martes, mayo 07, 2013

GETAFE 2 - REAL SOCIEDAD 1 La Real no llegó a Getafe

El once inicial de la Real en Getafe.
Derrota de la Real en Getafe. Merecida y explicable. El día que puso fin a la racha del equipo de Philippe Montanier llegó como tenía que llegar, en un desangelado partido de lunes, en un horario denunciable, en el que todo lo positivo se concentró demasiado en pocos jugadores y en el que lo único que destacó fue la excepcional hinchada txuri urdin, que acudió en un número mucho mayor del que esperaba el entorno de la Real. Ni adelantarse pronto sirvió para que los realistas pudieran jugar a gusto en el Coliseum Alfonso Pérez, y se dejaron remontar por tercera vez en lo que llevamos de Liga (las dos anteriores, Barcelona y Levante, fueron dos de sus tres primeras derrotas). Faltó intensidad en el centro del campo, donde las bajas de Illarramendi y Xabi Prieto fueron una losa a las que no se dio respuesta; contundencia atrás, donde, de nuevo, lo único imprescindible parece la labor de Illarra; y acierto en ataque, donde sólo Vela al principio y Chory Castro al final parecieron entender el partido. Derrota, y derrota dura la que vivió la Real en Getafe.

Montanier decidió sorprender relativamente, al colocar a Pardo junto a Markel para suplir la ausencia de Illarra. Después de demasiadas semanas sin ver al riojano en el once titular, no pudo encontrar su sitio. Es difícil que un jugador que no ha contado con demasiadas ocasiones pueda sacar las castañas del fuego en una hora de necesidad, y la gestión de sus minutos y sus ausencias ha sido abiertamente nefasta, pero obviamente no fue el mejor día de Pardo. Intentó mover la pelota pero no terminó de encontrar a sus compañeros. Y a eso también contribuyó que la movilidad por delante de él fue más de pizarra que de hecho. Pareciendo imposible la conexión con Zurutuza para crear juego, Vela y Griezmann volvieron a intercambiar sus bandas en varios momentos del partido sin que pudiera entenderse por qué y sin que se notara en el juego. Agirretxe, arriba, una isla.

Vela celebra el 0-1.
Lo curioso es que el partido comenzó de forma inmejorable para la Real, pero curiosamente como síntoma de los males del conjunto txuri urdin. Pardo intentó meter un balón hacia sus delanteros y lo despejó la defensa. El rechace lo recogió Zurutuza que, sin encontrar vías para jugar en corto, decidió meter un pase al interior del área, muy similar a los que suele meter De la Bella. Y allí, libre de marca, estaba Carlos Vela, que marcó rematando de cabeza. El mexicano estaba en un ajustado pero claro fuera de juego y tanto el asistente como el árbitro dieron validez al gol ante las tímidas protestas de la defensa del Getafe. El partido estaba, de alguna forma, como se puso el de Vallecas y de haber llegado el segundo gol txuri urdin lo más probable es que el resto del partido hubiera sido un pase. Pero lo cierto es que, a pesar de que Vela protagonizó una nueva internada en el área sin acertar en el pase desde la línea de fondo, las sensaciones estaban lejos de ser las mismas y el conjunto local se aventuró a probar a Bravo desde lejos.

Pedro León acaba de empatar tras el regalo de Markel.
No se trata de quitar méritos al Getafe, que quedará ya para la historia como el equipo que rompió la imbatibilidad de la Real en la segunda vuelta y lo hizo además levantando un marcador adverso, pero influyó más en el resultado final lo que hicieron los visitantes que las soluciones que encontró el conjunto local a ese 0-1. El otras veces habitual paso atrás realista se vio con claridad en Getafe. Y, para colmo, el empate llegó de una forma en la que quedaron en evidencia detalles que hasta ahora no habían tenido efecto en el marcador. Markel, que no destaca por su salida del balón, es un jugador que da la práctica totalidad de sus pases en horizontal o hacia atrás. En uno de tantos, falló estrepitosamente y dejó el balón en pies de Pedro León, sin posibilidad para que Iñigo Martínez o De la Bella pudieran alcanzar su pase. Solo ante Bravo, apenas tuvo que elegir dónde poner la pelota para que no llegara el chileno. Dicen que sólo nos acordamos de los que no están cuando se producen errores así. Obviamente el nombre a recordar aquí es el de Illarra, el jugador que limpia habitualmente esos balones horizontales.

Con el empate, la Real comenzó a deshacerse desde sus bases. Ni su defensa pareció tan segura como en otras ocasiones (incluso las agradecidas arrancadas de Iñigo Martínez acabaron frecuentemente con pérdidas peligrosas), ni el balón llegaba a sus atacantes con la facilidad acostumbrada, ni estos eran capaces de sacar petróleo de la nada como en tantos otros partidos. Es cierto que el asistente compensó su error del gol considerando ilegal una jugada en la que Vela, saliendo de posición legal, se plantaba solo delante del portero y que el propio futbolista mexicano probó a Moyá de nuevo. Pero el Getafe estaba más cómodo y mucho más listo en todas las acciones. La Real quiso jugar como en Pamplona, con la ventaja encima de ponerse por delante, y se encontró con un rival diferente, que presionaba y mordía. Los locales, que ya pudieron marcar en un remate de Lafita desde dentro el área que se marchó fuera, se tomaron el partido como su último tren para luchar por Europa y acertaron.

