martes, marzo 11, 2014

REAL SOCIEDAD 2 - RAYO VALLECANO 3 Un cortocircuito lamentable

Pardo: gol, asistencia y el mejor realista.
La Real cayó en Anoeta, perdió su segundo partido de la temporada en casa, y lo hizo a causa de un cortocircuito lamentable y difícil de entender, que no de explicar. Porque las explicaciones, en realidad, parecen sencillas. La primera, una segunda parte asombrosamente mala, en la que prácticamente todos los jugadores realistas sin excepción olvidaron lo que tenían que hacer, fallaron hasta en lo más fácil e incluso alguno ofreció una imagen impropia de la posición que ocupa el equipo en la tabla y de los objetivos que persigue. La segunda, que el Rayo estuvo de quitarse el sombrero, siempre en actitud y en ocasiones en fútbol, haciendo precisamente todo lo que cabía esperarse de la Real. La tercera, los fallos desde el banquillo, porque Arrasate tardó mucho en diagnosticar los males de la Real y no puso un remedio, apenas parcial, hasta que no fue demasiado tarde. Y la cuarta, el arbitraje de Álvarez Izquierdo, anticasero hasta el agotamiento, y que colocó al Rayo en el camino de sacar algo positivo liquidando el 1-0 conseguido al minuto de juego con un penalti risible. Todo eso aleja un poco más a la Real de la cuarta plaza.

Por muchos cambios que Arrasate introduzca en el equipo, el once resultante siempre parece adecuado para competir en Primera División, y eso es algo que habla muy bien de la plantilla de la Real. A pesar de todo, el técnico realizó cambios que, al final, tuvieron incidencia directa en el devenir del encuentro. Zubikarai, sin tener demasiada culpa, acabó encajando tres de los cuatro disparos que el Rayo colocó entre los tres palos. Elustondo jugó de pivote, pero realizó un muy mal encuentro, mimetizando lo peor de las más pobres actuaciones de Markel en esa misma posición y empeorando el resto, empezando por las ayudas a la defensa, pasando inadvertido tanto en el robo de balón (apenas un corte en la primera mitad) y siendo sencillamente inexistente en la creación del juego. Prieto ocupó la mediapunta y, si bien en la primera mitad estuvo algo más activo en el fútbol de ataque, acabó dando una imagen inaceptable para su categoría y abandonó a Pardo como único centrocampista activo y acertado en todas las facetas del juego. Y Chory Castro, tremendamente voluntarioso, apenas consiguió sacar partido de su titularidad y no consiguió que se olvidara la suplencia de Griezmann.

Claro que todos esos planteamientos podrían haber acabado con una valoración muy diferente si el partido hubiera seguido el cauce que apuntaba en su arranque. Vela forzó la primera falta del Rayo nada más iniciarse el choque, un clarísimo agarrón de Arbillas, Pardo colocó la pelota en el área con el guante que tiene en el pie e Iñigo Martínez no tuvo más que peinar la pelota para que a Rubén le fuera absolutamente imposible despejar el esférico. 1-0, primer minuto de juego. Pero entró en la ecuación Álvarez Izquierdo, que en la jugada siguiente pitó un penalti de chiste, cometido por José Ángel. Resulta asombroso que un equipo que todavía no sabe lo que es una pena máxima a favor se vea castigado con penaltis como éste. Más que asombroso, también por el resto del arbitraje del colegiado catalán, que se deleitó con un actuación de claro tinte anticasero a la que añadió unos minutos más tarde la decisión de no señalar un penalti sobre Agirretxe que, sin ser clamoroso, fue mucho más evidente que el de José Ángel. Pero el penalti que se pitó fue a favor del Rayo y Larrivey no falló.

Era el minuto 3 de juego y el marcador ya había registrado dos goles. Poco a poco, el Rayo fue consiguiendo el dominio en el centro del campo, donde, hay que insistir en esa idea, sólo Rubén Pardo cumplía con sus cometidos acertadamente. Por eso, el partido abierto que se esperaba del Rayo y que tendría que haber beneficiado a la Real se convirtió en una trampa para los hombres de Arrasate. Los de Paco Jémez, en cambio, se movían con cierta tranquilidad sobre el césped, por mucho que no fueran capaces de inquietar a Zubikarai. El problema de la Real en ataque estuvo en que tampoco consiguió que Rubén tuviera que hacer el partido del siglo para frenar sus intentonas. Vela fue el hombre más peligroso, con hasta tres posibilidades de marcar el 2-1, pero no consiguió que el balón fuera entre los tres palos en ninguna de esas ocasiones. En la última de ellas, disparó francamente mal tras el pase con el que Chory finalizó una espléndida galopada por la banda izquierda. La única ocasión del Rayo, también sin coger portería, fue un disparo de Rochina.

Y cuando parecía que el 1-1 sería el resultado al descanso, Pardo mostró que estaba para todo en el centro del campo. Recogió un balón en la frontal del área tras la pelea de Agirretxe, realizó un quiebro sensacional para conseguir posición de remate y su disparo tocó en un jugador del Rayo para despistar a Rubén. El partido, otra vez, parecía encarrilado. Pero si en la primera mitad la alegría txuri urdin duró apenas dos minutos, fue incluso menor el periodo de ventaja en el marcador desde el arranque de la segunda. En la primera jugada de ataque del Rayo, Bueno hizo el gol del empate. Un centro cerrado desde la banda izquierda no encontró un despeje de puños contundente de Zubikarai, el balón rebotó en Larrivey y se le quedó a Bueno perfecto para empujarlo a placer. A partir de ahí, el partido fue completamente del Rayo, que pudo jugar a su antojo. Con su fútbol más incisivo, sumió a la Real en un estado de nervios inaudito, que se llevó por delante todas las virtudes del equipo de Arrasate. Y con el más subterráneo fue minando su moral, con la absoluta complicidad de Álvarez Izquierdo, que no quiso saber nada de las pérdidas de tiempo e incluso contribuyó a ellas.

