miércoles, junio 22, 2011

La cantera también es esto

Ser un equipo de cantera implica muchas cosas. La Real tiene muchas de ellas. Eso es indudable, le duela al vecino que le duela o por mucho que pase desapercibido en los grandes medios de comunicación. Lo digo por el primer equipo, lo digo por el gran número de canteranos que formar parte de él (y ahí hay que aplaudir la política de renovaciones de los actuales dirigentes, también los de la parcela deportiva), pero lo digo también por las categorías inferiores, donde siempre suele haber algún internacional y de donde no paran de salir jugadores. Pero ser un equipo de cantera implica tener un cariño especial a esa misma cantera. Y ahí creo que estamos fallando. En parte, al menos. En algunos casos muy concretos pero cada vez más generalizados. Estamos descuidando, en otro asunto más, las formas. En estos últimos días hemos podido leer declaraciones de canteranos como Esnaola o Sarasola lamentando la escasa atención que les ha prestado la Real en sus cesiones y apuntando en una dirección, la de Loren, el director deportivo.

Esa falta de seguimiento a sus cesiones, desde mi punto de vista, tiene una explicación muy evidente: no se cuenta con ellos. Ni ahora que estamos en Primera, ni tampoco se pensaba en ellos como futuros jugadores de la Real cuando estábamos en Segunda. ¿Qué significa eso? Que se les subió al primer equipo sin confiar con ellos. Es decir, que nunca tuvieron una oportunidad real de triunfar con la camiseta txuri urdin pero, o bien se les vendió a ellos mismos lo contrario o bien nos lo vendieron a nosotros. Y si no se confía en ellos, las cesiones no eran más que dejar para mañana lo que no fuimos capaces de resolver hoy. Prolongar la agonía a costa de que esos realistas siguieran soñando con un futuro en Anoeta. Así no se hace cantera. Yo no quiero que los jugadores salgan de la Real Sociedad lamentando no haber aceptado una oferta del Athletic de Bilbao cuando tenían quince o dieciséis años. No creo que sea lo mejor para asentar esa cultura de cantera que la Real está obligada a compaginar con la formación de futbolistas profesionales. No creo que sea el camino.

Desde que se presentó a Montanier como entrenador de la Real para la próxima temporada, se ha venido diciendo que esta pretemporada será más importante que de costumbre porque el técnico quiere ver a sus jugadores antes de hacer descartes. Sin embargo, ya conocemos el nombre del primer futbolista que no va a tener esa oportunidad: Sarasola. Sí, de la cantera. ¿Por qué se le anuncia ya que no formará parte del primer equipo cuando el lateral izquierdo es uno de los puestos más cojos? A mí Sarasola no me convenció en los escasos partidos que jugó en el primer equipo, pero si se le ha cedido la pasada temporada hay que entender que fue porque se confiaba en sus posibilidades de regresar. No estoy diciendo que tenga hueco en la Real, pero sí me sorprende que, después de lo dicho, no se le dé la oportunidad. Y sorprende también la forma en la que se le ha despachado. Ejemplos como éste son los que pueden hacer reflexionar a chavales más jóvenes, que pueden verse reflejados, para buscar su camino profesional en otro sitio.

Sería bueno saber quién ha tomado esa decisión. Y por qué se está diciendo con tanta seguridad que Esnaola o Viguera son carne de cesión. El primero sólo jugó un partido en Segunda hace dos años, pero no lo hizo mal. Si no se cuenta con él, que se le dé la carta de libertad o se le traspase. El segundo ya se ganó a un entrenador, Lasarte, en una pretemporada. ¿Por qué no iba a poder hacer lo mismo con Montanier? Y si la decisión final es del entrenador, ¿por qué Loren afirmó con tanta rotundidad que la única certeza que teníamos es que Cadamuro e Illarramendi formarán parte del primer equipo? No me cuadra. Para unas cosas parece que las decisiones las está tomando la dirección deportiva y para otras da la impresión de que lo que se hace es dejar un marrón al entrenador. Es lo que le pasó a Lasarte con Rivas, por ejemplo. Y las formas fueron tan decisivas en la decisión de no renovar al manchego como en los casos de estos canteranos que no se han sentido queridos en sus peores momentos.

