domingo, octubre 30, 2011

REAL SOCIEDAD 0 - REAL MADRID 1 La vergüenza de asumir la derrota antes de jugar

En cuanto se conoció oficialmente la alineación de la Real para enfrentarse al Real Madrid quedó meridianamente claro que este partido sólo podía acabar con derrota. Se asumió que ganar era imposible. O, más concretamente, se fiaron todas las opciones a un milagro en forma de rebote, corner o locura transitoria de algún jugador madridista o incluso del árbitro. Y eso, para mí, es sencillamente una vergüenza para la historia, para el escudo y para la camiseta de la Real. No entiendo por qué no se preguntó a Montanier en la rueda de prensa cuál era el plan para ganar. Para que el Madrid no marcara, resultó evidente. Todos atrás. ¿Pero para ganar? No, así no hay forma. Con cinco defensas, dos mediocentros defensivos, y sólo dos jugadores de calidad en punto, y ambos fuera de sitio, ganar el partido formaba parte de los sueños más irrealizables. Y, evidentemente, se perdió. Era lo normal. Quedamos en manos del Madrid para que los de Mourinho decidieran por cuántos goles querían ganar. Y sólo quisieron hacerlo por un gol. Cuando marcó Higuaín antes de los diez minutos, el partido estaba sentenciado, pese a quien pese y moleste a quien moleste que se diga.

Por tercer partido consecutivo, Montanier cambió el esquema de juego. Sacó cinco atrás, todos los centrales disponibles sobre el campo con Carlos Martínez en la derecha y Cadamuro por la izquierda, sentando a De la Bella. Por delante, el doble pivote formado por Mariga y Markel, con Estrada por la derecha, Xabi Prieto por la izquierda y Vela en punta. No recuerdo haber visto nunca a una Real tan entregada a la derrota antes de empezar un partido contra el Real Madrid, histórico rival al que tanto gusta ganar en Donostia. En realidad contra nadie, pero contra este rival duele más. Yo he visto a una Real luchando por la Liga aplastando a un Madrid galáctico. Yo he visto a una Real que luchaba por no descender goleando a un Real Madrid que semanas después se proclamó campeón de Europa. Pero debía de ser otra Real, porque la presente no está para semejantes sueños. Y no lo está porque se ha instalado en la mediocridad de saberse inferior. Con esos planes, la convocatoria se convierte en un dilema aún más difícil de resolver. Sin centrales ni laterales en el banquillo, ¿qué hubiera hecho Montanier en caso de sufrir alguna lesión? No olvidemos que Demidov ya llegó tocado al partido.

De Vela se alabó su movilidad ante el Levante, que volvió locos a los defensas granotas. Cualidad cercenada con su soledad arriba. A Xabi Prieto se le limitó con un extraño cambio de banda, impidiéndole encarar al más flojo de los madridistas, Coentrao. Ni Agirretxe, ni Llorente. Ifrán, en la grada. ¿Cuál era entonces el plan para ganar? Yo no lo vi en ningún momento. Y si no había plan para ganar, el plan para no perder tampoco pareció especialmente brillante. La Real metió cinco atrás, pero jugó durante muchos minutos con la defensa bastante adelantada y muy en línea. Toda una invitación a que el Madrid repitiera el destrozo que el Barcelona nos hizo en la primera mitad, pero los de Mourinho fueron muy benévolos. También es verdad que el regalo tempranero del 0-1 aplacó mucho las ansias futbolísticas de los de Mourinho. Como sucedió cuando Amorebieta asistió a Llorente, toda la Real se quedó pasmada mirando cómo Coentrao avanzaba casi hasta la frontal del área y metía un balón para el desmarque de un Higuaín al que nadie siguió siquiera con la mirada. Bravo, que hizo un par de buenas paradas, aquí estaba vendido, así que el gol era inevitable, salvo milagro que no llegó a producirse.

Salta la Real al césped de Anoeta pensando en que el Madrid no marque, y resulta que a los diez minutos ya ha encajado un gol. El plan se ha ido al garete con una facilidad inusitada, pero fácil de prever tras conocer el planteamiento inicial. La Real nunca ha ganado un gran partido con esa mentalidad de autobús. Y nunca lo va a ganar. Era muy triste ver a un equipo txuri urdin por detrás en el marcador, admirando desde dos líneas inmóviles de cinco y cuatro jugadores, con Vela aburrido en la lejanía, cómo el Madrid tocaba plácidamente el balón en el centro del campo. El 0-1 no cambió nada. La Real se limitó a mirar. La primera parte se fue a la basura con una rapidez difícil de asumir. Decía Mourinho que no esperaba ganar el partido en 45 minutos, como ya había hecho tres días antes en el Bernabéu contra el Villarreal y una semana antes contra el Málaga. No le hicieron falta 45. Con ocho minutos, el partido estaba acabado. Así de triste, pero así de cierto, porque para ganar a estos dos equipos los merengues tuvieron que marcar cuatro y tres goles y contra la Real sólo le hizo falta uno. Porque para empatar un partido que se va perdiendo, ¡qué digo ya pensar en ganar!, es obligatorio tirar a puerta al menos una vez.

El 5-4-1 le valió a Montanier hasta el minuto 81. Hasta el 81. Es inadmisible ir perdiendo un partido contra el Madrid y demorar la reacción hasta que sólo pueda quedar en el terreno de lo testimonial. No quiero imaginar qué estaría pensando Llorente. En el minuto 60 entró Griezmann por Estrada, lo que supuso un aumento de calidad descomunal en el equipo. Primero porque el francés sí tiene capacidad de jugar a banda cambiada. Segundo, porque salió revolucionado y con ganas de hacer algo diferente. Con tan pocos efectivos en ataque, no obstante, el ímpetu de Griezmann se fue diluyendo. Dio tiempo para que él tuviera una ocasión y, gracias a un clamoroso error de la defensa del Madrid, Vela otra. Pero ya está. Casillas sacó ambas. Con dos llegadas, ganar a un Real Madrid que ya ha marcado un gol, insisto, es una utopía. En los últimos diez minutos, el equipo adquirió un dibujo más acorde con la situación, el rival y el marcador. Entraron Agirretxe y Pardo (una pregunta que procede de la indignación y el asombro: ¿de verdad es valentía dar cuatro minutos a un chaval de 19 años en el que hay tantas esperanzas puestas?) por Carlos Martínez y Markel (de largo, el mejor jugador de la Real contra el Madrid), quedando el equipo de Montanier con dos arriba, dos extremos, dos pivotes y cuatro atrás. Pero ya no dio tiempo a nada, porque diez minutos nunca son suficientes si ya has tirado 80 a la basura.

Que la Real se vació es un hecho. Hay muy poco que reprochar a la mayoría de los jugadores (Mariga, por supuesto, es la excepción más notable; no acabo de entender cuáles son sus méritos para vestir esta camiseta y la insistencia de Montanier en negar la evidencia y colocarle como titular partido tras partido). El error es de planteamiento y de táctica. El planteamiento no puede ser más que equivocado si el mensaje que se da al equipo es que hay que perder por la menor cantidad posible de goles. Si así se recibe al Madrid en Anoeta, ¿cómo planteará Montanier el partido del Santiago Bernabéu? Porque me asusta pensar que podamos jugar de una forma aún más defensiva. La táctica tampoco parece la adecuada. Suena a improvisación y, encima, improvisación de un día, porque la jornada en miércoles impidió trabajarla más. Xabi Prieto, perdido. Estrada, inane. Los laterales, sin ideas de qué es lo que tenían que hacer en un sistema tan extraño, Carlos Martínez ya sólo ofrece todo el coraje que tiene (no es poco) y Cadamuro estará dando gracias de que el Madrid no se ensañara por su lado. Ya está todo desmontado. Sólo el ímpetu y dar dos pasitos hacia adelante (con el consiguiente riesgo de goleada al contraataque) permitió que hubiera cierta emoción al final, producto más del exiguo 0-1 y de la siesta que se echó el Madrid que de los méritos de los realistas.

Tal fue el desquicio realista, que Griezmann debió ver la tarjeta roja, sin paliativos, por una incomprensible y salvaje entrada a Sergio Ramos, de la que pareció asustarse hasta el propio extremo realista. La entrada se quedó en amarilla, coronando así Undiano Mallenco una desastrosa actuación (en serio, ¿cómo podemos seguir admitiendo que nos vendan que tenemos el mejor arbitraje del mundo?) en la que nunca pareció saber qué estaba pitando. Sus linieres la pifiaron en más de un fuera de juego para ambos equipos, dejó sin sancionar con tarjeta una clamorosa mano de Coentrao, no vio un alevoso intento de patada a Iñigo Martínez de un antipático y chulesco Cristiano Ronaldo, que ofreció en Anoeta su peor versión y cargó de razones a aquellos que normalmente sin ellas se ceban con el portugués. El árbitro, en realidad, estuvo a la altura de un lamentable encuentro de fútbol que se convierte en la clara demostración de que el nivel futbolístico lleva años cayendo y está ahora mismo en lo más bajo que uno puede recordar. Entra en el terreno de lo incomprensible que Mourinho dijera que ésta es una victoria para recordar. Qué mal está el fútbol, desde luego.

El momento de la Real empieza a ser tan delicado que exige hablar con claridad. Mi pregunta es clara. ¿Cómo se pretende ganar al Real Madrid sin el máximo goleador del equipo, sin el fichaje estrella de la temporada pasada, sin el jugador más desequilibrante de la plantilla, con el jugador de más talento fuera de sitio y con sólo dos jugadores de ataque? De verdad, ¿cómo? Que alguno soñara con ganar sólo fue producto de que el Madrid no quiso hacer sangre, y no conviene engañarse con otras lecturas. Habrá que darle las gracias a los blancos. O a lo mejor no, porque un 0-8 podría haber sido la catarsis que este equipo necesita, porque no parece probable que algunos despierten de sus ensoñaciones. Ayer la Real, digan lo que digan algunos, no plantó cara al Madrid.Y si el equipo txuri urdin, que ya lleva cinco semanas sin ganar y sumando sólo un punto, no cae a los puestos de descenso es precisamente por ese paupérrimo nivel que hay en la Liga. Ocho puntos de treinta posibles. Uno de los últimos quince. Sólo tres equipos marcan menos que la Real, sólo seis encajan más. Los números empiezan a aterrar. Las sensaciones, más todavía. Y si tenía miedo hace unos días, ahora ya no sé ni qué decir.

viernes, octubre 28, 2011

PREVIA Real Sociedad - Real Madrid. ¿Qué Real veremos?

Partido grande, pronóstico incierto (sábado, 22.00 horas, Anoeta, La Sexta y autonómicas). Por supuesto, en el resultado, porque no hay rival ante en el que la Real tenga que sentirse derrotada de antemano, no a un solo partido y menos si es en Donostia. Pero sobre todo en la imagen que ofrecerá el equipo txuri urdin. Se ha visto más de lo peor que de lo mejor que tiene que ofrecer y va siendo hora de que cambien las tornas. Es la hora de que la Real demuestre que tiene mucho más fútbol de lo que muchos, incluso nosotros mismos, estamos empezando a creer. Y es la hora de que lo haga en un partido grande, contra un rival como el Real Madrid. Philippe Montanier tiene la importante baja de Illarramendi, pero aún así tendrá que sacar lo mejor de su plantilla para acabar con la mala racha que llega ya a los cinco partidos sin conocer la victoria. Anoeta estará prácticamente lleno, como en las grandes noches. Y es que es grande, porque si no se consigue creer que lo es, la Real volverá a tener los apuros del pequeño en menos tiempo del que pueda imaginar. ¿Qué Real veremos? Esa es la duda.

Montanier, fiel a su filosofía de sorprender, vuelvo a hacerlo en la convocatoria contra el Madrid. Por quien introduce en la lista y por quien deja fuera. Rubén Pardo recupera su lugar entre los mayores, esperando por fin sus primeros minutos con el primer equipo. Su debut es una de las noticias que lleva esperando la afición con mucho interés. Lo sorprendente es que quien se queda fuera es nada menos que David Zurutuza, que hasta ahora ha sido titular tanto en un centro del campo de tres jugadores como en uno de dos (el que jugó contra el Getafe en Anoeta). El resto de la lista es la misma que se desplazó a Valencia para jugar contra el Levante. Demidov, sustituido en el último encuentro, era duda, pero finalmente está entre los convocados. Repetir la lista quiere decir que Ifrán tampoco tiene un hueco entre los elegidos para este partido, lo que le coloca ya oficialmente como cuarto delantero del equipo, sobrepasado por Llorente. Fuera se siguen quedando Elustondo y Ansotegi, además del todavía lesionado Illarramendi, que tendrá que esperar para recuperar su puesto como titular.

