lasarte tiene la oportunidad de hacer debutar a Illarramendi y Albistegi, aunque parece que uno de los dos puestos titulares en esa parcela será para Elustondo. Las tres mediapuntas se las disputan Zurutuza, Nsue y tres jugadores que se despiden de la Real: Songo'o, Johnatan Estrada y Sergio. Agirretxe y Viguera son los dos atancantes con los que el equipo txuri urdin despedirá la temporada, siendo lo más normal que el primero sea titular y busque romper su sequía goleadora, que dura ya 21 partidos, desde que cerrara la cuenta ante el Cádiz en Anoeta el 9 de enero.

Nada hay en juego, decía. El gol de Zurutuza al Levante en Anoeta, el que llevó el 3-1 definitivo al marcador, hace ya campeona de Segunda a la Real, por mucho que el conjunto txuri urdin pierda su partido en Elche y el Levante gane en casa al Betis, que necesita la victoria y que el Hércules no gane para acompañar a Primera a los realistas y al Levante. La victoria de la Real serviría para mejorar el aspecto más débil de su temporada, los partidos como visitante de la segunda vuelta. No han sido unas estadísticas tan malas como pareció en algún momento, pero la superioridad no concretada ante algunos rivales y el sufrimiento de ver a los perseguidores cada vez más cerca acrecentó el nerviosismo sobre esta estadística. En todo caso, como visitante en la segunda mitad del campeonato sólo venció en Cádiz, empató cinco encuentros y cosechó cuatro de las siete derrotas que sufrió a lo largo de todo el torneo. La Real se despidió de la camiseta del centenario ante el Celta, ahora toca despedirse de la segunda equipación conmemorativa de esa efeméride en Elche.

Son 16 las visitas que la Real ha rendido a Elche, una ciudad que ofrece un balance relativamente positivo para el equipo txuri urdin. Han sido cuatro las victorias realistas, cinco los empates y siete las derrotas. Todos los partidos que ha perdido la Real en Elche, los siete, se han producido en Primera División. Con estrépito cayó el equipo realista en la temporada 67-68, en la de su regreso a Primera tras el ascenso de Puertollano. 5-0 fue el resultado aquel día. Pero en otras siete visitas, la Real logró puntuar, con tres victorias y cuatro empates. Los tres triunfos fueron por el mismo resultado, 1-2 (temporadas 1970-1971, 1973-1974 y 1977-1978). La Real no pierde en Elche desde la campaña 76-77, por 2-0. Desde entonces, ha jugado en cinco ocasiones, ha ganado dos y ha empatado tres. Entre ellas, las dos únicas contiendas con el Elche que se han producido en Segunda. En la primera temporada de este paso por la división de plata, la 07-08, se empató a cero, a pesar del partidazo que hizo.

La pasada temporada el Elche-Real Sociedad también sirvió, como servirá mañana, para cerrar la competición. Ganó la Real con justicia, y lo hizo por el mismo resultado que cosechó en sus triunfos en Primera, 1-2. Se adelantó el equipo ilicitano, pero una Real joven y plagada de canteranos le dio la vuelta al partido con cierta facilidad. Agirretxe hizo el primero, el noveno gol de la temporada, y Elustondo, que regresaba de la lesión que le tuvo lejos de los terrenos de juego durante casi toda la competición, hizo el de la victoria. En Elche debutó Alain Eizmendi. En Elche se despidió Juanma Lillo como entrenador de la Real. No fue el único en decir adiós sobre el césped a la camiseta txuri urdin. También lo hicieron Gerardo, Moha, Marcos y Castillo. La victoria supuso un bonito final para una triste campaña, en que la Real quedó en sexta posición y lejos, muy lejos, de la sensación de alegría y felicidad que deja ésta, la que todos sentimos tras ganarle al Celta en Anoeta.