Y llegados a este punto, creo que es hora de que recibamos alguna explicación clara porque todos apunten en la misma dirección. Sarasola critica a Loren. Esnaola no critica a Loren, pero casi. Diego Rivas y Tamudo salieron de la Real criticando a Loren. Lillo y Loren eran amigos hasta que el entrenador salió de la Real, por las formas en las que se deshicieron de él. Hasta Juan Gómez sigue esperando en Argentina que Loren le coja el teléfono tras haberse interesado la propia Real por sus servicios como ojeador del club en el país sudamericano. Empiezan a ser demasiadas casualidades. Estamos dejando tirada a mucha gente. Y no, de la misma forma que no me gustó que Badiola tratara con desprecio a quien no comulgara con él, del mismo modo que lamenté que el Consejo de Denon se deshiciera de Kovacevic como si fuera "una bolsa de basura" -lo dijo él mismo-, no creo que sea de recibo el trato que está dando Loren a tanta gente que se ha dejado la piel por la camiseta txuri urdin. Si perdemos las formas, lo perdemos todo. Y si no apreciamos la cantera, incluso la que no nos sirve profesionalmente, estamos dando pasos en el camino equivocado.

sábado, junio 18, 2011

La Real femenina hizo historia... y hará más en el futuro

Soñar es importante en el mundo del fútbol. Y soñar con lo insospechado, aún más. Hace apenas siete años, alguien soñó con que una Real Sociedad en categoría femenina era necesaria. Y se puso en marcha, sobreviviendo hasta hoy a pesar de la precariedad económica que ha vivido y sigue viviendo el club. Hace algunos años menos, el sueño era ascender a la Superliga. Y se consiguió. Este año, el sueño fue entrar en Europa. Y no se consiguió pero después de empatar a puntos con el Athletic en la primera fase de la Superliga, ya falta poco para conseguirlo. Mientras tanto, el sueño fue la Copa de la Reina. La Real llegó hasta la final four de la competición. Le tocó en suerte como rival el Fútbol Club Barcelona. Y como el equipo blaugrana sólo había sido capaz de empatar los dos partidos de la temporada liguera contra el txuri urdin, el sueño era pasar a la final. No fue posible. El Barça ganó por 2-0. Pero los sueños siguen vivos, como mostraron las jugadoras con una actitud intachable bajo un calor muy intenso y sus aficionados, que dieron una lección de lo que es animar a un equipo en cualquier condición, ganando o perdiendo, en casa o a cientos de kilómetros, a los chicos o a las chicas.

Me tienen que perdonar nuestras chicas y los asiduos a sus partidos. Es la primera vez que acudía a uno de ellos (siguiendo esa máxima de que siempre intentaré estar donde la Real se juegue algo, y ayer había un título en disputa) y todavía no tengo sobre ellas el mismo conocimiento que de Bravo, Xabi Prieto, Griezmann o Aranburu. Todavía no sé cómo juega esta Real, cuáles son sus puntos fuertes, de qué jugadoras hay que estar pendiente (aunque, obviamente, las noticias sobre la internacionalidad de Marina Agoues ya hacen de ella una futbolista a seguir). A eso contribuímos todos, los que no prestamos a este equipo la atención que merece. Y cuando digo todos, hablo de la Real (que tendría que dar más protagonismo en su web a este conjunto) y de los medios de comunicación (¿por qué no se da más difusión a esta categoría futbolística? Al menos Teledeporte sí ofreció en directo los partidos de semifinales de esta Copa de la Reina), pero también me incluyo. En la distancia, no tengo un fácil seguimiento de los avatares de la Real femenina, pero me han conquistado. A partir de ahora, las citas en Madrid serán tan importante para mí como las del primer equipo. Allí estaré cuando jueguen. Y lo contaré en este pequeño rincón txuri urdin.

