lunes, julio 24, 2017

'Jesús Mari Zamora y la Real Sociedad', un libro enriquecedor

Puede que a muchos, sobre todo a quienes no utilizan la memoria como baremo para evaluar la historia del fútbol, les parezca una exageración que se diga que Jesús Mari Zamora es uno de los mejores jugadores que ha conocido nuestra Liga. No es una exageración, por mucho que la verdadera dimensión del 10 de aquel equipo txuri urdin que llegó a la gloria de ganar dos ligas quede hoy oculta en la desmemoria y el brillo de otro fútbol que no tiene nada que ver con el que él vivió. Por eso, un libro titulado Jesús Mari Zamora y la Real Sociedad. Cantera y sentimiento, publicado por Naveus, es una lectura enriquecedora, incluso imprescindible para todo aquel que sienta a este equipo en su corazón. Da igual no haberle conocido, porque Zamora, dirigido por el escritor Aingeru Espinosa, se encarga de llevarnos a esa época, se empeña en explicarnos por qué fueron tan importantes los logros que alcanzó aquella maravillosa e inolvidable Real Sociedad.

De primeras, el formato del libro nos recuerda a otro de los libros clásicos de la literatura txuri urdin, Diarios del galés, el volumen que escribió John Toshack sobre sus dos primeros años en la Real, desde que aterrizó en Donostia hasta la consecución del título de Copa. Espinosa se ha encargado de una labor documental inmensa, que permite que el libro sea una lujosa herramienta para conocer las alineaciones y goleadores de todos los partidos de la Real Sociedad en los quince años en los que Zamora visitó la camiseta txuri urdin. Eso, no obstante, no es lo esencial del libro. Cantera y sentimiento es su subtítulo, y es ahí donde este apasionante recorrido por la parte más gloriosa de la historia del club encuentra su auténtica razón de ser. Este libro es la Real de la misma manera que Zamora es la Real. Y sí, el ídolo es Luis Arconada, la figura clave es Alberto Ormaetxea, pero Zamora es el gol de Gijón, es el protagonista que define la esencia del más pequeño de los clubes grandes del fútbol español y el más grande de los pequeños. Y ese siempre será la Real, estandarte de una pequeña provincia que luchando contra gigantes llegó al olímpico del fútbol de una manera que, como recuerda el libro, pudo ser todavía más gloriosa.

Quienes conozcan la historia de la Real, buscarán en esta narración compartida entre Zamora y Espinosa el título de Gijón, la segunda Liga conseguida ante el Athletic en Atotxa, la Copa del Rey en Zaragoza, la mítica victoria ante el Inter en la Copa de la UEFA, incluso momentos que definieron con la misma fuerza la historia de realista como el título que se escapó en Sevilla en la temporada de la imbatibilidad, la Copa que no se pudo ganar en 1988 ante el Barcelona o incluso el infame arbitraje en Hamburgo que impidió que nuestra Real llegara a disputar una final de la Copa de Europa. La satisfacción del nostálgico de cualquier edad será más que satisfecha con este libro, delicioso recuerdo además de muchísimos nombres que han forjado la historia de la Real, biografías narradas desde el punto de vista personal de Zamora de todos los componentes del equipo campeón, pero también pequeñas pinceladas de aquellos rivales insignes que, con su categoría, contribuyeron a hacer aún más grande la hazaña realista.

Pero, siendo sinceros, lo que más satisfacción produce es saber el impacto que este libro puede tener en quienes no hayan vivido o no recuerden aquellos momentos, entre quienes piensen que el fútbol siempre ha sido al menos parecido a lo que es ahora. Los recuerdos de Zamora de su paso por el Sanse, de su relación con sus entrenadores, de la forma en la que se trataban las lesiones, el valor que tenía el fútbol en los años 70 y 80. Todo eso es lo que hace de Jesús Mari Zamora y la Real Sociedad un libro de enorme valor. Y no ya solo por el fútbol, sino por la misma Real. Podemos presumir de tener un club cuyos valores han sobrevivido a la mercantilización actual del fútbol, pero nunca está de más leer sobre estos temas, sobre la importancia de la cantera, del sentimiento y de la pertenencia que han de estar siempre ligados a lo que es la Real. Y lo dice Zamora. No lo dice cualquiera. Lo dice el tipo que está en primer plano del instante más importante de su historia.