El Elche, a pesar de llegar al final de la competición sin nada en juego y con problemas internos, cierra la temporada como el único equipo que ha ganado en Anoeta, en casa del campeón. Lo hizo en el último partido de la primera vuelta, por 0-1 y gracias a un clamoroso error de Claudio Bravo, quizá el único de la temporada. Intentó regatear a un delantero del Elche, perdió el balón y cometió un penalti que además conllevó su justa expulsión. Y no se habían jugado más que diez minutos. Zubikarai no pudo detener la pena máxima y la Real jugó a remolque todo el partido. Sacó todo su coraje y forzó, sobre todo en la primera parte, alguna oportunidad para empatar. La más clara, un penalti cometido sobre el inagotable Carlos Martínez. Xabi Prieto no estaba en el campo, y Bueno lo lanzó fuera. El Elche también acabó con diez, pero para entonces la Real ya estaba agotada por el esfuerzo y no consiguió siquiera llegar con claridad a la portería visitante. La derrota no empañó una portentosa primera vuelta, que la Real finalizó con 42 puntos. Esa primera vuelta cimentó el ascenso que acabamos de celebrar.

jueves, junio 17, 2010

Imágenes de una fiesta (y 3)

Para mí, Gorka Reizabal es uno de los nombres de oro del periodismo deportivo relacionado con la Real. Le vi sobre el césped de Atotxa con un micrófono de TVE en la mano, en aquellos viejos partidos de la UEFA que acostumbrábamos a jugar en los 80. Escuché emocionado sus palabras sobre la Historia del equipo en los vídeos que hizo en los años 90. Le seguí en la radio, cuando era el hombre en San Sebastián de la Cadena SER. Y tuve la enorme suerte de conocerle y, con el tiempo, entablar una amistad. El domingo estuvo en Anoeta con una camiseta muy especial, la que vistió Periko Alonso en su último partido con la Real, en la temporada 81-82, aquel encuentro que dio a la Real en Atotxa su segundo título de Liga. Qué envidia me dio por tener ese tesoro. Y qué alegría al ver que alguien como él la luce tan orgulloso. El lunes no le vi pero hablamos. "Un poco más contentos que ayer, fíjate la diferencia", me dijo. Y es verdad. El domingo estábamos en Segunda y el lunes en Primera. En la fiesta del lunes, yo le pillé desde abajo, pero él tuvo un lugar privilegiado dentro del Ayuntamiento y se ofreció a enviarme estas fotos.

La bandera y la gente. La Real, en definitiva. "Gente entusiasmada", me dice Gorka. Y es verdad, lo estábamos. Todos. ¿Por qué convertimos en su día a la Real en el centro de todas las polémicas? ¿Cuándo olvidamos que nuestro corazón, el de todos, es txuri urdin? Ojalá ya no lo olvidemos más.

Gorka con Mikel Aranburu. El capitán es el único jugador que queda en la plantilla de aquellos que lograron el subcampeonato y el único que permanece de los tiempos de Gorka como informador de la Real. "Me alegro especialmente por él, por su fidelidad, por recuperar lo que era suyo y nuestro tras una travesía del desierto, a veces sin cantimplora", explica Gorka. Yo también me alegré mucho por Aranburu, yo también. Se merecía una alegría un jugador que vivió palos como no ganar la Liga, el descenso, el no ascenso de Vitoria o la gravísima lesión que sufrió en Santander.

"Un hombre sensato, con un discurso lleno de contenido, sin apenas tópicos, brillante, que rezuma liderazgo. Aterrizó sano, sin esa enfermedad mental colectiva que había desgarrado a la Real durante ya demasiado tiempo. Un singular psiquiatra que sublimó y encauzó todas las demás devastadoras locuras para volvernos locos pero de alegría". Lo dice Gorka, lo suscribo yo. Bravo, Martín, bravo.