Como ya empieza a ser habitual, adivinar el once que presentará Montanier es algo muy arriesgado. Bravo, evidentemente, será titular. Por delante, sería muy extraño que no estuvieran Iñigo Martínez, Carlos Martínez y De la Bella. Las molestias de Demidov, y también su estado de forman, dejan en el aire el puesto del otro central, que podría ser Mikel González. Parece seguro que Montanier mantendrá el 4-3-3. No parece probable que Pardo sea titular ante un rival como el Madrid (aunque sería una de las sorpresas más agradables de la temporada, para qué negarlo), con lo que la titularidad parece clara para Mariga, Aranburu y Markel, probablemente éste como 4. Por delante, Xabi Prieto recuperará indudablemente la titularidad de la que no disfrutó en Valencia. Los otros dos puestos son también una incógnita, aunque Griezmann y Vela, sobre todo el segundo, tienen más papeletas que Llorente y Agirretxe, aunque el primero está disfrutando cada vez de más minutos y su titularidad no parece lejana, y el segundo sigue siendo el máximo goleador del equipo. Zubikarai como portero suplente y Cadamuro completan la lista y estarán en el banquillo.

Cinco jornadas sin ganar lleva la Real, incluyendo cuatro derrotas. Hubo mejoría ante el Levante (líder de Primera, no lo olvidemos) pero los ocho puntos que tiene el equipo txuri urdin en su casillero no se movieron. Los de Montanier ocupan la decimoquinta plaza, sólo un punto por encima de los puestos de descenso y tres por delante del colista. El Real Madrid tiene una ventaja con respecto a la Real de nada menos que catorce puntos y marcha en la segunda posición. En cualquier caso, los duelos entre Real Sociedad y Real Madrid siempre han sido especiales y la clasificación no siempre ha dictado el resultado. Anoeta vivirá el ambiente de las grandes noches recuperando, precisamente, un horario nocturno que hacía tiempo que no disfrutaba en fin de semana (el equipo viene de disputar, antes de la visita al Levante, dos partidos seguidos a las 16.00 horas y otros tantos a las 12.00). En casa, la Real ya ha hecho de todo, ganar y perder un partido y empatar dos. El Real Madrid, que suma cinco victorias consecutivas en Liga, ha ganado tres de sus cinco partidos como visitante. La visita de Xabi Alonso siempre es un motivo para la alegría, y más después de la inolvidable ovación del Bernabéu el pasado miércoles.

La historia habla de un duelo muy igualado, aunque con ligera ventaja para el Real Madrid. Han sido 65 los partidos entre ambos equipos, siempre en Primera División, con 21 victorias para la Real, otros tantos empates y 23 triunfos madridistas. Igualdad absoluta sí hay en los goles anotados: 107 para cada equipo. El 6-2 de la temporada 50-51 (con tres goles de Igoa y uno de Caeiro, Epi y Basabe) es el triunfo más abultado conseguido por el equipo txuri urdin. El Madrid logró la mayor diferencia de goles con el 1-5 de la campaña 92-93, aunque marcó un gol más en el 3-6 de la 53-54 (que comparte el honor de ser el partido con más goles junto con el 5-4 de la 28-29, en el que marcaron para la Real Marculeta en dos ocasiones, Kiriki, Bienzobas de penalti y Mariscal). En Atotxa, el Madrid estuvo 22 años y 17 partidos sin perder entre las temporadas 57-58 y 78-79. En Anoeta se han disputado quince encuentros entre Real Sociedad y Real Madrid, aquí con ligera ventaja para los locales, con seis victorias, cuatro empates y cinco derrotas. Eso sí, los blancos han ganado en tres de sus últimas cuatro visitas y no pierden desde el 1-0 de la temporada 03-04, con gol de Karpin.

El partido de la temporada pasada, la 2010-2011, fue la demostración de que la Real podía competir contra los mejores en Primera División. Ganó el Real Madrid, pero no lo mereció, después de los primeros 90 minutos de la temporada en los que Mourinho y su equipo sufrieron de lo lindo. El equipo txuri urdin hizo un partido espléndido, intenso, inteligente. Supo contener los ataques del Real Madrid y generó algunas ocasiones de gol, la más clara en los pies de Griezmann. El Madrid se adelantó con una genialidad que, para colmo, estaba bastante bien defendida. Pero si Di María se saca un derechazo como el que se sacó y el balón se cuela por la escuadra, queda poco más que aplaudir. Era ya la segunda parte. Pero la Real no se hundió, y Tamudo empató al rematar una falta botada por Griezmann. El partido mantuvo su intensidad y estaba para que la victoria se queda en San Sebastián, pero al Madrid le sonrió la fortuna del grande. Una falta lanzada por Cristiano Ronaldo rebotó en la espalda de Pepe y la parábola que adquirió el balón fue imposible para Bravo. La Real pudo empatar con otro rebote, pero Casillas hizo el paradón del partido. La Real perdió, pero tuvo al Madrid contra las cuerdas. Veremos mañana.

jueves, octubre 27, 2011

PARTIDOS INOLVIDABLES Real Sociedad 4 - Real Madrid 0 (1979-1980)

El primer gran capítulo de la Real campeona de los 80, aún sin serlo, fue ante el Real Madrid. Los blancos no perdían en Atotxa desde hacía 22 años. Con alguna que otra temporada en Segunda de la Real, desde luego, pero eran 22 los años sin derrotar al conjunto merengue. 22. Una barbaridad. Pero en aquellos tiempos había grandeza, había orgullo y había fútbol. Y el Real Madrid, por mucho Real Madrid que fuera, hubiera sido y siga siendo, salió goleado de Donostia. Los ya entonces viejos muros de Atotxa vivieron una jornada inolvidable, una paliza histórica, un día de gloria. Y los artífices fueron casi los mismos que poco más de un año después sellaron el pasaporte al olimpo futbolístico en aquella tarde de Gijón. La goleada pudo ser aún mayor, facilitada por las circunstancias, pero ya fue grande. Porque no lvidemos que el Real Madrid es el mejor equipo del siglo XX y la Real sólo el más grande de los pequeños, que entonces ni siquiera podía presumir aún de haberse proclamado campeón de nada. "Ormaetxea nos motivó un poco más que en otros encuentros porque él también había jugado muchos partidos contra el Madrid y no había podido ganarles", recordaba Gajate en un artículo de El Diario Vasco en 1997.

La goleada no esconde que fue un partido muy difícil que, eso sí, se puso pronto de cara. A los 13 minutos, Benito cortó con la mano un centro de López Ufarte (el mejor de los realistas; "fue López Ufarte, dentro del acierto de todos sus compañeros, quien bordó una soberana lección de fútbol: entrega, lucha, constancia, batalla en todo terreno y clase, exclesa clase", dijo de él Luis de Andía en su crónica del partido para ABC). "No es frecuente que un penalti así se señalé contra el Madrid", decía el propio De Andía en su relato del encuentro. El propio Pequeño Diablo cogió el balón y lo marcó sin que García Remón pudiera evitarlo. El Madrid plantaba seria batalla en aquellos minutos. Arconada, grande entre los grandes, tuvo que hacer varias paradas de mérito, una a lanzamiento de Pirri, otra a los pies de Santillana, un par más al inolvidable Juanito. Pasada la media hora, confluyeron todas las circunstancias para que la Real se hiciera con el partido. Lo más importante, el espectacular golazo de Satrústegui, luchando, peleando, regateando como sólo él sabía hacerlo, marchándose de la vigilancia de toda la defensa madridista y haciendo el 2-0 por bajo y con el pie. Casi al mismo tiempo, el Madrid perdía a dos jugadores por lesión. Benito y Stielike abandonaban el campo.

Una de las claves del partido, dicen las crónicas de la época, fue el partidazo de Kortabarria, que salía constantemente de su posición de central para incrustarse en el centro del campo y que hizo un formidable marcaje a Santillana. Los últimos minutos de la primera mitad fueron un constante aatque madridista que la Real supo aguantar con la firmeza que acostumbraba a mostrar en defensa en aquellos años. ¡Y es que vaya defensa que tenía Ormaetxea a su disposición! El 2-0 al descanso era una renta fantástica, quizá algo abultada en ese momento para los méritos de unos y otros. Pero al volver de los vestuarios, en el minuto 50 se acabaron todas las posibilidades de hacer algo en el partido para el Madrid. Del Bosque fue expulsado con roja directa por propinar un puñetazo a Periko Alonso. Eso allanó el terreno a la Real, que tuvo toda la segunda parte para disfrutar del fútbol a sus anchas... y para hacer disfrutar a una grada enloquecida de felicidad. El árbitro, que repartió errores, anuló un gol a Alonso ya con 3-0 en el marcador y no pitó un penalti reclamado por Satrústegui. Pero daba igual. El equipo txuri urdin estaba desmelenado y dispuesto a hacer historia a lo grande.

Y la hizo, rememorando el 4-0 de la temporada 1929-1930 (dos goles de Belauste, y uno de Kiriki y Cholín) y repitiendo la mayor diferencia de goles alcanzada contra el Madrid en San Sebastián (la del inolvidable 6-2 de la 1950-1951: tres de Igoa, Caeiro, Epi y Basabe). Zamora hizo el tercer gol con un gran disparo raso tras el despejo de un corner. Y Heras, que había salido en el descanso por Idígoras, colocó el 4-0 final rematando una dejada de cabeza de Satrústegui. La Real no ganaba al Madrid desde la campaña 56-57. Y en aquel momento no sólo ganó, sino que vapuleó al vigente campeón de Liga y al ganador del torneo en aquella temporada que, en realidad, debió significar el primer título para la Real. Era el noveno partido de Liga y el equipo de Ormaetxea aún no conocía la derrota. Nadie podía imaginar que estaría 32 partidos sin perder. Nadie podía imaginar tampoco el cruel desenlace que tendría aquel campeonato para la Real. Nadie lo podía imaginar, porque en aquel momento la felicidad era absoluta por haber contemplado un partido histórico, por haber vivido un día grande, por haber disfrutado como tantas veces la magia que hay en tener el corazón txuri urdin.

Real Sociedad (Alberto Ormaetxea): Arconada, Gajate (Gorriz, 84'), Celayeta, Kortabarria, Olaizola, Diego, Alonso, Zamora, Idígoras (Heras, 45'), Satrústegui y López Ufarte.
Real Madrid (Vujadin Boskov): García Remón, Pirri, San José, Benito (García Navajas, 37'), Camacho, Ángel, Stielike (Portugal, 36'), Del Bosque, Juanito, Santillana y Cunningham.

Goles: 1-0, minuto 13, López Ufarte (penalti); 2-0, minuto 36, Satrústegui; 3-0, minuto 61, Zamora; 4-0, minuto 75, Heras.

Árbitro: Fandós. Tarjeta roja a Del Bosque (50').

Atotxa, lleno absoluto.

El Diario Vasco: "La Real arrasó al Madrid".
ABC: "Exhibición de la Real Sociedad ante un desafortunado Real Madrid".
Mundo Deportivo: "Goleada histórica de la Real Sociedad".

miércoles, octubre 26, 2011

LEVANTE 3 - REAL SOCIEDAD 2 Inconcebible

La Real empieza a entrar en el terreno de lo inconcebible. Pero de lo inconcebible de verdad. De lo desesperante. Y de lo extraño. Porque todo lo que le sucede a este equipo empieza a rozar lo surrealista. El equipo txuri urdin no ha merecido perder hoy en el campo del líder. Al contrario, ha merecido ganar, sin necesidad de hacer un partido perfecto. Pero ha tenido detalles para tirarse de los pelos. El Levante no ha merecido ganar, sino que lo justo hubiera sido su derrota, pero ha ganado porque la suerte le ha sonreído, porque no ha cometido los lamentables errores de la Real (o, al menos, ellos sí los han sabido aprovechar, al contrario que los del equipo de Montanier) y porque cuando lo ha necesitado ha contado con la inestimable colaboración del árbitro. Otra derrota de la Real, de esas que dejan una sensación muy dura de superar. Porque empieza a parecer que da igual lo que haga el equipo txuri urdin, que indefectiblemente va a perder. Como decía Luis García del partido del domingo en Anoeta, hoy era un día para ganar. Y se ha perdido. De eso hay que sacar conclusiones, porque no puede ser que un encuentro como el de hoy se vaya de una forma tan triste. Porque esto empieza a ser tristísimo. Madre mía.