Tan perdida estaba la Real, que sólo la inocencia rayista impidió que el 2-3 llegara a continuación del empate. En un córner en el que no era necesario estar adelantado, Larrivey empujó a placer el balón dentro de la portería de Zubikarai. Esta vez el árbitro sí obró como dicta el reglamento y anuló el gol. Aún con la sensación de correcalles y por mucho que la Real tenga más calidad que su rival, todo parecía del lado rayista. En esa dinámica, Arrasate apostó por fiar las posibilidades de los suyos a su acierto en el ataque, a su calidad, y no al control del partido. Su primer cambio fue colocar a Griezmann sobre el campo en lugar de Chory Castro. O lo que es lo mismo, el centro del campo se mantuvo en la situación de desgobierno que había llevado a la Real al empate que señalaba entonces el marcador. Y ese mismo centro del campo quedó retratado, primero cuando nadie cerró un disparo lejano de Bueno que Zubikarai sacó con una espléndida estirada, y después y sobre todo en la jugada del 2-3, que arrancó ante Elustondo, que no cortó el balón profundo que derivó en la pared y el gran disparo cruzado de Rochina, imposible para el guardameta realista.

Arrasate sí reaccionó rápidamente al 2-3, pero ya era tarde para casi todo. Por extraño que parezca teniendo en cuenta que quedaban 25 minutos por jugar añadiendo el exiguo descuento que otorgó el colegiado ante las continuas pérdidas de tiempo del Rayo, sólo le quedaba a la Real jugar a la desesperada. Y eso este equipo no sabe hacerlo, como ha evidenciado en numerosas ocasiones. El técnico realista retiró a Mikel González para poner en el campo a Canales. Retrasó a Elustondo al centro de la zaga y apostó por sumar el fútbol del ex jugador valencianista para que Pardo creciera. Pero el juego no fluyó a través de ellos, se impuso el patadón y la salida de los centrales, con lo que el caos táctico se apoderó del equipo, facilitando aún más que cada vez que el Rayo se acercara al área de Zubikarai cundiera el pánico de una forma desmesurada en las filas realistas. En realidad, la Real apenas tuvo dos ocasiones de gol dignas de recibir ese nombre en el tramo final del partido. La primera la fabricó Agirretxe en un cabezazo sin ángulo que casi sorprende a Rubén y la segunda la dilapidó Vela, tras recibir el único balón en condiciones que tocó Prieto prácticamente en todo el partido.

La superioridad del Rayo en la segunda mitad hace que el 2-3 final sea incluso corto, a pesar de que Zubikarai apenas tuvo que hacer una parada en todo el partido y los vallecanos tuvieron una inusual puntería, convirtiendo en gol cada uno de los disparos que conectó entre los tres palos a excepción de aquel que el meta txuri urdin detuvo a Bueno. Pero ni siquiera eso permite discutir la justicia de la derrota realista. El equipo de Arrasate fue un pálido reflejo de sí mismo en el que el naufragio fue generalizado y sólo Pardo se salva de la quema con claridad. El partido pudo y debió de ser muy distinto, sobre todo de haber mediado una mejor lectura desde el banquillo. Es inaudito que con tantas actuaciones deficientes, Arrasate ni siquiera agotara los cambios, aunque fuera para ahondar en la apuesta a la desesperada con los centímetros de Seferovic sobre el campo. Como inaudito que es que ni José Ángel ni sobre todo Zaldua recibieran apenas ayudas durante todo el partido, el incompresible partido de Prieto, la inexplicable desconexión de Vela en la segunda mitad o la lamentable actuación de Elustondo en unas condiciones que eran perfectas para que intentara redimirse a ojos de quienes le silban.

Pero la Real falló en todo y ni siquiera la suerte le sonrió. Dos veces se puso en ventaja y las dos desaparecieron por golpes de mala fortuna, primero un penalti en el que José Ángel cometió una temeridad defensiva viendo el rasero que se aplica en las áreas a la Real (sigue sin tener un solo penalti a favor en esta Liga, algo inaceptable en un equipo que ataca tanto como para tener una media de casi 1,8 goles por partido), y después un rebote que favoreció al Rayo. Pero esas circunstancias, de nuevo, no merman el balance del partido. Con todo eso, la Real debió hacer mucho más para mostrar la diferencia que hay en la clasificación entre un equipo que quiere jugar la Champions haciendo de su feudo el necesario fortín y otro que se está jugando la permanencia y que está lejos de los suyos. La Real no cumplió con lo que exigía el partido y por eso perdió, aún con otras circunstancias interviniendo en el desarrollo y el desenlace del encuentro. La cuarta plaza se aleja un punto más y lo que podría haber sido una espléndida jornada, con el empate del Athletic y la derrota del Villarreal, se convierte en una para olvidar.

1 comentario:

Antonio R. dijo...

Una oportunidad perdida. Encuentro horroroso. No parecía que la Real estuviera jugando con un equipo, que estaba en descenso. A veces, a la Real (y a su entrenador , por supuesto) les falta sangre para dar un puñetazo sobre la mesa. Y espero que lo den la semana que viene contra el Valencia porque de lo contrario, la Champions se escapará.