La misma imagen del ascenso de 1967, de las Ligas de 1981 y 1982 y de la Copa de 1987. En Alderdi Eder y con miles de realistas ahí abajo. "Con otros protagonistas, pero todos de la Real", me dice Gorka. Y es verdad también. Esa es también la grandeza de este equipo, que en el fondo no es más que un legado que se va transmitiendo. No queda más remedio, pensaréis algunos. Pero no es verdad. Se puede trabajar en la Real sin quererla. Se pueden cantar los goles de la Real sin sentirlos tanto. Pero no es lo mismo.

Una curiosidad que me destaca Gorka. El portero de Puertollano fue Zubiarrain. El de este ascenso, Zubikarai. Zubi, en los dos casos, aunque no sea así como les conocemos. Y zubi, en euskera, significa puente. "En este gran puente de 43 años la Real ha disfrutado de grandes y míticos pilares, o sea, porteros que primero dieron gran rendimiento y luego fueron el maná pues ayudaron a cuadrar presupuestos", afirma. Arconada, "el más grande", claro. Y ahora una duda y un deseo: "¿Volverá la portería de la Real a ser como antaño el portal de los prodigios?". Yo creo que sí. El año que viene habrá dos porteros de Zubieta en Primera y veremos si Bravo juega aquí o en otro equipo. En la Real siempre habrá grandes guardametas. Y una anécdota interna de la fiesta. Martín Lasarte le decía a Zubikarai que, con su txapela, parecía el Celedón de las fiestas de Vitoria.

Y estas dos fotos son especiales. Son especiales porque en ellas aparecen los dos hijos de Gorka, pero son especiales también porque hablan del futuro. Ellos son el futuro. El de la Real y de otras muchas cosas. En esas fotos a lo mejor hay algún periodista deportivo que dentro de unos años nos cuenta las hazañas del equipo txuri urdin. A lo mejor hay algún peñista que dedica su ocio a seguir a la Real por los campos de la Liga española. A lo mejor, por qué no soñar, hay algún futuro jugador de la Real, ya sea del primer equipo masculino o del femenino. Pero lo que seguro que hay es un montón de jóvenes aficionados que ya han tenido su primera gran alegría con la Real. Ellos, y sobre todo ellas porque el mundo del fútbol ha estado mucho tiempo alejado de ellas, tienen mucho que decir en el futuro. Pero para ello hay algo que no pueden olvidarse de hacer: soñar. Con la Real y con lo que deseen.

Imágenes de una fiesta (2)

En las grandes ocasiones, en los días más trascendentes para la Real, San Sebastián se viste de txuri urdin. El día del ascenso no podía ser menos y a las ya tradicionales banderas en centenares de balcones donostiarras se unieron otros muchos motivos con los colores de su equipo. Ningún gesto es demasiado pequeño para demostrar el amor a unos colores. Ni siquiera la escultura del gran Alberto Ormaetxea se libró de tener decorado su rostro con el blanco y el azul que siempre tenía presentes en su corazón. Y es que había que celebrar un ascenso nada menos...

miércoles, junio 16, 2010

Imágenes de una fiesta (1)

La del ascenso de 2010 es la fiesta de varias generaciones de realistas. Por un lado, están los de toda la vida, los que sí vivieron las grandes gestas del club. Por otro, los más jóvenes, los que están aprendiendo todavía a querer a la Real y sufrir con ella. Y también está la gente intermedia, la que se sabe de memoria toda la historia en Anoeta, pero para quienes Atotxa es sólo un viejo y entrañable recuerdo. Todos disfrutamos del ascenso. Y todos estábamos, de una u otra forma, sobre el césped de Anoeta. Los primeros de la mano de Lasarte, curtido en mil batallas, aunque hasta ahora fueran lejanas. De realistas de ya muchos años de cariño al club, como el delegado Juantxo Trecet o el masajista Iñaki Anza. Los más jóvenes, identificados con Griezmann. Y los que han crecido en Anoeta, con jugadores como Aranburu o Xabi Prieto. Y todos unidos, todos de la mano. "No se desunan", pidió Lasarte en su discurso. Cuánta razón tiene. Estaremos de acuerdo o no con las decisiones que se toman, pero la Real tendría que unirnos siempre. En los buenos momentos es fácil. Ya veremos en los malos.