Entre lo más destacado del libro está la aportación de Zamora a algunas cuestiones que interesarán y mucho a quienes valoren la historia del club. El ex jugador nos habla de cómo afectó a su carrera la grave lesión que sufrió a mediados de los 80, incluyendo su futuro en la selección española a la que no volvió después del Mundial de 1982, de la trascendencia de los arbitrajes y las primas a terceros en la Liga que se escapó en 1980, o incluso de algunos detalles bastante desconocidos en las semanas previas a su retirada, incluyendo la decisión de Marco Antonio Boronat de prescindir de él durante algunas semanas. Entre lo más flojo, la oportunidad perdida para explicar realmente qué salió mal en su etapa como directivo tras formar parte de la candidatura de Denon Erreala que dirigió Miguel Fuentes, cuya presidencia resultó nefasta para el club, o detalles más jugosos de su etapa como segundo entrenador con Raynald Denoueix, fase sobre la que pasa mucho más de puntillas cuando podría haber aportado mucho al libro.

Incluso teniendo eso en cuenta, es difícil pensar que un seguidor txuri urdin no vaya a disfrutar de Jesús Mari Zamora y la Real Sociedad. Hablamos de la Real, y lo hacemos desde la mirada de uno de los nombres más grandes de su historia. ¿Cómo no disfrutarlo?






lunes, julio 17, 2017

Januzaj, el 75º pasajero extranjero

Januzaj, el extranjero número 75 de la Real.
El último fichaje de la Real Sociedad, Adnan Januzaj será el extranjero número 75 que viste la camiseta del primer equipo desde que la llegada de John Aldridge rompiera la tradición de no incorporar jugadores de otras nacionalidades que se mantuvo desde que el Real Madrid cediera al sueco Simonson en la temporada 1961-1962, que acabó con el equipo txuri urdin en el pozo de la Segunda División. Llegando a esa cifra, es buen momento para analizar algunos detalles de  este singular aspecto de la historia de la Real.

Januzaj no será el primer belga en llegar a la Real, pero sí será el primero en disputar un partido oficial. El único precedente en este sentido es el de Frédéric Peiremans, un jugador fichado bajo el mandato de Javier Clemente, que presumió en su día de que ningún periodista había podido adelantar la noticia, y que llegó a la Real tan lesionado que jamás llegó a debutar a pesar de haber costado la friolera de 400 millones de pesetas de cara a la temporada 2000-2001. Durante su dramático periplo en España, llegó a ser cedido al Eibar aunque tampoco llegó a debutar con el conjunto armero por sus problemas físicos.

En total, en la Real han jugado futbolistas de 35 países diferentes. Las nacionalidades que más se han repetido, con seis jugadores, han sido la francesa (Dramé, Collet, Potillon, Brechet, Giovanni Sio y Griezmann), la brasileña (Luiz Alberto, Julio César, Savio, Rossato, Jonathas y Willian José) y la portuguesa (Océano, Carlos Xavier, Sa Pinto, Fabio Felicio, Bruma y Kevin Rodrigues), seguida, con cinco, de la argentina (Juan Gómez, Schürrer, Víctor López, Germán Herrera y Rulli) y, con cuatro, de la turca (Arif, Tayfun, Nihat y Necati) y de la uruguaya (Abreu, Bueno, Ifrán y Chory Castro).

La mayoría de ellos han defendido la camiseta de la Real en Primera División. Solo llegaron a jugar en Segunda con la elástica txuri urdin, sin llegar a la máxima categoría, el francés Sio, el turco Necati, los uruguayos Abreu y Bueno, el británico Vaughan, el colombiano Jonathan Estrada, el montenegrino Delibasic, el marroquí Moha y el camerunés Songo’o. Y aunque la mayoría de ellos han sido fichajes, hay cuatro que jugaron en el primer equipo de la Real tras pasar por el Sanse, síntoma de la globalización que también afecta al fútbol. Se trata de los franceses Sio y Griezmann, el portugués Rodrigues y el argelino Cadamuro.