Es surrealista que el cambio más extraño que ha hecho Montanier en su once inicial haya coincidido con el mejor arranque de partido en lo que llevamos de Liga, nada que ver con la desconexión de los primeros instantes ante Zaragoza, Athletic o Barcelona. El técnico francés sentó al fin a Xabi Prieto. Es el mejor jugador de este equipo, pero estaba pidiendo el banquillo a gritos. Nadie contaba con que su sustituto fuera Dani Estrada. Y, qué cosas tiene la vida, Estrada marcó a los cuatro minutos de juego. La Real salió con fuerza. Sin velocidad, porque eso sigue sin tenerlo, pero en menos de diez minutos ya había protagonizado cuatro llegadas de peligro, incluyendo el gol, un paradón de Munúa a Griezmann y un disparo al larguero de De la Bella, que parecía recordar en este arranque (fue un espejismo, pero algo es algo) al lateral que tanto convenció en Segunda y en algunos tramos de la temporada pasada. La verdad es que el once de Montanier era el menos ofensivo de todos los que ha presentado hasta la fecha, mucho menos que el del pasado domingo ante el Getafe, pero era el que mejor estaba funcionando. Vela como falso delantero sacaba de su zona a los centrales del Levante y Griezmann, Estrada, Zurutuza y Aranburu (gran pase el suyo en el inicio de la jugada del 0-1) lo aprovechaban a conciencia.

Después de un cuarto de hora espléndido, aunque, insisto, con poca velocidad en el juego, la Real bajó el tono y el Levante empezó a estirarse. Ahí demostró la defensa de la Real que tiene categoría de sobra, más de lo que la propia zaga cree. El primer tiro a puerta de su rival, ese que es líder de Primera División, ese que con el de hoy ha sumado siete triunfos consecutivos, ese que ya ha marcado 17 goles en nueve partidos, llegó en el minuto 43. Y Bravo hizo lo que se espera de él cuando le llegan una vez, un paradón. Lo cierto es que fue un primer tiempo muy, muy tranquilo para la Real. Mucho. Tuvo ocasiones sobradas para haberse ido 0-2 al vestuario. Pero ya sabemos que el equipo txuri urdin no sabe sentenciar los partidos. Con todo, no fue el único mal de esta Real. Su principal problema sigue estando en el centro del campo. Y, por desgracia, tiene nombre: Mariga. Han pasado ya nueve partidos de Liga y todavía no sé qué es capaz de hacer. Es lento, está mal colocado, no roba balones y pierde muchos, no construye juego ni obstaculiza el del rival, no presiona. No suma, en definitiva, y hace añorar aún más a Illarramendi. Hoy ha jugado de 4, con Aranburu y Zurutuza por delante. Si los fichajes no aportan, es evidente que el equipo no puede crecer.

En todo caso, el partido estaba para ganar, como evidenció Iñigo Martínez mandando al larguero el balón, segunda vez que los palos impedían el gol txuri urdin, en la última acción de la primera parte. El Levante estaba desquiciado, no veía la forma de marcar y apenas había conseguido inquietar a Bravo. Pero hete aquí que se le apareció lo que nunca se le aparece a la Real, la divina providencia. En el minuto 56, y sin que hubiera pasado nada en la segunda mitad (salvo que Aranburu cabeceó flojo y fuera un balón que podría haber controlado para sentenciar el partido), un balón muy mal despejado cayó a pies de Nano en el pico del área pequeña. Su disparo rebotó en la defensa realista y el balón cogió una parábola imposible para Bravo. Mal defendido, sí, pero también mala suerte. Siempre la suerte, esa que no parece acompañarnos ni jugando bien ni jugando mal. Mal síntoma ese de la desesperación. Lo peor, en todo caso, estaba por llegar. Cinco minutos después, el Levante hacía el 2-1. ¿Cómo era posible? No puedo responder a esa pregunta. No me siento capaz. Sólo sé que la Real iba perdiendo un partido que tenía que estar ganando.

La Real, en todo caso, demostró amor propio a partir de ese momento, con algo menos de media hora por jugar. Se fue a por el partido. No es que tuviera grandes ocasiones de gol ni un dominio arrollador, pero el mensaje era claro: el 2-1 era injustísimo y había que arreglarlo. Tras el cambio obligado por lesión de Mikel González por Demidov, Montanier, esta vez sí, hizo los cambios adecuados (aunque, quizá, un pelín tarde): Llorente entró por Estrada (que ha jugado dos partidos como titular, ambos a un nivel muy bajo pero ha marcado en los dos, ante el Granada y hoy) y Xabi Prieto hizo lo propio por Aranburu (buena actuación del capitán, aunque de más a menos, en su partido 400). Sin forzar demasiado a Munúa, lo cierto es que la Real consiguió embotellar al Levante en su área. Fruto de esa presión llegó el empate a dos. Iñigo Martínez cazó en la frontal del área el rechace de una falta y lanzó un espléndido disparo que el meta levantinista ni siquiera vio. Era el empate y, con absoluta sinceridad, el partido estaba para ganar. ¿Que quedaban sólo cuatro minutos? Daba igual, el partido era txuri urdin. Y debió serlo con gol de Llorente. Su cabezazo, culminando una gran jugada de ataque, lo despejó Del Horno en boca de gol sin saber cómo.

Y ojalá el partido hubiera acabado ahí, porque el relato hubiera sido muy distinto con un punto más en el casillero, pero no. Nunca acaba ahí. La fortuna no le sonríe a este equipo nunca. La fortuna, y algo más. La Real permitió un contrataque del Levante en el minuto 92. Regla número uno de cómo no se puede perder un partido así. El contraataque acabó en una falta absurda de Zurutuza. Regla número dos de lo que no hay que hacer en esas circunstancias. Si hay falta, que sea en campo del Levante. Estaba lejos, de todos modos. Pero la tiró Rubén y la marcó. Desde unos 40 metros. Ante una barrera de chirigota. Con un Bravo al que seguramente no se puede echar la culpa y tan atónito como cualquiera que haya visto el partido. Maldito último minuto. Maldita suerte. Y maldita Real, sí. Porque no se puede perder un partido marcando dos goles fuera de casa. Porque no se puede ser tan lamentablemente ingenuo. Porque no se puede resignar uno a su suerte cuando viste la camiseta de la Real, ni siquiera cuando sea ésta tan horrenda y gafe (perdonandme el enfado por esta trivialidad, pero ¿por qué demonios juega la Real con su camiseta suplente cuando no es necesario?). Acaba el partido y la sensación de frustración e impotencia es tan grande que uno no sabe ni contra quién arremeter.

Pero es fácil. Hay que arremeter contra el árbitro. Ese que machacó a faltas en ataque a la Real, privándole de una decena de jugadas de ataque (una, en la primera mitad, tenía un claro sabor de gol) y, sin embargo, dejó seguir la jugada que acabó con el primer tanto del Levante después de una escandalosa falta de Ballesteros. También pudo señalar penalti (¿y roja? ¿Será posible que este equipo juegue algún día contra diez jugadores?) de Munúa a Vela justo antes del rechace que Estrada convirtió en el 0-1. Hay que arremeter contra todos los que nos quieran hacer creer que Mariga es un jugador para la Real, a menos que a partir del próximo sábado (yo hoy imploro que no juegue, porque con él al nivel que ha desmotrado hasta ahora el Madrid nos puede destrozar) sufra una transformación como no se ha visto en la historia reciente del fútbol. Hay que arremeter contra todos los jugadores por su bisoñez, por su ingenuidad, por su pusilanimidad, porque Llorente (cada día que pasa le veo más imprescindible, aunque sea cojo) en cinco minutos les enseñó qué es lo que no se puede permitir que se le haga a un equipo como el nuestro. Y no sé si arremeter, pero desde luego hay que empezar a explicarle a Montanier que nos está volviendo locos y no está consiguiendo, ni de lejos, lo que nos dijeron que se iba a conseguir.

Se han jugado nueve partidos y no puedo quitarme de encima la sensación de que estamos en una situación límite. Cuatro derrotas en los últimos cinco. Un punto de quince posibles. Cuatro derrotas consecutivas como visitante. Y malas sensaciones. Las que deja sentirse siempre abocado a la derrota, incluso cuando muchas cosas se hacen mejor que el rival. Dado el bajo nivel que se está viendo en la zona menos noble de la Primera División, la Real no va a perder ningún puesto esta jornada. Mantendrá la decimoquinta plaza y sus ocho puntos. Los mismos que tenía hace ya casi dos meses. Y ahora viene el Madrid. Mal enemigo cuando el equipo es presa de la desesperación que produce que dé igual jugar bien o mal, acertar en muchas cosas o fallar en casi todas, marcar goles o no hacerlos. Porque hoy la sensación es que da absolutamente igual lo que haga la Real, que indefectiblemente va a perder el partido. Eso genera ansiedad. La ansiedad lleva a las derrotas. Y las derrotas, cómo me duele decir esto desde el convencimiento de que la Real tiene un gran equipo al que no sabe sacar partido, a la Segunda División. Conocemos el camino. No creo que lo repitamos. No esta temporada. Pero ahora mismo me siento en una situación límite. Y las grandes noches están pensadas para responder a esto. A ver el sábado.

martes, octubre 25, 2011

PREVIA Levante - Real Sociedad. El partido de la envidia y de los falsos mitos

Nadie hubiera pensando que la Real visitaría esta jornada al líder (Miércoles, 20.00 horas, Ciutat de Valencia, Canal + Liga 2). Pero esa es la realidad, y por eso éste es el partido de la envidia. Envidia porque la Real hace demasiado tiempo que no encuentra en Primera División un momento tan feliz como el que disfruta ahora mismo el Levante. Envidia porque, por sana que sea ésta, es la sensación que siempre genera un éxito ajeno, y más si es de un equipo que no forma parte de los elegidos. Pero también es el partido de los falsos mitos. Porque en el entorno de la Real llevamos demasiado tiempo encontrando justificaciones que, en realidad, no sirven y que el liderato del Levante ayuda a desmentir. Como lo de no tener dinero para competir, lo que limita no poder fichar lo que uno quiere, lo difícil que es hacer del estadio propio un fortín o que hay partidos en los que uno está derrotado de antemano. Envidia y falsos mitos. Dos malos enemigos que sumar al Levante en un partido en el que la Real empieza a estar muy obligada a demostrar que el punto cosechado en las últimas cuatro jornadas no amenaza con convertirse en lo normal de esta temporada.

Philippe Montanier comienza de nuevo a construir las sorpresas desde la lista de convocados, en este caso para viajar a Valencia. Por las ausencias, por las novedades y por una pequeña sensación de desconcierto que puede provocar. Hay tres novedades. Una es la prevista en el portero suplente, ya que vuelve Zubikarai para ocupar un puesto en el banquillo. Las otras dos son más analizables. Salen Ifrán y Sarpong, entran Estrada y Markel. Que salgan dos atacantes y entren dos jugadores de corte defensivo indica que el técnico no quedó satisfecho del experimento ante el Getafe. Que el delantero uruguayo pase de la titularidad a la grada no es nuevo, pero sí bastante significativo. Que Markel regrese a la lista después de haberse quedado fuera en el último partido y de un debut nada satisfactorio de apenas 45 minutos en Zaragoza es extraño. Y eso que Montanier se ha encontrado con un nuevo contratiempo, la nueva lesión de Illarramendi, que iba a volver para este partido. Con una torsión en la rodilla de todavía incierto pronóstico, aunque según las primeras informaciones no parece grave, a saber cuándo volverá. Y como afectará eso al maltrecho juego que viene desplegando la Real desde hace demasiadas jornadas. Fuera de la lista también se quedan los ya habituales Elustondo y Ansotegi.

Lo único que parece seguro viendo los nombres de los elegidos por Montanier, en una semana con tres partidos y a cuatro días vista del duelo en Anoeta contra el Real Madrid, es que el Levante se enfrentará a un equipo txuri urdin compuesto por el habitual 4-3-3. Bravo será titular y lo normal sería que la defensa fuera la habitual del técnico francés: De la Bella, Carlos Martínez, Demidov e Iñigo Martínez. Mikel González, Estrada y Cadamuro (¿sigue contando como defensa?) estarán en el banquillo. Por delante, si efectivamente hay una línea de tres, cuatro jugadores se juegan las tres plazas: Mariga, Zurutuza, Markel y Aranburu. Los dos últimos vienen de no jugar un solo minuto y no sería extraño, por esta capacidad de sorprender que tiene Montanier, que ambos fueran de la partida. En la línea de ataque, el técnico francés tiene cinco nombres para tres puestos, y sólo Llorente parece abocado al banquillo, que al menos ha adelantado a Ifrán esta semana en la lista de preferencias del entrenador. Puede que la elección entre Griezmann, Xabi Prieto, Agirretxe (máximo goleador del equipo pero suma ya tres partidos sin marcar) y Vela dependa mucho de lo que pretenda alinear el sábado ante el Madrid, aunque el único que no fue titular ante el Getafe fue el mexicano.

