sábado, marzo 16, 2013

REAL SOCIEDAD 4 - VALLADOLID 1 La Real no tiene techo

La poderosa goleada con la que la Real ha apabullado al Valladolid evidencia que este equipo no tiene techo. No lo tenía en agosto, no lo tiene ahora y probablemente y a poco que le acompañe la suerte no lo encontrará antes de que finalice la Liga, porque tiene tanto y tan bueno de lo que tirar que lo que parece asombroso es que no se haya visto con tanta claridad hasta hace sólo unas pocas semanas. Cuatro goles, que podrían haber sido muchos más, en una exhibición enorme de fútbol, poderío y confianza. Uno encajado, que afea un poquito el marcador pero no las sensaciones que dejó el encuentro. Y algunos detalles, sí, que no me gustan. Previsibles, conocidos. Pero de los que hoy voy a prescindir. Los he escrito, pero los he borrado, porque hoy manda la sonrisa. Hoy prescindiremos de la tan necesaria crítica, ni siquiera de la ironía que se puede usar recordando precedentes, para regodearnos en el equipo que tiene la Real, llamado a marcar época a poco que se le cuide como merece. Y para relamernos con el cuarto gol, el mejor de la temporada. No de la Real. De la Liga. Una obra de arte.

Y eso que el arranque, con un único cambio con respecto al equipo que ganó en el Vicente Calderón (Agirretxe por Markel, retrasando a Zurutuza al doble pivote y devolviendo a Xabi Prieto a la mediapunta) fue algo dubitativo. Las dos primeras salidas de la Real desde la zona más cercana al área de Bravo fueron patadas a seguir de Iñigo Martínez y De la Bella, ante la falta de apoyos que tenía un Illarramendi bien vigilado. Parecía que el Valladolid iba a cumplir los pronósticos e iba a ser un equipo rocoso, difícil de golear. Pero la tercera vez que arrancó la Real, la jugada acabó con un centro envenenadísimo de Vela al que Griezmann no llegó por un pelo. Y con esa jugada, la Real se reconoció, se dio cuenta de que era mejor que su rival y adquirió el dominio que este equipo está preparado para asumir sea cual sea su contrincante. Quizá también pesó en los primeros minutos algún que otro error de Zurutuza, pero él, al mismo ritmo que la Real, se encontró con su mejor versión con el paso de los minutos.

Porque las primeras ocasiones de los realistas se sucedieron al ritmo de Zurutuza, un jugador muy necesario para este equipo cuando está en condiciones de ofrecer lo mejor de sí mismo. Primero estuvo muy cerca de rematar un buen centro de un brutalmente incansable Carlos Martínez desde la banda derecha, y después protagonizó una preciosa conducción desde el centro del campo que llegó hasta un Agirretxe que supo buscarse el hueco con un sensacional movimiento de nueve para disparar, aunque muy forzado. El Valladolid no tenía respuesta al fútbol de la Real. Y cuando intentaba hilvanarla se encontraba con un Illarramendi portentoso (indudablemente, la pieza clave de este equipo) y dos centrales, Mikel González e Iñigo Martínez, en estado de gracia. Sólo tuvo una oportunidad de gol en toda la primera parte, y fue en un balón que cogió la espalda a la defensa pero al que no llegó Óscar. El linier había marcado un fuera de juego que no era, como tampoco lo había sido uno previo de Griezmann.

El partido se rompió en el minuto 33. Balenziaga cometió una falta sobre Illarramendi casi sobre la línea de cal de la banda derecha. La botó Vela y la controló con una maestría impensable Mikel González. Difícil de saber si lo suyo fue un maravilloso pase o un disparo muy defectuoso, pero su envío dejó totalmente desmarcado a Griezmann, que hizo el 1-0 con un disparo certero y sin dudas. Este primer tanto sirvió para desatar una tormenta perfecta en la que todos sus jugadores realistas tuvieron parte. Porque si están ya mencionados los del triángulo defensivo, es imposible no ver la enorme influencia que tiene Xabi Prieto cuando encuentra la banda derecha, la chispa cargada de calidad de Griezmann cuando está enchufado, las opciones que da al juego del equipo la presencia de Agirretxe y la gran trascendencia de un Vela descomunal. Y la aportación ofensiva de los laterales, y sobre todo de Carlos Martínez, es absolutamente imprescindible para que la maquinaria txuri urdin funcione a toda velocidad.

En poco más de diez minutos, la Real dinamitó el partido y convirtió al Valladolid en un equipo mucho más pequeño de lo que estaba pareciendo. Los golpe se sucedieron y las camisetas moradas apenas intuían por dónde les estaban cayendo. Agirretxe recogió en el área un balón que peinó Vela, se colocó, se peleó, se giró y colocó el balón en la escuadra. 2-0. Un golazo digno de un delantero que, desde mi punto de vista, no recibe los elogios que merece por muchos motivos. Una prodigiosa doble pared entre Vela y Griezmann acabó con un hermosísimo disparo con rosca del francés que no encontró la escuadra de puro milagro. Y justo a continuación un maravilloso pase de 60 metros de Zurutuza lo cazó Griezmann con una maestría descomunal, con un control que hizo que Anoeta contuviera el aliento y un disparo inmediato, sin dejar que la pelota botara que sorprendió a Dani Hernández, guardameta del Valladolid. 3-0 al descanso y los tres goles llegaron en apenas diez minutos. Olvidemos tópicos, el partido estaba sentenciado.