El jugador extranjero que más partidos ha jugado con la Real Sociedad es el serbio Darko Kovacevic, un total de 286. Vela ya suma 232, el chileno Claudio Bravo se quedó en 229 y Griezmann en 202. Son los cuatro únicos que han jugado más de 200 partidos en la Real, Valeri Karpin se quedó a las puertas de esa cifra con sus 195 encuentros. Kovacevic y Karpin son los únicos que han pasado por la Real en dos etapas diferentes. El que menos partidos jugó en la Real, eliminando de la estadística al inédito Peiremans, el francés de origen senegalés Boukary Dramé, al que Juanma Lillo apenas dio dos partidos, uno en Liga y otro en Copa en la temporada 2008-2009.

En cuanto a los goles, Kovacevic es también el mejor artillero extranjero, hizo 107 tantos, convirtiéndose en el quinto máximo goleador de todos los tiempos con la camiseta de la Real. Le siguen el bosnio Meho Kodro con 81, siendo además el que más goles marcó en una única Liga, 25 en la 1994-1995, y el mexicano Vela con 71. En el lado opuesto del campo, son cuatro los porteros extranjeros que han lucido el escudo de la Real. El sueco Asper fue el primero, le siguió el holandés Sander Westerveld, luego llegó el chileno Claudio Bravo y finalmente el actual guardameta txuri urdin, Gerónimo Rulli.

La actual plantilla de la Real contará, por el momento, con cinco jugadores extranjeros. Además del mencionado Januzaj, se trata del guardameta argentino Gerónimo Rulli, el portugués Kevin Rodrigues, el mexicano Carlos Vela y el brasileño Willian José. El récord de jugadores extranjeros en la primera plantilla de la Real Sociedad, nada menos que diez, hay que buscarlo en la temporada 2000-2001 y 2001-2002. En la primera de ellas, en la que arrancó como entrenador Clemente para ser sustituido por Periko Alonso y este a su vez por Toshack, tuvieron dorsal en la Real Mattias Asper, Luiz Alberto, Julio César, Peiremans, Khokhlov, Tayfun, Collet, Demetradze, Arif y Jankauskas.

Pero el once incial con más extranjeros, nada menos que siete, llegó tiempo después, en la temporada 2003-2004 y en dos ocasiones. El 8 de febrero de 2004 jugaron ante el Zaragoza en La Romareda Westerveld, Kvarme, Schürrer, Potillon, Karpin, Nihat y Kovacevic, y casi un mes después, el 6 de marzo, ante Osasuna y en Anoeta, repitieron seis de ellos, no jugó Westerveld y entró Lee Chun Soo.

miércoles, julio 12, 2017

El riesgo de ceder potrillos

Los canteranos de la pretemporada, junto a Eusebio y Llorente.
Sería de locos criticar la política de cantera de la Real. Estamos hablando de un club que juega todas las semanas con más de media docena de jugadores forjados en sus propias instalaciones, que en ocasiones llega a rozar el pleno, que ha instalado en su once titular prácticamente cada temporada a un nuevo joven valor y que acumula en los últimos años varias operaciones con clubes punteros abonando auténticas millonadas para hacerse con sus perlas. No hay muchos clubes que puedan presumir con más razones de sus factorías que la Real de la Zubieta. Pero hay un elemento discordante en esta feliz visión de su política de cantera, una que invita también a la reflexión.

En los últimos tiempos, han sido bastantes los jugadores del filial que se han asomado al primer equipo, muchos de ellos además con ficha profesional, pero que no han terminado de cuajar. La apuesta de la dirección deportiva en estos casos ha sido la cesión. Foguearles y probarles en otro sitio, lejos de casa, que se acostumbren a tener minutos, normalmente en una Segunda División que se antoja más dura y más forjadora de carácter que la Primera. Sobre el papel no es mala idea, pero es evidente que no está funcionando. La operación salida de estos días, en la que algunos de estos canteranos se han desvinculado ya de la Real, está confirmando algo que ya se podía intuir desde hace tiempo: el potrillo, o salta directamente al primer equipo y con la confianza del entrenador de turno o acaba dejando el club después de una o varias cesiones.