Por increíble que le pueda parecer a mucha gente, la diferencia ahora mismo entre Levante y Real Sociedad es nada menos que de doce puntos, y por si alguien alberga alguna duda, ésta es favorable a los levantinistas. El equipo valenciano es líder de la competición, con veinte puntos y ninguna derrota en su casillero. El donostiarra transita por la decimoquinta posición con apenas ocho puntos, tres sobre la zona de descenso y muchas dudas sobre su presente. Son cuatro las jornadas sin ganar, sólo un punto de los últimos doce posibles, tres las derrotas consecutivas como visitante y dos los encuentros que lleva el equipo txuri urdin sin anotar siquiera un gol, desde que Iñigo Martínez anotara el gol de la temporada en el derbi ante el Athletic. La Real no sólo se enfrenta al líder de Primera División, un equipo que enlaza ya seis victorias consecutivas (demostrando que es un registro posible no sólo para Real Madrid o Barcelona), sino también al equipo menos goleado. Munúa, con tres goles, es ahora mismo el Zamora de la categoría. En el cuadro levantinista triunfa Barkero, un jugador que pudo llegar gratis a la Real este verano y que el club descartó sin hacerle siquiera una oferta. Cosas del fútbol.

La historia de la Real en el campo del Levante tiene dos caras bien distintas. En Primera División, la visión es muy amarga y todo son fracasos. Tres visitas, tres derrotas. Siendo equipo de Segunda División (contando fases de ascenso a Primera), en cambio, el balance es favorable a la Real, con tres victorias y dos derrotas en cinco partidos. La derrota más abultada en la máxima categoría es el 2-0 de la campaña del descenso a Segunda, la 2006-2007, donde el equipo de Lotina naufragó intentado jugar a ras de césped en un campo completamente embarrado. En Segunda, el triunfo txuri urdin más contundente fue en la fase de ascenso a Primera de la temporada 39-40, con el 0-3 logrado con dos goles de Terán y uno de Inciarte. No consiguió subir la Real aquel año. En cambio, sí subió en la campaña en la que encajó la goleada más grande a manos del Levante, el 4-0 de la 46-47. Fue el año en el que Benito Díaz implantó la famosa WM como esquema de juego. La última vez que se vieron en Segunda, en la 2009-2010, la Real perdió allí 1-0 pero acabaron subiendo los dos. La curiosidad es que en los ocho duelos que han mantenido estos dos equipos en Valencia en ambas categorías nunca se ha registrado un empate.

La psada temporada, la 2010-2011, la Real cumplió la tradición, al menos históricamente corta, de perder siempre en el campo del Levante en encuentro de Primera División. 2-1 fue el resultado final y tan poca diferencia en el marcador no refleja el paupérrimo encuentro que hizo el equipo de Martín Lasarte en el Ciutat de Valencia. Hasta 75 minutos tiró a la basura ante un equipo que tampoco hizo nada del otro mundo, pero que se encontró con un 2-0 fácil, en el que contó con la connivencia del árbitro, Teixeira Vitienes, que dejó al Levante coser a patadas a los jugadores realistas de más talento, en especial Xabi Prieto, porque Zurutuza no apareció en el campo hasta el tramo final. Además, Del Horno tuvo que ser expulsado antes de ser el autor del 1-0. En los últimos quince minutos, la Real tuvo hasta seis llegadas claras de gol, y en una de ellas Sarpong hizo el 2-1 definitivo. Lo inexplicable es que el equipo realista desperdiciara tantos minutos (inexplicable, pero habitual en los últimos tiempos, también esta temporada) y no jugara desde el inicio como jugó los últimos instantes del partido. De haberlo hecho, esta maldición en las visitas al Levante en Primera se habría terminado ya. ¿Se terminará en esta ocasión?

domingo, octubre 23, 2011

REAL SOCIEDAD 0 - GETAFE 0. Una Real sin rumbo

No hay rumbo. Esa es la triste conclusión que deja la nueva decepción de la Real de Montanier, este 0-0 insulso ante el Getafe. Un desastre más a todos los niveles, unas bases inexistentes que nada tienen que ver con lo que este equipo quería hacer, unos errores de bulto y un despropósito que no hay por donde coger. Y eso, a finales de octubre, es algo inadmisible cuando el objetivo era mejorar lo de la temporada pasada. Porque la temporada pasada, con las limitaciones que tuvo el equipo, se sabía lo que se hacía. Pero esta temporada no. Y lo peor es que no se atisba la mejora. Eso es lo verdaderamente preocupante. Y más si miramos al calendario y a los dos partidos que nos esperan esta semana. El panorama es desalentador y no hay explicación a ciertas cosas que se ven sobre el campo. De algunas, la culpa es de los jugadores. De muchas es del entrenador. Es que no se ve rumbo. El partido fue un tostón insufrible en el que, al final, hay que dar gracias a que el Getafe no transformara una de las tres ocasiones que tuvo en el tramo final del partido. En la primera parte, hubo mucha voluntad, muchos trompicones, mucho sufrimiento para ganar dos metros. En la segunda, nada de nada. A mí me empieza a atenazar el pánico.

Era previsible la revolución en el once después de una semana a puerta cerrada. No parecía tan claro que hubiera cambio de sistema, pero lo hubo. Montanier optó por un doble pivote (Mariga y Zurutuza), dos extremos (Griezmann y Xabi Prieto) y dos delanteros arriba (Ifrán y Agirretxe). ¿Funcionó? En absoluto. El problema de la Real es de base. Quiere dominar el partido y no lo hace. Quiere tener el balón y no lo tiene. Quiere jugar con velocidad y no la enseña. Quiere generar ocasiones de gol y no es capaz de generarlas. Si la Real quiere jugar al fútbol, necesita un centro del campo fuerte, poderoso y técnico. Sin Illarramendi, eso no lo tiene. Mariga, vendido como fichaje estrella, es un jugador que, dos meses después de llegar a Donostia, todavía no sabemos qué puede ofrecer. Porque no corre, no presiona, no lanza el juego y no toca el balón. Se le ve parsimonioso, por no decir indolente. A día de hoy, simboliza un claro descenso de prestaciones con respecto a Diego Rivas. Él y su entrenador sabrán si tiene más. A tenor de lo visto hoy, Zurutuza no encaja en un doble pivote, de la misma forma que Aranburu no encontraba acomodo en la línea de tres. Lo sorprendente es que el capitán esté entrando de una forma tan intermitente. Ni un minuto hoy ni en el derbi, titular en Zaragoza. Raro.

Sin fútbol, sólo queda el coraje. Y coraje sólo pone hoy sobre el campo Carlos Martínez. Su voluntad es ahora mismo el sostén de la Real, hasta el punto de que hoy, y que cada cual juzgue qué significa eso, sus compañeros le buscaron con insistencia. Si la referencia de la Real es el lateral derecho, que encima sabe que no está acertado con el balón de los pies a pesar de todo lo que deja sobre el césped (hoy, incluso, una preciosa ruleta), es que las cosas van mal. Lo que está claro es que el alma de la Real está en la banda derecha, además con un Xabi Prieto ligeramente mejorado hoy, porque la banda izquierda está más que coja. De la Bella sigue sin recuperar el nivel que se espera de él y Griezmann está desacertadísimo, a pesar de que sigue derrochando voluntad. Empiezo a temer que lo del extremo francés sea un problema mental, que no esté sabiendo gestionar que la afición le reciba de uñas por sus dos meteduras de pata en forma de declaraciones soñando con un futuro mejor. Agirretxe e Ifrán batallaron como locos, sobre todo el primero, al que poco más se puede pedir sin que le lleguen demasiados balones francos, pero ellos mejor que nadie fueron el paradigma de lo que fue el partido. Sudaban tinta china para ganar un metro, para sortear un jugador rival, para abrir un balón a la banda, y el resultado era casi nulo.

Pasados los diez primeros minutos, y poco antes que Ifrán decidiera tirarse en el área (ganándose la tarjeta amarilla por una liviana protesta de un penalti que no existió) en lugar de tirar a puerta, Griezmann tuvo una buena ocasión para marcar. Moyá sacó su disparo desde el pico izquierdo del área pequeña, fuerte pero en realidad sin muchas opciones de superar el cuerpo del portero. El partido desapareció durante más de veinte minutos, sin que ni Getafe ni Real demostraran que realmente tienen el nivel que les permitió mantener el pacto de última jornada en la pasada temporada. No hubo nada de nada. Lo curioso es que las sensaciones eran contradictorias. Por un lado, las llegadas del Getafe que acababan en nada parecían más peligrosas que las de la Real. Por otro, que dos pases seguidos de la Real podían desarbolar con enorme facilidad a la defensa del Getafe. Así sucedió en el minuto 36, cuando Agirretxe estuvo a punto de culminar de chilena una magnífica jugada txuri urdin. El disparo se marchó fuera por poco. Griezmann también se gustó con ruleta, pero su centro fue desviado a corner. Agirretxe culminó una buena internada de Xabi Prieto con un disparo alto. Poco bagaje, pero los últimos fueron los mejores minutos de la Real en la primera mitad.

Y llegó el descanso y ahí se acabó casi todo. La segunda parte de la Real fue terrible. El sopor impidió siquiera protestar con mucho ímpetu una mano dentro del área, una jugada de esas que los árbitros todavía no han sido capaces de explicar ni unificar su criterio ante la misma. ¿Es penalti? Para mí, sí. No se puede defender con el brazo abierto. Menos claro que el del derbi, pero penalti. La diferencia tiene que estar en que haya o no tarjeta. Pero no se protestó apenas. Hubo que esperar veinte soporíferos minutos para que Montanier moviera el banquillo. Y, noticia, el primer relevo fue sacar al desacertado Ifrán y meter Joseba Llorente, al que se ve perfectamente recuperado se diga lo que se diga y que, a pesar de mandar fuera dos disparos que tendrían que haber llevado más peligro, dejó cosas de lo que es, un futbolista inteligente (sobre todo una gran dejada a Griezmann que se quedó en nada porque el francés pisó el balón dentro del área). Después entró Vela por Agirretxe. Y más tarde, en una decisión como poco sorprendente, Cadamuro por Xabi Prieto. Los cambios ya no funcionaron más, y fue el Getafe quien estuvo cerca del gol. Bravo sacó un mano a mano a Miku, Diego Castro marcó un gol bien anulado por fuera de juego y Pedro León envió un zambombazo al larguero ya en el descuento. Al final hubo que dar las gracias por el empate a cero.

El problema es que no se ve rumbo. Hemos pasado de querer tocar el balón, y de hecho tocarlo en pretemporada, a asumir, sin más explicaciones, que no se puede hacer. No tenemos patrones claros en las jugadas a balón parado, hoy con Zurutuza como lanzador de córners (y sólo un par de remates fuera en diez córners). Además, cada saque de esquina a favor se convierte en contraataque del rival (dos o tres ocasiones así permitió el equipo txuri urdin, y si no dieron más resultado fue porque el Getafe es otro equipo justito). Los fichajes no han aportado absolutamente nada en lo que llevamos de temporada. Se sigue sin sacar rendimiento de los mejores jugadores del equipo (Xabi Prieto y Griezmann son los ejemplos más claros) y Montanier no parece tener claro en qué posición sacar partido de otros (Mariga, Zurutuza o Ifrán entre los que jugaron hoy han pasado por incontables posiciones). Los cambios siguen llegando tarde y no producen demasiado efecto en los partidos. No se terminan de entender algunas de las rotaciones que efectúa el técnico francés. La velocidad de juego es ínfima y los fallos en pases que parecen fáciles (o que tendrían que serlo para jugadores de Primera División) son constantes. Muchos problemas. Muchísimos. Problemas que tendrían que estar trabajados desde la pretemporada.