Fueron titulares Sokoa Azkarate, Ainara Herrero, Irene Paredes, Sandra Ramajo, Evelyn Santos, Maite Lizado, Larraitz Lucas, Aintzane Encinas, Maialen Zelaia, Marina Agoues, a Itziar Gastearena, y en la segunda parte entraron Ana Magaña, Idoia Agirre y Gurutze del Ama. Poco a poco iré aprendiendo los nombres futbolísticos, imposible no hacerlos con la gran afición que arrastran las chicas. E imposible no tener esa deferencia cuando ellas lo ponen todo en el campo. Absolutamente todo. Luchan desde el primer minuto hasta el último, y lo hacen desde unas condiciones precarias. El suyo no es un fútbol profesional. Tienen sus trabajos, sus estudios. Se ven obligadas a dejan el equipo cuando se marchan a estudiar de Erasmus. Tienen que acoplar sus calendarios de exámenes con los partidos. Le dedican horas al deporte aún después de sus jornadas laborales. Y no sólo las jugadoras, también el equipo técnico. Su esfuerzo por la camiseta que tanto queremos se merece un reconocimiento por parte de todos nosotros. Vaya, desde aquí, el mío. Sólo el primero. El año que viene ahí seguiré.

Porque, en el fondo, no me importa que ayer la Real perdiera. En absoluto. La historia de la Real no se escribe sólo con sus grandes triunfos. Pero, ojo, no perdamos de vista que el de ayer fue también un triunfo. Era la primera vez que la Real, en su todavía corta historia, jugaba esta fase final de la Copa de la Reina. Y plantó cara a todo un Barça. No fue un partido demasiado vistoso ni tuvo grandes ocasiones de gol, pero en la primera parte ese sueño de ganar y acceder a la final no estuvo tan lejano. En absoluto. La Real no llegó a tirar a puerta, y ahí estuvo su principal carencia en el partido, pero supo maniatar en los primeros 45 minutos el juego de toque del Barça. El balón se movió mucho por la franja central del terreno de juego, y apenas llegó a las áreas. A la Real le costó mucho, pero tuvo sus pequeñas opciones de adelantarse en el marcador, sobre todo a balón parado, momentos en los que el Barça sufrió. Atrás, la defensa realista y su centro del campo se bastaban, con mucha superioridad, para cortar todos los centros que las jugadoras blaugranas querían meter hacia las bandas. El partido parecía bastante controlado y el peor enemigo que tenían las nuestras era el calor.

Nadie es culpable de que haga calor y, sin duda, las altas temperaturas las sufren los dos equipos, pero fue evidente que a la Real le afectó más que al Barça. Esto se podría haber solucionado buscando otra hora para el partido, que se jugó a las 18.00 horas (la segunda semifinal, en la que el Espanyol venció al Atlético de Madrid por 1-0, se jugó a las 20.30). Pero la Federación cometió aquí un patinazo que hizo un flaco favor al espectáculo deportivo. En realidad, la organización fue desastrosa. No se permitió el acceso del público hasta quince minutos antes del partido, lo que impidió a los seguidores ver el calentamiento. A los responsables federativos ni siquiera les importó que hubiera niños pequeños aguantando el sol en la explanada de entrada. A los aficionados se les hizo tirar latas y tapones de botellas, cuando junto al campo había una máquina de refrescos que, obviamente, vendía latas y el bar del recinto no tenía orden ni preocupación alguna en quitar los tapones. Todo fue un absurdo. Como que la bandera de la Real le tuviera que traer el equipo, por lo que fue retirada nada más acabar su partido, dejando un solo mastil vacío. Suspenso para la Federación, que debería trabajar más para promocionar el fútbol femenino.

La segunda parte fue un ejercicio de impotencia para todos. La Real se vio pronto en desventaja (el 1-0 llegó en el minuto 51) y no se puede decir que el gol fuera una sopresa, pues el Barça se lanzó a por el partido desde el comienzo de la segunda mitad. El encuentro se acabó en el minuto 73, cuando llegó el 2-0, fruto de una falta directa. No fue, tampoco, una buena jornada para la árbitro, que entre otras perlas no dudó en amonestar a Maite Lizaso en el 92 por protestar, después de tener un buen rato fuera del terreno de juego a Irene Paredes. En el minuto 74, unos minutos antes de anotar el Barça su segundo tanto, se anuló un gol a la Real, por un claro fuera de juego. Ahí se le empezaron a escapar el tiempo y las ilusiones a las jugadoras realistas que, en todo caso, no dejaron de empujar hasta que la colegiada señaló el final. En realidad, en los minutos finales fue el Barcelona el que estuvo más cerca de marcar y pudo ampliar el marcador hasta en varias ocasiones, una de ellas desbaratada espectacularmente por Soko con una buena parada abajo. A pesar de los sangrantes cuatro minutos de descuento (que dilapidó casi en su totalidad la propia árbitro), no hubo mucho más que hacer. Sólo felicitar a los dos equipos. A la Real por su sincero esfuerzo, al Barcelona por el triunfo.