Sigo pensando que Anoeta es especial, más especial de lo que muchos quieren creer y, quizá, de lo que el recuerdo de Atotxa permite pensar. Es obvio que el vetusto campo de Duque de Mandas, desaparecido ya hace más de una década era único e irrepetible. Es obvio que las pistas de atletismo estorban a la simbiosis de la afición con el equipo ("Aperri, quita las pistas", fue el cántico de Zurutuza tanto en la celebración en el césped como en el balcón del Ayuntamiento un día después). Pero negad ahora que no se os pone la piel de gallina al ver a más de 30.000 personas en Anoeta. Negad que no os emociona verlo teñido con un mosaico así en un día grande (o en el partido del centenario, o aquel día que celebramos el subcampeonato de 2003 contra el Atlético de Madrid). Anoeta es nuestra casa. Con o sin pistas de atletismo. Y que sea un recinto caluroso no depende más que de nosotros, de los realistas.

Lasarte se reía estos días en algunas entrevistas del tópico de que el guipuzcoano es soso. Seguro que tenía en su cabeza el recibimiento al equipo. El de hace dos semanas, antes de jugar contra el Villarreal B, fue apoteósico, pero se quedó en nada comparado con el que vivió el equipo antes de enfrentarse al Celta y escribir la hermosa página del ascenso. Y la memoria, que es demasiado selectiva a veces, se quedará con esta imagen, pero por impresionante que sea no puede hacernos olvidar que ésto es lo fácil. No tiene demasiada complejidad apoyar a un equipo ganador. Lo duro, lo difícil, lo meritorio, es darle al equipo ese plus que necesita en los días malos. O fuera de Anoeta. Viendo a tanta gente volcada con la Real, no dejaba de acordarme de aquel partido que jugó la Real en el Sánchez Pizjuán contra el Sevilla Atlético, hace dos temporadas, en sus primeros días en Segunda. Apenas unos pocos centenares de personas en la grada y un ambiente de campo de barrio. Eso ha sido la Segunda División para la Real, una tortura alejada de lo que merece y de lo que es capaz de generar. A nadie se le olvidará el partido del ascenso. A mí tampoco aquella tarde en el Pizjuán.

Porque de aquella tarde y de otras muchas tristezas, sobre todo la de Vitoria, una herida que queda ahora cerrada, se llega a lo que celebró Anoeta al final. Con los jugadores sobre el césped y con un hermoso recuerdo. "Lo hemos logrado", decían sus camisetas, que llevaban un enorme número 12 en la espalda. Hemos sido el jugador número 12 y el ascenso es también nuestro. Pero con "nuestro" no quiero decir sólo de los 32.000 que había en Anoeta. Ni mucho menos. El ascenso es de muchas personas más. Diego Rivas fue el que se acordó de ellos, de nosotros, de todos. De los que se habían quedado fuera. De los que son de fuera. De los que no tienen acento vasco, de los que sufren en la soledad y en la distancia que tan bien quedaron reflejadas en el anuncio con el que ahora se ha celebrado este ascenso, personificándolo todo en un realista canario. Por eso, y tengo que decirlo, me decepcionó algo el detalle de que Aranburu, que habló como capitán de la Real, lo hiciera sólo en euskera. El brazalete significa mucho y fuimos muchos los que no supimos que nos decía nuestro capitán hasta leerlo en la prensa al día siguiente.

Consumado el ascenso, la vuelta de honor fue preciosa. La importancia de los aficionados creo que ya ha quedado fuera de toda duda, y los jugadores lo entendieron. Por eso era esencial detenerse en todos y cada uno de los sectores del campo para aplaudir a quienes se han dejado la garganta, las manos y el corazón (también la cartera, que no es barato seguir a este equipo durante toda la competición, sea viajando o sea pagando el abono) apoyando a la Real. Anoeta hubiera podido acoger en el día del ascenso a muchos más realistas de los que caben en el recinto. Pero no olvidemos que han sido 15.000 los fieles de verdad, los que han estado allí todos los días. Contra el Alicante, contra el Eibar y contra el Racing de Ferrol. Y toda esa gente se merecía una foto aún más hermosa. Faltaba una copa, la que nos darán de forma fría en una asamblea y no sobre el campo. Otro fallo más de esta Liga de Fútbol Profesional que no hace honor a su nombre en demasiadas cosas.