La cuarta jornada sin ganar al menos ha servido para cortar la racha de tres derrotas consecutivas. La mejor noticia es que Bravo ha mantenido la puerta a cero, porque arriba los números empiezan a ser lamentables: tres goles en los últimos seis partidos, y dos de ellos son los atípicos tantos que hicieron Estrada ante el Granada e Iñigo Martínez en el derbi. Caída libre en la clasificación es lo que mejor define ahora mismo la situación de la Real, que alcanzó los puestos europeos tras las dos primeras jornadas y que ahora mismo está ya en la decimoquinta posición (a la espera de lo que haga el Villarreal ante el Levante; si gana también pasará al equipo txuri urdin). Sus ocho puntos todavía le dan a los de Montanier tres puntos de ventaja con respecto a los puestos de descenso, pero ojo que el calendario ofrece ahora curvas peligrosas, y con partido entre semana, algo en lo que la Real no destaca precisamente en los últimos tiempos. Toca visitar el miércoles al Levante (uno de los tres primeros, haga lo que haga en su partido de esta jornada) y recibir el sábado al Real Madrid. Y si pienso en lo de hoy, en lo de Zaragoza y en 70 minutos del derbi, me entra el pánico pensando en que el equipo de Mourinho puede sacar de Anoeta un resultado de escándalo a menos que haya una reacción inmediata. Miedo, sí, mucho miedo.

sábado, octubre 22, 2011

PREVIA Real Sociedad - Getafe. Hay que ganar... y ganar bien

Ante el Getafe hay que ganar y hacerlo bien, con convicción (domingo, 16.00 horas, Anoeta, Canal + Liga 2, PPV). Ganar es imprescindible después de tres derrotas consecutivas, siempre lo es, pero es igualmente importante recuperar sensaciones perdidas, las que se llevó la catastrófica derrota en Zaragoza o la caída inesperada en el derbi ante el Athletic. Ganar y ganar bien justificaría la ilusión con la que comenzó la temporada, también las ideas de Philippe Montanier recibirían un fuerte espaldarazo y se encontraría el sentido al cierre de esta semana de Zubieta (necesario y, esperamos, trascendente en la progresión del fútbol de su equipo). Más pruebas de fuego. Ganar (y ganar bien, insisto) sin Illarramendi. Y ganar en el primero de los tres partidos que la Real tendrá en una semana, circunstancia que sigue sin dársele bien del todo al equipo txuri urdin desde su regreso a Primera. Muchas pruebas de fuego y muchas necesidades para una Real que tiene que empezar a demostrar más si no quiere repetir los apuros de la pasada temporada para mantener la categoría.

Las sorpresas de Montanier parecen no tener fin, sin que eso tenga porque significar algo negativo. Pero cuando todo el mundo está esperando saber qué delantero se queda fuera de la convocatoria para el encuentro ante el Getafe, el francés decide llamarlos a todos. Dos son las novedades en la lista para este partido y los dos son delanteros que no habían entrado en las últimas convocatorias: Vela, ya recuperado de su esguince de rodilla, e Ifrán. Y Llorente también forma parte de la convocatoria, algo que también es noticia. Es decir, que tenemos la lista más ofensiva hasta la fecha de la era Montanier. Los dos jugadores que se caen de entre los elegidos también son una sorpresa. El primero es Dani Estrada, que sólo ha jugado cuando ha faltado Carlos Martínez. El segundo es Markel Bergara, quien debutó con poco acierto la semana pasada en Zaragoza y fue sustituido por Montanier en el descanso. Junto a ellos, se quedan fuera Ansotegi (ya es lo habitual, es el cuarto central de la plantilla y sólo entrará con lesiones o sanciones) y Elustondo (al que Montanier ya dijo que le falta ritmo para entrar), además de Illarramendi, que es baja todavía por lesión.

Siguiendo lo que explicó el técnico francés en la rueda de prensa, que escoge sus alineaciones en función del rival, de la semana de entrenamientos y del partido anterior, es imposible conocer sus planes, ya que Zaragoza fue un desastre y no se ha visto el trabajo en Zubieta. Demidov podría regresar en la defensa, junto a Iñigo Martínez, De la Bella y Carlos Martínez, con Bravo como es evidente en la portería. Por delante de ellos, todas las cábalas son bienvenidas. Mariga y Griezmann no fueron titulares en La Romareda, por lo que estarán con casi total seguridad en el once. Aranburu y Zurutuza son los otros dos centrocampistas disponibles, no hay más en la lista, por lo que, salvo inesperado y hasta ahora no visto cambio de puesto de algún jugador (¿Prieto?), serán titulares. Arriba es donde están las incógnitas. Con el 10 en baja forma pero siendo un jugador importantísimo para la Real, quizá le espera el banquillo. La confianza de Montanier en Vela es absoluta, por lo que cabe esperar que sea titular, pero no se sabe. Agirretxe sigue siendo el máximo goleador del equipo. Más sorprendente, sin duda, sería la inclusión de Ifrán o Llorente, pero nada es descartable hasta que se confirme la alineación oficialmente. Cadamuro, Mikel González y Toño como portero suplente estarán seguro en el banquillo.

Tres derrotas consecutivas son muchas para un equipo que, como la Real, tiene que aspirar a ocupar la zona media de la tabla sin problemas y buscando su oportunidad de estar un peldaño más arriba. Ese cero de nueve puntos posibles ha hecho que el equipo de Montanier caiga a la decimotercera plaza, con siete puntos, sólo dos por encima de la zona de descenso y de su rival de este fin de semana, el Getafe, que está en el decimoséptimo lugar. En tres partidos como local, el conjunto txuri urdin ya ha ganado, empatado y perdido y debe retomar la senda del triunfo para convertir Anoeta en el necesario fortín. El Getafe, que viene de empatar en casa ante el Villarreal, ha perdido los tres duelos que ha disputado hasta la fecha como visitante. Repitiendo el horario de las 16.00 horas, la gran incógnita de la semana es cómo recibirá Anoeta a Griezmann en la primera oportunidad que tendrá en casa de evaluar sus declaraciones de hace un par de semanas (ya en La Romareda hubo cánticos contra él) e incluso a todo el equipo después de las dos últimas grandes decepciones sufridas en la Liga.

La estadística ofrece dos lecturas contradictorias para los por ahora pocos duelos celebrados en San Sebastián entre la Real Sociedad y el Getafe. Por un lado, el equipo madrileño jamás ha ganado en el estadio donostiarra. Por otro, el realista apenas ha conseguido una victoria contra los azulones. Han sido cuatro los partidos que han enfrentado a los dos conjuntos, todos ellos en Primera División, de los cuales uno se saldó con victoria de la Real Sociedad y los otros tres acabaron en empate. La victoria realista se produjo en la temporada 2005-2006. Aranburu, Nihat y Xabi Prieto de penalti colocaron el 3-0 final en el marcador, victoria que permitió a la Real colocarse de forma efímera en puestos europeos después de nueve partidos disputados (fue la antesala de una racha de siete partidos sin ganar que, poco después, acabó con el cese de Amorrortu). Los empates se produjeron en las temporadas 2004-2005 (a uno, el gol txuri urdin lo hizo Nihat), 2006-2007 (a cero, un frustrante partido sin delanteros que sólo pudo acabar como acabó) y 2010-2011.

Ese empate de la temporada pasada se produjo en la última jornada de Liga, y fue un partido cuya historia se escribió más en otros campos que en Anoeta. Porque gracias a las derrotas que sufrieron Deportivo y Mallorca en sus respectivos estadios, a Real Sociedad y Getafe les bastaba empatar para mantener la categoría. Se adelantó el Getafe en la primera mitad y sembró las dudas en Anoeta y en una Real que jugó muy nerviosa. Pero Sutil empató en el minuto 65, en su último partido con la camiseta txuri urdin aunque entonces no lo supiera, y garantizó la permanencia de la Real. A partir de ahí, el partido no tuvo historia. No hacía falta que la tuviera en ninguno de los dos bandos, pues el damnificado de la jornada y de la temporada iba a ser el Depor de Lotina. Con más sufrimiento del esperado, aunque sin haber ocupado una de las tres plazas de descenso en toda la temporada, la Real de Martín Lasarte consiguió el objetivo de seguir en Primera, lo que permitió que las despedidas a Diego Rivas y Tamudo pudieran hacerse en un ambiente festivo.

jueves, octubre 20, 2011

AQUELLOS MARAVILLOSOS CROMOS: Dioni Urreisti

Con Aranburu a punto de cumplir 400 partidos con la camiseta de la Real, bien es justo recordar la figura del primer jugador que superó dicha barrera, el único que lo hizo antes de que el equipo txuri urdin se convirtió en campeón a comienzos de los años 80 del siglo pasado y cuando se jugaban bastantes menos partidos que ahora. Su nombre, Dionisio Urreisti. Fueron 416 las veces que defendió la camiseta realista a lo largo de quince temporadas, desde su debut el 16 de septiembre de 1962, en Segunda, con el Orense como rival, hasta que se marchó de la Real al finalizar la temporada 1976-1977. "Urreisti, bien sujeto por Garbayo -acaso el mejor hombre del Orense-, lo vi por bajo de sus posibilidades. Y no creo que fuera por razón de la potencia de su contrario". Así contaba Iturrioz El Diario Vasco el día de su debut, ante el Orense. Aquel día, Urreisti colaboró con un gol (el único que marcó en toda la temporada) en el resultado final, 6-1, pero fue el gran día de Olano, que anotó los otros cinco. Con el tiempo, Urreisti demostró que aquel debut por debajo de sus posibilidades fue sólo eso, el debut.

Urreisti sólo jugó un año en el Sanse (26 partidos, ocho goles), y fue el mejor de la historia del filial txuri urdin. En aquella temporada 61-62 el equipo estuvo siempre en los puestos destacados de la Segunda División, finalizó cuarto a sólo dos puntos del ascenso, y tuvo una brillante andadura en la Copa del Rey, enfrentándose y plantando cara a todo un Real Madrid. Lástima que el descenso de la Real a Segunda llevara al Sanse a Tercera, sin haber regresado nunca más a la categoría de plata. Urreisti destacó desde joven, pero antes de dar el salto al filial realista estuvo un año jugando apenas algún partido con el conjunto juvenil. El cromo que preside estas letras es de la tempoada 1967-1968, la del regreso a Primera División tras cinco largos años en Segunda. Para entonces, Urreisti ya erá más que titular en la Real, donde siempre, salvo en sus primera y última campañas, jugó más de veinte partidos ligueros, casi siempre más cerca de los 30. Le costó en su salto al primer equipo, pero para la temporada 1963-1964 ya era se había hecho con el puesto de extremo derecho.

Marcó 78 goles con el primer equipo de la Real. En Primera, su mejor temporada en este sentido fue la 68-70, en la que marcó ocho tantos. En Segunda, hizo diez en la 63-64, 65-66 y 66-67. Su debut goleador fue el ya referido ante el Orense (el primero en la máxima categoría del fútbol español se lo hizo al Valencia, 2-0 ganó la Real aquel día). El último, qué mejor colofón a su carrera en el equipo txuri urdin, fue en la Copa de la UEFA de la 75-76. Fue el empate a uno en Atotxa ante el Grasshoppers, el gol que permitió a la Real superar por primera vez una eliminatoria europea, en su segunda participación. Fue un potente disparo desde 30 metros que se coló por la escuadra. Qué mejor premio para alguien que se convirtió en leyenda viviendo todo lo que puede ser la Real, lo mejor y lo peor, el infierno de tantos años en Segunda, el ascenso de Puertollano, la clasificación por primera vez para jugar en Europa e incluso la construcción del equipo campeón. Dioni Urreisti, toda una leyenda, aunque su recuerdo a veces esté eclipsado por el intenso brillo de la Real campeona.

martes, octubre 18, 2011

Comparemos, sí, comparemos

Existe esta temporada un tabú que no comparto. No se quiere comparar a esta Real de Montanier con la de Lasarte. Y, lo siento mucho, yo creo que la comparación es inevitable y hasta necesaria. La verdad es que yo siempre trazó paralelismos entre la temporada en curso y la anterior, porque es la mejor forma de saber a qué aspira el equipo. Luego la competición te puede llevar a lugares muy distintos, pero tener referencias es algo muy útil. Y en esta comparación, la Real 2011-2012 pierde en casi todo con respecto a la 2010-2011. La Real de Lasarte, que también llegó a perder tres partidos seguidos en este tramo (y uno de ellos fue también contra el Mallorca), comenzó la pasada temporada con diez puntos en siete partidos, por los siete que acumula la de Montanier en este mismo número de encuentros, aunque aquella era 15ª y ésta es 13ª. Otra mínima mejoría está en las cifras goleadoras, puesto que el equipo de la presente temporada ha marcado los mismos tantos y ha encajado uno menos. Pero, ojo, que con los mismos rivales con los que ya ha jugado esta temporada la Real (cambiando al Granada por el equipo que logró la tercera plaza de ascenso hace poco más de un año, el Levante) se sumaron en el pasado ejercicio tres puntos más.