Además de ese esfuerzo de las chicas, los aficionados también lo pusieron todo de su parte. La gente de la Real es una gozada. Lo digo año tras año cuando analizo la temporada de la Real. Y lo tengo que decir también aquí. Porque la afición de la Real no se resume en las 25.000 personas que van a Anoeta cada quince días. No, claro que no. La afición de la Real escribe su historia en días como el de ayer. Cuando toca viajar para animar a quien porta la camiseta txuri urdin, cuando se va a eventos que para la mayoría de la gente no tendrían la menor importancia pero que para nosotros son vitales porque hay alguien defendiendo con su sudor (y ayer también con sus lágrimas) el escudo de la Real, cuando se anima todavía más en la derrota. Lo de ayer, probablemente, no entrará en los libros de historia, de la Historia con mayúsculas de la Real. No se recordará gesta deportiva alguna como el gol de Zamora, pero para los que estuvimos allí fue un momento especial. Por lo vivido durante el partido y por lo de después, cuando el equipo agradeció con creces nuestra presencia. Y no, es al revés. Somos nosotros los que tenemos que agradecer al equipo su dedicación.

Su dedicación y sus detalles para con la gente. Nada más recibir el trofeo que acredita a la Real como finalista de la Copa de la Reina, Larra se acercó a la grada, secundada por todo el equipo. No sé si los seguidores de todos los equipos pueden decir lo mismo, pero en la Real los éxitos siempre son de todos. Siempre. Y estas chicas lo expresaron desde el primer momento, ya desde que saltaron al campo con la mirada agradecida puesta en la grada, en las decenas de camisetas txuri urdin que la poblaron con entusiasmo. Allí, en el lateral del estadio (¿por qué demonios la Ciudad del Fútbol de la Federación Española de Fútbol tiene una pista de atletismo?), la Real ganó por goleada al Barcelona, pero también hubiera ganado al Atlético de Madrid, a pesar de que éste jugó en casa. Y las chicas lo agradecieron. Quizá no se den cuenta, pero elegir el fondo de la afición para su foto posando con el trofeo es un gesto formidable que nos tiene que llenar de orgullo. Porque, sí, todos fuimos parte en el éxito de estas chicas. Éxito, porque la derrota no empaña una trayectoria como la suya en esta temporada 2010-2011 y en los años precedentes.

Quien no esté familiarizado con el fútbol femenino o con este equipo probablemente piense que exagero con estos elogios. Pero quien estuvo allí sabe que no. Quien lo vivió, quien lleva tiempo viviendo el devenir de estas futbolistas, sabe que merece la pena ir a estos modestos campos de fútbol para ver este deporte y a este equipo. No hay enormes y modernas gradas llenas de gente. No hay medios de comunicación, ni portadas, ni minutos de informativos en televisión. Pero lo que tampoco hay es mucho del vicio que ya emponzoña el fútbol profesional. Aquí se juega por amor al deporte, por la camiseta y por la gente. Aquí se juega para ganar, sí, pero también para disfrutar. Y el disfrute se contagia a la grada con mucha facilidad. Allí no hay piques, no hay insultos. Hay una sana convivencia entre las aficiones y muchas ganas de que las jugadoras noten nuestra presencia. Quien me iba a decir a mí que iba a acabar haciendo más de 400 fotografías o que mi garganta se iba a resentir tanto después del primer partido de fútbol femenino que he visto. Y la culpa es de ellas. Porque, para nosotros, aquí está, éste es el equipo txapeldun. Y lo seguirá siendo.