No hay más que comprobar los datos. Zurutuza fue el último canterano en salir cedido que se ha instalado después en el primer equipo. Y eso fue cuando la Real todavía estaba en Segunda División. El de Rochefort pasó la temporada 2007-2008 en el Eibar, y aún así no asomó la cabeza definitivamente en el primer equipo hasta la 2009-2010, cuando se convirtió en una de las piezas claves del ascenso. Desde entonces, todos los jugadores del Sanse que han acabado instalándose de una manera regular en el primer equipo, ya en la élite de la Primera División, ha sido sin cesión. Ese ha sido el caso de Illarramendi, Iñigo Martínez, Oyarzabal, Pardo, Zaldua y Elustondo. Todos debutaron con número del filial y todos lograron titularidades más o menos prolongadas, fijas en el caso de los tres primeros, ganándose así el derecho a permanecer en el primer equipo de la Real.

Pero salir cedido no funciona, y eso hace pensar que la dirección deportiva no está acertando con esta política. Sin contar a Zaldua, que es víctima del overbooking del lateral derecho pero en principio un jugador con el que se cuenta, y con la duda de Pardo, del que ahora mismo no se sabe absolutamente nada, desde que la Real volvió a Primera seis jugadores que han tenido dorsal del primer equipo han vivido alguna cesión. Los seis han tenido un papel meramente testimonial entre los mayores. Gaztañaga, tras sus cesiones a Ponferradina y Numancia, es el único que sigue en la Real, pero sabe que su futuro no está vestido de txuri urdin. Héctor sigue cedido, ahora en el Alavés y después de haber pasado por el Granada, pero no parece una opción de futuro. Oyarzun se ha desvinculado ya de la Real, que le cedió la pasada temporada al Mirandés, y la próxima temporada jugará en el Zaragoza. Cadamuro, después de subir al primer equipo sin haber debutado antes, por decisión del club, pasó por Numancia y Osasuna antes de dejar la Real. Incluso Javi Ros llegó sin demasiada confianza al primer equipo tras haber sido cedido al Eibar y Viguera puso fin a su estancia en la Real cedido en dos ocasiones al Nastic.

Si la cesión no sirve para un jugador que ya ha tenido dorsal del primer equipo, cosa que parece más normal, tampoco está sirviendo como parte del ciclo formativo antes de dar ese salto. Cuatro potrillos del Sanse que llegaron a debutar en el primer equipo tras el regreso a la máxima categoría fueron cedidos antes de lograr dorsal en la primera plantilla, y tres ya no tienen relación con la Real. El único que sigue en el club es Eneko Capilla, que tiene ahora mismo un futuro incierto tras haber pasado por el Numancia, y Hervías ha sido el último en dejar el club después de nada menos que tres cesiones, en Osasuna, Oviedo y Elche. A estos se unen Iker Hernández, que jugó a préstamo en el Barakaldo antes de cambiar la Real por el filial del Athletic, y Marco Sangalli, que vistió la camiseta del Alavés cuando todavía pertenecía al club donostiarra.

Este aspecto de la política de cantera de la Real cobra una especial relevancia si tenemos en cuanto que son cinco los jugadores del Sanse que, si no sucede nada extraño, lograrán dorsal de la primera plantilla para la temporada que está a punto de comenzar. Odriozola ya se ha ganado ese derecho siendo el mejor lateral derecho de la pasada Liga; Kevin Rodrigues está llamado a jugar un papel protagonista tras la espantada de Yuri. ¿Pero qué sucederá con Guridi, Zubeldia y Bautista, incluso con Bardají? No tiene sentido subir a canteranos al primer equipo si no se cuenta de verdad con ellos, para tener más o menos minutos pero para ser jugadores de la Real de pleno derecho. Si no hay confianza, el mensaje que se traslada al Sanse es frustrante. Odriozola y Oyarzabal son la luz, pero hay sombras en las que hay que trabajar desde la dirección deportiva pero también desde el banquillo.