Toda esa gente de la Real es la que más ha sufrido durante la temporada. Los miedos, las derrotas, los nervios, la ansiedad, el "otra vez se nos escapa", el "aurten bai" ("este año sí"). Eso lo padecen los jugadores, sí, pero es el sufrimiento del aficionado. Por eso la fiesta del lunes era la fiesta de la gente. Por eso tantos se agolparon en la puerta de Anoeta esperando la salida del autocar descapotable que llevaba a la plantilla, por eso tantos tenían tantas ganas de disfrutar de ese momento que desafiaron a la lluvia que regó San Sebastián con una fuerza inusitada apenas unos minutos antes del comienzo de la fiesta. Pero es que el cielo donostiarra también es txuri urdin, no lo dudéis. Se puso a llorar de felicidad en cuanto el árbitro pitó el final del partido ante el Celta y la Real se convirtió en equipo de Primera. Nos dejó que lo celebráramos a gusto esa misma noche. Al día siguiente, no pudo reprimir las lágrimas de felicidad, pero supo mantener la compostura para que todos saliéramos a la calle a vivir un momento tan especial sin tener que mojarnos. Y cuando la fiesta acabó, lloró de nuevo. Qué bonitas son esas lágrimas.

Todos vivimos el momento y lo recordaremos siempre. Estas chicas vieron la cámara y, quizá pensando que estaba allí por parte de algún medio de comunicación más importante que este pequeño rincón, me pidieron que les hiciera una foto. No sé si llegarán a verla, pero su entusiasmo y su cariño por la Real bien merece que la publique. Y es que son bonitas son las sonrisas de los aficionados. Sobre todo si van revistidas de los colores de la Real. Ese es un triunfo que ha costado mucho conseguir. Llevo ya unas cuantas semanas felicitándome de que se vean ahora muchas más camisetas de color txuri urdin que antes (y también más camiseta de la Real que de otros equipos). Gorka Reizabal me contó que hace ya muchos años nadie llevaba una camiseta blanquiazul para animar a la Real y que hubo una precursora que se puso el mundo por montera y, a pesar de ser criticada, se enfundó su camiseta. Eso es cariño. Ella no pudo ver el ascenso porque hace tiempo que nos dejó (como también nos dejaron, y no paré de acordarme de ellos y de lo que me hubiera gustado que alguien lo hiciera públicamente, Alberto Ormaetxea, Genaro Celayeta o José Luis Orbegozo), pero le hubiera encantado esta imagen. Va por ti, Tina.

Y va por Martín. Lo de Lasarte es algo impresionante. Habrá quien dude de él como entrenador, quien piense que, quizá, su forma de plantear los partidos nos va a hacer sufrir en Primera División. Ahora nadie lo dirá, porque está claro que el mundo no está pensado para rebatir a los ganadores. En cualquier caso, todos hemos aprendido a respetar y a querer a este entrenador uruguayo. Nos ha ganado, y no sólo porque los resultados le hayan acompañado. Siempre tan serio en su trabajo, siempre tan correcto en sus formas (excepto aquel día ante el Levante, cuyo arranque de cólera también encontró la simpatía de los realistas), siempre tan preciso cuando habla. Nos faltaba verle tan feliz como nosotros. Y con el ascenso lo hemos conseguido. Recuerdo ahora cómo celebró el triunfo ante el Villarreal B. Un poco apartado de los demás, cerrando los puños, gritando y mirando hacia el suelo. Me vi reflejado en él. Como me vi reflejado en sus gestos de ánimo con los brazos cuando llegó a Anoeta el domingo. O con el entusiasta agitar de su bufanda sobre el autocar. Incluso cuando cedió todo el protagonismo de la fiesta a los jugadores. A él le tocaba disfrutar. Y se lo merece.