(Ignacio, muchas gracias por tu insistencia y por tu ayer justamente premiado entusiasmo con este equipo)

domingo, junio 12, 2011

La cuestionable importancia de no ver tarjetas rojas

Ha pasado bastante desapercibida una de las estadísticas de la Liga que finalizó hace unas semanas. Ningún jugador de la Real vio la tarjeta roja en las 38 jornadas y sólo fue expulsado uno de sus rivales (Damiá, del Osasuna, en el descuento del partido jugado en Anoeta). Es poco entendible que el dato no haya tenido más repercusión, aunque sólo fuera por lo insólito que es. De hecho, no hay un equipo de la Liga que acabe sin expulsados desde el Sevilla de la temporada 89-90. La primera lectura del dato obliga a aplaudir a la Real, pues es evidente que la tarjeta roja es un castigo al juego antirreglamentario, una clara llamada de atención para que el público y la competición señalen con el dedo acusador a aquellos que eligen jugar al margen de las normas del fútbol. Sin embargo, otros lo han entendido como un síntoma de lo blanda que fue la Real a lo largo de la temporada y rápidamente se unió este concepto al elevadísimo número de goles encajados por el equipo (el tercero más goleador, después de Almería y Málaga).

Volvamos al ejemplo de aquel Sevilla de hace 21 años. Entrenado por el chileno Vicente Cantatore, jugaba con un 4-4-2, con Bengoechea y Salguero como mediocentros y Martagón y Diego como centrales. Nueve de los 20 equipos de la Primera División encajaron más goles que aquel Sevilla (que recibió 46), pero sólo tres marcaron más que sus 64 dianas. El equipo hispalense se clasificó para la Copa de la UEFA en aquella campaña gracias al sexto puesto que ocupó en la clasificación final, lo que evidencia que no es necesario provocar tarjetas rojas para salvar tantos puntos. La Real, por cierto, fue quinta y también consiguió billete para Europa, pero con tres puntos por victoria habría quedado por detrás del Sevilla. El Logroñés, séptimo al final, encajó cionco goles más que los hispalenses y el Osasuna, octavo, cuatro menos. En la temporada 2010-2011, el equipo txuri urdin que tampoco vio tarjeta roja alguna quedó en la decimoquinta posición, con 49 goles a favor y 64 en contra. Seis equipos que quedaron por delante de la Real en la tabla marcaron menos goles. La diferencia está en que sólo el Málaga (junto con el colista Almería) recibió más tantos de sus rivales que la Real.

¿Que quiere decir esto? Que en el final de la década de los 80 era factible llegar a lo más alto sin necesidad de emplear un juego agresivo o violento. Ahora, en cambio, no. ¿Por qué? Es evidente que el fútbol ha evolucionado hacia una forma de jugar mucho más agresiva y física. En los años 80 primaban los futbolistas incluso en equipos de mitad de la tabla, y todos podemos recordar grandes y muy técnicos jugadores que militaban en equipos como el Sporting de Gijón, el Valladolid, el Zaragoza o el Cádiz. Ahora son los atletas los que dominan el panorama, incluso en los conjuntos de la parte alta de la clasificación. Táctica y futbolísticamente, se valora mucho más a un pulmón agresivo en el centro del campo (¿nosotros no?) que a un regateador en el extremo. La Real ha demostrado que tiene calidad arriba, pero le ha faltado gente que entienda ese subterráneo fútbol moderno. Al principio de la temporada ya tenía claro que a esta Real le faltaba un Karpin para esas tareas. El ruso era capaz de controlar esas cosas sin necesidad de crearse enemigos. Llorente puede cubrir en parte esa labor, pero no olvidemos que nos ha faltado por lesión durante la mitad de la temporada.