El 2-1 definitivo, obra de Barrada.
El 2-1 es una perfecta muestra de esa enorme diferencia de motivación. El gol nace del corte en el centro del campo de un contragolpe de la Real y de una superior intensidad en todas las facetas del juego. Sin demasiada presión realista, el balón llegó al pico izquierdo del área, desde donde disparó Lafita. Bravo rechazó al interior del área, y allí apareció Barrada para, sin oposición, empujar el balón al interior de la portería. El Getafe había dado la vuelta al partido en dos errores defensivos de la Real, clamoroso el primero y general el segundo. Ahora faltaba ver la respuesta. Y esta, como suele suceder, fue tardía. En los primeros veinte minutos de la segunda mitad no sucedió absolutamente nada que pudiera cambiar el signo del partido. Sólo hubo faltas y tarjetas. Nada de juego. Es decir, el partido se fue hacia lo que más le interesaba al Getafe.

Para colmó, las primeras ocasiones de gol cayeron del lado azulón. Bravo tuvo que estirarse para  sacar un fuerte disparo de Pedro León y, a renglón seguido, el intento de anotar un gol olímpico del mismo jugador. Parecía mucho más factible el 3-1 que el 2-2, porque los locales habían entendido mucho mejor el partido. Rozando de nuevo el minuto 70 y sin haber buscado otras soluciones antes, Montanier decidió mover ficha. Retiró a Pardo, demostrando una vez más que no está gestionando correctamente al canterano. Cuando nada estaba funcionando como debía, Montanier señaló al jugador que más ha maltratado a lo largo de la temporada. Y lo hizo, además, sin solucionar el problema en el centro del campo, porque decidió retrasar a un igualmente desacertado Zurutuza para dar entrada al Chory Castro. Ros, por supuesto, se quedó en el banquillo sin jugar un solo minuto, porque el descartado fue José Ángel. No parece sensato jugarse la temporada teniendo tantos jugadores en los que no parece confiar el entrenador

Lo mejor de la Real en Getafe: su gente.
Chory, en todo caso, fue la mejor noticia del partido, porque fue el único capaz de meter balones peligrosos en el área rival. De hecho, viendo el bajo nivel del equipo, sorprende que no fuera titular, algo que sólo puede explicarse en su precario estado físico y en que no pudiera llegar a los 90 minutos de juego. Ni Vela ni Agirretxe llegaron a un espléndido envío del uruguayo desde la banda izquierda que estaba pidiendo a gritos convertirse en el gol del empate. Montanier puso más madera con retirando a Zurutuza y dando unos pocos minutos a Ifrán, pero éste se movió siempre demasiado lejos del área, desde la mediapunta. No hubo cambio de sistema ni soluciones diferentes, sólo la habitual confianza en que la ocasión llegará por la calidad de los nuestros. Y llegó cuando aún quedaban seis minutos. Agirretxe, casi en su única acción destacada del partido, le puso a Griezmann un magnífico envío, pero el remate del francés con la pierna derecha se fue arriba.

Para entonces, Montanier demostró que la falta de confianza en buena parte de su plantilla le limita muchísimo a la hora de hacer sus habitualmente tardíos cambios, y optó por un tercer relevo sorprendente, Estrada por un Carlos Martínez que, además, venía de tener una buena ocasión de cabeza en un córner. De ahí en adelante, ya no se jugó más que a lo que quiso el Getafe, es decir, a que no hubiera ocasiones de peligro en el interior de su área y a buscar contragolpes para batir de nuevo a Bravo. Con esas jugadas ya habían forzado los locales tarjetas para Iñigo o Griezmann. Casi en el último minuto del descuento, Lafita debió culminar uno de esos ataques con el 3-1, pero tras driblar a tres defensores realistas y con todo a favor lanzó el balón fuera. No le hizo falta ese gol al Getafe para ganar el partido, pero, por mucho cansancio que tenga un jugador acumulado en las piernas, esa era una jugada de gol y el fallo se antoja imperdonable.

El marcador al final, 2-1.
La Real perdió tres puntos de ventaja en su lucha con el Valencia por la cuarta plaza y los perdió porque no llegó a Getafe, a este horrendo e injusto partido de lunes. Las importantes bajas, la falta de soluciones desde el banquillo, el mal partido individual y colectivo de todo el equipo, el infame horario, el habitualmente gafe escenario... Todo influyó para que la Real se marchara de vacío del sur de Madrid. A pesar de su superior intensidad, no pareció haber tanto rival enfrente como para el equipo que tantos grandes partidos ha hecho esta temporada se borrara de esa forma, pero lo cierto es que la derrota llegó de una forma bastante previsible en la era Montanier, con defectos conocidos y para cuya solución hay alternativas que el francés nunca ha explorado. Las rachas se acaban, pero la pelea sigue. Y tras la lección que dio ayer la afición que la Real tiene lejos de su territorio, llega el turno de Anoeta. Ganar dentro de una semana es imprescindible para ser cuartos.

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