Pero estos son los fríos números. Esos no dan razones cuando se han jugado siete partidos. Sirven de orientación, pero no son sentencias. Lo que sí sirve para sentenciar, aquí y ahora, insisto, son las sensaciones. Y ahí sí que sale perdiendo en la comparación la Real de Montanier. Eso es lo preocupante. Empecemos por lo más básico. Lasarte sabía a lo que jugaba su Real. Tuvo un momento de duda antes de aquella gran victoria en Soria del año del ascenso, y le entró vértigo al final de la temporada cuando optó por aquella extraña defensa de cinco en Santander y Sevilla, pero apostó por lo que creía que la Real podía hacer. Montanier no parece tenerlo tan claro. La comparación es dañina incluso con lo que mostró en la pretemporada. La Real de agosto tocaba y jugaba. Le faltaba la misma velocidad que ahora, pero apostó por el balón. Eso le sirvió, por ejemplo, para dominar con claridad a la Lazio en la pretemporada y como visitante. Se perdió, pero la sensación era otra. Como en Mallorca, por ejemplo, donde yo sí acabé satisfecho con el equipo. Las apuestas de Lasarte parecían más claras en conjunto de lo que lo están siendo hasta ahora las de Montanier. Y eso, se mire como se mire, es preocupante.

Lo es porque el técnico francés, por muy interesantes que sean sus ideas, no ha conseguido mejorar lo que el año pasado fallaba. Fuera de casa, la Real está mostrando la misma endeblez que en la segunda vuelta del año pasado e incluso es peor que entonces. No hay que olvidar que en la segunda vuelta del pasado ejercicio hubo que jugar como visitante en los campos de siete de los ocho primeros clasificados finales. Este año ya hemos perdido en Zaragoza y Mallorca, cuyos equipos lo más probable es que no estén luchando en mayo por la clasificación europea. Y la Real mereció más en San Mamés o El Madrigal. Este año, las derrotas en Sevilla y en Zaragoza no fueron más abultadas porque el rival no tenía para más. Eran partidos para puntuar, y se perdió con claridad por deméritos propios. Tampoco se ha suturado la herida de los goles encajados, que está ahora mismo al nivel de la pasada temporada. Y con la misma sensación de que el rival marca siempre en su primera llegada (lo hizo el Barça, el Mallorca, el Zaragoza... y el Athletic en la segunda mitad). No hay mejora en el carácter, y un gol en contra es casi sinónimo de derrota, como lo ha sido en los tres partidos como visitante de los que la Real se ha vuelto de vacío, sin capacidad de reacción.

Comparando, hay más situaciones inexplicables esta temporada. El año pasado, se le echó en cara a Lasarte que, ante la falta de fútbol en el centro del campo, no diera oportunidades a Illarramendi y (con menos fuerza) que, ante la falta de gol, no diera algún minuto más a Agirretxe. Este año juegan los dos, y son de las mejores noticias del equipo. Pero el ostracismo sin explicación afecta a otros jugadores. Pardo, la sensación del verano gracias a su papel con la selección española sub-19, aún no ha debutado. Que no lo hiciera en Zaragoza es extraño. Primero, porque ni siquiera fue titular con el Sanse. Segundo, porque no estaban ni Illarra ni Elustondo, porque Markel aún no había debutado. Y tercero, porque Mariga se quedó en el banquillo en La Romareda. Era la gran oportunidad de apostar por Pardo. La semana que viene estarán disponibles todos los mediocentros de la primera plantilla, lo que dificultará el salto de Pardo. A Lasarte se le reprochó no ser valiente para subir a chavales del Sanse (en su segunda temporada, pronto olvidamos lo que hizo con Zurutuza y, sobre todo, Griezmann). Y si ahora Agirretxe juega, el que ha pasado a estar en una situación muy extraña es Llorente. Incluso Ifrán. Y como son extrañas, son necesarias explicaciones para que no se empiecen a ver conspiraciones ni fantasmas.

La Real ha perdido intensidad en su juego y en su presión, pero, sobre todo, ha perdido condición física. Las lesiones musculares no existieron con la preparación de Balbi y el equipo, al que se podían achacar otras muchas cosas, llegó en forma al final de la temporada. Cuando perdía, por mal que hubiera jugado, solía cerrar los partidos en el área contraria, buscando el empate. Este año no. Sólo mostró en Sevilla y fue gracias a que Montanier metió en el campo a Illarra y Agirretxe, suplentes aquel día contra todo pronóstico. Fue una cuestión de fútbol y no de físico, cuando el año pasado era al revés, cuando no había fútbol la Real aguantaba el tipo con ganas y fuerza. Montanier, por el momento, no está sabiendo sacar lo mejor de sus jugadores y, salvo los nuevos (contando ahí a Agirretxe precisamente por su ostracismo del año pasado), todos parecen por debajo de su nivel. Alarmante es el caso de Xabi Prieto, pero no es el único. De la Bella no se parece al de los dos años anteriores (y sigue sin tener suplente). Carlos Martínez mantiene la garra, pero está bastante peor y él mismo lo ha reconocido. O Zurutuza, o Aranburu, o Demidov. Puede que hasta Bravo, aunque tampoco ha tenido demasiadas ocasiones de demostrarlo, pues hace falta muy poco para que le marquen sin que pueda hacer nada para evitarlo.

Y en esa comparación, no se puede obviar el caso de Sarpong. El año pasado entró con chispa y después se hundió. Se hundió hasta un lugar del que no parece que vaya a volver. No ha enseñado nada que nos haga pensar que es jugador para la Real. Nada en absoluto, más que aquellos chispazos contra el Espanyol de hace ya un año. No ha evolucionado nada. Y no parece que lo vaya a hacer. Sutil es mucho más jugador que él, pero la dirección deportiva prescindió del jienense y no del holandés. De eso tampoco se ha dado una explicación convincente. Y eso que la plantilla parece mejor que la del año pasado. Se han traído dos refuerzos procedentes de grandes equipos, y tendrían que notarse ya. Pero Mariga no da la impresión de ser el portento físico que nos vendieron y Vela no ha podido rendir por las lesiones. Aún así, esta Real no ha tenido los graves inconvenientes que tuvo la de Lasarte (que no pudo contar, por ejemplo, con Ifrán en la primera mitad de la temporada y con Llorente en la segunda). Dos jugadores del Sanse son titulares desde el inicio porque se lo han ganado, y uno de ellos, además, ha compensado la importante ausencia de Diego Rivas. Y toda la plantilla tiene un año más de experiencia en Primera.

A pesar de todo, la Real de Montanier sale perdiendo en la comparativa. A día de hoy, por supuesto. No quiere decir esto que haya perdido la confianza en el equipo. Ni mucho menos. Pero, como ha quedado muy claro en estos últimos años, la Real tiene que jugar con intensidad, con mucha intensidad. Porque si no lo hace, cualquiera le puede ganar con muy poquito. Eso lo sabíamos ya con Lasarte. El club argumentó su cese en la necesidad de crecer. No compartí sus razones, pero las entendí. Lo que pasa es que este inicio de temporada no está justificando los motivos esgrimidos para cambiar de entrenador. Y ahí, además de la responsabilidad que tienen el técnico y los jugadores, también hay que mirar al Consejo de Administración y a la Dirección Deportiva por la decisión que tomaron y por los motivos por los que la tomaron. Ahora no, por supuesto. Que nadie piense que estas palabras implican una petición del cese de Montanier y el regreso de Lasarte. Ni mucho menos. En octubre nadie gana la Liga ni se va a Segunda. Pero tampoco se puede ocultar la inmensa decepción que provoca el arranque de esta temporada. Y comparando con la anterior, todo se ve aún más decepcionante. Aprendamos de los errores, pero aprendamos ya. Entre otras cosas porque ganar al Getafe será obligatorio antes de jugar contra dos de los tres primeros clasificados.

domingo, octubre 16, 2011

ZARAGOZA 2 - REAL SOCIEDAD 0 La Real no sabe lo que hace

Es el fútbol un deporte de sensaciones, y la sensación que deja esta Real es que no tiene ni la más remota idea de lo que hace. Es un equipo que abunda cada vez más en lo más negativo y equivocado que tiene, que está profundizando en los errores que cometía la pasada temporada, que da la impresión de que no tiene recursos, que no tiene esquema, que no tiene revulsivos, que no tiene confianza. Que no tiene absolutamente nada. No sabe lo que hace, esa es la realidad y eso es lo que hay que decir. Porque no se puede decir otra cosa. La Real falló en su alineación, en una revolución equivocada en sus posiciones y en sus nombres. Y a partir de ahí falló en todo lo demás. En todo. ¿Los puntos débiles que mostraba el año pasado? La Romareda los vio acentuados, agravados, imposibles de corregir, sin que nadie asuma la responsabilidad del juego. Se decía que el derbi fue el peor partido de la temporada y eso siempre es una afirmación peligrosa cuando apenas se han jugado seis encuentros. Y el séptimo ha confirmado que era una afirmación equivocada. El de Zaragoza ha sido el partido más lamentable y decepcionante, no ya de la temporada, sino del regreso a Primera y, probablemente, de bastantes más años.

Hubo revolución en el once inicial. Lo más llamativo es que Montanier decidió quitar a Demidov y colocar a Mikel González en el centro de la defensa. Por delante, Markel jugó de 4 en un 4-1-4-1, con Aranburu, Zurutuza, Xabi Prieto y, sin duda la gran sorpresa, Sarpong en esa segunda línea de cuatro. Griezmann, en el banquillo. ¿Castigado? No se sabe. Nadie quiso darle a la ausencia de Illarramendi el valor que tenía, y el partido les devolvió una bofetada de realidad a quienes dijeron que no se iba a notar. Se notó, ya lo creo que se notó. Markel debutó esta temporada desaprovechando una nueva oportunidad. Montanier le quitó en el descanso, y eso es muy significativo. Si además apuntamos que robó sólo dos balones (perdió siete), queda todo dicho. A su alrededor, nadie fue capaz de echarle una mano, bien es cierto. Aranburu pasó de no disputar un solo minuto en el derbi a ser titular, y eso es un salto que no termino de entender. En el centro del campo nadie asumió las premisas básicas que se le suponen a esta Real de Montanier. Y eso se notó, sobre todo, en que la Real despreció la posesión y también la presión. Si no se tiene el balón, y no se presiona al rival cuando lo tiene, no hay nada que hacer.

Y nada se hizo. Así de claro. Pensemos en todo lo que se hacía mal el año pasado. La primera parte de la Real en La Romareda no sólo fue un compendio de todo aquello, sino incluso un claro empeoramiento de la situación. La Real defendió muy atrás. La Real no presionó al Zaragoza, ni en su defensa ni en la frontal de su propia área. La Real no sacó el balón jugado. La Real tiró 40 minutos a la basura. La Real sólo disparó una voz entre los tres palos. La Real no hace faltas. La Real no tiene ocasiones de gol. La Real no saca partido de una clara superioridad a balón parado. La Real tiene despistes defensivos severos. La Real devuelve la vida a equipos moribundos (dos goles hoy de un delantero que aún no había marcado en lo que llevábamos de Liga). La Real sigue encajando goles con una facilidad inusitada (sólo en el partido contra el Granada consiguió Bravo que su portería se quedara a cero). La Real no busca los rechaces. La Real salta al campo sin intensidad (como en Sevilla, como en el derbi, como contra el Barcelona). La Real no sabe colocar una barrera. Y así podríamos seguir hasta el infinito. Llegar al descanso sólo con un 1-0 en contra era una bendición. Pero ni siquiera eso supimos aprovechar.