En realidad, para mí es una espléndida noticia que la Real acabe la temporada sin ver una sola tarjeta roja. Me parece que dice mucho y muy bueno de nuestra forma de jugar, porque desprecio sin límite a aquellos equipos que basan su juego en frenar a base de patadas a los mejores jugadores del rival. Antes los leñeros estaban bien señalados y localizados. Ahora todos los equipos pegan. ¿Acaso alguien recuerda a Kortabarria, Górriz, Gajate, Larrañaga o Pikabea marcando a un jugador a base de agarranes y hachazos? Y esos nombres se pueden sustituir por los de los defensas más legendarios de cualquier equipo de Primera, con las excepciones que cualquiera puede recordar. Antes se defendía con mucha más clase. ¿Y dónde está entonces el problema? En el otro lado de la estadística. La Real no pega y no recibe expulsiones, hasta ahí todo correcto. Pero a la Real le pegan y no consigue sanciones para sus rivales. Sólo una tarjeta roja contra un rival txuri urdin en toda la temporada. Eso, teniendo en cuenta que la Real ha sido el cuarto equipo que más faltas ha recibido y que tiene dos jugadores entre los seis más castigados (Xabi Prieto segundo y Zurutuza sexto), es una broma de mal gusto y un claro indicativo de dónde está el problema: en el arbitraje.

Es hora de que los árbitros se apliquen. Que corten el juego violento con más efectividad. Que primen el espectáculo por encima de las tácticas agresivas y violentas. Que favorezcan de una vez a los equipos que juegan dentro de los límites del reglamento. Pero, claro, si esta estadística no es conocida, ¿cómo se va a buscar una solución a la misma? No voy a engañaros, no soy optimista. A la Real no le ha ido bien manteniéndose al margen de las triquiñuelas del fútbol. No ha encontrado colaboración en los árbitros y sí muchas críticas entre los suyos. Porque la creencia de que la Real es un equipo blando, dicho de la forma más negativa posible, está muy extendida en el entorno txuri urdin, pero en cambio no tenemos la misma determinación a la hora de exigir a los árbitros que cumplan y hagan cumplir el reglamento. Son bastantes las expulsiones que podrían haber beneficiado a la Real y que nunca llegaron. Y sólo recuerdo una derrota, contra el Valencia en Anoeta, que se podría haber evitado forzando una tarjeta roja (si Mikel González hubiera cazado a Aduriz). ¿Compensa? ¿Un punto más en el casillero por sacrificar la nobleza del deporte? A mí no. Pero está claro que a muchos equipos les va bien por el camino opuesto al de la Real. Ojalá cambiaran las tornas, pero lo veo imposible.

jueves, junio 09, 2011

Incógnitas por resolver

No sé cómo tendrá el cuerpo el aficionado txuri urdin, pero yo lo que siento ahora mismo es que tengo pocas certezas y muchas incógnitas por resolver. No es, ojo, un sentimiento necesariamente negativo, no suelo ser pesimista y lo leído hasta el momento del nuevo entrenador de la Real, Philippe Montanier, me invita más al optimismo que a otra cosa. Pero sigo sintiendo que nos queda mucho por averiguar de aquí al comienzo de la Liga, en el penúltimo fin de semana de agosto. Al menos ya está cerrada la contratación del técnico, porque tengo que reconocer que estar sin entrenador desde el final de la Liga era una situación que me generaba angustia. Bastante angustia. Estar descabezados en la parcela deportiva hacía que me cuestionara aún más las decisiones tomadas y que lamentara las oportunidades perdidas. Eso ya se ha acabado, y ahora toca trabajar. Es lo normal en esta época del año, pero llevábamos ya tres años de cierta tranquilidad en torno al banquillo (Lillo continuó, Lasarte estaba ya fichado desde el final de la temporada anterior y permaneció en el equipo tras el ascenso) y estos momentos de espera no me han parecido del todo agradables.

Ya hemos escuchado al nuevo entrenador de la Real. En francés, como escuchamos durante dos años a Denoueix. La primera impresión es que Montanier parece un técnico trabajador. Eso me gusta. Dicen que a sus equipos le sgusta jugar al fútbol y eso, evidentemente (¿soy el único que ha revivido las sensaciones tras anunciarse el fichaje de Krauss, hace ya catorce años?), también me atrae mucho. Sabemos que él y su ayudante se van a hacer cargo de la preparación física, la fecha en la que empieza la pretemporada... y poco más. Vayamos por partes. A Montanier se le ha insistido en preguntarle por el sistema de juego. Dicen que en Francia jugaba con un 4-3-3, parecido, por ubicarnos todos, al que utiliza Pep Guardiola en el Barcelona. La comparación es dañina, porque al menor síntoma de mal juego en la Real siempre habrá alguien que la recuerde. Y creo que Montanier ha escapado bien de esas preguntas. Como es lógico, dijo que utilizará el esquema que se adapte a los jugadores que tenga. Ese fue el gran acierto en la Real de entrenadores como Krauss o Denoueix, que supieron apostar por lo que tenían. Lillo o Lasarte, por ejemplo, no tenían mimbres para jugar de la misma forma que aquellos y no lo hicieron.