Hay quien lamenta que la Real no tenga un lugar como Cibeles o Canaletas para celebrar sus triunfos. Quizá sea porque lo veo desde fuera, pero para mí ese lugar siempre ha sido y siempre será Alderdi Eder y el Ayuntamiento. Es ahí donde espero ver a mis campeones, en ese balcón, junto a una bandera txuri urdin. Es ahí donde disfruté viéndoles alegres por el triunfo conseguido. "Esto no nos lo va a quitar nadie, ¡nadie!", gritó desde allí Mikel González. Y es verdad. Manu Sarabia, ahora comentarista de Canal + y en tiempos jugador del Athletic de Bilbao, dijo con cierta sorna que la Real ya le saca dos títulos de Segunda a los bilbaínos. En realidad son tres los títulos de Segunda División que figuran en el palmarés realista, pero la verdad es que no me importa lo que puedan decir otros. También merece la pena recordar aquí lo que dijo Lasarte, aquello de que el fútbol da más penas que alegrías y que por eso hay que disfrutar de las segundas. Y ya lo creo que disfrutamos la que supone este ascenso. Es un gran logro. Lo es. Aunque algunos tengan miras más cortas y piensen que no.

Mokoka puso la nota de color. Estos chicos que colgaron en Youtube su particular versión del Moving de Makako animaron la fiesta en el Ayuntamiento. No sé si a todos se les puso la piel de gallina cuando la letra llegó al punto en que dice "podré jugar contra el Madrid" y, sobre todo, cuando el cantante intercaló un par de palabras más en esa línea: "y ganar". Somos grandes y es hora de que lo demostremos donde corresponde, en la Primera División. Y ahora mismo somos grandes porque los jugadores han creído que lo somos. Por eso uno no podía dejar de disfrutar de sus bromas (Johantan Estrada manteado por sus compañeros, el único, y con toda la gente coreando "Cocoliso, Cocoliso"; ver para creer...), sus risas (Diego Rivas presentado a De la Bella como "el tío que más calzoncillos vende a este lado del Atlántico"), sus bailes (¡cómo disfrutaron Griezmann o Nsue!), sus "camarero" (por mucho que Songo'o no se sepa a estas alturas la canción de San Fermín) y su juerga. Porque también es la nuestra. Y por eso Sergio, casi despidiéndose de la Real, nos recordó en Anoeta y Alderdi Eder ese cántico que a todos nos pone la piel de gallina. "Que sí, joder, que vamos a ascender". Hemos ascendido.

Y si en alguien hay que personalizar toda esta felicidad es en Antoine Griezmann. Verle tan sonriente, disfrutando tanto del momento, nos hará recordar para siempre lo que significa este equipo y lo que supone este éxito en la historia del club. Hay quien decía que esto no hay que celebrarlo, que somos la Real y que debíamos estar por encima de triunfos menores. No estoy de acuerdo. Puertollano es una de las grandes picas de nuestra existencia. Ahora también lo es este ascenso, porque se ha conseguido en unas circunstancias muy difíciles, más de lo que hemos admitido hasta ahora (y no me refiero a la economía del club sino a la parcela deportiva). Griezmann es un triunfo en medio de esa tormenta de dificultades. Es un chaval, muy joven todavía, que se ha hecho camino hasta ahora en este mundo del fútbol gracias a su calidad (que le llevó a sentar a un fichaje personal del entrenador), a su cariño por estos colores (demostrado desde el primer día en que le vimos y hasta ahora, renovando con la Real a pesar de que los medios de comunicación habían hablado de interés de algunos equipos grandes) y a su desparpajo. Antoine es la Real. Y lo seguirá siendo por muchos años, ojalá que sí.