El primer gol, de hecho, es un compendio de lo que hace mal la Real. Sarpong mira con parsimonia cómo un jugador zaragocista centra al área, demostrando con esto y con su pobrísima actuación que no es posible que tenga un sitio en la Real, y Helder Postiga hace una chilena casi desde la frontal del área y con el balón ya muy bajo sin que los centrales ni los centrocampostas le cierren de ninguna manera. Golazo, sí, pero todo muy fácil. Era el minuto diez y ya se veía que el partido tenía pinta de catástrofe. No lo fue porque el Zaragoza es un equipo muy limitado, o al menos eso demostró ante la Real. Ganó con suma facilidad un partido en el que hizo muy poquita cosa, y eso es algo que sólo se puede achacar al lamentable rendimiento txuri urdin. Lamentable en todos los sentidos y ahí, como dije hace dos semanas tras el derbi en Anoeta, el responsable es Montanier. Después de perder como se perdió ante el Athletic, después de las críticas que recibió el equipo, después de dos semanas de reflexión y, se supone, de trabajo, es absolutamente impresentable la imagen que dio la Real en Zaragoza. El resultado da absolutamente igual. Lo grave es la forma en que se ha perdido, en que el esquema ni parecía claro ni sirvió para nada.

La cosa se agravó tras el descanso. Montanier optó por montar una segunda revolución, que casi pareció una improvisación, con cambio de nombres y de sistema. Entró Demidov por Markel y el técnico francés montó una línea de tres centrales, supuestamente con los dos laterales incrustados ya en el centro del campo, aunque poco papel tuvieron. Una especie de 3-4-2-1 que, visto el resultado, no hubo por donde coger. Montanier tuvo mala suerte en ese aspecto, desde luego, porque en el minuto 3 de la segunda mitad el Zaragoza marcó el 2-0. Claro, todo se va al traste. Y se va al traste, en este caso, por la apatía absoluta del equipo en defensa. Siete jugadores realistas estaban agrupados en la frontal del área y dos zaragocistas bastaron para chulearles por completo. De la Bella, además, rompió el fuera de juego y permitió un gol fácil. Con la imagen que estaba dando el equipo, la derrota estaba ya asegurada. Y en algún otro campo, la goleada habría sido de órdago, pero el Zaragoza estaba para pocas cosas más. Para ahondar en otra sensación negativa: la de que seguimos siendo el hazmerreír de eso que llaman otro fútbol y que todos los equipos practican con una soltura impresionante frente a la Real, que ni sabe, ni protesta, ni se hace notar.

Sólo Zurutuza era capaz de intentar algo, y él fue el único que estuvo cerca del gol. En la primera mitad, en el primer disparo a puerta de la Real, forzó un paradón de Roberto. Zurutuza, el mejor, insisto, era en Zaragoza el único superviviente de la revolución en el centro del campo de Montanier. Eso es significativo, porque habla mal de quienes entraron para acompañarle. Repasando nombres, el partido fue para llorar. Xabi Prieto es el jugador que está para el banquillo, y todavía no lo ha pisado. Sarpong no tiene sitio en la Real. No lo tiene, y darle más vueltas es tirar tiempo, partidos y hasta dinero. Agirretxe es un jugador desperdiciado cuando no se le acompaña en ataque. De la Bella es otro que pide a gritos un descanso, pero es que la Real no tiene lateral izquierdo de recambio. Y así con todo. Montanier, desde el banquillo, tampoco ofrece buenas sensaciones. Llamadme prehistórico, pero cuando uno va perdiendo espera que se pongan sobre el campo todos los atacantes posibles. Los dos primeros cambios fueron Demidov y Mariga. Griezmann salió al final. Llorente, de nuevo, se quedó sin jugar un solo minuto y me pregunto qué le pasará por la cabeza a un jugador con tanta raza viendo la pusilanimidad del equipo en tantos partidos de esta temporada.

Tercera derrota consecutiva, y con la peor de las sensaciones, alejadísima de aquello a lo que se quería jugar en la pretemporada. En Mallorca se jugó bastante mejor de lo que se dijo, pero se perdió. En Anoeta contra el Athletic se perdió por el mismo resultado, pero dando una imagen peor, por mucho que el árbitro influyera decisivamente en el resultado. En Zaragoza la derrota ha sido durísima, porque supuso un claro empeoramiento de las prestaciones del equipo. Al menos el Athletic sí hizo cosas para ganar a la Real. El Zaragoza, bien poquitas. Pero ganó. Y con claridad. También es la tercera derrota consecutiva como visitante, y ya sólo el colista Sporting ha perdido más partidos que la Real. Estos cero de nueve puntos han colocado ya a la Real no sólo en tierra de nadie sino mucho más cerca de los puestos de descenso que de los europeos. Como estaba previsto en caso de derrota, el equipo de Montanier cae cuatro posiciones en la clasificación (tres ya han caído hoy y la cuarta llegará mañana; pase lo que pase en el Athletic-Osasuna uno de los dos equipos pasará al txuri urdin en la tabla). Y, sobre todo, con la amarga sensación de impotencia de que este equipo no sabe lo que hace. Y como no empiece a saberlo, la temporada tendrá una pinta mucho más negativa de lo que jamás la tuvo la pasada. Ojo.

sábado, octubre 15, 2011

PREVIA Zaragoza - Real Sociedad. Con deberes pendientes

La Real se presenta en Zaragoza con deberes pendientes (domingo, 16.00 horas, La Romareda, Canal+ Liga 2, PPV). Deberes colectivos, pues queda ya muy lejana la Real que ganó en el estreno liguero en Gijón y remontó con grandeza al Barcelona, y deberes individuales, personificados sobre todo en un Griezmann que está obligado a hablar ya sobre el campo y no fuera de él. Deberes para que la gente no empiece a pensar tan pronto en el sufrimiento que padeció hasta la última jornada de la temporada pasada y para que el equipo no empiece una severa caída de puestos en la clasificación, en la que gracias a su buen inicio todavía mantiene una cómoda novena posición. Deberes para hacer olvidar la mala imagen que dio en el derbi en Anoeta. Y deberes para que se vayan acabando las negativas imágenes que deja este equipo, de resucitamuertos que siempre consiguen puntos cuando enfrente está la Real, y de pardillos cada vez que el rival se adelanta en el marcador y recurre a eso que llamamos equivocada y condescendientemente el otro fútbol. Muchos deberes y un equipo con bajas sensibles para prepararlos. Quizá, bajo esas circunstancias, sea la mejor forma de comprobar a qué puede aspirar la Real.

Las bajas han provocado que Montanier no tenga demasiado margen de maniobra para la convocatoria. Illarramendi y Elustondo están fuera de la lista, a pesar de lo cual Montanier no quiso tirar de Rubén Pardo, que aún no ha debutado con el primer equipo. A cambio, el técnico francés recupera a Markel Bergara, que entra así en su primera convocatoria de la temporada y se convierte en la principal novedad (también entra Toño Ramírez, que será el portero suplente en lugar de Zubikarai, que ocupó ese lugar en el encuentro ante el Athletic de hace dos semanas). Vela no se ha recuperado a tiempo del esguince de rodilla que sufrió, e Ifrán, como ya le sucedió en el derbi, vuelve a quedarse fuera. Montanier ha preferido repetir con Joseba Llorente antes que incluir a Ifrán entre los escogidos. El uruguayo recibió un golpe en el amistoso contra Osasuna de la pasada semana y no se reincorporó al trabajo de grupo hasta bien avanzada la semana. Y si algo ha quedado claro ya es que Montanier prefiere a los jugadores con los que ha podido trabajar durante más días y no arriesgar con los que acaban de salir de una lesión.

Lo que no está nada claro es cómo sorteará Montanier las ausencias que tiene para componer su once inicial. Sí parece evidente que atrás habrá continuidad. Bravo estará en la portería, con la defensa tipo del francés: Carlos Martínez y De la Bella serán los laterales, con Demidov e Iñigo Martínez por el centro. A partir de ahí es donde empiezan las suposiciones que sólo se confirmarán cuando se conozca el once de forma oficial. Mariga, Markel, Aranburu y Zurutuza se disputan los tres puestos de la primera línea de tres. No es fácil saber quién jugará ni tampoco en qué puesto lo hará, y todo dependerá de si Montanier ve a Markel, el 4 más claro de este grupo de jugadores, apto para jugar los 90 minutos. Por delante, y dado que Llorente jugó sus primeros minutos de la temporada en el tramo final del derbi, parece mucho más seguro aventurar que jugarán Xabi Prieto, Griezmann y Agirretxe. En el banquillo quedarán, además de Toño Ramírez, Mikel González, Cadamuro, Estrada, el centrocampista que finalmente descarte, Sarpong y Llorente. Se está convirtiendo en habitual que Montanier tenga muchos más jugadores defensivos que ofensivos junto a él para posibles cambios.

La Real comienza la jornada con siete puntos y ocupa la novena posición, la segunda (un punto por detrás del Atlético de Madrid) de un gran pelotón de equipos que ahora mismo forman la tierra de nadie. Tras perder los dos últimos partidos (ante un Athletic que no había ganado aún y un Mallorca que llevaba tres derrotas seguidas), el equipo txuri urdin se ha quedado a cinco puntos de las plazas europeas, que llegó a ocupar en el arranque liguero, y tres por encima de la zona de descenso, que no ha pisado desde que volvió a Primera. El Zaragoza se encuentra sólo un punto por detrás, en la decimocuarta posición. La Real no es de los equipos que se ha quejado por los horarios, pero después de dos partidos seguidos a las doce del mediodía, encara otros dos en otro horario atípico, el domingo a las cuatro de la tarde. El conjunto de Montanier ha perdido los dos últimos partidos que ha jugado como visitante. Zaragoza, un estadio en el que siempre hay mucha presión de la hinchada local, no será una plaza fácil en la que poner en práctica la decisión, que según la prensa ha adoptado el equipo, de no tirar el balón fuera ante un contrario que finja una lesión (después de la continua tomadura de pelo en este sentido en Mallorca y la gota que colmó el vaso, que fue el teatro de Muniain en el derbi).

La historia dice que La Romareda no es un campo especialmente propicio para la Real, pero menos aún en la historia reciente. En total, ha jugado 50 partidos, de los cuales ha ganado diez y ha empatado 16, con 24 derrotas. 46 de esos encuentros fueron en Primera, con 23 triunfos locales, nueve visitantes y catorce igualadas. Pero en las últimas doce visitas (una de ellas en Segunda), el equipo txuri urdin sólo fue capaz de ganar en una ocasión, el 0-1 con gol de penalti de Xabi Prieto de la temporada 2005-2006, y perdió en siete ocasiones. La Real ganó en dos ocasiones por 1-3 en Zaragoza, la primera en la campaña 57-58 (con dos goles de Segurola y uno Laguardia) y la segunda en la 91-92 (con dos tantos de Oceano, uno de ellos de penalti, y el otro de Lumbreras). La mayor goleada local llegó en la temporada 61-62, en el penúltimo descenso a Segunda de la Real. 6-3 fue el marcador, y los goles realistas los anotaron Almandoz, Villa y Cacho. Por diferencia de goles, la más abultada fue el 4-0 de la campaña 78-79. Curiosamente, en los cuatro partidos disputados en Segunda, los dos equipos empatan a todo y marcaron siempre: 2-1 en la 44-45, 1-2 en la 45-46, 1-1 en la 46-47 y 2-2 en la 08-09.

Si la pasada temporada, la 2010-2011, hubo un campo en el que la Real se pudo sentir muy agraviada por la actuación arbitral, ese fue La Romareda. El responsable, Teixeira Vitienes. Sinama Pongolle adelantó a los locales a los diez minutos y la Real empató a la media hora de la primera parte, gracias a un balón que cortó el colegiado, permitiendo un fulminante contraataque de la Real en el que participaron Llorente, Zurutuza y Xabi Prieto, este con un magnífico disparo ante el que nada pudo hacer Leo Franco. A partir de esa jugada, que el árbitro no se debió quitar de la cabeza, todo lo que pitó Teixeira fue en contra de la Real. No expulsó a Ponzio por un claro codazo a Zurutuza. Después anuló un gol a Zurutuza por una faltita que al contrario no hubiera señalado. En el minuto 90, concedió el 2-1 del Zaragoza a pesar de un claro fuera de juego (en todo caso, la Real defendió esa jugada con tan poca inteligencia e intensidad como había defendido la del 1-0). Y en el 93, ya a punto de señalar el final, omitió un clamoroso penalti sobre Tamudo. Aparte de la prevaricadora actuación arbitral, la Real fue más que el Zaragoza y tuvo sobradas ocasiones para ganar. Pero sea cual sea el análisis, Teixeira Vitienes decidió el partido.

miércoles, octubre 12, 2011

Griezmann, todo un reto

Tengo la impresión de que, con sus declaraciones de este verano y de la semana pasada, en las que hablaba abiertamente de su marcha de la Real, Griezmann se ha convertido en todo un reto, para el club pero sobre todo para su entrenador, Philippe Montanier. No merece la pena ahondar en todo lo que se ha dicho sobre él, sobre la ausencia de figuras paternas en su vida lejos de casa, sobre su representante o sobre lo que los aficionados piensen sobre él ahora mismo. De eso está casi todo dicho. Pero sí me parece interesante sopesar cómo van a gestionar el asunto tanto la Real como Montanier. La primera respuesta es buena, y hay que aplaudirla. Aperribay ha hecho lo que tiene que hacer. Dado que no hay ofertas que valorar, el único camino que se le puede señalar desde las altas esferas del club es remitirle a la cláusula de rescisión que tiene en el contrato que el jugador firmó libremente. Si quiere irse, tiene que buscar comprador. Y un comprador que sepa que la Real no tiene intención alguna de desprenderse o malvender al jugador. Es decir, un comprador con dinero.