Por lo que dicen Montanier y Loren, además de por una simple cuestión de números, no descartaría sorpresas en la plantilla. Tras confirmar el director deporitvo que Illarramendi y Cadamuro son jugadores del primer equipo a todos los efectos desde el 1 de julio, la Real cuenta con 24 jugadores con contrato. Eso sin mencionar a Ros, Esnaola y Albistegi, sobre los que habrá que tomar alguna decisión. Y se habla de fichajes, alguno aventura que serán entre dos y cuatro. Eso, siempre y cuando no haya alguien en el Sanse que sea capaz de convencer a Montanier como Griezmann convenció a Lasarte, nos coloca con 30 jugadores sobre la mesa y nos lleva a la conclusión de que seis o siete tendrán que abandonar su sitio. La apuesta fácil sería por cesiones (o traspasos e incluso cartas de libertad) para Ros, Albistegi, Viguera, Cadamuro o Illarramendi. Los jóvenes, en definitiva. ¿Pero tienen tan seguro el puesto en el equipo jugadores como (y lo digo sin tener en cuenta su rendimiento o el aprecio personal que les tenga) Elustondo, Estrada, Carlos Martínez, Labaka, Sutil o Sarpong? Todo eso, por supuesto, contando con que alguno de los que sí son intocables no reciban ofertas y se marchen. Complicado, pero no imposible.

Hemos escuchado a Loren dos veces. A Aperribay una, y ya está anunciada otra comparecencia en la que tendrá que aclarar cuestiones que salieron en la presentación del entrenador y que optó por dejar para esa próxima rueda de prensa. A Montanier también le hemos escuchado. Y ahora comienza el periodo de expectación en el aficionado. Sin ninguna información en concreto, ya que todas estas intervenciones públicas no han servido para despejar las incógnitas, me huele que va a haber sorpresas. Porque no acabo de tener claro cuál es el rumbo de la Real. Se habla, al mismo tiempo, de progresar en la línea marcada, la de los dos últimos años (qué pena que siempre se olvide a Lillo en esa línea) y de propiciar un nuevo comienzo (lo que suena, por contradictorio que parezca, como un varapalo a Lasarte). No me hago a la idea de cómo va a ser la Real 2011-2012. Insisto, no es una sensación negativa por sí misma. Pero es diferente a lo que hemos venido viendo en los últimos años. Desde el año del descenso no tenía la misma sensación de que hay tantas incógnitas, aunque, obviamente, la situación es muy distinta. Porque no es lo mismo plantearse cómo y con quiénes va a jugar Montanier contra Barcelona y Real Madrid que aventurarse a imaginar cómo se sobrevivirá al infierno de Segunda.

jueves, junio 02, 2011

AQUELLOS MARAVILLOSOS CROMOS: Óscar de Paula

Termina la temporada 94-95 y el sabor de boca en la Real es formidable. Salva Iriarte había sustituido en el banquillo unos meses antes a John Toshack y una magnífica racha de resultados había hecho pensar incluso en llegar a puestos europeos. Al final no fue posible, pero los 23 goles de Kodro (la cifra más alta jamás conseguida por un jugador txuri urdin en Liga) y, sobre todo, el memorable 5-0 que le endoso la Real al Athletic en Anoeta sirven para dar por buena la temporada. Eso y el gran trabajo de cantera de Iriarte, López Ufarte y Etxarri, consolidando en el primer equipo una gran generación de potrillos que Toshack había llevado a la élite. Kodro se marchó como un ídolo al Barcelona y el 9 lo iba a heredar Joseba Etxeberria. Como éste decidió mandar a paseo su formación en la Real y el agradecimiento a quienes le dieron la oportunidad de ser futbolista profesional, hubo que lanzarse al mercado. Apenas seis días después de que Etxeberria fuera presentado con la camiseta del Athletic, Anoeta vivía la puesta de largo como realista de un chaval de 20 años recién cumplidos: Óscar de Paula.