Tras el descanso, quiso el Valladolid arrancar con más firmeza que en la primera mitad, pero la Real machacó cualquier intento de reacción con el mejor gol del campeonato. No hay que eludir esa denominación por esa costumbre de pensar que lo de los demás es siempre mejor. Fue fútbol en estado puro. Con y sin balón. Calidad técnica y táctica. Con participación de sus cuatro jugadores ofensivos. Griezmann arrancando, tocando de primeras con Xabi Prieto, abriendo a la banda para Vela, solo en su avance gracias al desmarque de Agirretxe y metiendo un balón que el capitán no tuvo más que introducir en el fondo de la portería. Demasiadas veces se potencian los goles de disparo lejano, pero la esencia del fútbol viene a estar en tantos como el maravilloso cuarto que logró la Real hoy. Juego colectivo, de equipo, que es lo que es este deporte. No fue una causalidad. No fue un gol al alcance de cualquiera en un momento de fortuna o inspiración. Fue una maravilla inenarrable, capaz de dejar sin voz a todo el que siguiera con entusiasmo la jugada desde el principio y hasta su glorioso término. Golazo. Sin más.

Con esa maravilla, el partido estaba ahí acabado por completo, pero el partido dio para mucho más y la goleada pudo ser absolutamente de escándalo. Dani Hernández sacó con el pie un disparo de Agirretxe a la media vuelta y desde dentro del área, a Vela se le fue arriba un lanzamiento a bote pronto que se parecía mucho a otros goles que ha marcado ya el mexicano, de nuevo Agirretxe mandó arriba un balón que se le escapó en el primer control, de nuevo el delantero centro estuvo cerca del gol en un fantástico cabezazo lejano, Rubén Pardo mereció el gol en una hermosa galopada que estrelló en el larguero tras tropezar el balón en un defensa, Vela tuvo de nuevo el gol en el rechace pero lo paró el guardameta blanquivioleta, también atrapó el portero un fantástica volea de Griezmann y algún que otro golpe murió con verdaderas posibilidades de peligro. Y todo eso en 40 minutos. Qué goleada podría haber logrado hoy la Real, en una segunda parte en la que Montanier dio descanso a su capitán y sus dos laterales, en cambio atípicos y tempraneros.

El Valladolid consiguió marcar el llamado gol del honor cuando faltaban tres minutos para el final. Óscar bailó a Iñigo Martínez e Illarra dentro del área para dejar el gol a placer a Javi Guerra, que aprovechó la ventaja que le dio José Ángel al pensar que iba a disparar de primeras y no acudir a cerrar con velocidad. Es verdad que la entrada de Bueno dio al equipo pucelano algo más de profundidad, pero también es cierto que coincidió con los minutos en los que la Real dio el partido por cerrado, y con motivo. El 4-0 era absolutamente definitivo y las ocasiones, además, seguían cayendo. Pero el avance del Valladolid también sirvió para que Bravo, inédito en la primera mitad, tuviera también su cuota de protagonismo en la goleada, deteniendo tres disparos de los atacantes blanquivioletas. El 4-1 rebajó mínimamente la euforia desatada con la portería a cero y con la perspectiva de que hubiera más goles, pero no afea el espectáculo al que asistió Anoeta.

La Real duerme en la cuarta posición, a la espera de lo que pueda hacer el Málaga mañana. Posición de Champions. Suma ya los mismos puntos que logró en la temporada pasada y, si no fuera por el mal arranque de la temporada que cerró hace casi una vuelta en Málaga, el techo que no termina de encontrar este equipo estaría aún más alto. Porque cuando Griezmann recupera como hoy su mejor nivel, Vela sostiene al equipo como lo hace, Illarra se convierte en el mariscal que todo conjunto sueña con tener, Mikel e Iñigo cortan todo lo que se puede cortar, Agirretxe se reivindica como el mejor nueve posible, Zurutuza está en forma, Bravo para lo que tiene que parar, Pardo sigue reclamando más minutos de los que tiene con una categoría futbolística sensacional, De la Bella y Carlos Martínez crecen sin medida y Xabi Prieto saca el tarro de las esencias, este equipo tiene trazas de imparable. Hoy lo ha sido. ¿Que sigue habiendo temas en los que se puede ser crítico? Sí, sin duda. Pero lo dejamos para mañana, porque hoy suena en mi cabeza la sintonía de la Champions. Y qué gusto.

3 comentarios:

toni dijo...

Ya estamos en champions :) menuda temporada!! Sigo pensando que hasta podria ganar la liga del año que viene con este equipazo

toni dijo...

Ya estamos en champions :) menuda temporada!! Sigo pensando que hasta podria ganar la liga del año que viene con este equipazo

Juan Rodríguez Millán dijo...

Toni, una Liga es muy, muy difícil (lo vimos en la 2002-2003, la que se nos escapó mereciéndola) y más con el plan que llevan Barça y Madrid en los últimos años, pero sigo pensando que este año se podría haber luchado por más, y que la Copa tendría que ser un objetivo prioritario para la próxima temporada.