Por parte de Montanier, cuya primera respuesta también ha sido muy acertada, el reto me parece más complicado y más apasionante al mismo tiempo. El técnico será quien lidie con la situación que le ha generado el futbolista con sus insensatas declaraciones (por la forma, que no por el fondo; Bravo también dijo siempre que si salía algo más grande le encantaría dar el paso, y en cambio el guardameta encontró una lógica comprensión en sus palabras). Lo primero que tendrá que decidir es si pasa factura a Griezmann por estas palabras. No sería descabellado, pero tampoco parece probable, a tenor de lo que ha dicho Montanier, que le ha pedido que hable en el campo y no fuera. Para hacerlo, tendrá que jugar, y, por evidente que parezca, quien le tiene que poner sobre el campo para que juegue es él. Las ausencias que podría tener la Real en ataque para este fin de semana, no obstante, maquillarán esta decisión. Es decir, incluso si el técnico quisiera castigarle con la suplencia se encontraría con el inconveniente de las bajas de Vela e Ifrán, la primera se da como segura y la segunda está en el aire. Eso facilita que el francés esté en el equipo titular en La Romareda.

¿Pero estará una semana después en Anoeta? Parece claro que el público dará alguna muestra de reprobación hacia Griezmann en cuanto tenga la ocasión. Ya sucedió, después del verano, en la primera oportunidad que tuvo, en el partido amistoso contra el Brest. Pero ahora la cosa se pone seria, porque estamos hablando de partidos oficiales. Contra el Barça fue titular y jugó el partido completo, por lo que no hubo ocasión. Y, además de ser uno de esos partidos grandes que exige aparcar toda rencilla hasta mejor oportunidad, marcó el gol del empate, con lo que el perdón estaba asegurado. Pero pongámonos en lo peor. Pongamos que la Real no gana en Zaragoza. Pongamos que el siguiente partido en casa, contra el Getafe, se complica. Pongamos que Griezmann sigue sin mostrar su mejor versión sobre el césped en esos dos encuentros. Y ahí sí que tendremos un problema serio entre manos. Porque esto es la competición oficial, y aquí todo lo que no sea el respaldo incondicional del público es un serio problema para el equipo y para su técnico. ¿Qué haría entonces Montanier? Eso sí que sería el primer gran reto que tendría que afrontar el técnico gala en su andadura en la Real.

Por supuesto, todo esto se olvida si el domingo Griezmann asume la responsabilidad que, por calidad, puede asumir en este equipo. Hace muchos años que la Real no se enfrenta a un jugador propio que dice, públicamente y con tanta insistencia (normalmente se opta por el silencio cuando algo así sucede, y el mejor caso reciente es el de Díaz de Cerio), que quiere salir del equipo. Parece una tontería o algo fácil de gestionar, pero no lo es. Porque, al final, un jugador descontento no rinde como uno que se siente implicado, y el responsable sigue siendo el entrenador. Como las declaraciones de Griezmann siempre se han producido cuando ha estado fuera y no Zubieta o Anoeta, como tenemos constancia de que su representante quería el traspaso para cobrar una comisión antes de que finalizara su contrato con el jugador, y como creo en Griezmann como futbolista, por mi parte tiene un voto de confianza. Pero sólo uno, porque mi enfado es el mismo que el de cualquier otro seguidor txuri urdin. Si Griezmann no aparece ya en el campo, dará pie a pensar que tiene su cabeza lejos de la Real. Y yo, en la Real, quiero jugadores que piensen en su camiseta, en su escudo y en sus seguidores.

sábado, octubre 08, 2011

LOS RÉCORDS DE LA REAL. Las 32 jornadas de imbatibilidad

No hay récord más impresionante en la historia de la Real que la grandiosa marca de imbatibilidad que logró en la temporada 1979-1980. El equipo txuri urdin entrenado por Alberto Ormaetxea estuvo 32 jornadas consecutivas sin conocer la derrota. 32 rivales que no pudieron vencer a los nuestros. Nada menos que 32. La Real no ganó aquella Liga, y eso hace que el partido más recordado de aquella temporada sea precisamente el que perdió, el de la jornada 33, el 2-1 que logró aquel Sevilla primado hasta las cejas que logró remontar el gol inicial de Zamora con dos tantos de Bertoni y a pesar de estar jugando con solo nueve jugadores. Aquel es, quizá, el día más dramático de la historia de la Real. El paso del tiempo, no obstante, ha hecho que el récord de imbatibilidad crezca en valor. Nadie ha sido capaz de estar tantas jornadas sin perder en un campeonato liguero. Absolutamente nadie. Es el récord de la Liga, no sólo de la Real. Y ya han pasado tres décadas desde que aquel modesto equipo, que en aquel momento no había conocido las mieles del triunfo, asombró al fútbol español de una forma que todavía nadie ha conseguido igualar.

Todo comenzó el 9 de septiembre de 1979. Las Palmas, que venía de ocupar la sexta posición en la temporada anterior y de quedarse a solo un punto de clasificarse para la Copa de la UEFA (sí lo hizo la Real, que había sido cuarta), visitó Atotxa y salió derrotado por un solitario gol de Idígoras, gol que llegó en el primer minuto de partido. Arconada paró un penalti, dejando los dos puntos del partido en San Sebastián Nadie podía suponer que aquella victoria por la mínima iba a suponer el inicio de la temporada más inolvidable hasta entonces de la historia txuri urdin, pero la leyenda había comenzado a fraguarse. Sólo una semana después, la Real ganó en San Mamés con idéntico resultado y gol, esta vez, de Satrústegui. Tras dos empates consecutivos, la Real logró tres victorias seguidas en casa, dos de ellas de auténtica leyenda. La primera fue el 4-3 ante el Barcelona de la quinta jornada, en un partido memorable. Los de Ormaetxea levantaron un 0-1 y un 2-3, empataron el partido cuando sólo quedaban nueve minutos y lograron el gol del triunfo en el último minuto del encuentro. Diego fue quien culminó la remontada.

Tras 22 años sin derrotar al Real Madrid, la Real se desquitó con una goleada histórica. Un 4-0, con goles de López Ufarte (de penalti), Satrústegui, Zamora y Heras, fue lo que se llevó de Atotxa el conjunto merengue. Entre estas dos victorias míticas, la Real tuvo lío. En su visita a Vallecas de la cuarta jornada se adelantó con un gol en claro fuera de juego. En la de Almería de la jornada sexta, el partido se suspendió en el minuto 87 tras el lanzamiento de objetos que siguió a una desastrosa actuación del árbitro, Díez Frías. Una botella alcanzó a uno de sus jueces de línea. Algunas crónicas de la época hablan de hasta cuatro penaltis no pitados en el área txuri urdin. A pesar del gran inicio de temporada, la Real no era el único equipo imbatido. El Sporting ganó los siete primeros partidos y no perdió hasta la jornada novena, siendo todavía líder, en casa y por un contundente 1-4 que le endosó el Zaragoza. También hubo incidentes en Salamanca, en la jornada décima, cuando la Real alcanzó de nuevo la primera posición, que había logrado por primera vez tras vencer en San Mamés, gracias a un gol de López Ufarte.

La Real siguió con paso firme. Venció en Sarriá 1-2, siendo despedida con aplausos por su juego, perdió el liderato empatando en casa ante el Hércules y lo recuperó de nuevo ganando 0-1 en Gijón. El equipo de Ormaetxea, en todo caso, se caracterizó por sus empates, nada menos que ocho en los 17 partidos de la primera vuelta (en la jornada 22, eran once las igualadas, la mitad de los partidos jugados). Eso sí, comenzó la segunda con dos grandes goleadas por el mismo resultado: 4-0. Eso es lo que se llevaron de Donostia tanto Athletic (que acumulaba doce años sin puntuar en el estadio realista) como Rayo Vallecano. Después de recuperar la primera posición de la tabla en la jornada 23 venciendo al Almería, de lograr un gran triunfo en Zaragoza por 0-2 y de un partidazo sin goles en Atotxa frente al Betis, la Real se plantó en el Santiago Bernabéu como líder gracias a su victoria en el partido de ida y tener el golaverage de su lado, y como serio aspirante al título.

Y pudo haber sentenciado la Liga de haber logrado la victoria. La tenía en el minuto 88, por 1-2, con goles de Zamora y Periko Alonso. Pero en el último suspiro, el colegiado García Carrión se inventó un penalti y regaló el empate al Madrid. La leyenda dice que Arconada, al que las crónicas tildan de "mitológico" por su enorme actuación ante el Madrid, reventó de una patada la puerta del vestuario del Bernabéu por el enfado. La Real no acusó el golpe y ganó cinco de los seis siguientes partidos. Sólo se dejó un empate en Alicante, tierra maldita, ante el Hércules. El Madrid se dejó un punto más, pero estaba sólo uno por debajo de la Real. Suficiente para aprovechar la derrota del equipo txuri urdin en Sevilla, con la sensible baja de López Ufarte por un grave problema de riñón, para adelantarle en la clasificación. Una vez batida, la Real acabó la temporada ganando en Atotxa al Atlético de Madrid, pero no sirvió para lograr el merecido título de Liga, que fue a parar a manos de un Real Madrid que no dudó en primar a los rivales realistas, probándose en la prensa de la época el dinero que cobraron los jugadores del Betis por aquel empate en Atotxa y los del Sevilla por su victoria.

De esos 32 partidos que estuvo la Real sin perder, 18 fueron victorias (ganó los dos encuentros a Athletic, Zaragoza, Salamanca, Español y Sporting) y 14 empates (los dos contra el Valencia, Betis y Hércules). Esa racha le permitió estar en cabeza de la clasificación durante 20 jornadas, marca que igualó en la temporada 2002-2003, en la que también se quedó sin el merecido título. Durante la gestación de ese récord, marcó 51 goles, 1,59 por partido. Satrústegui hizo 16, seguido de López Ufarte (diez), Alonso (nueve), Diego, Idígoras, Zamora (tres cada uno), Amiano (dos), Gajate, Gaztelu, Kortabarria, Heras y Olaizola (uno cada uno). A Arconada le marcaron apenas 18 goles en la racha de imbatibilidad, 0,62 por encuentro. Athletic, Valencia, Almería y Salamanca no lograron batirle. El Barça y el Salamanca, los que más, le hicieron tres cada uno. Ni los dos goles encajados en Sevilla, para un total de 20, le impidieron ganar por primera vez el Trofeo Zamora. Su 0,58 total de la temporada era entonces el segundo mejor promedio de la historia para un portero (sólo superado por el 0,56 del madridista Betancort en la temporada 64-65) y es todavía la quinta mejor marca.

Los de Ormaetxea lograron su mejor racha de victorias consecutivas en dos ocasiones, cuando encadenaron con triunfo los tres partidos ante Real Madrid (4-0), Salamanca (0-1) y Español (1-2), y después ante Sporting (4-1), Burgos (1-3) y Málaga (3-1). Tras los 32 partidos de la Real, el mejor registro de imbatibilidad lo tiene el Real Madrid de la temporada 1988-1989, el de los 107 goles, que estuvo 28 partidos sin perder. Sin fijar el inicio del récord en el comienzo de una temporada, el récord absoluto de la Liga española también lo tiene la Real Sociedad. Son 38 jornadas, contando las 32 de la temporada 79-80 y las seis últimas de la 78-79 (cuatro victorias ante Valencia, Salamanca, Barcelona y Las Palmas, y dos empates contra Real Madrid y Athletic). El Madrid se quedó en 31 con los tres partidos finales de la 87-88 y los mencionados 28 de la 88-89, y el Barcelona llegó a la misma cifra entre las jornadas 2 y 33 de la temporada pasada. Fue la Real el equipo que impidió que llegara a los 32 encuentros sin perder, venciendo 2-1 en Anoeta.