Este cromo de la temporada 95-96, su primera en la Real, dice de él que "es una de las esperanzas de la Real Sociedad. Hábil, de regate fácil, tiene un gran futuro". En su presentación, a la que corresponden las dos imágenes de dicho cromo, De Paula declaró lo siguiente: "Tenía varias ofertas, pero jugar en la Real era mi sueño y llegué a un acuerdo en un día. Espero no defraudar a los técnicos que han confiado en mí". Cuatro días después, la Real fichaba a otro joven delantero, Markus Pürk, que completaba la nómina de delanteros junto a Gica Craioveanu, fichado dos semanas atrás. Parece mentira que ya hayan pasado dieciséis años desde entonces. Procedente del Badajoz, De Paula vistió la camiseta txuri urdin diez años, hasta la temporada 2005-2006, jugando un total de 302 partidos y marcando la nada despreciable cantidad de 60 goles. Nada despreciable porque De Paula, casi siempre, fue el revulsivo desde el banquillo. Siempre jugaba mejor así, como suplente, que cuando se le daba la responsabilidad de ser titular. Cosas del fútbol.

Nunca he sido un grandísimo admirador de De Paula, pero es obligado reconocer que nos ha dado buenos momentos. De su carrera sólo lamentó que le faltara un gol. No marcó ninguno en la temporada 2002-2003 y no termino de quitarme de la cabeza la idea de que si hubiera convertido siquiera uno la Real hubiera logrado aquel campeonato de Liga. Fue la única de las diez temporadas de txuri urdin en la que no marcó ninguno. Cosas del fútbol, insisto. Claro que, para desquitarse de aquello, De Paula será siempre el autor del gol que colocó a la Real entre los 16 mejores equipos de Europa. Suyo fue aquel 1-1 en Anoeta ante el Galatasaray que daba la clasificación para los octavos de final de la Champions en la temporada 2003-2004. Y jugó aquel día de titular porque a Darko Kovacevic le habían expulsado con dos tarjetas amarillas increíbles, ambas por mano, en el campo del Olympiakos dos semanas antes. ¡Para que luego digan de los arbitrajes europeos! Y De Paula, el eterno suplente, el inagotable revulsivo, aquel día cumplió de titular. Cosas del fútbol, sí.

En su retirada, motivada por una lesión de rodilla, De Paula se ha acordado de aquel gol y del primero que marcó con la camiseta de la Real. Aquel 22 de noviembre de 1996, el equipo donostiarra visitó La Romareda con Iriarte ya algo cuestionado por un errático comienzo de Liga. Marcó Albistegi el 0-1 en el minuto 18. Empató Poyet en el 69. Y el Zaragoza se comía a la Real buscando la victoria. Pero en el último minuto, Karpin sacó una falta desde la derecha y un dificilísimo escorzo permitió a De Paula rematar y hacer el definitivo 1-2. Un pedazo de gol, aunque se le recuerden mucho más el que le hizo al Atlético de Madrid y que valió para derrotar al líder y campeón de aquella misma temporada, o aquel que le marcó al Real Madrid en la campaña 2001-2002, un tanto que ayudó a confirmar la permanencia de la Real en Primera. En su última temporada, aquella 2005-2006, marcó tres goles en Liga y los hizo en tres jornadas consecutivas: en Málaga, en Anoeta frente al Real Madrid y en Santander. Ninguno de los tres goles sirvió para ganar. Efectivamente, cosas del fútbol.

El caso es que De Paula se retira como futbolista de la Ponferradina, equipo con el que llegó a jugar en Zubieta contra el Sanse. Entonces ganó. Y marcó un gol. Se va a causa de una lesión, una cruz que marcó demasiado su carrera como futbolista. Y como ha sido parte integrante de la historia reciente de la Real, merece un recordatorio. Gracias por aquellos años y mucha suerte en esta nueva etapa de la vida.